Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✧ 3

Los gatos suelen ser muy meticulosos cuando de asearse se trata. Que hagan eso es sinónimo de buena salud física y mental.

Pero este gato parecía no importarle eso. Su pelaje voluminoso estaba enmarañado y cubierto de suciedad, con algunos mechones enredados entre sí. Algo definitivamente no estaba bien con él.

Actué rápidamente quitándome la chaqueta y traté de envolverlo con ella, preparándome por si se ponía agresivo.

Decidí que lo mejor sería llevármelo a mi apartamento y cuidarlo por mis propios medios. Si lo dejaba en la clínica al día siguiente, corría el riesgo de que lo adoptaran personas como aquel tipo de esta mañana. No quería sentirme más miserable de lo que ya estaba. Era lo menos que podía hacer por él, y también por mí.

Justo cuando estaba a punto de atraparlo y envolverlo en la chaqueta, esquivó mi agarre y casi enterró sus garras en mi antebrazo. No podía permitirme ir al trabajo el lunes con vendajes.

—Tranquilo, no te voy a hacer daño—dije con el semblante más calmado posible.

—¡Miau! —maulló en respuesta, muy irritado y con mucha desconfianza.

Parecía que no iba a dejarse tocar.

—Quizás esto te guste —recordé que llevaba comida en la bolsa y la posicioné frente a él.

Noté cómo se tensaba al ver la comida y retrocedía. Sus orejitas se ocultaron y su pelaje se erizó.

Las luces de los postes callejeros, que últimamente se encendían y apagaban a su antojo, comenzaron a iluminarse débilmente uno tras otro, como en una película de terror. Parecía que yo era el único preocupado por un gato a las once de la noche en ese lugar desierto.

Por inercia, me giré para observar el espectáculo. Cada poste que se encendía soltaba chispas en su camino.

—Como si no fuera lo suficientemente inquietante ya —murmuré para mis adentros.

El sonido de una lata cayendo al suelo me hizo volver la mirada hacia el gato. Lo vi jugueteando sobre un montón de bolsas de basura, como un perro con una pelota. Fue entonces cuando noté con claridad sus ojos, de colores llamativos.

¡Eran de dos colores diferentes!

Ámbar y azul... ¡increíble!

No creo haber visto nunca una raza así. ¿Es posible que exista una combinación genética así? Solo sucede en uno de cada mil ejemplares...

No, no puedo distraerme ahora. ¡Concéntrate Jungkook! —me reprendí a mí mismo, tratando de enfocarme en lo que estaba haciendo.

Nos miramos fijamente, fue algo muy extraño si me lo preguntan. 

Bajé la mirada hacia la bolsa de comida que le había ofrecido para ver si la había tocado siquiera, pero no había indicios de que lo hubiera hecho. Me acerqué más con la bolsa, y él retrocedió aún más.

—Juro que la comida no te hará daño. Solo quiero hacer un trato —hablé en voz baja, al ver que estaba a la defensiva.

Sé que hablar con los animales como si pudieran entenderte puede parecer absurdo, pero se dice que ellos pueden sentir la inocencia e intenciones de las personas. No soy taaan inocente que digamos, pero al menos tengo buenas intenciones... ¿eso cuenta?

—Te doy un poco de comida, pero no me arañes por favor—añadí mientras dejaba lentamente la comida a un lado.

La olfateó, me miró unos segundos y arrastró un poco tosco la bolsa con sus colmillos hacia un rincón para finalmente comer rápidamente.

Verlo comportarse así me apretó el corazón, recordándome a Shuuria, una gata pequeña que se ganó completamente mi corazón y que al igual que este gatito, la conocí en las mismas circunstancias. Pronto recordé lo juguetona y cariñosa que era Shuuria, siempre frotándose en mí y ronroneando fuerte.

Inevitablemente recordar a Shuuria, es también recordar a Hoseok.

Hoseok...

Desde nuestra graduación, no he vuelto a verlo. 

Aún después de un año desde nuestra ruptura, no consigo superarlo. Era tan buena persona. Me sigo odiando a mí mismo por aquella decisión que tomé, y hasta el día de hoy me atormenta mucho, todo por no decepcionar a mis padres...

Pero dejando de lado eso, sé que vi un gato de una raza parecida antes, en alguna parte...

—Encárgate de ordenar esos, por favor —me pidió Seokjin, señalando unos cuantos historiales con su mentón mientras trataba de sostener una gran cantidad de carpetas en sus manos.

—Es lo mínimo que puedo hacer —le respondí con una sonrisa. Me acerqué rápidamente y empecé a buscar un folder para poner esos documentos. Mientras me agachaba para buscar en uno de los compartimientos de un locker, una fuerte ráfaga de viento entró por la ventana lateral de la habitación. Giré involuntariamente y me sorprendí al ver cómo todas las hojas salieron disparadas en diferentes direcciones, una de ellas cayendo lentamente sobre mi cabeza. Al recogerla y ojearla, vi una pequeña foto de un gato diferente a cualquier otro que hubiera visto antes.

—Raza... ¿Khao Manee? —leí mientras observaba la información física del felino— ¿Existen gatos así? Debe de ser una alteración genética, eso es muy seguro. Pero eso no quita que son muy... lindos.

—¡Hey! ¿Terminaste?—escuché la voz de Seokjin desde otra habitación—¡Ayúdame aquí también! 

—¡Ya voy!—dejé el historial dentro del folder y salí de la oficina. 

Lo sabía, había visto uno así antes.

—Así que eres de raza Khao Manee... ¿eh?— dije mientras me levantaba y me acercaba lentamente para tratar de acariciarlo—Interesante.

El gato me miraba con curiosidad, pero esta vez no retrocedió ni mostró señales de agresividad. Extendí la mano con cuidado y acaricié suavemente su pelaje, sintiendo cómo se relajaba bajo mis dedos. Era increíble estar tan cerca de un animal tan peculiar y hermoso.

Eres realmente especial, ¿sabes? —susurré mientras continuaba acariciándolo.

De manera casi imperceptible, empezó a ronronear entrecortadamente. Como si quisiera evitarlo pero se le hacía imposible. Su comportamiento me enterneció.

—Quizás te incomode lo que te voy a proponer, pero te gustaría vivir en mi apartamento conmigo?

El gato dejó de ronronear abruptamente y me miró fijo. Era como si hubiera entendido cada palabra que acababa de decir. Muy raro.

Su mirada carecía de brillo, era vacía y triste. Dicen que los ojos son como las ventanas del alma, y aunque la gente piense que no aplica para animales, yo considero que sí, mientras ellos puedan sentir y expresar sus emociones.

—Tal vez fueron muy crueles contigo cuando aún eras un cachorro, pero no pienses que todos somos así de idiotas...—jamás había mirado a alguien con tanta compasión, siempre estos temas de animales maltratados me ponía sensible—Me disculpo en nombre de ellos, aunque no tenga nada que ver conmigo.

El gato en ningún momento dejó de mirarme, de un momento a otro cerró los ojos y comenzó a ronronear suavemente. Casi como si entendiera lo que dije y me agradeciera por ello.

Al ver que obtuve un poco de su confianza, lo levanté con cuidado y lo sostuve contra mi pecho, asegurándome de que estuviera cómodo antes. Verifiqué aquello al ver que el felino se acomodó en mis brazos, confiando en mí para llevarlo a un lugar seguro.

Lo abrigué lo mejor que pude y aceleré el paso hacia mi apartamento; el frío nocturno se estaba volviendo insoportable. Mientras caminaba, lo observé discretamente otra vez. Sus garras afiladas estaban al descubierto, al parecer aún alertas, listas para desgarrar mi chaqueta con un simple arañazo.

—Ya falta poco, pequeño —acariciar sus orejas felpudas se convirtió en una de mis cosas favoritas—. Tranquilo—le dediqué una de mis sonrisas más sinceras.

Poco a poco, sus patitas rosadas comenzaron a relajarse. Mis palabras parecían haberlo calmado. Me sentí satisfecho con ese pequeño logro.

En la mente del felino, estaba en un completo remolino de emociones.. Nunca había experimentado esa sensación. Se juró a sí mismo que jamás volvería a confiar en alguien, mucho menos en un desconocido. Pero su instinto le decía que podía confiar en él.

Más que eso, se conmovió un poco con lo que le había dicho y mucho más con esa acción rara que hizo con sus manos aquel humano. Una vez alguien de su especie le había explicado que eso se llamaba "caricias" y solo se daban a alguien que quieres o que te produce un lindo sentimiento.

Jamás, en su corta vida gatuna, había experimentado eso. Se sentía demasiado bien y, por primera vez, querido.

Ahora se sentía aún más confundido, pero de lo que sí estaba seguro es que estaba en buenas manos.

—Solo espero no estar cometiendo un error —pensó preocupado, cerrando los ojos mientras respiraba por última vez, aquel característico olor que desprendían las calles de Seúl por las noches.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro