54. La boda de Bill y Fleur
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capítulo cincuenta y cuatro
LA BODA DE BILL Y FLEUR
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CASSIOPEIA BLACK ABRIÓ LOS OJOS ENCONTRANDOSE CON UN HARRY POTTER COMPLETAMENTE DORMIDO. Sonrió con ternura. Hace meses que había extrañado aquellos momentos únicos de los dos solos.
Su mano subió y bajó sobre su pecho desnudo, dando una suave acaricia.
Deseaba esto, deseaba despertar todos los días con Harry, que él sea lo primero que vea al despertarse. Que cada despertar recibiera una sonrisa y un beso mañanero de parte de su novio. Poder despertarse todas las mañanas recibiendo el calor cálido de los abrazos de Harry.
Se preguntó si realmente era egoísta al querer tener a Harry para ella. Solo era una adolescente enamorada metida en una guerra mágica. Soltó un suspiro; tal vez la muerte de Callie le afectó demasiado.
Siguió con su acaricia, esperando que él se despertara para poder apreciar aquellos ojos verdes que tanto ama. Pero entonces, Harry empezó a murmurar cosas sin sentido. Pensó que se había despertado, pero no, seguía con sus ojos cerrados murmurando cosas. Se asustó por unos segundos sin saber exactamente que hacer hasta que llegó el momento que no tuvo otra opción más que despertarlo.
—¡Harry, despierta!
Harry abrió los ojos. Todavía no había salido el sol y el cuarto estaba en penumbra. Harry notaba pinchazos en la cicatriz de la frente.
—Estabas hablando en sueños —informó ella mientras acariciaba el cabello despeinado del chico.
—¿Ah, sí?
—Sí, todo el rato decías «Gregorovitch, Gregorovitch».
Como Harry no llevaba puestas las gafas, veía el rostro de Cassiopeia un poco borroso. Lo único que lograba ver es que ella llevaba una camisa grande, seguramente de él, y que ambos estaban arropados con una sábana.
—¿Quién es Gregorovitch?
—Ni idea, nunca he oído aquel nombre.
Pensativo, Harry se frotó la frente. Le parecía haber oído ese nombre antes, pero no sabía dónde.
—Creo que Voldemort está buscándolo —Cassiopeia hizo una mueca—. Y me parece que está en el extranjero.
—¿Voldemort? —preguntó ella.
—Sí, creo que se halla en algún país buscando a Gregorovitch. No tenía aspecto de ser Gran Bretaña.
—¿Insinúas que... has vuelto a entrar en su mente? —se preocupó Cassiopeia.
—No se lo digas a Hermione, por favor. Aunque no sé cómo, pretende que deje de ver cosas en sueños —se quedó mirando la pequeña ventana del cuarto que estaba cubierta por cortina—. Yo diría —comentó con lentitud— que tiene algo que ver con el quidditch. Hay alguna relación, pero no sé... no sé cuál.
Harry ya estaba del todo despierto y se incorporó sin dejar de frotarse la cicatriz. Trató de recordar qué había visto con exactitud en el sueño, pero lo único que logró reconstruir fue un horizonte montañoso y el contorno de un pueblecito enclavado en un profundo valle.
—¿Siempre te duele la cicatriz cuando tienes sueños con Voldemort? —preguntó Cassiopeia más preocupada.
—Si —murmuró.
Cassiopeia se acercó, alzando su mano hacia su frente. Harry no se apartó. Sintió una electricidad recorrer por todo su cuerpo por las acaricias de sus dedos trazando el camino de la cicatriz, como si estuviese pintando.
Harry cerró los ojos cuando las yemas de sus dedos recorrieron desde su cicatriz hasta su mejilla. Cassiopeia notó eso y sonrió para luego inclinarse y juntar sus labios con los de Harry, en un suave y lento beso. Ella acunó su cara y él colocó sus manos en su cintura, por encima de la camisa.
—Feliz cumpleaños —susurró sobre sus labios.
—No me acordaba —sonrió—. Ya tengo diecisiete años.
Cassiopeia se alejó de Harry y le entregó su varita mágica, que había dejado en su mesa de noche, junto al Walkman.
Harry apuntó a la mesa de noche en donde también había dejado sus gafas y dijo: «¡Accio gafas!» Aunque las tenía a sólo un palmo, le produjo una gran satisfacción verlas volar hacia él.
—Vaya estilo —exclamó Cassiopeia.
Para celebrar que se le había desactivado el Detector, Harry hizo volar por la habitación las cosas de Cassiopeia. Luego, sólo por probar, cambió el azul intenso de las cortinas de la ventana de Cassiopeia por un naranja.
Sabiendo que hoy sería un día agitado, no solo por el cumpleaños de Harry sino también porque mañana será la boda de Bill y Fleur, Cassiopeia se levantó de la cama y buscó entre sus cosas ropa nueva.
—Ten te devuelvo tu camisa —dijo Cassiopeia cuando se había cambiado completamente. Le devolvió la prenda que había utilizado.
Harry, que había estado a su lado también cambiándose de ropa, aceptó la camisa y se la colocó. El chico la escuchaba hablar animadamente sobre las diferentes cosas que podrían hacer por su cumpleaños, como armar una pequeña cita en su cuarto (porque no pueden salir de la Madriguera), tener un pequeño picnic en el patio o aprovechar lo temprano que era para ir a la cocina y preparar algo.
Él no sabía cómo decirle lo que tenía que decirle sin quitarle su felicidad, porque la amaba, pero también busca lo mejor para ella.
—Cassie.
—Dime.
—Debo... regresar al cuarto de Ron antes de que se den cuenta de mi ausencia —dijo seriamente.
Aquel tono de voz que empleó hizo que toda la felicidad de Cassiopeia desapareciera.
Si lo dejaba pasar por esa puerta sabía por esa puerta lo perdería para siempre. Harry no solo se refería a irse al cuarto de Ron, también se refería de volver con la búsqueda de los Horrocruxes, se refería a volver a alejarse de ella, irse por un largo tiempo, tal vez para siempre, tal vez por meses, tal vez años...
Derrotada, solo se sentó y agachó su cabeza, observando el suelo. Había tenido una noche inolvidable con Harry, pero pensó que tal vez, luego de aquel momento de amor que ambos compartieron, él podría cambiar de opinión, que se daría cuenta de que debía de quedarse junto a ella. Cassiopeia se equivocó.
Escuchó un suspiro de parte de Harry y un segundo después él estaba agachado frente a ella, con sus manos brindándoles suaves caricias en sus piernas. Ella se negó a alzar la cara para evitar que la viera llorar.
Su mano abandonó su pierna para ir a su mejilla. Harry la obligó a observarlo, que, a pesar de estar parado sobre sus rodillas, seguía siendo más alto.
Observó en sus ojos verdes tristeza y dolor. Y se dio cuenta de que ella no era la única que sufría, él también sufría, incluso más que ella, porque él peleara una guerra en la que no quería ni debería estar. Y entonces se dio cuenta, o más bien entendió con claridad, que Harry se iba porque no tenía más opción.
Ella fue la primera en lanzarse a sus brazos, recostando su cabeza en su pecho.
—Sabes perfectamente que no quiero alejarme de ti —musitó Harry.
—Lo sé, lo sé y me siento muy mal —murmuró ella—. Por Merlín, has estado cargando con muchos problemas desde los once años y lo único que hice ayer fue darte un problema más, perdón.
Harry murmuró por lo bajó que ella no tenía culpa de nada, pero ella negó. Se sentía totalmente culpable y no había forma de que Harry pudiera cambiar aquello.
—Si me voy es porque eres lo único que le da sentido a mi vida —musitó Harry—. Si no derroto a Voldemort... él o Bellatrix te matarán y yo no quiero verte muerte, no a ti, no cuando eres lo que más amo.
Él tomó su mano con delicadeza y dejó un beso en él. Cassiopeia lo miró con tristeza, su corazón le dolía de saber que la vida de Harry está en peligro, de que posiblemente, nunca más lo vuelva a ver.
—Si en algún un momento sientes que ya no puedes más —empezó ella, acariciando el cabello del chico— recuerda que no estás solo, tienes una familia que te espera, los Weasley, Remus, Nymphadora, Amabel...
Su voz se apagó. Se prohibió a sí misma volver a derramar otra lágrima. Tomó su delicadeza las manos de Harry y las entrelazaron, encajando perfectamente como si fuesen piezas de la misma rompecabeza.
Ella no quería volver a llorar en frente de él.
—Y me tienes a mí —musitó—. Recuérdame en todas las estaciones del año, Harry —una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Te prometo que lo haré —susurró él—. Te amaré por siempre, Cassie.
Dejó un beso en su frente. Cassiopeia abrió las piernas y él se acercó, acortando la distancia y rodeándola con un último abrazo. Ella hundió su cara en su cuello, inhalando por última vez su aroma. Mientras que él, acarició su cabello y murmuró en su oreja cuanto la amaba.
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—Cariño, ¿estás lista para bajar a la ceremonia?
Amabel tocó la puerta antes de entrar. Sonrió con nostalgia al ver a su sobrina con un lindo vestido color azul y su cabello ondulado y corto suelto.
—Estás hermosa —musitó ella.
—Gracias tía —replicó al tiempo que salía de la habitación—. Tú también estás muy hermosa, ¿se debe a la presencia de tu novia en la fiesta?
—Tal vez —cantero.
Cuando bajaron a la cocina, Molly le pidió ayuda a Amabel con algunas cosas. Cassiopeia le dijo que se adelantaría y la esperaría allá, pero no contó con encontrarse con una bruja anciana.
—Supongo que tú eres la famosa Cassiopeia Black de la que tanto me han hablado —comentó la tía de los Weasley mirándola con desaprobación.
—Si, ¿cómo lo supo?
—Por la forma de caminar con tanta elegancia, eso es, sin duda, algo característico de todos los Black —afirmó, mirándola de arriba hacia abajo—. Obviamente, también por los ojos. Y también te reconocí por el parecido con la prófuga desquiciada de tu tía.
—No me siento contenta de llamarla familia —comentó Cassiopeia incómoda.
—Ese vestido está muy escotado, no deberías de mostrar —opinó observando mal el vestido—. ¿Tú padre te dejó utilizar un vestido así?
—A mí me encanta, hace que me veía más hermosa de lo normal —dijo antes de salir directo al lugar en donde era la ceremonia.
Cassiopeia caminó hasta la entrada de la carpa, en donde se hallaba Ron, junto con un chico físicamente parecido a él, con la cabellera roja y pecas.
—Mi tía Muriel es una pesadilla —escuchó a Ron quejarse—. Antes venía todos los años por Navidad, pero afortunadamente se ofendió porque Fred y George le pusieron una bomba fétida en la silla nada más sentarnos a cenar. Mi padre siempre dice que debe de haberlos desheredado. ¡Como si a ellos les importara eso...! ¡Cielos! —parpadeó al ver a Cassiopeia, que se acercó hacia ellos—. ¡Estás espectacular, Cassie!
Harry, convertido con la ayuda de la poción multijugos en otra persona, miró mal a su amigo por su reacción.
—Gracias, Ron —sonrió ella—. Pero tu tía Muriel no opina lo mismo y parece que le disgusta que sea una Black .
—No te lo tomes como algo personal. Es grosera con todo el mundo, en serio te ves muy linda —admitió Ron con una sonrisa y Harry lo codeó—. Oh, por cierto, él es Harry convertido en nuestro primo Barny —agregó apenado.
—Que elegante tu primo —bromeó ella y luego su mirada se desvió en los demás invitados y sonrió—. Oh, tengo que irme, acabo de ver a alguien. Adiós.
Cassiopeia caminó resonando sus tacones hasta una bruja hermosa. Vestía un lindo vestido amarillo y su cabello rubio ondulado estaba suelto, cubriéndole toda la espalda.
—Hola, Marie —saludó Cassiopeia sonriendo.
—Cassiopeia, un gusto volver a verte —saludó Marie, la novia de Amabel—. Me alegra verte más feliz.
—Gracias, Marie —dijo la joven—. Mi tía vendrá en unos minutos, está ayudando a Molly, podemos irnos sentando para guardarle un puesto.
Amabel apareció, y tomó asiento junto a Cassiopeia y Marie, y unos segundos después, los Weasley aparecieron por el pasillo, desfilando sonrientes y saludando con la mano a sus parientes; Molly llevaba una túnica nueva de color amatista con el sombrero a juego.
Unos instantes después, Bill y Charlie se pusieron en pie en la parte delantera de la carpa; ambos vestían túnicas de gala, con sendas rosas blancas en el ojal; Fred soltó un silbido de admiración y se oyeron unas risitas ahogadas de las primas veelas. Entonces sonó una música que al parecer salía de los globos dorados, y todos callaron.
—¡Ooooh! —exclamó Cassiopeia al volverse en el asiento para mirar hacia la entrada.
Los magos y las brujas emitieron un gran suspiro colectivo cuando monsieur Delacour y su hija enfilaron el pasillo; ella caminaba como si se deslizara y él iba brincando, muy sonriente. Fleur llevaba un sencillo vestido blanco que irradiaba un resplandor plateado. Normalmente, su hermosura eclipsaba a cuantos la rodeaban, pero ese día, en cambio, su belleza contagiaba. Ginny y Gabrielle, ataviadas con sendos vestidos dorados, parecían incluso más hermosas de lo habitual, y cuando Fleur llegó junto a Bill, dejó de parecer que en el pasado éste se las hubiera visto con Fenrir Greyback.
—Damas y caballeros... —dijo una voz cantarina de pie frente a Bill y Fleur—. Hoy nos hemos reunido para celebrar la unión de dos almas nobles...
Una pequeña sonrisa triste se formó en sus labios. ¿Algún día ella llegaría a casarse? Gran parte de ella quería llegar a esa etapa de la vida, en donde se une a su pareja para siempre y celebrarlo con una ceremonia en presencia de todos sus seres queridos.
Para ella fue imposible no recordarse de su madre, que siempre le dijo que su mayor sueño era verla en el altar, casándose, teniendo una gran boda, teniendo la boda que ella nunca pudo tener ya que Regulus falleció a tan corta edad.
—William Arthur, ¿aceptas a Fleur Isabelle...?
Cassiopeia se giró y, sonriendo, con cierta emoción, miró a Harry, él también le devolvió la mirada con una sonrisa.
—... Así pues, los declaro unidos de por vida.
Entonces aparecieron camareros por todas partes; algunos llevaban bandejas de plata con zumo de calabaza, cerveza de mantequilla y whisky de fuego; y otros, tambaleantes montañas de tartas y bocadillos.
—¡Tenemos que ir a felicitarlos! —dijo Cassiopeia a Amabel y Marie.
Y eso hicieron, felicitaron a los recién casados, que se los agradecieron con una gran sonrisa. Cassiopeia regresaba a su asiento, hasta que cochó con alguien.
—¡Cass!
—¡Liv!
—Me alegra verte —admitió Olivia abrazando a la Slytherin—. ¿Cómo has estado?
—Pues... bien —dijo haciendo una mueca—. Superando la muerte de mamá.
—Lo entiendo —murmuró también con una pequeña mueca de tristeza—. Me gusta esa canción —comentó Olivia, cambiando de tema—. Bailemos y hagámosle compañía a Lunita Lunática.
Luna estaba en la pista de baile, agitando los brazos al compás de la música con los ojos cerrados. Olivia la saludó e imitó sus pasos y Cassiopeia soltó una pequeña risita cuando Olivia la obligó dar una vuelta. Al poco tiempo se unió Ginny, que hizo pareja con Luna bailando.
—¿Me permite esta pieza? —le preguntó Viktor Krum directamente a Cassiopeia.
—Lo siento, grandulón —se apresuró a hablar Olivia. La abrazó por los hombros—, pero ella ya tiene pareja —dicho esto, dejó un beso en su mejilla—. Bye, bye.
Krum soltó un gruñido. Se alejó a grandes zancadas. Olivia soltó una risa.
—¿Desde cuándo somos novias? —preguntó riendo Cassiopeia—. ¡Me lo hubieras dicho!
—No voltees, pero Harry está mirándonos —Cassiopeia no hizo caso y volteo su cabeza con rapidez, encontrándose con la mirada de Barny—. Uy niña, ¿tú no sabes disimular? —preguntó rodando los ojos—. Te conviene que sepan que tú y Harry ya no están juntos, y quién más para ayudarte con eso que yo.
—¿No le molestará a Hermione? —preguntó con una risita.
Pero Olivia no rio, hizo una mueca.
—Hermione terminó conmigo hace un mes.
—Oh... ¿en serio? —preguntó con tristeza—. No lo sabía, lo lamento tanto.
—Sí, dijo que tenía...
—¿...una misión, que tu vida peligraría si descubren que eres su novia? —completó Cassiopeia.
—¿Harry te dijo la misma mierda?
—Si.
—Genial, somos dos chicas con el corazón roto —bufó ella—. Esto merece un vaso de brindis —tomó su muñeca y la llevó a la mesa en donde había varias bebidas—. Acompáñame al mundo del alcoholismo, Cass.
Tomó uno, dos, tres, cuatros vasos de whisky... Tal vez sería bueno emborracharse. Tal vez la ayudaría a olvidarse por un rato de sus penas. Tal vez Harry tenía razón; tal vez él no regresaría nunca y ella tendría que acostumbrarse a ser esa típica tía soltera y borracha que toma como si no hubiese un mañana en las fiestas, tenía a Daphne, que podía fácilmente convertirla en tía...
«¿Estás sugiriendo que Harry no volverá a tu vida? —le preguntó su consciente—. ¡No seas idiota! ¡Harry va a volver porque tiene que volver!»
Soltó un bufido, está loca.
«Igual que tu querida tía»
—Deberías escribir una canción sobre rompimiento —sugirió Cassiopeia mientras sentía como el whisky entraba por su cuerpo.
—Oh... escribí como cuatro —respondió encogiéndose de hombros—. ¿O fueron seis? —agregó preguntándose a sí misma.
Soltó una risa tonta, al parecer el alcohol ya estaba haciendo efecto en Olivia (que, por cierto, había tomado más que Cassiopeia), y fueron de vuelta con Ginny y Luna, que estaban más pegadas bailando.
—¿Por qué siento que interrumpo algo? —preguntó Olivia mirando el techo. Estaba borracha.
—Porqué lo estamos haciendo —replicó Cassiopeia, sobria.
—Vamos a ver a rayito —sugirió Olivia, tirando de la muñeca de Cassiopeia—. ¡Hola, rayito! —saludó Olivia al pelirrojo—. Oh perdón, ¡Hola, Barny! —se corrigió soltando una risita—. Una pregunta importante, ¿estás relacionado con el dinosaurio de color morado?
Pero Harry no contestó, estaba muy confundido ante la extraña pregunta de su amiga.
—Está borracha —le dijo Cassiopeia al notar la cara de confusión de Harry o bueno, la cara de Barny.
—¿Crees que pongan música muggles? —les preguntó Olivia a los dos mientras apoyaba sus codos en la mesa—. Me gusta esta música, pero me encantaría que pongan Queen, Los Beatles, algo...
—¿Te encuentras bien, Harry? —preguntó Cassiopeia en voz baja mientras Olivia seguía enumerando sus artistas favoritos.
Él no sabía por dónde empezar a explicarle las novedades, pero no importó porque en ese momento una figura enorme y plateada descendió desde el toldo hasta la pista de baile. Grácil y brillante, el lince se posó con suavidad en medio de un corro de asombrados bailarines. Todos los invitados se giraron para mirarlo y los que se hallaban más cerca se quedaron petrificados en posturas absurdas.
Entonces el patronus abrió sus fauces y habló con la fuerte, grave y pausada voz de Kingsley Shacklebolt:
—El ministerio ha caído. Scrimgeour ha muerto. Vienen hacia aquí.
Todo sucedió tan rápido porque, en un instante, aparecieron figuras con capa y mascarás. El pánico invadió todo el cuerpo de Cassiopeia. Los gritos no se hicieron esperar en la fiesta, algunas personas empezaron a correr de un lado hacia otro atacando a los invasores y los otros simplemente desaparecían por medio de magia.
—Mierda, mierda y más mierda —dijo Olivia parándose de su asiento y se apoyó en la mesa al tropezar con sus propios pies porque apenas se podía mantener de pie debido al exceso de alcohol que ha ingerido su cuerpo—. Tengo que buscar a Neville y salir de aquí... ¿cómo saldremos de aquí? —preguntó buscando su varita.
—Apareciéndote —contestó con tono de obviedad Cassiopeia. Tomó su varita lista para entrar a combate y defender a los buenos, pero Harry la detuvo tomando su mano.
—Tienes la licencia de aparición, Cassie —intervino Harry, mirando a Cassiopeia—. Busca a Neville y llévalos a su casa.
—Pero...
—Ellos no pueden aparecerse porque no tienen la licencia de aparición —le explicó Harry al tiempo que se levantaba y sacaba su varita de su bolsillo—. Ellos vinieron solos, sin ningún adulto. Ten tu varita en mano.
—¡Espera!
Cassiopeia le gritó varias veces a Harry, quería despedirse de él y darle un abrazo una última vez, pero él ya se había perdido entre la gente.
Agarró a Olivia, que se tambaleaba mientras caminaba, y empezó a buscar al gemelo mientras evitaba los hechizos que rebotaban contra ella.
—¡Neville! —gritó Cassiopeia—. ¿Dónde estás, Neville? ¡Protego!
Se abrieron paso a empujones por la pista de baile, y Cassiopeia vio que entre el gentío aparecían figuras con capa y máscara; entonces distinguió a Lupin y Tonks blandiendo sus varitas, y los oyó gritar: «¡Protego!», un grito que resonó por todas partes.
—¡Neville! —vociferaba Olivia.
Un hechizo las hubiera golpeado, de no ser porque Marie lanzó un hechizo no verbal, causando que el mortífago se desmayara (¿o muriera?)
—¡Cassiopeia! Por fin te encuentro —exclamó Marie aliviada—. Amabel quiere que te vayas a la casa de los Tonks... ¡Confundus!
—No puedo, mi amiga está borracha —señaló a Olivia, que apenas se podía mantener en pie—. Tengo que asegurarme que llegue sana y salva a su casa junto a su hermano.
Marie miró por unos segundos a la pelinegra.
—Está bien, pero luego vas directamente a la casa de los Tonks y... ¡Avada Kedavra! —se interrumpió a sí misma, apuntando el hechizo a un mortífago cercanas a ellas.
Cassiopeia corrió lo más pronto posible por el lugar, buscando a Neville. De pronto él apareció y fue ahí en donde Cassiopeia le agradeció a todos los santos. Su hermana le sonrió tontamente y dijo algo que lo dejó confundido, pero Cassiopeia no tenía tiempo de dar explicaciones y cogió por el brazo a Neville. Por segundos, no se vio ni se oyó nada: alrededor todo estaba oscuro, lo único que notaba era las manos de los gemelos, que apretaban la suya.
—Creo que voy a...
Olivia se interrumpió a sí misma, perdiendo fuerzas en su cuerpo y cayendo en el paso, vomitando. Neville hizo una mueca de asco, pero aun así se apresuró a ayudar a su hermana a mantenerse de pie y evitando que vomitara su propio cabello.
Por otra parte, Cassiopeia se había alejado lo más posible para evitarse ser bañada por vomito.
—¿Neville? ¿Olivia? —preguntó alguien saliendo de la casa.
—¿Abuela?
—¿Qué suce...?
—El primer ministro, Scrimgeour, ha muerto —la señora Longbottom se sorprendo ante la noticia—. Los mortífagos invadieron el ministerio de magia y luego fueron a la Madriguera, logramos huir de ahí.
Sin embargo, a Cassiopeia le pareció que la señora Longbottom no la estaba escuchando del todo, porque sus ojos estaban puestos en su nieta, que no dejaba de vomitar.
—¡Deja de vomitar, Olivia! Estás manchando mi pasto —la regañó la señora Longbottom.
—La llevaré a su habitación —dijo Neville, cargándola con cuidado—. Muchas gracias, Cassiopeia.
Ella sonrió y vio como Neville entró a la casa con su hermana, pero la señora Longbottom no se movió de su lugar. Miraba a Cassiopeia, y ella no sabía exactamente que expresaba su mirada.
—Gracias por traer a mis nietos —dijo la señora Longbottom.
—No fue nada —sonrió sin mostrar sus dientes—. Hasta luego.
— Todo está siendo como antes, Cassiopeia Black —se detuvo escuchando la voz de la señora Longbottom—. Tu madre tenía tu edad cuando la primera mágica sucedió y cometió varios errores, pero también supo remediarlos —dijo de forma inexpresiva—. Ten bueno ojo, Cassiopeia. No vayas a confundir el poder con el bien y aférrate a tus amigos de verdad.
Hola a todos
Me gustaría que puedan hacerme el favor de pasar por mi perfil en donde dejé un mensaje importante y que leyeran completo, es sobre la situación de mi país Ecuador
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