❄𝐍𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐁𝐮𝐞𝐧𝐚❄
🎊Diciembre, 2016🎊
Copos de nieve de diferentes tamaños cubrían de blanco la helada y estrellada noche de Seúl, la ciudad brillaba por la cantidad de iluminación colorida esparcida en cada esquina; un enorme árbol repleto de adornos y luces navideñas ubicado en el centro del parque llamaba la atención de las parejas que caminaban con sus manos entrelazadas, de niños que correteaban con bolas de nieves en sus manos, y de grupos de familiares y amigos que se reunían al lado del inmenso pino con la intención de capturar el momento en fotografías.
La ventisca podía ser helada, y especialmente esa noche parecía ser la más fría del mes, sin embargo, una personita detrás de un enorme disfraz de oso se sentía acalorada y sofocada por la falta de aire. Seokjin movía sus pies de un lado a otro cada vez que veía una persona cerca, y con una cálida sonrisa —la que traía dibujada en su gran cabeza oso— entregaba folletos de promociones y nuevas recetas pertenecientes a la cafetería donde trabaja a medio tiempo.
Sus pies ya dolían, al igual que sus articulaciones. Movió su cuello de lado haciéndolo tronar, a lo que dejaba escapar un bostezo. No estaba seguro de cuantas horas llevaba parado, pero sabía necesitaba un descanso con urgencia; en un intento de no dejar flaquear su buena actitud y determinación, se animó a sí mismo contando los pocos folletos que quedaban en sus manos.
En poco tiempo los papeles fueron desapareciendo de sus manos, sosteniendo ahora únicamente dos. El pelinegro agudizó su visión al ver a un rostro conocido caminar a unos metros de distancia; era un chico alto, vestía una larga y gruesa gabardina de color ocre, un gorrito de lana gris —de donde se escapan sus rebeldes mechones castaños— y unos guantes a juego.
Con una curiosidad latente, Seokjin se acercó de a poco al muchacho que iba dejando un rastro de huellas en el suelo cubierto de nieve, luciendo cabizbajo y con sus manos escondidas en sus bolsillos.
—¡Feliz noche buena! —exclamó el chico oso, extendiendo uno de los folletos—. Pase por la "La casita de jengibre" y disfrute de nuestros deliciosos bocadillos navideños.
El castaño levantó su mirada con su ceño ligeramente fruncido; examinó con su mirada al chico disfrazado y bajando su mirada hasta el folleto. Dejando escapar un cansado suspiro tomó de mala gana el papel arrugándolo, para luego llevarlo a uno de sus bolsillos.
—¿De verdad es una noche feliz? —preguntó con apatía.
Seokjin mordió su labio inferior sintiéndose un poco incómodo por el aura que emanaba el muchacho frente a él. En otra ocasión se hubiera molestado o incluso podría haber replicado por la respuesta borde y acto descortés que recibió; no obstante, le inquietó más lo lánguida que se había escuchado aquella voz y lo apagada que lucía su mirada.
Sintió la necesidad de indagar más sobre la razón del humor del castaño, y tal vez intentar levantar su ánimo, aunque sea un poco. Y no, no tenía que ver con el hecho de que la persona que estaba en frente suyo, sea Namjoon, el mismo chico del que ha estado enamorado desde la secundaria, a pesar de que este nunca lo haya notado.
—Al parecer alguien no la está pasando bien esta noche —respondió de manera animada—. ¿Quieres contarle a este amable oso que le sucede a este apuesto muchacho? —preguntó posando su mano en el hombro contrario. El calor subió a sus mejillas por la vergüenza, él nunca se comportaba así de atrevido..., pero no le importaba esta vez, después de todo no podía verlo detrás de una máscara.
Namjoon rio por lo bajo, y una leve sonrisa se asomó en sus labios. «Que simpático osito» pensó con una extraña sensación de comodidad.
—¿En serio quieres escucharme? ¿No tienes trabajo qué hacer? —preguntó, recibiendo una negativa de Seokjin.
—Mi trabajo hoy está terminado —dijo sentándose en una banca cercana—. Ven, dicen que soy bueno escuchando —animó dándole unos golpecitos al espacio vacío en la banca.
Dudó unos segundos, pero al final el más alto tomó asiento al lado del oso marrón sonriente: que portaba un lindo sombrero navideño color rojo.
—No puedo creer que esté a punto de contarle mis problemas a un oso —sonrió ladino por la inusual situación.
El oso sentado a su lado tan sólo se dedicó a mirarlo atentamente, sin decir una palabra más, esperando la iniciativa del castaño.
Sintiéndose un poco tímido, Namjoon bajó la mirada mientras jugaba con sus manos. Exhaló de manera lenta dejando escapar el vaho de sus labios, para después hablar.
—Hoy cumplíamos nuestro primer aniversario...
—¿Hablas de... tu novia? —preguntó con cuidado, recibiendo un asentimiento por parte del contrario.
—Se supone que hoy saldríamos a cenar, así que fui a su casa —apretó sus labios—, pero cuando llegué estaba con otro chico... su mejor amigo para ser exactos, no me incomodó verlo ahí, no soy alguien celoso.
—¿Y luego?
—Luego... me llevó al patio trasero de su casa y me regresó las rosas que compré cuando se las tendí. Y dijo una mierda de que la perdonara, pero que "esto ya no está funcionando", no tenía que preguntarle porqué lo hacía, lo supe cuando vi al imbé... su amigo —corrigió—. Detrás de ella, como si esperara por fin su turno, esperando a que me fuera.
"Lo lamento mucho" quiso decir el pelinegro, sin embargo, se vio interrumpido al escuchar un gruñido por parte del menor.
—¡Es una mierda, una jodida mierda! Hasta le compré sus chocolates favoritos —espetó agitando al aire la caja de bombones de chocolates que llevaba en la mano—. Puede parecer un regalo cliché, pero son más costosos de lo que imaginas, sus gustos eran... un poco extravagantes —cerró los ojos unos segundos intentando regular su respiración agitada—. Y ahora estoy solo esta noche buena, con chocolates que cuestan más que la ropa que llevo puesta, con el trasero congelado, y hablando con un oso parlante.
Seokjin intentó hablar una vez más al notar como su compañero empezaba a perder nuevamente la compostura, sin embargo, se cohibió y hasta se intimidó un poco al ver como Namjoon se colocaba de pie de un brinco con el ceño fruncido y afianzando más el agarre en la caja de bombones.
—¿Acaso estamos en una película de Disney? ¿Desde cuándo el "mejor amigo" se queda con la chica en la vida real? ¡Esto es absurdo! —gruñó sintiendo como las lágrimas nublaban su vista. De manera brusca se tumbó de nuevo sobre la banca dejando los chocolates a su costado—. Te estoy dando un mal momento ¿no es así? —cuestionó con un poco de culpa. Parecía que no le bastaba con tener una noche tan jodida él solo, y ahora quería joder la de alguien más con sus quejas—. Lo siento... será mejor que me vaya —hizo un amague para ponerse de pie.
No obstante la acción de Namjoon se vio detenida al sentir unos felpudos brazos rodear los suyos en un abrazo. Suspiró rendido y con su energía totalmente drenada, cubrió su rostro con sus manos, incapaz de retener las gotas saladas que se deslizaban por sus mejillas, no estaba seguro si eran de tristeza o de ira... no importa cual fuera la razón, porque aunque se sintiera molesto, muy en el fondo también se sentía un poco aliviado al liberar todos los sentimientos que tenía contenidos.
—¿La amabas? —preguntó Seokjin en un suave susurro.
El castaño levantó su mirada antes de vacilar un momento, y a la vez se tomó el tiempo de secar —con poco tacto— el resto de lágrimas que habían quedado en sus mejillas.
—Amar... —murmuró para sí mismo—. Pues, creo que es demasiado... pero de verdad la quería, es decir, ya llevábamos juntos casi un año. Duele un poco saber que siempre fuiste alguien reemplazable, que el valor que le dabas a esa persona nunca fue reciproco.
—Hay personas que sólo vienen a ser parte de nuestra historia. Sin embargo, no están destinadas a quedarse en nuestra vida; tal vez hay que dejar ir a ciertas personas para permitir que llegue la indicada.
—Supongo... —respondió con duda, bufando por lo bajo.
—Hey, eres un gran chico. Ya verás que pronto llegará la persona indicada para ti, quien te dé el mismo valor que el que tu das e incluso más. Apuesto que en menos de lo que piensas tendrás una fila de chicas esperando por ti —animó omitiendo el hecho de que sabía que el castaño había salido tanto con chicas como con chicos.
—¿Cómo estás tan seguro de eso? Ni si quiera me conoces —preguntó con un tono de diversión.
—Oh, pues... —balbuceó separándose del menor—. Aunque hayan pasado poco minutos, se nota que eres un chico encantador... es decir, agradable —se corrigió rápidamente, sintiendo como sus mejillas se coloreaban.
—Gracias —murmuró con una sonrisa ladina—. También eres agradable, y bueno levantando el ánimo —antes de que el oso pudiera responder, Namjoon tomó la caja de bombones extendiéndoselos.
—¿Por qué me los das? —cuestionó tomando los chocolates.
—Supongo que es una forma de agradecimiento —se encogió de hombros—. Eso y que... no me gusta el chocolate de menta y me da lástima botarlos, ya sabes... costaron demasiado —confesó con una risa tímida.
Seokjin asintió y agradeció el pequeño obsequio.
Por un momento sólo hubo silencio por parte de ambos jóvenes, en donde se dedicaron a observar a las personas que caminaban de un lado a otro con cajas de regalos, los niños saltando en lo montoncitos de nieve acumulada en cada rincón: siendo este navideño escenario acompañado con dulces villancicos de fondo.
—Ya se está haciendo tarde —dijo Namjoon al aire—. Gracias por hacer mi noche buena un poco menos horrible —bromeó, para luego colocarse de pie.
—¡Namjoon! —exclamó el de disfraz de oso, provocando que el castaño frenara sus pasos—. Yo... —vaciló olvidándose por completo de lo que iba a decir, una vez los oscuros ojos marrones —del chico que tanto le gustaba— se posaban de nuevo en él.
—¿Cómo sabes mi nombre? Yo no me presenté ¿o sí? —entrecerró los ojos con desconfianza—. ¿Te conozco?
—No... es que tienes cara de Namjoon ¿sabes? —farfulló con torpeza.
—¿"Cara de Namjoon"? —enarcó una ceja mientras se acercaba a Seokjin, quién con cada paso que daba el menor, él retrocedía uno—. ¿Quién eres?
El pelinegro sintió como los nervios empezaban a apoderarse de él, cuando el más alto hizo un ademán con sus manos de querer quitar la pieza superior que protegía su identidad.
—Detente —ordenó Seokjin corriendo de un lado a otro, intentando huir del más alto.
—Oh, vamos. Quiero ver tu rostro, al menos quiero saber quién me vio llorar como un infante —refunfuñó cuando Seokjin lo esquivó nuevamente—. ¡¿Acaso ese es Chris Evans en Seúl?!
En su inocencia, el chico oso volteó su cabeza con emoción al escuchar el nombre de uno de sus actores favoritos; no obstante, su cuerpo se puso rígido al sentir como ahora una fría brisa chocaba contra su rostro y revolvía sus cabellos. Giró sobre sus pies notando como Namjoon lo miraba con sus ojos abiertos de par en par, mientras sujetaba la cabeza de oso entre sus manos.
La verdad es que Namjoon no reconocía al pelinegro, sí se le hacía familiar, pero no recordaba de donde... sin embargo, la razón por la cual se sorprendió fue por la belleza del muchacho, aún con sus cabellos despeinados y la temerosa expresión en su rostro, no podía dejar de detallar esos lindos ojos almendrados, y esas mejillas rosáceas que adornaban su blanquecina piel.
Un silencio ensordecedor se instaló a su alrededor, y a pesar de que fueron apenas unos segundos, para Seokjin se sintieron como una eternidad.
—Te me haces conocido... ¿nos hemos visto antes?
La pregunta del castaño hizo que Seokjin saliera de su burbuja, para después mirarlo con confusión y un poco decepcionado. «Por supuesto que no te iba recordar, apenas y puedes hablarle en clase». Se regañó mentalmente, agachando su cabeza.
—¿Dije algo malo, verdad? Tengo mala memoria, me sería de ayuda si me dijeras tu nombre —habló de nuevo, ahora con más suavidad en su voz.
—Soy Seokjin —respondió en voz baja.
—¿Seokjin? —preguntó ladeando su cabeza.
—Estudiamos en la misma preparatoria —dijo, a lo que el chico frente a él hacia una mueca antes de negar—. Compartimos clase de química...
—¡Oh! ¡Ahora te recuerdo! Eres quien casi incendia el laboratorio la primera semana de clase.
Parecía que el rubor en el rostro de Seokjin estaba decidido a no abandonarlo esa noche. Mordisqueó su labio inferior desviando su mirada, guardando silencio.
—Lo siento, no debí recordarte eso, fue descortés.
—N-no te preocupes, está bien... no destaco demasiado.
Namjoon carraspeó con su garganta intentando desvanecer la incomodidad del momento.
—Y bien... ¿para qué me llamaste? —preguntó llamando la atención de Seokjin.
—¿Disculpa?
—Me llamaste de nuevo cuando iba a irme. ¿Me necesitabas?
Los ojos del mayor se abrieron de par en par recordando el repentino impulso que tuvo unos minutos antes.
—Yo... es que aún te veías decaído, así que pensé... que tal vez invitarte un pastelillo o un café te animaría. ¡Sólo si tú quieres! —exclamó de repente sintiéndose tímido.
—Así que planeabas invitarme a comer, pero no querías que descubriera tu rostro hace un rato. ¿Acaso pensabas entrar a alguna cafetería con tu disfraz puesto? —preguntó divertido.
—Al parecer no lo pensé muy bien —confesó rascando su nuca.
—Acepto —dijo elevando la comisura de sus labios, descolocando por completo al pelinegro, el cual estuvo lejos de esperarse una respuesta positiva—. Aún no he cenado, y quien sabe... tal vez sí me gusta esa dichosa cafetería podría volverme uno de sus clientes fieles.
Seokjin sonrió ampliamente, sintiendo como burbujitas de felicidad estallaban dentro de él «Cálmate, puedes con ello. Actúa normal».
—Está bien, entonces... sígueme —dijo con una emoción contenida, a lo que Namjoon asintió, para después comenzar a caminar detrás de él.
—Espera... ¿vas a ir vestido de esa manera? —se detuvo, y escaneó con su mirada el disfraz que aún portaba el pelinegro.
—Vamos de camino hacia mi trabajo, tengo que cambiarme ahí y dejar el traje —explicó.
—Oh, claro —palmeó su frente con su mano, retomando el camino junto a Seokjin.
Una vez ambos jóvenes ingresaron en la hogareña cafetería: decorada con una paleta de colores cálidos, y en donde cada rincón colgaban guirnaldas, luces de colores y centros de mesa; dándole ese toque navideño y festivo al lugar.
Después de cambiar su traje de oso, Seokjin salió del vestidor: ahora vistiendo un suéter celeste de algodón, junto a unos pantalones de mezclilla, y una mullida bufanda color crema rodeando su cuello. Tomó asiento en frente del castaño, quien ya hace unos minutos se encontraba en una de las mesas ojeando la carta de postres.
—¿Ya elegiste algo? —preguntó el pelinegro.
—Supongo que un flan de caramelo estaría bien —respondió dejando el menú en la mesa—. ¿Seguro que no quieres que te ayude con la mitad? —preguntó refiriéndose al pago de los postres.
—Ya te dije que la invitación iba por cuenta mía, además soy yo quien tiene el descuento por ser empleado —recordó, avergonzándose de inmediato—. No debería recordarte a cada minuto ese detalle.
Namjoon soltó una corta carcajada, para luego negar con su cabeza.
—No te preocupes, así me haces sentir menos culpable.
Una amable camarera con unas simpáticas orejitas de reno se acercó a la pareja de jóvenes, y luego de tomar sus respectivas órdenes hizo una venia antes de retirarse de nuevo.
—Y bien, Seokjin. ¿Desde cuándo trabajas aquí? —el castaño fue el primero en romper el hielo.
—Un poco más de un año, sólo es un trabajo de medio tiempo, pero pagan bien y la gente es agradable.
—Debería conseguirme también un trabajo, no siempre es agradable pedirle a mis padres que me envíen dinero, y más si no es para algo "útil" según ellos —arrugó su nariz con malestar.
—¿No vives con tus padres? —cuestionó intentando no parecer muy curioso —aunque sí lo era—.
—No, me mudé a la capital hace un año con un primo —mencionó observando como se fruncía el entrecejo del contrario—. Seguro estarás preguntándote porqué no estoy pasando la noche buena con él, pues a diferencia mía, a Hoseok no le ha terminado su pareja, así que de seguro estará bastante ocupado esta noche —dijo con una sonrisa melancólica en sus labios.
—Ahora me siento mal por si quiera haber pensado en hacerte esa pregunta —admitió en un tono bromista.
—Cambio de tema, no quiero hablar más de mí y mi mala suerte en el amor —agitó su mano restándole importancia—. Háblame de ti, ¿hay alguien especial quien esté esperando por ti más tarde? —preguntó elevando sus cejas sugestivamente.
—Mi madre siempre me espera en casa después del trabajo, si es a lo que te refieres —rió bajito al ver la mueca que hacia el meno—. No, no tengo pareja en este momento.
—Sé que no pediste mi opinión, pero estar soltero y sin apuros es una mejor opción; no pasas decepciones, nadie te rompe el corazón y tienes más efectivo en tu bolsillo.
—¿Tantas veces te han roto el corazón? —el pelinegro se golpeó mentalmente por la falta de tacto en su pregunta.
—Suena más triste si lo preguntas de esa forma —respondió con una pizca de diversión—. Tampoco es que haya tenido tantas malas experiencias... aunque en las pocas relaciones que he tenido, siempre es la otra persona que termina rompiendo conmigo. Sabes... a veces creo que hay algo malo en mí.
—Tal vez todas esas personas no estaban listas para tener a un chico tan genial como tú a su lado —se ruborizó ante su repentina franqueza—. Es decir... eres alguien carismático; además de que eres muy listo, siempre estás en el primer puesto en la clase de química e incluso te seleccionaron para las olimpiadas de matemáticas de este año.
—No creo que a muchos les atraiga el hecho de que sepa resolver ecuaciones o como combinar ácidos correctamente.
—A mí sí —admitió, y por un momento se sintió pequeño ante la mirada fija de Namjoon, pero aun así decidió continuar—. Siempre he pensado que la inteligencia es un rasgo muy atractivo.
—Si sigues hablando de ese modo terminaré por creer todos los halagos que me dices —respondió con una sonrisa sincera—. Pareces un personaje sacado de una carta de felicitaciones y buenos deseos.
—¿Y eso es malo?
—En absoluto... —apoyó su barbilla en la palma de su mano, fijando toda su atención hacia el pelinegro—. ¿Cómo es que no te conocí antes?
—Bueno, lo estás haciendo ahora —murmuró, aunque fue lo suficiente audible para su compañero.
—Sí, que suerte la mía —respondió mostrando su blanca dentadura en una amplia sonrisa, una que hizo que la respiración de Seokjin se detuviera por unos instantes.
Seokjin agradeció al cielo que en ese preciso momento la camarera llegara con sus pedidos, porque la verdad es que el castaño lo había dejado sin palabras; tal vez era porque el sonido del tamborileo en su corazón le impedía escuchar de manera clara sus propios pensamientos.
El resto de la noche transcurrió entre conversaciones de temas triviales, risas y platos vacíos. Ambos jóvenes pasaron un tiempo agradable; Seokjin por razones obvias estaba feliz de haber compartido con el chico que sólo había admirado desde lejos por tanto tiempo, mientras que Namjoon en esos escasos minutos se sintió encantado de todo lo que componía a Seokjin: desde su aura tan brillante y divertida, hasta quedar prendado de su belleza natural, y ese color carmesí que ocasionalmente relucía en esas lindas mejillas de porcelana.
La burbuja en la que se encontraban sumergidos fue interrumpida por el sonido de una llamada entrante. Seokjin se excusó antes de tomar su teléfono observando la ahora llamada pérdida, pero en lugar de marcar de vuelta al número, guardó su móvil, a lo que un mohín se formaba en sus labios.
—¿Sucede algo? —preguntó Namjoon al notar el semblante decaído del chico frente a él.
—Debo irme. Era mamá, le gusta que pasemos tiempo juntos en estas festividades, y... —observó el reloj de la pared—, ya casi es media noche, me matará si no llego pronto.
—Oh... —su voz sonó desanimada—. Podría acercarte a tu casa si deseas, traje mi auto conmigo, sólo está estacionado a unas calles.
—No quiero incomodarte —intervino—. Vivo cerca, así que no me tardará mucho llegar en mi bicicleta. Supongo que nos veremos otro día —concluyó colocándose de pie, sin embargo, no se movió de su lugar. No se trataba de que el pelinegro no quisiera compartir tiempo con su madre, pero en serio deseaba quedarse unos minutos más al lado del castaño.
—Oye, Seokjin.
—¿¡Sí!? —se dio una bofetada mental al haber contestado de manera tan rápida. No quería sonar demasiado entusiasmado —aun cuando claramente lo estaba—, aunque se dio cuenta de que falló al escuchar una risita por parte del menor.
—¿Te importaría? —extendió su teléfono en dirección al pelinegro—. Me gustaría mantener contacto contigo, si no te molesta, claro.
Seguramente muchos habían escuchado de las famosas "mariposas en el estómago", pero en su lugar Seokjin estaba sintiendo como miles de renos corrían y saltaban dentro de su estómago. Para fortuna de él, supo esta vez controlar su expresión facial, y de manera calma sólo atinó a responder con un:
—Por supuesto —tomó el móvil del susodicho, para después agendar su número—. Aquí tienes, puedes escribirme cuando quieras —elevó las comisuras de sus labios, regresando el aparato a su dueño.
—Lo haré pronto —contestó guardando el móvil en su bolsillo—. Gracias, por lo de hoy. Fue bueno haberme topado contigo.
—Lo mismo digo, Namjoon. Gracias a ti por los chocolates caros —sonrió al escuchar la pequeña carcajada del menor—. Hasta la próxima —se despidió agitando una de sus manos.
Una vez fuera del local, el pelinegro escuchó un tintineo proveniente de su teléfono, así que sacándolo de su chaqueta, lo tomó entre sus manos leyendo el mensaje.
[Chat con Desconocido]
"Feliz noche buena, chico oso"
Una cálida sonrisa se extendió en los labios de Seokjin; y afianzando el agarre de su móvil, llevó este a la altura de su pecho, a lo que daba pequeño saltos en su lugar. Luego de su mini celebración interna se apresuró en contestar el mensaje.
[Chat con Namjoon🐻 ᴺᵉʷ]
"Feliz noche buena, chocolates caros"
🎊Actualidad, 2020🎊
—Después de eso no tardó ni una semana en invitarme a salir de nuevo ¿No es así Joonie? —preguntó tomando del pelo a su pareja, quien ahora se encontraba con un mohín en sus labios.
—Te regodeas de mis intentos desesperados de conquistarte —protestó, guardando silencio casi al instante en que unos suaves labios se posaron en su mejilla.
—Por supuesto que no, ya me habías conquistado desde hace mucho antes, no la tenías tan difícil —confesó picando una de los cachetes de su novio—. Además me alegró que me invitaras a pasar año nuevo con tus amigos.
—Sabes que sólo era una excusa para pasar más tiempo contigo —admitió con resignación, exponiéndose.
Frente a ellos se encontraban unos adorables orbes color avellana abiertos ampliamente, los cuales brillaban con emoción.
—¡Su historia es como una novela romántica! —chilló el pelirosa sin dejar de observar a sus melosos —pero muy queridos— amigos.
—No es para tanto, Jimin —intervino el de tez pálida, recibiendo una mirada de reproche por parte del nombrado.
—Eso es porque tú no sabes nada de romance, Min Yoongi —recriminó golpeando con su índice el pecho del contrario—. No quiero ni recordar nuestra primera cita.
—¡Nuestra primera cita fue genial! Te invité a ese restaurante caro de comida italiana.
—¡Fui yo quien terminó pagando toda la cuenta porque tú olvidaste la billetera! —se quejó.
—En la segunda cita fuimos al museo que tanto te gustaba —se excusó; encogiéndose en su lugar ante la mirada desaprobatoria del pelirosa.
—Ese día te invité ¡YO!
—Claro que no... —su mente quedó en blanco—. Espera... tienes razón, lo siento —sonrió con culpabilidad; extendió una de sus manos para acariciar la mejilla de su novio, pero a cambio recibió un manotazo en ella como respuesta.
Los protagonistas de nuestra historia simplemente se dedicaban a ser espectadoras de la pequeña escena —digna de un drama— que estaban creando sus dos amigos. Solían reñirse con bastante frecuencia y pelear por tonterías; sin embargo, al final del día terminaban siendo más empalagosos que los mismos caramelos navideños, dedicándose apodos cursis y abrazándose tal cual par de koalas. Aun así, Namjoon y Seokjin se sentían muy afortunados de tenerlos en sus vidas; pues desde el primer momento en que formalizaron su relación un año después de haberse reunido en año nuevo, todos habían congeniado con bastante rapidez, volviéndose amigos casi inseparables.
—Hey, Jimin —habló Namjoon llamando la atención del pelirosa—. Saldré un momento al patio, necesito hablar a solas con Seokjin.
—Está bien, no tarden demasiado, en unos minutos ya será navidad —recordó, y a la vez dejando de lado la mini discusión con su pareja.
—Hablando de navidad, ya casi es medianoche ¿por qué Jungkook tarda tanto con esas galletas? Me muero de hambre —protestó el pálido, colocándose de pie y dirigiéndose a la cocina.
El pelinegro miró extrañado a su pareja, a la vez que era halado de su muñeca indicándole que lo siguiera.
Al deslizar la puerta de vidrio que daba paso al patio trasero: Seokjin afianzó el cinturón de su abrigo al sentir el helado viento chocar contra su cara, haciéndolo estremecer.
—Namjoon ¿para qué me trajiste aquí? —preguntó abrazándose a sí mismo.
—Quería darte tu regalo de navidad.
—Pudiste haberlo hecho adentro. Quedamos en intercambiar regalos a medianoche ¿no recuerdas?
—Necesitaba un poco de espacio —murmuró dejando ver la nube blanca que salía de sus labios después de suspirar— ¿Puedes cerrar los ojos un momento?
El mayor vaciló unos segundos, pero al final obedeció la petición de su pareja.
Se mantuvo con los ojos cerrado hasta que escuchó un:
—Ya puedes abrirlos.
El entrecejo del pelinegro se frunció al no ver a su novio por ningún lado, eso fue hasta que escuchó el carraspeo de una garganta, haciendo que su mirada bajara. Sintió como su cuerpo empezó a temblar, pero esta vez no era por el frío, no, su chico se encontraba de rodillas sobre la blanca nieve con una cajita de terciopelo en sus manos.
Seokjin llevó ambas manos a su boca, a la vez que sus ojos empezaban a cristalizarse.
—Una vez me dijiste que en ocasiones debemos dejar ir a ciertas personas para permitir que llegue la indicada. Y tenías razón, el universo no me pudo recompensar de mejor manera aquella noche buena de hace cuatro años; tenerte a mi lado fue el mejor regalo de navidad que tuve desde ese día, y ahora quiero asegurarme de que sea así para toda la eternidad —tomó una gran bocanada de aire, para después abrir la pequeña caja que permanecía en sus manos, dejando ver un precioso anillo de plata con cristales incrustados.
Las palabras habían quedado atoradas en la garganta del mayor, sin poder detener sus sollozos ante las hermosas palabras de su novio.
—Seokjin... ¿te casarías conmigo? —el castaño estaba tan nervioso que podía jurar que si el chico frente a él no le daba una respuesta pronto, en ese mismo instante se iba a desmayar.
Quien permanecía de pie ahora se encontraba a la misma altura de Namjoon, pues tan pronto como escuchó la pregunta no dudó en arrojarse a sus brazos, escondiendo su rostro en el cuello del contrario mientras asentía con su cabeza y sollozos escapaban de sus labios.
—¿Eso es un sí? —preguntó con una sonrisa en los labios.
—Un millón de veces sí, por supuesto que quiero casarme contigo —afirmó en una amplia sonrisa, repartiendo pequeños besos por todo el rostro de su ahora prometido.
Se alejó uno segundos, permitiendo que Namjoon tomara su mano, y así mismo deslizara con delicadeza la bella sortija en su dedo anular.
Sin que la sonrisa desapareciera de su cara, Seokjin tomó entre sus manos las mejillas del menor, y de esa manera depositó un profundo beso en los labios ajenos.
Ambos jóvenes giraron sus cabezas al escuchar un grito agudo detrás de ellos, a lo que reían por lo bajo al ver la enorme sonrisa en el rostro del pelirosa que permanecía detrás del cristal dando saltitos, mientras que Yoongi, aunque no demostraba tanta emoción como la de su pareja, este mantenía las comisuras de sus labios elevadas a lo que asentía con orgullo observando a sus amigos al otro lado del ventanal.
—¡Jungkook trae la cámara! ¡Le dijo que sí! —exclamó Jimin llamando al menor que recién salía de la cocina mientras cargaba una charola de galletas—. ¡Deja esas galletas en la mesa y trae lo que te dije ahora mismo! —demandó haciendo que Jungkook acatara su orden a toda prisa.
No transcurrieron más de dos minutos para que la pareja recién comprometida fuera cegada por un relámpago de destellos que emitía la cámara que el pelirosa ahora tenía entre manos.
—Los tortolitos deberían entrar pronto, ya es hora de repartir los regalos —dijo Yoongi llamando la atención de todos, menos la de Jimin, el cual aún permanecía absorto en su sesión de fotos.
Con una sonrisa aún permanente en sus rostros, quienes se hallaban bajo el oscuro cielo, asintieron colocándose de pie y entrelazando sus manos antes de entrar de regreso a la comodidad del pequeño hogar junto a sus amigos.
Namjoon nunca creyó que un par de años atrás en una noche como la de ahora, encontraría a su alma gemela, la persona que sanaría su corazón y que haría que cada noche fría de invierno se volviera cálida. Él no necesitaba más regalos de navidad de ahora en adelante, porque en ese momento estaba sosteniendo al más valioso de todos entre sus manos.
✩FIN✩
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FELIZ NAVIDAD A TODXS
ESPERO QUE TENGAN UNA LINDA NOCHE BUENA
✰Si les gustó el OS no olviden dejar su estrellita✰
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