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56. El relato de Kreacher

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capítulo cincuenta y seis

EL RELATO DE KREACHER

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MARATÓN 2/3

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CASSIOPEIA MIRÓ CON TRISTEZA AL ELFO, que llevaba tres gorros de lavas de diferentes colores (rojo, verde y blanco), un gran abrigo de lana de color azul, cuatro medias en cada pie y todas de diferentes colores. Se veía chistoso y adorable al mismo tiempo.

—A Dobby no le gusta ver a la señorita Cassiopeia triste.

Estaba en las cocinas conversando con Dobby mientras comía una torta de chocolate. No debía de estar ahí, fácilmente podría ganarse un castigo, pero no tuvo otra opción ya que su barriga pidió a gritos, específicamente una torta sabor a chocolate.

—No te preocupes por mí, Dobby.

—Dobby siempre se preocupará por la novia de Harry Potter.

—Ya no soy su novia, Dobby —musitó con una mueca—. Él terminó conmigo.

—¿Por qué Harry Potter terminó con la señorita Cassiopeia? —preguntó confundido el elfo—. ¡Dobby tenía entendido que Harry Potter amaba a la señorita Cassiopeia!

—se burló su conciencia—. ¿Qué tanto te afectó ese maleficio cruciatus?»

—Es una larga historia —contestó ella, ignorando a su consciencia—. ¿Hay galletas de jengibre? —preguntó tratando de cambiar de tema—. A una amiga le encanta estas galletas y me gustaría llevarle unas.

—No, pero a Dobby le encantaría prepararle unas galletas de jengibre a la ama Cassiopeia —dicho esto, fue directo a las cocinas, en donde estaban los demás elfos, mirándolo mal como siempre.

Cassiopeia miró a su alrededor. Estaba sentada en una parte alejada de la cocina, en donde podía conversar con Dobby. De pronto, se escuchó un "Crack" y apareció un elfo doméstico que Cassiopeia conocía perfectamente.

—¿¡Kreacher!?

—Kreacher está contento de ver a la ama Cassiopeia —dijo haciendo una reverencia.

—A mí también me alegra verte, Kreacher —dijo acariciando sus orejas—. ¿A qué se debe tu visita?

—El señor Potter le pidió a Kreacher que viniera con usted y le contara toda la verdad de su padre.

—¿Qué verdad, Kreacher?

—La verdad de como murió el amo Regulus —explicó Kreacher con los ojos lloroso—. El señor Potter le comentó a Kreacher que la ama Cassiopeia sabe del Horrocruxes que ha estado buscando, el del guardapelo de Salazar Slytherin.

—¿Sí? —murmuró confundida mientras sacaba su varita y configuraba el hechizo silenciador para que nadie más oiga la conversación de ambos.

—Todo empezó cuando el amo Sirius huyó (¡de buena nos libramos!), porque era muy malvado y le destrozó el corazón a mi ama con sus maneras anárquicas. Pero el amo Regulus tenía dignidad; él sabía cuánto le debía al apellido Black y estaba orgulloso de su sangre limpia. Durante años habló del Señor Tenebroso, que iba a sacar a los magos de su escondite para que dominaran a los muggles y a los hijos de los muggles... Y cuando tenía dieciséis años, el amo Regulus, junto a las señoritas Callie y Amabel, se unió al Señor Tenebroso. ¡Kreacher estaba tan orgulloso de él, tan orgulloso, se alegraba tanto de servirlo!

»Y un día, un año después de haberse unido a él, el amo Regulus bajó a la cocina a ver a Kreacher. El amo Regulus siempre había tratado bien a Kreacher. Y el amo Regulus dijo... dijo... —el anciano elfo se meció más deprisa que antes— dijo que el Señor Tenebroso necesitaba un elfo.

—¿Que Voldemort necesitaba un elfo? —se extrañó Cassiopeia.

—¡Ay, sí! —se lamentó Kreacher—. Y el amo Regulus le ofreció a Kreacher. Era un gran honor, dijo el amo Regulus, un gran honor para él y para Kreacher, que tenía que hacer cuanto el Señor Tenebroso le ordenara y luego volver a ca... casa —el elfo doméstico se meció aún más deprisa y sollozó—. Así que Kreacher se marchó con el Señor Tenebroso. El Señor Tenebroso no le dijo a Kreacher qué quería que hiciera, pero se llevó a Kreacher a una cueva junto al mar. Y dentro de la cueva había una caverna, y en la caverna había un lago, negro e inmenso...

A Cassiopeia se le erizó el vello de la nuca. Era como si la ronca voz de Kreacher le llegara desde el otro extremo de aquel oscuro lago. Veía lo que había pasado con tanta claridad como si hubiera estado presente.

—... había una barca...

Cassiopeia vio una barca, muy pequeña, encantada para transportar a un mago hasta la isla del centro del lago.

—En la isla había una va... vasija llena de poción, y el Se... Señor Tenebroso obligó a Kreacher a bebérsela... —temblaba de pies a cabeza—. Kreacher bebió, y mientras bebía vio cosas terribles... A Kreacher le ardían las entrañas... Kreacher le suplicó al amo Regulus que lo salvara, le suplicó a su ama Black, pero el Señor Tenebroso sólo reía... Obligó a Kreacher a beberse toda la poción... dejó un guardapelo en la vasija vacía... y volvió a llenarla de poción...

»Y entonces el Señor Tenebroso se marchó en la barca, dejando a Kreacher en la isla...

Cassiopeia se imaginó la escena: vio cómo el blanco y serpentino rostro de Voldemort se perdía en la oscuridad mientras sus ojos rojos se clavaban sin piedad en el atormentado elfo, que sólo tardaría unos minutos en morir cuando sucumbiera a la insoportable sed que la abrasadora poción causaba a su víctima... Pero la imaginación de Cassiopeia no pudo ir más allá, porque no entendía cómo Kreacher había logrado escapar.

—Kreacher necesitaba agua, se arrastró hasta la orilla de la isla y bebió agua del negro lago... y unas manos, unas manos cadavéricas, salieron de él y arrastraron a Kreacher hacia el fondo...

—¿Cómo saliste de allí? —preguntó Cassiopeia, se sorprendió que su voz fuera sólo un susurro. Kreacher levantó la cabeza y miró a Cassiopeia con sus enormes ojos inyectados en sangre.

—El amo Regulus ordenó a Kreacher que volviera —respondió.

—¿Desapareciste? —preguntó ella.

Kreacher asintió.

—Sí, la primera ley de un elfo doméstico es cumplir las órdenes de su amo —entonó Kreacher—. A Kreacher le ordenaron volver, y Kreacher volvió...

—¿Y qué pasó cuando llegaste aquí? —preguntó Cassiopeia—. ¿Qué dijo mi padre al explicarle lo sucedido?

—El amo Regulus estaba preocupado, muy preocupado. El amo Regulus le ordenó a Kreacher que se escondiera y no saliera de la casa. Y entonces poco después... una noche, el amo Regulus fue a buscar a Kreacher a su armario, y el amo Regulus estaba raro, no era el mismo de siempre, parecía trastornado; Kreacher lo notó... Y le pidió a Kreacher que lo llevara a la cueva, a la cueva a la que Kreacher había ido con el Señor Tenebroso...

Y allí fueron. Cassiopeia también los visualizó con claridad: el asustado y anciano elfo y el delgado y moreno que era su padre... Kreacher sabía cómo abrir la entrada oculta de la caverna subterránea y cómo alzar la diminuta barca; esa vez fue su adorado Regulus quien zarpó con él hacia la isla donde se hallaba la vasija de veneno...

Cassiopeia se tapó la boca con las manos, como si de pronto hubiera comprendido lo que había ocurrido.

—El a... amo Regulus se sacó del bolsillo un guardapelo como el que tenía el Señor Tenebroso —explicó Kreacher mientras las lágrimas le resbalaban por ambos lados del hocico—. Y le dijo a Kreacher que lo cogiera y que, cuando la vasija estuviera vacía, cambiara un guardapelo por el otro.

Los sollozos de Kreacher eran cada vez más desgarradores.

—Y ordenó... a Kreacher... que se marchara sin él. Y ordenó... a Kreacher que regresara a casa... y que nunca le contara a mi ama... que nunca le contara a la señorita Callie... ni a la señorita Amabel... lo que él había hecho... y que destruyera... el primer guardapelo. Y entonces... se bebió... toda la poción... y Kreacher cambió los guardapelos... y vio cómo... al amo Regulus... lo arrastraban al fondo del lago... y...

—¡Oh, Kreacher! —se lamentó Cassiopeia, que sollozaba en silencio—. Así que llevaste el guardapelo a Grimmauld Place —continuó Cassiopeia, limpiándose las lágrimas—. ¿Qué hiciste con él? ¿Intentaste destruirlo?

—Nada de lo que probó Kreacher le hizo ningún daño —se lamentó el elfo—. Kreacher lo intentó todo, todo lo que sabía, pero nada, nada daba resultado... La cubierta tenía hechizos muy poderosos, Kreacher estaba seguro de que había que abrirlo para destruirlo, pero no se abría... Kreacher se castigó, volvió a intentarlo, se castigó, volvió a intentarlo. ¡Kreacher no había obedecido las órdenes, Kreacher no conseguía destruir el guardapelo! Y su ama estaba enferma de dolor, porque el amo Regulus había desaparecido, y Kreacher no podía contarle qué había pasado, no podía, porque el amo Regulus le había pro... prohibido decirle a nadie de la fa... familia qué había pa... pasado en la cueva...

Y se puso a sollozar tan fuerte que ya no logró articular ni una palabra coherente más.

Cassiopeia lloraba a lágrima viva, sin dejar de mirarlo. Se puso en cuclillas y movió la cabeza intentando aclararse las ideas.

—El señor Potter le ha regalado el guardapelo del amo Regulus —murmuró, enseñando el objeto—. Dice que él le habría gustado que lo tuviera como una muestra de agradecimiento.

—Opino lo mismo que Harry —dijo ella—. A mi padre le hubiera encantado que lo tuvieras, él te quería tanto...

Y Cassiopeia no pudo terminar de hablar porque Kreacher soltó un aullido de sorpresa y empezó a llorar.


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