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Observación: 1-Tomen en cuenta que la aparición del primer alter hace que Tae ya no recuerde la mayoría de sus memorias ─tanto buenas o malas─ puesto que las tiene la segunda personalidad. 2- Siempre que pase algo malo, dicho alter saldrá y todas las memorias recreadas serán aspiradas por ese mismo. Si no comprenden algo o sienten que no pueden seguir leyendo, ¡escríbanme!






⊰✩⊱

Advertencia:

Violencia y palabras fuertes.







─Gata malnacida. No importa donde estemos. Mientras yo te de de tragar a ti y a tu maldito gusano, tú no me vas a atravesar esa puerta ¿Me oíste?

Habían regresado a Seúl.

Hace una semana que el trabajo del hombre lo había mandado de regreso a la capital solo para trabajar desde casa y hace una semana que SunHye no había podido ir a ver a su hermana. Su esposo nunca dejaba el hogar.

─Si dejas esta casa te mato.

Amenazada, manipulada... la mujer se sentía sin fuerza alguna para escapar y aunque lo había intentado cientos de veces por las noches mientras el hombre dormía, siempre terminaba regresando por miedo a que esté la buscara, encontrara y matara.

Estúpido, si, pero ese era su más grande temor. Eso era lo que bloqueaba su mente por encima de cualquier otra cosa. Incluso, por encima del bienestar mental del pequeño azabache quien había sido el encargado de presenciar más de una vez escenas desagradables en donde su mami era brutalmente maltratada y... abusada.

—¿Me escuchaste hija de perra?

Hace segundos el pequeño Tae había dejado de tomar su juguito. Hace segundos el pelinegro había corrido detrás del sillón para que su presencia no fuera notable a los ojos del hombre y hace segundos que esas familiares y frecuentes punzadas dentro de su cabeza le habían comenzado a atacar junto con aquella sensación de estar siendo arrastrado por una fuerza mayor a su conciencia.

Una fuerza que lo empujaba a los adentros de su mente donde no existía ni pizca de maldad. Ahí donde solo se encontraría él en medio de una total oscuridad...

─N-no por favor─Suplicó Sun hye cuando el hombre la derribó y subió su cuerpo sobre el de ella en el suelo.

Otra vez no...

La personita en turno en el cuerpo de Tae, "esa" personita que le ofreció cargar a este una parte del dolor hace un tiempo, llevó su mirada a aquella que consideraba su madre, las lagrimitas adueñándose de sus pálidas mejillas cuando vio a dicha mujer haciéndole una seña para que se fuera. Para que no mirara.

El pequeño negó moviendo su cabeza una y otra vez, no quería dejarla sola, no quería que aquel maldito hombre le hiciera daño a la mujer que ya amaba tanto, no quería... pero tuvo que hacerlo cuando después de lo que vio, supo, empezaría lo peor.

Con un dolor que desgarraba su frágil corazón, el pequeñito sin identidad corrió lo más rápido que pudo hasta que logró ponerse a salvo en su habitación, sabiendo de antemano que esa simple acción no bastaría, que eso no detendría los próximos repugnantes sonidos que a sus oídos entrarían.

Fue por eso que, luego de asegurarse haber puesto pasador a su puerta, hizo aquello que había estado haciendo las 5 veces anteriores esa última semana. Salir por la ventana. Escapar.

Si, él, una personita "fuerte" creada para recibir y suprimir cualquier tipo de dolor prefería escapar antes que escuchar las súplicas de su madre acompañados de los jadeos de placer de aquel que golpeaba y maldecía a la que juraba, era completamente suya.

Agradeciendo por enésima vez que su habitación se encontraba en el primer piso, con prisa, el menor atravesó su ventana, salió del pequeño vergel y con su corazoncito doliendo ante la inminente huida, emprendió su carrera a aquel lugar de escape que en los últimos días se había convertido en su favorito: Un parquecito colorido.

Y ahí sí se rompió.

Refugiándose en sí mismo, se sentó al final de la resbaladilla y se echó a llorar silenciosamente en tanto buscaba consuelo en el huequito de sus brazos sosteniendo fuertemente sus dobladas rodillas.

Dolían, sus memorias, lo que le tocaba sostener quemaba dentro de su mente. Era como un tormentoso mar de fuego que andaba sin piedad en cada rincón de su cabeza tocando las fibras más sensibles de su cuerpo e incendiando inclusive su corazón.

Dolía y sabía que por eso estaba fallando. La personita en turno sabía que no era lo suficientemente capaz de soportar el reto que se le había impuesto, pues estaba fracasando y todo a causa de ese enorme amor y admiración que inevitablemente se le había traspasado.

La admiración de la música, la admiración del amor.

La admiración que había tomado por esa mujer vestida de princesa en medio de un gran escenario. La admiración de sentir aquel momento que se le transmitió como valioso recuerdo del pasado; de SU ahora pasado.

No tenía derecho, querer con intensidad a esa persona que le había enseñado lo hermoso de la vida, no podía. No tenía derecho a amarla cuando siempre que la lastimaban él escapaba.

─ ¡Oigan miren!

Un grito, un movimiento alrededor fue lo que lo sacó de la inmersión en su llanto.

─ ¡Oye tú!

Bullicios silenciosos; Susurros que se juntaban en su espacio personal antes de que esos mismos se transformaran en burlas, insultos y comentarios atacando directamente su persona.

─Este no es lugar para los indigentes...

Escuchó decir a alguien, pero en ningún momento se elevó, su columna vertebral temblando en tanto sentía su camisita blanca siendo brutalmente estrujada.

─ ¿Qué le pasó a tu camisa? ¿La mordieron las ratas?

Y el pequeño lo único que pudo hacer fue aferrarse aún más a sus piernas. Las burlas siendo cada vez más intensas.

─ ¿Ya vieron? ¡Su cabello parece un nido de pájaros!

Quería llorar. Quería escapar. Quería que aquellos que le estaban haciendo daño, dejaran de hacerlo.

─Eres igual que un vago.

─ ¿Conoces los cepillos, niño?

─ ¿O las duchas...?

Lo siguiente que sintió le hizo soltar un pequeñito quejido de dolor; Una piedra, sea quien sea que estuviera atacándolo, le había lanzado una piedra.

El picor en su nariz aumentó y para cuando sintió el impacto de un segundo proyectil, una pequeña lagrimita ya se encontraba resbalando en su mejilla.

Quería... rendirse.

Se supone que él había sido creado para soportar el dolor de Kim Taehyung, entonces, si se le había confiado tremendo trabajo, ¿Por qué sentía que ya no lo podía soportar?

─ ¡Ya vayámonos! es aburrido si no nos mira...

Y la pronunciación de ese comentario le devolvió la vida a su corazón.

El de cabellos azabaches sintió que pudo respirar una vez su espacio personal se fue despejando poco a poco, haciendo a su vez que el airecito de verano que hacía aquella tarde, golpeara con delicadeza su cuerpo y sus pies descalzos.

Un par de sollozos salieron de su boca ante el sentimiento hiriente que aún persistía en él. Sorbió su naricita unas cuantas veces más y estando a nada de levantar su rostro para poder levantarse y retornar sus pasos a su hogar, una voz, una pequeñita voz le hizo detener y a su sistema de alerta volver a encender.

─O-oye...

Y el simple llamado proveniente de un segundo ser hizo a todo su pequeño cuerpo tensarse. No quería ser lastimado otra vez.

─N-no te asustes, y-yo no te haré daño.

Volvió a escuchar, su cuerpo temblando de sobremanera una vez sintió un mínimo toquecito posarse en su hombro.

─T-tranquilo...─Murmuró aquel que se encontraba "afuera" de su escudo protector─Está todo bien...

El delicado toque se convirtió en suaves palmaditas en su espalda, palmaditas que de un momento a otro dieron lugar y suficiente confianza para transformarse en una virtuosa calidez procedente de un par de bracitos que a su cuerpo envolvieron con cariño.

─Todo está bien...

Y lo estuvo cuando el dolor cesó.

Luego de aquel inocente besito que recibió en alguna parte de sus cabellos, el de personalidad secundaría pudo descansar del dolor cuando algo, una fuerza misteriosa, le hizo huir y esconderse en lo más profundo de su mente, trayendo después a aquel protagonista que todo este tiempo, se la había pasado dormido dentro de esta.

El pequeñito de nombre Tae, algo descolocado, abrió los ojos. Dejó de abrazar sus rodillas, para posteriormente, elevar muy lentamente su carita que estaba escondida en ellas.

Oh.

Lo siguiente que acaparó su campo de visión lo dejó sin habla.

Un pequeño, un bonito chiquillo de grandes ojos y cabello castaño lo miraba con una expresión bañada en completa preocupación.

─H-hola... ¿Estás bien?

Lo vio decir pero él aún no lograba entender cómo es que había llegado ahí. Otra vez.

─Uhm, ¿Por qué estabas llorando?

¿Llorando? bien, él se sentía consumido pero...

─ ¿P-podemos ser amigos?

La pronunciación de esa repentina pregunta le hizo dejar de indagar.

Su mirada vacía e infinita repentinamente iluminándose al mismo tiempo en el que asentía completamente decidido aunque no dejando de lado su timidez al ver al castañito que tenía frente, extender su manita en dirección a él.

─Soy Jungkook pero como eres mi amigo, puedes llamarme Kookie─Lo escuchó chillar, sus dientitos reluciendo en medio de una bonita sonrisa idéntica a la de un pequeño conejito─Y tú ¿Cómo te llamas?

El de cabellos negros lo miró, su vista siendo un poco borrosa a causa de las lagrimitas que antes había soltado. Aclaró sus ojos frotando estos mismos y viendo de nueva cuenta a la personita frente a él, extendió su manita para tomar aquella que le era ofrecida y con tono tímido, contestó.

─Soy T-Tae... Mi nombre es Taehyung.





⊰✩⊱




—¡Tete hyung! Cierra los ojos...

Hace tiempo no sentía tremenda dicha inundar su alma. Hace tiempo no sentía tal emoción nadar en su corazón y es que los siguientes tres días el pequeño Tae había vuelto a recordar lo que era tener a una personita jugando a su lado.

Una personita con la que se divertía, un pequeño ser que lo hacía reír y en ocasiones lo defendía de insultos que otros niños le hacían a su aspecto algo descuidado.

El castañito de nombre Jeon Jungkook había llegado a su vida para disipar esa extraña soledad, esa que extrañamente y de un momento a otro comenzó a cavar un profundo hueco en el interior de su corazón, sin el enterarse siquiera.

Aún era un enigma, el cómo le hacía para llegar hasta ese parque, aún era un misterio difícil de resolver. Sin embargo, no le importaba, no cuando siempre que "despertaba" en aquel lugar, ese castañito de ojos bonitos siempre estaba a su lado, abrazándolo, cuidándolo, dispuesto a darlo todo para protegerlo incluso si a su lado este se veía notablemente más chiquito que él.

Le gustaba, sentirse protegido de alguna manera por aquella pequeña personita, le gustaba demasiado.

—Hyung... ¿Seguro que tus ojos están cerrados?

Cuestionó el castañito en tanto se aseguraba que el de cabellos azabaches no hiciera trampa alguna en abrir sus ojos y mirar.

—S-seguro—Respondió sintiéndose completamente endeble ante la falta de sentido visual.

—Bueno, ¡espera! No te muevas de aquí...

Unos pasitos apresurados se escucharon alejarse con prisa. Por un segundo al de nombre Taehyung le invadió el temor. Quiso abrir sus ojitos y asegurarse que el chiquillo no lo había abandonado en medio del solitario parque, sin embargo, no tuvo que pasar mucho tiempo para que su acelerado corazón se calmara una vez escuchó los mismos pasitos dirigirse con velocidad hasta él.

—¡Llegué!—Expresó el menor casi sin aliento. Tomó una gran bocanada de aire para controlar un poco su agitada respiración y con una bonita sonrisa, habló—Hyung, extiende tus manos ¡Pero no abras los ojos aún!

Lo último lo gritó causando un pequeño respingo en el contrario quien se limitó a hacer lo que decía el pequeño.

Un objeto sumamente suave y afelpado fue lo siguiente que acarició la palma de sus manos.

—¡Listo TeTe hyung! ¡Ábrelos!—Chillo dando pequeños brinquitos frente a su mayor.

El nombrado hizo lo que se le pidió y casi suelta un pequeño gritito al ver lo que momentos antes le fue puesto en sus manos.

—Ah ¡G-gukki...to!

—¡Shi! Adivinaste, ¡se llama Gukkito! Mi mami me lo regaló por mi cumpleaños—Expresó, sus ojitos atestados de un gran brillo inusual—Gukkito duerme conmigo y me cuida por las noches.

—Oh

—¡Sisi! Pero...—Con sus piecitos jugando entre sí y palabras vacilantes el menor dijo—Quiero que Gukkito ahora esté contigo... así te puede proteger y cuidar cuando te sientas a-atacado...

Le fue inevitable, al castañito le fue inevitable no romper su voz al posar su mirada en aquella rasgada camisita que su mayor portaba. Su delicada piel pálida pigmentada con pocos visibles tonos amoratados; Él estaba sufriendo y a pesar de que Jungkook lo sospechaba, pues todo estaba más que claro, no se había atrevido a preguntar.

Jeon Jungkook era un niño, un pequeño nene de apenas 5 años a quien su mami le había enseñado a ser empático y cariñoso con las personitas que necesitaban su apoyo. Justo como ese chiquillo dos años más grande que él, quien todos los días llegaba a su lugar habitual en aquel parque y se agarraba a llorar, hasta que él se acercaba y con un abrazo y un besito en sus cabellos, consolaba.

Jungkook lo sabía, eran pocos los días que había estado conviviendo con su mayor, pero en esos pocos días había aprendido que con un solo besito que le diera al contrario este iluminaba su rostro y hacía aparecer esa bonita sonrisa cuadrada que al castañito tanto le gustaba.

—¿E-en serio es para mi?—Cuestiono el pequeño azabache sin poder creer que aquel lindo conejito le estuviera siendo obsequiado.

—Si hyung—No dudó en decir-Cuando sientas miedo tú lo puedes abrazar fuerte, fuerte y él te va a cuidar...

Como si fuera lo más sagrado del universo entero, Taehyung aceptó dicho regalo, sus ojitos repletos de una bonita ilusión en tanto llevaba el peluche hasta su pecho y lo abrazaba fuertemente, como si este fuera la más bonitas de las reliquias que en el mundo entero pudiera existir.

—¡Oh hyung!─Chilló el castañito en tanto miraba detrás del mencionado─Me... me tengo que ir.—Completó formando un puchero y viendo a lo lejos como su madre le hacía una seña desde el jardín de la casa de sus abuelos para que fuera a cenar.

─Ah, d-de acuerdo...─Susurró sus ojitos repentinamente dejando de brillar.

─Pero mañana vendré otra vez ¡Y todos los días! ¿Hyung estará aquí para verme otra vez mañana?

Sin dudarlo siquiera, la respuesta que dio el contrario fue enteramente positiva. Jungkook sonrió, lo hizo de una manera tan angelical antes de ponerse de puntitas y acercarse al que era levemente más grande que él para de esa manera poder depositar un inocente y lindo besito en una de esas mejillas tan delicadamente pálidas.

─Entonces nos veremos mañana hyung

Y sin decir algo más, corrió con dirección a donde se encontraba su madre esperándolo. Una enorme sonrisa reluciendo en sus labios.








⊰✩⊱










23 Junio.

¿Cuándo había sido la última vez que su ser había experimentado aquella magia?

Sus oídos vibraron, su corazoncito danzando de un lado a otro dentro de su pecho en tanto llevaba con prisa sus pasos en dirección al origen de aquellas notas.

La alcoba de su madre.

Al entrar a dicha habitación Taehyung sonrió, sonrió con esa característica alegría que hace tiempo había estado ausente en su rostro. Y sonrió aún más, poco después de que su madre dejara de tocar su hermoso violín solo para girar a verlo y hacerle un ademán con su cabeza para que se acercara.

El semblante de la mujer era otro. Si, sus ojos todavía tenían esas pequeñas ojeras y sus cabellos aún lucían maltratados y desaliñados. Sin embargo, su sonrisa, esa auténtica que Taehyung había dejado de ver hace tiempo, estaba ahí, postrada en sus bonitos labios junto a una ligera chispita de brillo iluminando su oscuro iris y todo eso a causa de lo que cargaban sus delicadas manos.

Su hermoso violín.

Tal vez para Taehyung había sido mucho tiempo, pero para Sun hye había sido una tormentosa eternidad lo que había estado sin tocar o ver siquiera su preciado instrumento, ese mismo que por ordenes de su esposo se le había sido prohibido tocar dentro de casa, y que incluso le había sido arrebatado y escondido en un lugar que ella jamás logró encontrar.

Y lo olvidó, 1, 2, 3... un poco más de 12 meses había estado sin su instrumento, o en otras palabras, sin vida, hasta que les tocó la mudanza y el instrumento apareció, haciendo a Sunhye poner especial atención del próximo lugar en el que el hombre lo escondería. El ático.

Aprovechando que su marido había ido a trabajar esa mañana a su oficina, la pelinegra sacó su tesoro, lo desempolvó, lo afinó y se puso a tocar.

Ah, como había extrañado tanto el sentir de su pecho vibrando con cada nota; De su corazón andando con alegría, de su ser flotando por doquier...

Su Taecito llegó hasta donde ella se encontraba, y con sumo cuidado  dejó su violín a un lado para cargar al menor y hacerlo sentar sobre el colchón.

─Mi amor ¡mira!─Chilló la mujer como cuan niña pequeña mostrando sus zapatitos nuevos─Mami encontró su violín.

"¡Siii!"

─ ¡Sí!─Festejó el chiquito de 7 años en tanto aplaudía con sus pequeñas manitas, su mente, de igual manera, estallando en entero júbilo.

"Quiero escucharla... ¡que toque para nosotros!"

─ ¡Mami!-La llamó para poder cumplir los deseos de su mente-¿Puedes tocar para mí?

─Claro que sí corazón. Uhm...

Sunhye hizo una muequita pensativa con sus labios, su mente hurgando en lo más profundo de sus memorias, intentando recordar las notas de aquel último proyecto que estaba componiendo junto a su mejor amiga antes de su mudanza a Daegu.

─Ah, tocaré una nueva canción...─Avisó, tomando el instrumento y acomodándolo entre su hombro y mentón─Es una bonita melodía que, junto a tía Sunnie, empecé a componer para ti.

Con el arco en su derecha, la mujer comenzó a rozar ligeramente las cuerdas antes de hacer un poquitito más de presión y dejar a su alma tocar.

Las notas comenzaron suaves, melifluas, con una esencia realmente benévola que iba aumentando gradualmente conforme pasaban los minutos.

Era algo inconmensurable. Lo que se encontraba sintiendo el pequeño Tae era algo extremadamente difícil de explicar. Era un sentir que lo elevaba al cielo y le daba el placer de tocar las mismísimas nubes.

Amaba todo.

Amaba demasiado el trémolo de la maravillosa composición que entraba a sus oídos. Amaba mucho lo que aquello le hacía sentir y adoraba más él saber que aquel conjunto de notas había sido compuesto solo para él.

"Solo para nosotros, solo para mi..."

Pero sobre todo, lo que el pequeñito más amaba encima de cualquier cosa, era a la hermosa mujer compositora y creadora de aquella infinita composición.

"Perfecta..."

Amaba tanto a su madre y la magia que ella hacía con sus manos, amaba tanto aquel momento que simplemente imploró porque aquello fuera eterno.

Para siempre.

Por un instante, por un milésimo segundo tanto él como su mente anheló aquello. Sin embargo, toda ilusión que creció en su interior fue tirada por una borda, cuando su corazón, junto a la melodía de su madre, se detuvo al momento de escuchar un portazo proveniente de la puerta principal.

Todo pasó en menos de 5 segundos. El hombre al que Taehyung llamaba "papá" entró a la habitación a pasos furiosos en tanto azotaba la puerta de madera.

─¡Oh! Mi amor, l-Oslo siento, y-yo no...

Sunhye no supo qué hacer, menos cuando el hombre de una bofetada la hizo caer al mismo tiempo en el que arrancaba el hermoso violín de sus manos y lo lanzaba lejos haciéndolo estrellar en el concreto de la dura pared.

Taehyung abrió sus ojitos grandes cuando el instrumento que tanto idolatraba su madre, se destruyó en pedazos.

¿Qué estaba pasando? eso era "nuevo" para sus ojos ¿Por qué...?

Un repentino dolor de cabeza hizo que el menor viera la siguiente escena con poca claridad.

A un metro de donde él se encontraba, su padrastro empujó con fuerza a la pelinegra haciéndola caer de espaldas al piso.

El dolor agudo en la mente de Taehyung se intensificó, su mirada borrosa viendo como el  hombre tomaba una de las piezas de madera rota para, con ello, poder golpear a la mujer antes de que todo, en la mente del pequeño, se volviera negro.

─ ¡Ahg!

1, 2, 3...

El dolor paró. El sufrimiento se detuvo.

Los ojitos oscuros del menor se abrieron lentamente, estos presumiendo un brillo sumamente diferente.

No había dolor, solo temor. Terror al presenciar nuevamente esos recuerdos que le habían estado siendo "compartidos" Otra vez.

Terror al ver como el lunático hombre se acercaba lentamente con la madera en mano a aquella que suplicaba y lloraba con sus codos apoyados en el piso.

Y de nueva cuenta quería correr, escapar. Quería ir a su lugar favorito y olvidarse de todo tal y como lo había estado haciendo. Sin embargo, esta vez, no lo hizo.

Con el corazoncito latiendo rápidamente por ver a la mujer que amaba tanto a punto de ser golpeada con la madera astillada, la nueva personita de cabellos azabaches tomó un poco de fortaleza, se puso de pie y valientemente corrió y abrazó a su mami, "interponiéndose" en el golpe que el hombre estuvo a punto de soltar.

─M-mi amor no...─Pero antes de que la mujer pudiera alejar al menor, el hombre lo tomó de la camisa y con fuerza hizo que se separara de ella.

─ ¡Mami!─Chilló el que se veía como Taehyung, en tanto intentaba zafarse del fuerte amarre y volver con "su madre"

─ ¡¿Cómo te atreves?! ¡Eres un maldito gusano malcriado!

─ ¡N-no! porfa...─Pero la súplica de la mujer calló cuando su hijo gritó, un impacto en forma de cachetada llegando a su carita de inmediato.

No, ya no iba a soportarlo más.

Sunhye se levantó de donde se encontraba, tomó la madera que había soltado su esposo y con ella le golpeó haciéndole desubicarse y caer.

Con su vida y la de su pequeño dependiendo de ello, la pelinegra tomó al menor en brazos, agarró unas monedas de su armario y corrió nuevamente cuando vio a su marido poniéndose de pie entre quejidos.

─ ¡Detente maldita zorra!

No lo hizo, no volteó, sólo se dirigió a la puerta y salió con su niño en brazos.

Desesperada, atravesó el pequeño vergel con toda la intención de pedir ayuda. Sin embargo, por culpa de su mente nublada ante el exceso de adrenalina que corría por sus venas a causa de la reciente huida, no se percató cuando al bajar la banqueta y cruzar la calle, un automóvil con un conductor distraído, conducía hacia su dirección.

Todo logró verse en cámara lenta después.

El rechinido de las llantas quemando el suelo con brusquedad y sus profundos ojos viendo el momento exacto en el que el auto se encontraba a simples centímetros. Sunhye abrazó con fuerza a su bebé y no lo soltó aún después de sentir el fuerte e intenso impacto en sus piernas.

Todo, absolutamente todo tornándose oscuro después de sentir la parte trasera de su cabeza, estrellándose con fuerza contra el duro pavimento.

*

*

*


Va, viene algo un poquito más fuerte y algo confuso.

Dos cosas:
1- Si quieren detenerse y no seguir leyendo, pueden decirmelo por priv. Me dicen en que parte se quedaron y les explicaré el resto ^^

2- Si tienen alguna duda con respecto a quien esta en el protagonismo, escríbanlo en el comentario y contestaré.

Viene otra personalidad 👀✨

Whatever, pongan mucha atención!

*

Venga, ¡un flasback más!

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