12. ¡Potter apesta!
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capitulo doce
¡POTTER APESTA!
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LOS SIGUIENTES DÍAS SE CONTARON ENTRE LOS PEORES QUE HARRY PASÓ EN HOGWARTS. Lo más parecido que había experimentado habían sido aquellos meses, cuando una gran parte del colegio sospechaba que era él el que atacaba a sus compañeros, pero en aquella ocasión Ron había estado de su parte.
Le parecía que podría haber soportado la actitud del resto del colegio si hubiera vuelto a contar con la amistad de Ron y Cassiopeia.
Oh, sí, porque Cassiopeia también lo estaba ignorando y él se había dado cuenta de eso. Cada que trataba de acercarse, ella se alejaba ¡La castaña ni siquiera lo volteaba a ver!
Ok, tal vez ella estaba siendo un poco dramática en no dirigirle la palabra solo por no contarle nada, pero en su defensa, ser dramática viene de parte de los Black. Aunque la mayor parte de ella estaba ofendida porque creyó que ellos realmente eran amigos, que Harry no creía en las tonterías que decían los demás sobre que todo los Slytherin eran malvados.
Cuando, después de comer, Harry y Hermione llegaron a la puerta de la mazmorra de Snape, se encontraron a los de Slytherin que esperaban fuera, cada uno con una insignia bien grande en la pechera de la túnica que decía:
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—¿Te gustan, Potter? —preguntó Malfoy en voz muy alta, cuando Harry se aproximó—. Y eso no es todo, ¡mira!
Cassiopeia, que se encontraba cerca del lugar conversando con Daphne, escuchó hablar a Malfoy y se acercó.
En su insignia emitía un mensaje con resplandor verde:
¡POTTER APESTA!
Los de Slytherin berrearon de risa. Todos apretaron su insignia hasta que el mensaje POTTER APESTA brilló intensamente por todos lados. Harry notó que se ponía rojo de furia.
—¡Ah, muy divertido! —le dijo Hermione a Pansy Parkinson y su grupo de chicas de Slytherin, que se reían más fuerte que nadie—. Derrochan ingenio.
—No los escuches, Cassie —le dijo Daphne en voz baja—. Te quiere provocar a ti y a Harry —añadió, mientras trataba de alejarla del lugar—. Ya sabes cómo es él.
Si había algo que Cassiopeia odiaba, es que me metieran con sus amigos y en el fondo ella aprecia a Harry.
—¿Quieres una, Granger? —le dijo Malfoy, ofreciéndosela—. Tengo montones. Pero con la condición de que no me toques la mano. Me la acabo de lavar y no quiero que una sangre sucia me la manche.
—Idiota —gruñó la Slytherin—. ¿Por qué no mejor te callas?
Al tiempo de que Cassiopeia era detenida por parte de Daphne y Theo para que no golpeara a Malfoy, Harry sacó su varita mágica. Todos los que estaban alrededor se apartaron y retrocedieron hacia el corredor.
—¡Harry! —le advirtió Hermione.
—Vamos, Potter —lo desafió Malfoy con tranquilidad, también sacando su varita—. Ahora no tienes a Moody para que te proteja. A ver si tienes lo que hay que tener...
—¡Haz que se arrepienta, Harry! —lo alentó Cassiopeia.
Exactamente al mismo tiempo, ambos atacaron:
—¡Furnunculus! —gritó Harry.
—¡Densaugeo! —gritó Malfoy.
De las varitas salieron unos chorros de luz, que chocaron en el aire y rebotaron en ángulo. El conjuro de Harry le dio a Goyle en la cara, y el de Malfoy a Hermione. Goyle chilló y se llevó las manos a la nariz, donde le brotaban en aquel momento unos forúnculos grandes y feos. Hermione se tapaba la boca con gemidos de pavor.
—¡Hermione! —Ron se acercó a ella apresuradamente, para ver qué le pasaba.
Cassiopeia se libró del agarre de sus amigos, se acercó a la Gryffindor y vio a Ron que le retiraba a Hermione la mano de la cara. No fue una visión agradable. Los dos incisivos superiores de Hermione, que ya de por sí eran más grandes de lo normal, crecían a una velocidad alarmante. Se parecía más y más a un castor conforme los dientes alargados pasaban el labio inferior hacia la barbilla. Los notó allí, horrorizada, y lanzó un grito de terror.
—¿A qué viene todo este ruido? —dijo una voz baja y apagada. Acababa de llegar Snape.
Los de Slytherin se explicaban a gritos. Snape apuntó a Malfoy con un largo dedo amarillo y le dijo:
—Explícalo tú.
—Potter me atacó, señor...
—¡Nos atacamos el uno al otro al mismo tiempo! —gritó Harry.
—... y le dio a Goyle. Mire...
Snape examinó a Goyle, cuya cara no hubiera estado fuera de lugar en un libro de setas venenosas.
—Ve a la enfermería, Goyle —indicó Snape con calma.
—¡Malfoy le dio a Hermione! —dijo Ron—. ¡Mire!
Obligó a Hermione a que le enseñara los dientes a Snape, porque ella hacía todo lo posible para taparlos con las manos, cosa bastante difícil dado que ya le pasaban del cuello de la camisa.
Pansy Parkinson y las otras chicas de Slytherin se reían en silencio con grandes aspavientos al tiempo que Daphne les lanzaba una mirada asesina.
Snape miró a Hermione fríamente y luego dijo:
—No veo ninguna diferencia.
—Hijo de...
El grito de Hermione hizo que el insulto de Cassiopeia no se escuchara en el pasillo. Hermione dio media vuelta y echó a correr por el corredor hasta perderse de vista. Cassiopeia no lo dudó ni dos veces y fue corriendo detrás de Hermione. La alcanzó rápido.
—Cassiopeia... —lloriqueó Hermione, con las manos tapadas.
—No te preocupes, Hermione —trató de tranquilizarla—. Ten, si quieres tapate con esto —de su maleta sacó un abrigo de lana y se lo dio.
Llegaron a la enfermería y Madame Pomfrey la atendió rápidamente.
—Puede que esto duela... —le dijo Pomfrey.
Después de unos largos minutos, casi una hora, Hermione ya estaba algo mejor. Cassiopeia seguía en la enfermería, acompañándola. Lamentablemente, la Gryffindor tendrá que quedarse todo el día en la enfermería.
—Snape es un idiota —le dijo Cassiopeia—. ¿Cómo es posible que no le haya puesto ningún castigo a Malfoy?
—Ya no te dañes el día pensando en las injusticias que hace el profesor Snape —musitó Hermione—. Deberías volver a la clase...
—No volveré a su clase, no después de lo que te hizo.
—Pero, Cassiopeia. ¡Te castigará por saltarte una clase! —dijo Hermione como si el peor crimen que podría cometer.
—No importa —se encogió de hombros—, prefiero estar aquí y esperar que mejores a que mirarle la cara a Snape.
Hermione sonrió agradecida. El odio que Cassiopeia le tenía a Snape le recordó mucho a Harry.
—Cassiopeia.
—¿Hum?
—¿Estás enojada con Harry? —miró a Hermione con una mueca.
—No. Al principio lo estaba enojada.
—¿Y ahora?
—Estoy algo decepcionada —musitó—. Realmente que él no se había dejado llevar por esa tontería de que los Slytherin no pueden mantener relación con los Gryffindor. Además que no me gustan que me oculten cosas, pero entiendo que Harry no haya querido confiar en mí como para decir que él no puso su nombre en el cáliz...
—Él no fue —la interrumpió—. Él no lo hizo.
—¿Qué?
—Él no te ha ocultado nada —aseguró de nuevo—. Alguien más puso el nombre de Harry en el Cáliz de Fuego, quieren hacerle mucho daño —informó con una mueca—. Deberías hablar con él —agregó.
Hermione ya había sido informada por parte de Harry que Cassiopeia es sobrina de Sirius, por lo que le contó absolutamente todo, incluyendo los mensajes con su tío.
Y Cassiopeia se sintió muy mal, porque había dejado a Harry solo cuando ella lo necesitaba.
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Desde que había aparecido el artículo de Rita Skeeter, Harry tuvo que soportar que la gente (especialmente los de Slytherin) le citaran frases al cruzarse con él en los pasillos e hicieran comentarios despectivos.
—¿Quieres un pañuelo, Potter, por si te entran ganas de llorar en clase de Transformaciones?
—¿Desde cuándo has sido tú uno de los mejores estudiantes del colegio, Potter? ¿O se refieren a un colegio fundado por ti y Longbottom?
—¡Eh, Harry!
Más que harto, Harry se detuvo en el corredor y empezó a gritar antes de acabar de volverse:
—Sí, he estado llorando por mi madre muerta hasta quedarme sin lágrimas, y ahora me voy a seguir...
—No... Sólo quería decirte... que se te cayó la pluma.
Era Cassiopeia. Harry se puso colorado.
—Ah, perdona —susurró él, recuperando la pluma.
—Perdóname tu a mi —musitó ella, jugando con sus dedos—. Nunca te pregunté si habías puesto tu nombre en el cáliz del fuego, solo te ignoré. Soy una pésima persona. Ni siquiera merezco tu perdón —agregó esto último, muy apenada
—No digas eso, Cassiopeia —le dijo Harry—. Y claro que te perdono.
—¿En serio? ¿Tan rápido? —lo miró sorprendida, si ella fuese él, no lo hubiese perdonado.
Harry rio.
—Sí, es que... te extrañé —las mejillas de Cassiopeia ardieron—, me había acostumbrado a tu irritable presencia.
—Idiota —murmuró la chica antes de darle un suave golpe en su abdomen, el chico rio más—. También te extrañé, idiota.
—Omitiré la última palabra —aseguró Harry.
—¿Has hablado con Sirius? —interrogó.
—Sí, está al tanto de todo sobre el torneo —comentó Harry—. También le conté que soy tu amigo.
—¿Te dijo algo de mí? —lo miró con una ceja alzada.
—Sí, me dijo que eres una mala influencia para mi —le respondió, riendo.
—Ese perro pulgoso...
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