
20
Ya tengo planeado el epílogo,
mis amores 💞
Jey.
-¿Dónde quieres esto, amor?- inquirió Mike, señalando una caja que contenía todos sus libros- Uh, olvídalo- refunfuñó- Acabo de acordarme que tengo que montar la estantería.
Hacía un par de horas que habían llegado a su nuevo hogar, situado en una bonita manada.
Todos los integrantes habían estado allí para recibirlos, dándoles una cálida acogida.
Les habían hecho saber que allí estarían a salvo, y bien ocultos. De vez en cuando algún que otro cazador merodeaba por allí, pero ellos sólo tendrían que fingir estar solteros o con algún beta u omega y todo estaría bien.
Cuando entraron en la casa, habían miles de cajas repartidas por todos lados. En su mayoría, éstas contenían muebles nuevos que Mike se había encargado de comprar.
Conocía tan bien los gustos de Jey que no tuvo problema alguno a la hora de tomar una decisión.
Además, Jey le había hablado tanto sobre cómo sería su futuro hogar que Mike supo perfectamente que debía y que no debía comprar.
Había conseguido su propósito, por supuesto. Jey se llevó una grata sorpresa al saber que podría decorar su hogar como quisiera, justo como Mike le prometió en su octavo aniversario.
Además, Mike también recibió su recompensa en el duro suelo del salón sobre una suave alfombra que ejercería su función decorativa en la futura habitación.
-Te ayudaré a...- comenzó a decir Jey, aunque se calló al ver cómo Mike tomaba la pesada caja que contenía los muebles de la estantería como si ésta no pesara lo más mínimo.
Refunfuñó un bruto mientras lo veía subir con la pesada caja por las escaleras como si nada.
Él cogió la caja que contenía sus libros, haciendo una mueca exagerada ante el peso de ésta.
No obstante, imitó a su alfa y subió las escaleras con ella, dándose un poco de apoyo moral a sí mismo con cosas como tú puedes, esto no es nada para tí, uno/dos uno/dos, ya casi estás.
-¿Esta habitación está bien para tí?- inquirió Mike, señalando la habitación más pequeña que la casa poseía.
Jey asintió, viéndose incapaz de responderle debido a los incesantes jadeos que salían de su boca.
Mike soltó una pequeña risita, dejándole en claro lo delicado que era.
-No soy delicado, sólo no hago tanto deporte como tú- refunfuñó Jey con algo de molestia- Ahí estará bien, ¿necesitas ayuda?
Mike negó con una sonrisa.
-Tú no haces ningún deporte, amor- le comentó con burla- Estará lista en una hora, te lo prometo.
Jey asintió, emocionado.
Abandonó la habitación, dejando a su alfa sacando toda la madera que necesitaría para montar la estantería.
Bajó nuevamente a la entrada de la casa, revisando otras cajas para ver qué más había comprado el alfa.
-Uh...- refunfuñó, haciendo una mueca de asco- Estas cortinas son horrorosas, habrá que descambiarlas.
Continuó su escrutinio, no decidiéndose por donde empezar a colocar las cosas.
Una enorme caja de color crema llamó su atención, colocada al lado de unos cuantos botes de pintura del mismo color.
El corazón de Jey comenzó a palpitar con fuerza, sintiendo su propia respiración acelerarse con tan sólo pensar en lo que podía ser aquello.
Su mente no podía procesar otra cosa que no fuera un lo ha hecho, lo ha hecho, él realmente lo ha hecho.
Destapó la caja con cuidado, no sabiendo muy bien a qué reacción de su cuerpo hacerle caso.
Por un lado sus ojos se habían aguado considerablemente hasta el punto de comenzar a derramar lágrimas.
Pero, por otro lado, también quería echarse a reír por tener un alfa tan tonto que se lo tomaba todo al pie de la letra.
-Pintaremos la habitación de los niños de un color neutro, ya que no quiero caer en el estereotipo de niño/azul, niña/rosa- comentó Jey- ¿Qué te parece un color crema?- inquirió con emoción.
Mike no le dio ninguna respuesta, dedicándose a reír suavemente y besarlo por tales ocurrencias.
Sin embargo, podía darse por contestado ahora que tenía frente a él una gran caja que contenía diversas cosas para niños, todas de distintos colores para no caer en los estereotipos como Jey le había comentado.
Entonces supo por donde comenzaría a colocar su hogar.
…
Mike no tuvo la estantería lista en el plazo cumplido. La explicación para ello era simple; había subestimado su capacidad para la carpintería.
Se había peleado con las instrucciones más veces de las que podía imaginar, atrasando así su tarea.
Se encontraba tan frustado en ese momento que podría tirarla abajo de un solo golpe ahora que ya se encontraba perfectamente armada.
Sin embargo, Jey se lo había pasado en grande escuchando desde la otra habitación las maldiciones y refunfuños que soltaba hacia el pobre mueble.
-¿Dónde estás, amor?- inquirió todavía con su voz de pura molestia- ¡Por fin terminé de armar esa maldita cosa!
Jey rió, gritando un aquí segundos después.
El malhumor de Mike desapareció en el mismo instante que encontró a Jey con una sonrisa de pura felicidad y sus ojos llenos de emoción.
-¿Te gusta?- inquirió con suavidad- Al final he decidido que no vamos a pintarla todavía porque nos llevaría mucho tiempo, pero no he podido resistirme a colocarla y...-
Mike lo atrajo a sus brazos, susurrándole un me encanta en su oído.
Jey asintió, satisfecho.
-Ya solo nos faltan los niños- comentó, juguetón- ¿También están envueltos en una gran caja de color crema?
Mike resopló, emitiendo un pequeño gruñido juguetón.
-Me temo que no, amor- comentó con una sonrisa- Pero pronto estarán por aquí dando guerra, te lo prometo.
Jey rió, negando con la cabeza.
-Mejor no me prometas nada, tonto- refunfuñó, sacándole la lengua de forma infantil- Que mira lo que ha sucedido con la estantería.
Mike resopló nuevamente, pero esta vez de indignación.
-Eso ha sido un pequeño fallo de las instrucciones- gruñó con molestia- Las quemaré, por cierto.
-Tú no vas a quemar nada en mi casa, alfa- le regañó, golpeando su dedo índice repetidas veces sobre el pecho de Mike- Ni se te ocurra.
Mike hizo una mueca de fingida indignación, tomando la mano de Jey para que no pudiera continuar acusándolo con el dedo.
-¿Cómo que tuya, eh?- inquirió con burla- Es mía, amor.
Jey negó, siguiéndole el juego.
-Mía- gruñó, juguetón- Y por dudar de tan grande verdad no te daré una copia de la llave de mi casa, por malo.
Se soltó del agarre del alfa, saliendo a correr mientras reía como un niño pequeño.
-¡Da igual que corras, te voy a atrapar igual!- gritó Mike con diversión- ¡Tú no estás acostumbrado a hacer deporte, yo sí!
-¡Mentiroso!- gritó Jey desde algún lugar de la casa.
Fue interceptado por Mike al bajar las escaleras, cayendo los dos al suelo. Aunque Mike se llevó el golpe, Jey no desaprovechó la oportunidad para quejarse.
-Ahora entiendo lo del placaje- refunfuñó fingiendo- Y el motivo por el que nadie quería que jugaras.
Mike río.
-No seas quejica, no he puesto mucho entusiasmo- comentó, juguetón- Podría haber sido peor.
Jey refunfuñó un gracias por tu consideración, alfa.
Se acurrucó entre los brazos de Mike, soltando un pequeño suspiro que no pasó desapercibido por el alfa.
-¿No estás contento con...-
-No, no es eso, alfa- comentó Jey con rapidez, interrumpiéndolo- Extraño a Jack y Efrén.
Mike asintió, comprensivo.
Se levantó con preocupación de no aplastarlo, ayudando a Jey a levantarse también.
-Vayamos a saludar a los vecinos, amor- comentó Mike con dulzura, entrelazando sus manos- Tenemos que causar buena impresión, ¿no?
Jey frunció el ceño.
-¿A éstas horas?- inquirió, incrédulo- No. Ya es muy tarde, Mike-
Éste refunfuñó un que se jodan, arrastrando a Jey hacia fuera de la casa.
Caminó hacia la casa que tenía a su derecha, ignorando las súplicas de Jey para dejar el saludo a sus vecinos para el día siguiente.
Justo cuando Mike estuvo a punto de tocar la puerta se arrepintió.
Joder, que esta no era.
Pensó con histeria.
-Visitemos a los otros vecinos, amor- comentó con tranquilidad, llevándolo hacia la casa que estaba a la derecha de su casa.
Tocó la puerta un par de veces, no obteniendo ninguna respuesta por parte de nadie.
-Te lo he dicho, es muy tarde ya para las visitas- refunfuñó Jey.
Mike gruñó con fastidio, caminando nuevamente hacia la casa en la que previamente se había arrepentido de llamar, mientras no paraba de pensar un la madre que los parió, esos estarán follando mínimo.
Tocó la puerta dos veces, colocándose tras Jey para que éste fuera recibido el primero.
-¡No, alfa!- gritó Jey, intentando volver a ocultarse tras Mike- ¡Qué me da vergüenza!
La puerta se abrió al instante, provocando que Jey no tuviera más remedio que darse la vuelta.
Preparó su mejor sonrisa, listo para decir algo como Hola, soy Jey y él Mike. Seremos vecinos y ojalá nos llevemos bien.
Sin embargo, su sonrisa decayó, dejándose llevar por la sorpresa.
-¿Tú?- inquirió, incrédulo.
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