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⠀⠀⠀⠀⠀⠀━━━ : 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐈𝐒𝐄 𝐎𝐍𝐄 𝐏𝐑𝐄𝐋𝐔𝐃𝐄

━━━ ❛ CLÍO PRELUDE ❜ ━━━

S1E0: The Avengers Prelude: Fury's Big Week.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀Un hombre sabio dijo una vez: «Son los cobardes los únicos que en la refriega retroceden. El valiente, por el contrario, lucha a pie firme, ya hiera o ya sea herido.», y hasta este momento he comprendido al fin que, la mayoría de las veces, las palabras ponen las cosas en retrospectiva con mayor eficacia que una acción lo haría.

No te das cuenta de que eres un cobarde hasta que alguien te lo señala.

Tendemos a asumir que todas nuestras acciones están justificadas y que, por ese mismo motivo, son buenas. Pero no lo son. Porque las acciones tienen consecuencias, incluso si lo que te impulsa es la duda, el miedo, la soberbia, la ignorancia o el dolor. Aunque solo seamos un mínimo hilo, insignificante, en el vasto tejar de las Nornas. Aunque nos aferremos con toda nuestra fuerza a lo que Urd tejió para nosotros, negándonos por completo a aceptar lo que Verdandi nos ofrece e ignorando aquello que nos aguarda en compañía de Skuld. No podemos justificar lo que no entendemos, como no entendemos el orden del destino, o siquiera nuestra vida misma.

¿Entonces por qué sentimos culpa? Culpa, miedo, inseguridad. Si no comprendemos nada, ¿por qué sentimos en absoluto? Porque no somos dioses si nacemos, vivimos y morimos. Sentir nos hace igual que todos los demás... exactamente igual. Sentir es parte de vivir, y ese es el motivo por el que algunas personas no lo soportan.

O al menos eso fue lo que me enseñaron a mí.

Poco a poco destrabé los brazos. Tan pronto como me moví de nuevo y mi cabeza hizo una pausa momentánea a todo lo que reflexionaba, los sonidos volvieron a inundar mi oído y fui consciente de nuevo. Observé lo que tenía enfrente y traté de leer.

Cavilaba más de lo que me concentraba en las letras, hecha polvo ante la inusitada sensación de inquietud que se me escurría por la sangre hasta impregnar mis huesos. No me di cuenta de que había comenzado a contener el aliento hasta que se me ocurrió botar todo el aire por la boca. Por puro hábito estiré las piernas, como si estuviera tratando de sacudirme de encima la posibilidad de acabar agarrotada o con calambres. Algo tan insignificante...

... E improbable.

—Esta es una de las más bonitas. Muchas personas se quedan mirándole por horas, lo entiendo. Verdaderos patriotas vienen a admirarlo.

Encontré muy difícil quitar la mirada del rojo, el blanco y el azul estrellado, pero la buena educación me apremiaba prestarle atención a quien me estaba hablando.

Era una de las guías del Smithsoniano la que a mí se dirigía. Con el rostro crispado en una sonrisa de lo más emocionada, parecía bastante emocionada cuando sus ojos enfocaron la fotografía que yo me encontraba escudriñando momentos atrás.

La muchacha de piel olivácea dio una sacudida de cabeza, pensativa.

—Un símbolo para la nación, un héroe para la mundo —recitó en medio de un etéreo suspiro—. La entiendo, ¿sabe? Muchas personas vienen aquí y no solo para traer a sus hijos. A veces ni siquiera tienen hijos. La historia del Capitán América es una inspiración para todos, no solo para los patriotas que pasan horas admirando estas imágenes. A veces me gustaría que fueran más claras, quizás de esa manera pudiéramos entender más, pero también comprendo el significado detrás de la historia. Es bueno que lo antiguo nos recuerde nuestras raíces. Es bueno que incluso estos dibujos, estas fotografías de mala calidad u objetos pasados sirvan para recordarnos la vida de honor, valentía y sacrificio que el Capitán Rogers nos entregó en un tiempo tan oscuro como la guerra.

Valentía —repetí en voz muy baja. Permanecí quieta mientras lo recordaba—. Creamos un mundo lleno de cobardes, cuando él era tan valiente.

La muchacha asintió y vi venir que había alimentado su curiosidad.

—Es inspirador —terminé por decir.

—La verdad es que sí. Si mira por aquí hay más fotografías que solo esta del Capitán. De hecho, hay una muy bonita donde sale con todo su equipo, aunque está en bastante mal estado. Se encuentra... ¡Justo aquí! Es un retrato muy antiguo, dice que tiene más de setenta años.

Encontré un poco de consuelo en su ignorancia, en la forma en la que me miraba con ojos inocentes y en la manera tan despreocupada en la que salían las palabras de su boca. Encontré una manera para poder respirar en medio de aquella vorágine que me tenía mareada, la misma que ocasionaba que mis propios pensamientos acabaran dispersos como si estuvieran huyendo de algo.

Era ese mismo sentimiento de desorientación e inquietud el que había estado perturbando mi calma durante todo el día. No era común, y mucho menos comprensible para mí o para cualquiera que estuviera al tanto de mi simple existencia, que pudiera llegar a experimentar algo tan similar a la confusión. Se sentía mal, y no podía encontrar su origen.

Y el sentimiento se intensificó con la fotografía que la muchacha me señalaba.

Ella arrugó la frente cuando se me ocurrió mirar hacia otro lado.

—Oh, vaya, eso es inusual.

—¿Inusual?

—Esto —señaló el retrato; puso el dedo encima de un borroso rostro familiar—. Probablemente mi cabeza se está desatornillando pero ahora que ha movido el rostro podría jurar que le dio un aire a ella. Si esto no estuviera tan borroso incluso podría decir que se parecen.

Eso me hizo reír genuinamente.

—Realmente lo dudo.

—Bueno, dicen que todos hemos tenido gemelos en el mundo. En fin, disfrute su estancia, si me necesita estaré por allá —se despidió con la mano, aún emocionada, y avanzó para salir de la sala.

Un par de minutos después, las tres personas restantes que se hallaban escaleras más abajo también salieron. Me quedé sola, en lo más alto de los asientos, mientras el reflector iluminaba la gran pantalla en la que se movían los retratos y algunos vídeos. No se escuchaba nada más que las tenues voces familiares del pasado.

Y eso estuvo bien, incluso aunque hallara tan difícil concentrarme de momento.

Aquello me molestaba, porque yo no me distraía con facilidad, y ahora me parecía que todas mis ideas se atropellaban unas con otras hasta debilitar su significado por completo. Todos mis pensamientos eran superados por una emoción apremiante y avasalladora; la nostalgia. El tremendo nudo que se formaba en mi garganta, como si fuera una masa, me quitaba el aliento y casi no podía hablar. No entendía por ningún motivo por qué sentía lo que sentía y eso me desesperaba.

¿Por qué había recorrido toda la distancia hasta Washington para venir a este lugar, por ejemplo? No podía encontrar un motivo que hubiera activado esta parte de mi cabeza que solía estar tan dormida. No deducía una razón por la que me ardieran los ojos, por la que quisiera llorar, por la cual me era tan difícil tomar una bocanada de aire. ¿Por qué me dolía de esta manera, después de tanto tiempo? Aún me resultaba difícil pensar en ello.

Y aún tenía que volver a casa...

—El hecho de que incluso estando quieta te muevas me pone los nervios de punta. Los pies, las manos, la cabeza, cada treinta segundos sin falta. Si yo fuera tú me mantendría estático por horas y horas, del crepúsculo al amanecer.

Cerré los ojos.

—Achaques adquiridos con los años —mi voz era mortecina.

No tenía que volverme hacia él para saber que se me había quedado mirando. Seguramente estaba tratando de adivinar un motivo que fuera capaz de saciar su curiosidad, pues mi respuesta no había cumplido con sus expectativas.

Nick Fury se apoltronó en el asiento vacío junto a mí.

—Las personas normales van a la tienda cuando tienen un receso en el trabajo. Tú inviertes una hora completa en volar desde Nueva York hasta Washington solo para venir al museo a ver fotografías de tu novio muerto —dejó caer sin asomo alguno de tacto.

—No era mi novio, yo nunca dije eso, lo inventaste tú, y no te pido permiso para nada. Lo que haga en mi tiempo libre no es tu problema.

—Y yo no estoy tuerto —bufó—. ¿Y el anticristo?

Crucé los brazos sobre mi pecho y también las piernas. En la pantalla apareció un vídeo de Margaret Carter; era la tercera vez en una hora.

—Aprendiendo a tejer.

—¿Por qué?

—Porque es ilegal drogarla con somníferos para que se duerma. El tejido la mantiene quieta; Dios sabe que lo necesitamos.

—Alguien está de mal humor hoy —Fury resopló—. Justo cuando me sentía ansioso de escuchar una historia.

—No tengo nada para contar.

El hombre del parche guardó silencio por un segundo prolongado.

—¿La semana te abrumó, Clare?

—Por supuesto que ha sido una semana abrumadora. Tony se estaba muriendo con paladio en el pecho y nadie sabía nada, Hulk destruyó Harlem y Thor causó un revuelo masivo en Nuevo México. ¡Loki envió al Destructor a asesinarlo, por amor a Bor y a Buri antes de él! Romanoff y Halley Nova casi mueren calcinadas por una misión que les asignaste y encima de eso me involucraste en todo. En todo. He estado de Malibú a Nuevo México como mosca a la luz cuando en mil ocasiones te he dicho que no trabajo para ti. Así que perdóname si encontré un poco de quietud en Washington.

Bueno, en retrospectiva sí tenía varios motivos para sentirme ahogada como lo hacía. Vociferarlo solo lo había vuelto más real.

—Le he guardado, Victoria. Por años completos he guardado tu secreto —contestó.

—No tienes derecho a contarlo —musité con la mirada perdida. Me asombró un poco la manera en la que mi voz flaqueó al hacerlo, vacilante—. Sabes quién soy, pero no puedes decirlo y aún así me usas y nadie entiende por qué lo haces. Nadie entiende quién soy.

No me había percatado de lo difícil que me resultaba pronunciar esas palabras mientras frente a mis ojos se reproducían tantas cosas que, en la actualidad, me resultaban ajenas. De lo mucho que me quemaba la desesperanza en el pecho, del vacío profundo que calaba en el fondo de mi estómago cuando las sílabas y los sonidos se arremolinaban fuera de mis labios.

Fury asintió con lentitud.

—Nunca me hablaste de la guerra. ¿Alguna vez me vas a contar tu historia?

—Ya te dije que no tengo nada para contar.

—¿Y del Teseracto? Sabías mucho del Teseracto cuando encontramos a Carol Danvers y se lo llevó.

Lo sopesé durante un instante.

Realmente no albergaba ningún tipo de interés con respecto al tema, pero era de ese tipo de cosas antiguas de las cuales aún podía podía pronunciar en voz alta sin sentir que me faltaba el aire. Eran tan pocas las situaciones en las que podía hacer eso...

—Tú lo viste, ya sabes cómo es —Me encogí de hombros—. El cubo almacena algo en su interior. Un montón de civilizaciones antiguas alrededor del universo lo usaron hasta que cayó en manos de Asgard. Lo mantuvieron encerrado en la Cámara de Odín pero, después de la guerra con los Gigantes de Hielo, lo dejaron aquí en la tierra, dónde adoradores de los asgardianos lo custodiaron hasta que HYDRA lo encontró en el cuarenta y dos. Howard lo rescató del agua cuando... —tragué saliva y ladeé la cabeza—. Lawson lo tuvo después de eso y el resto de la historia la conoces. La viviste.

—¿Los asgardianos solo lo dejaron aquí? ¿Sin más? —quiso saber.

La pregunta me generó una inusual sensación de gracia macabra.

—Años después enviaron a una persona a asegurarse de que el cubo estaba a salvo, justo cuando los humanos empezaron a matarse entre ellos y se volvieron codiciosos. Evidentemente, esa persona no cumplió con las expectativas del trabajo porque Johann Schmidt se lo llevó y una sangrienta guerra fría azotó el planeta.

—Qué historia de lo más interesante —murmuró Fury—. Como si la semana no hubiera sido suficiente.

—Interesante —repetí.

Esa era una forma de ponerlo, claro. La historia en sí era interesante, los hechos distaban de serlo.

Entonces, como si alguien hubiera inyectado una dosis de electricidad en mi columna vertebral, me di cuenta de algo. Volví la cabeza sin realizar ningún movimiento brusco hacia Nick Fury, examinando su expresión con detalle. Esta me resultaba tan inescrutable como siempre.

No podía dejarme engañar. No otra vez.

—¿Qué no me estás contando? —pregunté entre dientes.

—Te pedí el favor de que fueras a ver a Stark a Malibú y que vigilaras a tu primo en Nuevo México porque yo estaba haciendo algo más —dijo—. Te dije que fue una semana grande, Clare. Sucedieron muchas cosas al mismo tiempo, por eso mandé a Romanoff a la Universidad de Culver por Banner. No sabía que Halley Nova estaría ahí.

Rodé los ojos.

—Thor no es mi primo, ya te lo dije. ¿Qué hiciste?

Los ojos de Fury se volvieron insondables cuando respondió:

—El Campamento Base de S.H.I.E.L.D. en la costa noroeste de Groenlandia encontró la Valquiria enterrada en el hielo y a su piloto junto con ella hace una semana. Sus signos vitales respondieron de inmediato después de que lo descongelaron. Está vivo, Clare.

🥶 🥶 🥶

N O T E :

Ahora sí vamos a sacar la paleta del congelador, por favor.

✨ BIENVENIDOS OTRA VEZ AL INMORTAL HOLYGROUND ✨

Tenemos galletitas, helados, pañuelos, bolsas de aire y tequila.

Acabo de entregarles con mucho cariño el preludio del libro uno de esta historia, y como es costumbre aprovecharé para dejar las necesarias advertencias que nos evitan amenazas de muerte y demandas.

1. No me hago responsable por los instintos homicidas que te pueda generar leer esto.

2. Tampoco por las ganas que tengas de meter la mano por el celular y darme un putazo por escribirlo.

3. Me responsabilizo por daños emocionales. Información al inbox sobre terapeutas.

4. Solo quiero que disfrutes y sí, si te saco una sonrisa también soy completamente culpable. 💛

¡En fin calabazas! Este solo es el comienzo. Abróchense los cinturones porque el viaje acaba de comenzar. 🚀

Steves virtuales para todos 💛

Ashly se despide xx

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