6. El Caldero Chorreante
┌──────── ●✰● ────────┐
capítulo seis
EL CALDERO CHORREANTE
└──────── ●✰● ────────┘
≻───── ⋆✩⋆ ─────≺
CASSIOPEIA VIO CÓMO LLEGARON MÁS PLATOS, CUCHARAS Y VASOS SUCIOS A LA COCINA. Agarró el plato más cercano y se deshizo de las sorbas de comidas. Luego abrió el grifo y empezó a enjuagarlo con agua y detergente.
Al ser menor de edad, Cassiopeia no podía emplear magia para lavar, por ello lo hacía al estilo muggle.
A unos metros estaban las demás cocineras del Caldero Chorreante, todas mayores de edad y con la posibilidad de utilizar magia. A Cassiopeia le había tocado un horario en donde solo trabajan mujeres y todo gracias a su madre, porque según Callie, ella todavía es menor de edad y no era seguro que esté en un lugar sola con hombres.
Siguió con su trabajo mientras tarareaba una canción en su mente. En cierta parte le gustaba su trabajo, cada que friega los platos, mantiene su mente en la luna. Su imaginación flota e imagina en muchas cosas que ella podría pintar cuando llegue a su casa.
El sonido de la alarma la trajo a la realidad.
Ya había acabado su turno. Secó los últimos platos que quedaban y los guardó en su lugar. Se retiró los guantes de cocina y el delantal que evitaba que mojara su ropa.
—¡Adiós! Nos vemos mañana —se despidió Cassiopeia mientras buscaba en su casillero su maleta.
Todas respondieron la despidida, deseándole una buena tarde. La castaña salió de la cocina con su maleta en su espalda y se despidió de Tom, el administrador del y se llevó la sorpresa de encontrarse con Cornelius Fudge.
En cierta parte no le sorprendió, dado a que Fudge tiene una habitación que usa como despacho, pero el actual Ministro de Magia no solía salir de su despacho a las 5 de la tarde.
Hace un año, cuando Sirius Black estaba fugitivo, Fudge había estado en de acuerdo en que la chica trabaje en el lugar, con la condición de que ella, su madre y su tía se quedaran hospedando en el lugar hasta que regresaran a Hogwarts para mantenerlas vigiladas, en especial a Cassiopeia, por si Sirius Black tenía intenciones de hacerse a ellas.
—Cassiopeia —Cornelius Fudge se acercó a la joven—, ¿terminaste de trabajar?
—Buenas tardes, señor ministro —lo saludó cortésmente—. Si, mi madre ya debe de haber llegado a recogerme.
—Me alegro —dijo Fudge, sonriendo cordialmente—. Por cierto, en nombre de Barty Crouch, te pido disculpas por la acusación que hizo sobre ti —añadió.
Cassiopeia carraspeó.
—Pero señor ministro, ¿acaso Crouch no tiene boca y piernas para que venga él mismo a disculparse en persona? —dijo Cassiopeia con firmeza—. Ya me voy, que tenga una agradable tarde —y sin más esperar alguna respuesta, se fue.
Abrió la puerta del bar y sintió como el aire fresco golpeo por toda su cara.
—Hola, mamá.
Callie estaba afuera del lugar, con las compras de los materiales de Cassiopeia. Sonrió al ver a su hija salir, la rodeo con un abrazo rápido.
—Mi amor, ¿cómo te fue en el trabajo? —Callie plantó un beso en la frente de su hija.
—Todo bien, nada fuera de lo normal —musitó, mientras agarraba la mano de su madre para caminar por las calles—. Excepto que Fudge se disculpó en nombre de Barty Crouch por lo que sucedió hace días.
—¿Se disculpó? —arrugó sus cejas—. ¡Pero fue Crouch! —exclamó enojada—. Él debería de tener los huevos necesarios para disculparse.
—Lo sé, mamá —concordó—. Por eso le deje en claro al ministro que no acepto sus disculpas.
—Fudge en definitiva está loco —musitó Callie.
—Estaba a nada de llamarlo viejo loco, pero no quiero quedarme sin trabajo —admitió, encogiéndose de hombros.
Su madre soltó una carcajada.
—Agárrate bien.
Cassiopeia supo que su madre utilizó el método de Aparición que utilizan los magos para transportarse al cerrar los ojos y sentir una sensación de fuerte presión en todo el cuerpo.
—Hogar dulce hogar.
Cassiopeia abrió los ojos y se encontró con la vista al edificio de ocho pisos. Entraron y saludaron a la recepcionista. Subieron las escaleras y llegaron a su departamento #47.
—¡Llegamos! —anunció Callie, dejando las compras en la sala y luego yendo directamente a la cocina—. ¿Qué maldad estás haciendo ahora? —le preguntó a Amabel.
—Nada, Callie —respondió la morena—. Estoy preparando la cena ¡Lasaña, tu favorita!
—¿También harás pastel de calabaza? —cuestionó Callie, sentándose en una silla.
—Claro —enunció, mientras buscaba ingredientes en la nevera—. Cassie, será mejor que duermas por un rato y luego te arregles —miró a su sobrina—. Recuerda que los Tonks vendrán a cenar con nosotras.
—¿Qué?
—Sí —inclinó un poco su cabeza a la derecha, mirando confundida a la joven—. ¿Tu mamá no te lo dijo?
—No.
—¡Calliope!
—¡Upsi! —formuló Callie, agarrando una frutilla—. Me olvidé.
—Deja de ser tan olvidadiza, Callie —la regañó Amabel—. Y tú, cariño, ve a dormir, has de estar cansada.
—Parecen una pareja de lesbianas —murmuró Cassiopeia. Las amigas la escucharon y se rieron.
—Pero si Callie literalmente es mi esposa —dijo Amabel abrazando a su amiga.
Cassiopeia rio y salió de la cocina y se dirigió a su cuarto. Se lanzó a la cama y colocó su cabeza en la almohada. Se puso a pensar en los Tonks.
Andrómeda Tonks, es su madrina. Ella siempre ha mantenido contacto con ella, siempre ha estado al pendiente de su ahijada y no estuvo en de acuerdo que trabajara a tan poca edad, pero Nymphadora Tonks, su prima, se entrometió y la defendió, diciendo que así podría ser responsable, de hecho, más de lo que ya es.
Teddy Tonks, el último, pero no menos importante. Cassiopeia siempre lo había visto como una especie de figura paterna, y él era una de las principales razones por las que defendía a los hijos de nacidos de muggles. Lo quería mucho, y más porque él desde chiquita solía regalarle en navidad pinturas, diciendo que sería una gran artista en el futuro.
Ella admiraba mucho a los Tonks, son unas de las familias más linda que ella ha conocido, y se sentía afortunada de recibir cariño por parte de ellos.
★════◈◈◈◈◈◈◈◈════★
—¿Dónde está mi Slytherin favorita? —preguntó Nymphadora, sin antes tropezar al acercarse a su prima.
—¡Aquí está! —exclamó Cassiopeia, soltando una risita—. Te extrañé mucho, Dora.
—Yo igual, Cassie —ambas se dieron un fuerte abrazo.
Cassiopeia se alejó de su prima para ver a un hombre rubio, con una adorable sonrisa que sin duda alguna trasmite paz y confianza.
—Hola, Cassie —saludó, desordenando su cabello—. ¿Cómo has estado?
—Excelente —exclamó contenta—. ¿Te acuerdas de las acuarelas que me regalaste en Navidad? —preguntó y recibió de respuesta un asentimiento con la cabeza—. Hice varias pinturas mientras estaba en Hogwarts.
—Y seguramente te quedaron geniales —alagó Teddy—. Deberías hablar con Andy, te quiere dar algo —agregó, yendo a la sala a saludar a Amabel y a Callie.
En el campo de vista de la joven apareció una hermosa señora de cabello castaño, con ojos claros y una mirada llena de dulcera y gentileza al igual que Cassiopeia.
Ambas eran físicamente muy similares.
—Hola madrina —Andrómeda dejó un beso en la cabeza de su ahijada.
—Hola Cassie —saludó—, ¿te acuerdas que fue lo nuevo y raro que te pidieron en la lista de útiles escolares?
—Eeeh —la joven se rascó la nuca, pensando—... el caldero... ahh, ¡el vestido!, sí ¿por qué pidieron un vestido? Voy a estudiar, no a un baile.
Andrómeda rio.
—Tampoco lo sé, pero mira ¡Con Dora te compramos un lindo vestido! —dijo entregándole una caja. La joven supuso que ahí estaba el nuevo vestido.
Cassiopeia no abrió en ese momento la caja porque confiaba en su madrina, en su prima, y que le regalaron un gran vestido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro