59. Reencuentros en Navidad
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capítulo cincuenta y nueve
REENCUENTROS EN NAVIDAD
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MARATÓN 1/2
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LOS MESES DE OCTUBRE, NOVIEMBRE Y DICIEMBRE PASARON TAN RÁPIDO PARA CASSIOPEIA y su barriga cada vez estaba más hinchada. Marie y Amabel se encargaban de complacer con sus antojos y le prohibían salir al menos de que sea a la playa o a la casa de Bill y Fleur.
La noticia de que Cassiopeia Black estaba embaraza llegó a oídos de los miembros de la Orden más importantes y confiados. Acordaron colocar demasiada seguridad en la casa para protegerla a ella y al bebé.
Y para su sorpresa no era la única embarazada, Nymphadora Tonks también estaba esperando un hijo con Remus Lupin. Su prima y su madrina pasaron a visitarla dos veces emocionadas de que sus hijos crecerían juntos, y entre visitas le dieron la noticia de que Ted Tonks falleció. Por más que la noticia fue triste y dolorosa, Cassiopeia se obligó a mantenerse fuerte para no complicar la salud de su bebé.
Y Cassiopeia no entendía por qué Molly, Ginny y Hermione habían odiado tanto a Fleur en el pasado, si la francesa tuvo un buen trato con Cassiopeia, fue compasiva ante el hecho de que estaba embarazada y suele visitarla con frecuencia todas las tardes para que no se muera del aburrimiento. Fleur le suele preparar té y galletas mientras conversan sobre como eran sus vidas en el colegio.
—¡Nos vemos mañana, Fleur!
—Hasta luego, Cassie.
Cassiopeia salió de la casa de Bill y Fleur y solo dio unos cuantos pasos hasta que vio una silueta a los lejos. Agarró su varita y apuntó a él. Mientras más se acercaba, más reconocía aquel chico alto, de cabellera pelirroja, ojos azules y pecoso.
—¿Ron?
—¿Cassiopeia? ¿Te comiste un camión? ¿Estás...?
Ron no terminó la oración y su boca se abrió de más. Miró de arriba hacia abajo a la castaña.
—Estás embarazada —no fue una pregunta, fue una confirmación.
—Sí.
—¿Y... el hijo es... de Harry?
—¿Y de quién más sería, idiota? —preguntó Cassiopeia cruzándose de brazos—. ¿Qué haces aquí? Deberías estar con Harry y Hermione ¿Acaso ellos...?
—No. No vinieron conmigo —contestó, como si leyera su mente—. Yo... me fui... por una estupidez.
Ella soltó un suspiro.
—Te vez muy mal, Ron. Vamos a la casa de tu hermano...
Tocó la puerta. Fleur la abrió en cuestión de segundos y se llevó una sorpresa al verla acompañada de Ron. Entraron y Cassiopeia le reparó una comida rápida mientras él se desponía a relatarle brevemente que los había dejado por una discusión.
Bill le reprendió diciendo que haber abandonado no estaba bien, luego le aseguró que podría quedarse hasta que él desee.
—Sabes de la existencia de los Horrocruxes, ¿verdad? —preguntó Ron cuando Bill y Fleur los dejaron solos en el comedor.
—Sí, Harry me contó de ellos antes de que terminara sexto grado —respondió tomando su vaso con chocolate caliente.
Ron le contó todo lo que habían hecho durante aquel tiempo que habían estado desaparecidos y ella no pudo sentirse tan preocupada por todas las cosas que tuvieron que pasar los tres solos.
—Me siento tan mal por haberlos abandonados.
—No fue tu culpa —dijo acariciando su mano—. Estabas herido, preocupado por no tener noticia de tu familia y tener el guardapelo no te ayudó.
—Han de odiarme...
—No, seguramente están preocupados por ti —aseguró—. Ahora lo que debes hacer es dormir, te ves muy mal, tienes grandes orejas y se ve que no te has alimentado bien.
—¿Y tú cómo has estado? ¿Cómo está Ginny? ¿Cómo está el colegio?
—Peor de lo que te imaginas. Hay dos mortífagos, los Carrow, están dando clases y si rompes una de sus reglas te ganas un castigo, mayormente te lanzan un cruciatus —relató con amargura. Ron soltó un grito ante la información—. Tu hermana está bien, por cierto, Neville y Olivia se aseguran de protegerla, de hecho, se aseguran de proteger a los demás.
—¿Cómo es eso?
—Volvió El Ejercito de Dumbledore —explicó—. Antes de que me vaya, estábamos vandalizando y a la vez practicando hechizos de la forma correcta, sin que nadie salga herido. Neville y Olivia se meten en constantemente problemas por defender a los más inofensivos. La sala de menesteres es el lugar seguro para todos.
—Merlín, no sabía que era Hogwarts era un infierno.
—Peor de lo que te imaginas —dijo ella—. Tanto así que los chicos planearon un escape para mí cuando se enteraron de que estaba embaraza, dijeron mi vida corría riesgo si estaba en Hogwarts —hizo una mueca al recordarlo.
—Oh, por eso los carroñeros te buscan —soltó Ron.
—¿Los Carroñeros me buscan?
—Tuve un ataque con los Carroñeros —explicó—. Me preguntaron si conocía a Cassiopeia Black y encontré esto por ahí —agregó al tiempo que sacaba de su bolsillo una hoja.
Cassiopeia soltó un suspiro pesado al terminar de leer el aviso. Ahora todos la estarían buscando como carnada.
—Cassie, tu vida corre peligro.
—Bueno, ya era cuestión de tiempo —respondió ella encogiéndose de hombros—. Soy una Black sin perjuicios y una traidora de la sangre. Bellatrix me odia demasiado por mi amistad con su hermana Andrómeda.
—¿Crees... crees que te sepan que estás embarazada?
Ella tragó saliva con dificultad mientras volvía a leer el aviso.
—No creo, seguramente... seguramente solo me buscan porque Bellatrix me quiere tener vigilada. Ella me odia.
El silencio inundó el lugar, mientras que lo único que se escuchaba era el sorbo que ambos le daban a sus tazas de chocolate caliente.
Muy en el fondo, Cassiopeia tenía miedo de que Bellatrix tuviera sus sospechas. Sabía que su querida tía está completamente loca, a ella no le importaría la vida de un bebé, de hecho, estaría encantada de torturar a un bebé.
Tomó un último sorbo de chocolate con un sabor amargo, la simple idea de pensar que Bellatrix podría llegar a tocar al pequeño que está creciendo en su barriga le causaba náuseas.
—¿Regresarás con los chicos? —preguntó ella después de un rato, alejando los malos pensamientos de su cabeza.
—Sí.
—¿Me puedes hacer un favor? —Ron asintió—. No se lo digas a Harry sobre mi embarazo —pidió Cassiopeia.
—¿Qué planeas? ¿Ocultárselo? —preguntó exaltado.
—No, quiero decírselo yo misma, cuando todo pase —contestó con una cara triste—. Ahora tiene demasiados problemas, no quiero ser una causa más.
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La casa brillaba gracias a las luces navideñas de varios colores. El árbol estaba lleno de las nuevas decoraciones que consiguió Marie. Tomó un sorbo de chocolate caliente mientras escuchaba la música navideña.
—¿Quién está tocando la puerta un 25 de diciembre? —preguntó Cassiopeia, algo estresada.
Pero tanto Amabel como Marie sonrieron.
—Deberías de abrir la puerta —aconsejó Amabel.
Ella frunció el ceño, sabiendo que algo tenían en manos. Se acercó a puerta, un poco dudosa sobre lo que podría estar detrás de ella, y la abrió.
—¡Cassie!
Olivia, Ginny y Daphne le sonrieron abiertamente. Por la época navideña, estaban completamente abrigadas de abrigos y bufandas. Algunas hasta tenían la nariz roja. Llevaban regalos envueltos en sus manos.
—¡Chicas! —sonrió sintiendo una gran alegría por sus presencias—. ¡Pasen, pasen!
—¡Te extrañamos un montón! —exclamó Daphne lanzándose a ella.
—Daph, me harás llorar —dijo Cassiopeia al separarse.
—¡Oh, Merlín! ¡Estás gorda! —chilló de la emoción Ginny.
—No me digas, si no me lo dices no me dio cuenta, Ginevra —ironizó abrazándola.
—Mira, te traje una canasta con comida saludable —señaló Olivia—. Neville me ayudó y dejó está linda planta, dijo que ayuda para las buenas vibras.
—Mil gracias, Liv.
Cassiopeia las guio a la sala para que tomaran asiento. Saludaron (y conocieron a Marie) rápidamente. Las adultas decidieron irse al piso de arriba para que las amigas pudieran conversar tranquilas y tuvieran su lindo reencuentro.
—¿Cómo has estado? —preguntó Daphne.
Una parte de ella estaba feliz ya que estaba recuperada con todo lo que sufrió en Hogwarts, su misma doctora (una medimaga de confianza) le dijo que tuvo suerte que no perdiera al bebé.
—Bien, estoy un poco harta de estar encerrada —contestó con una pequeña sonrisa—. Pero estoy feliz de ver como avanza el embarazo.
—¿Ya sabes qué será? —cuestionó Ginny.
—¡Yo quiero que sea una niña! —demandó Olivia. Ginny asintió estando de acuerdo.
—Yo quiero apuesto a que será un niño —musitó Daphne—. Pero no le hemos preguntado a la madre, ¿qué te gustaría, Cassie?
—Ni siquiera estoy segura, sea niño o niña, lo amaré con todo mi corazón.
—Awww.
—Ya está sacando su lado materno —se burló Ginny.
—Oye, tengo problemas maternales, ¿así que crees que podrías adoptarme? —bromeó Olivia.
—Chistosa —murmuró—. Por cierto, ¿dónde está Luna?
Pero la felicidad de las tres chicas se esfumó. Daphne hizo una mueca, Olivia miró con tristeza a Ginny, que desvió su mirada al piso.
—Se la han llevado —murmuró Ginny agachando la cabeza—. Unos chicos de primer grado dicen que vieron el momento en el que aparecieron mortífagos y la secuestraron.
Cassiopeia se tapó la boca, ahogando un gritito. Luna le caía muy bien, era muy simpática. Además, sabía lo mucho que Ginny quería a Luna.
—Debe de ser por todo lo que su padre ha puesto en el Quisquilloso —opinó Olivia con una mueca.
El silencio se apoderó en el ambiente.
—Ella... estará bien —dijo Daphne después de un rato—. Ella es fuerte, pronto la volveremos a ver, estoy segura.
—Eso espero —dijo Ginny—. ¿Y... has tenido noticias de Ted? —preguntó.
La tristeza se vio reflejada en su rostro Cassiopeia.
—Falleció —las chicas soltaron una exclamación de sorpresa.
—Lo lamento mucho, Cassie —dijo de inmediato Daphne—. Sé cuanto lo querías.
—Andrómeda y Tonks desconsoladas, pero con el embarazo de Tonks están tratando de superarlo y mantener la cabeza en otro sitio —respondió con tristeza—. ¿Cómo va el E. D? —preguntó en un intento de cambiar el tema de la conversación.
No quería hablar de Ted Tonks y su muerte. No quería volver a romperse en lágrimas.
Las chicas le comentaron que seguían con sus planes de demostrar a que bando pertenecían. Olivia comentó que ella y su hermano se ganaron completamente el odio de los Carrow, y que los castigos hacia ellos aumentaron, y Cassiopeia lo supo perfectamente porque visualizó una pequeña cicatriz en su frente.
Pasaron una noche agradable. Ginny y Daphne salieron a visitar la casa de Bill y Fleur para ver a Ron mientras que Cassiopeia lavaba los platos con ayuda de Olivia.
—Déjame ir a verlo —chilló Olivia.
—No, te conozco, lo golpearás por haber abandonado a Harry y Hermione.
—¿Y eso no es lo que se merece? —se cruzó de brazos la Gryffindor.
—¡Olivia!
—Perdón, es lo que... la extraño mucho —murmuró Olivia mirando la nieve caer a través de la ventana de la cocina. Sabía que se refería a Hermione—. Me preocupa no saber de su paradero, ni saber si está bien o le falta algo.
—Lo sé, Liv, yo te entiendo perfectamente —contestó Cassiopeia apoyando su cabeza en el hombro de la pelinegra.
—¿Crees que realmente estén bien? —preguntó Olivia abrazándola.
—Sí, siempre han sabido salvarse el pellejo —murmuró Cassiopeia, observando también la nieve caer de la ventana de la cocina.
Nieve.
«Mi muñeco de nieve ¿Dónde estás? Es navidad, cariño y te necesito».
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