5.- Tenebroso Amor
Nota: Esta primera escena va cronológicamente antes del cap 4. La puse aquí porque así tiene más sentido. En la próxima escena continúo desde donde dejamos a Holly.
...
Lia se encontraba bajo un árbol, esperando a que el chico frente a ella se decidiera a hablarle. Suspiró, algo hastiada ¿Para qué le había pedido ir a ese lugar, si no le iba a decir nada? Laura y el resto de sus amigos la esperaban, no tenía mucho tiempo qué perder.
Por su parte, el muchacho sentía que se iba a morir. Era un joven de estatura promedio, de espalda angosta y demasiado tímido para su propio bien. Por fin, después de muchas semanas había reunido el valor suficiente para pedirle a Lia, su compañera de curso, hablar con él. Tenía que decírselo, aunque no estuviera preparado emocionalmente, tenía que hacerlo, o al menos así se sentía.
Detrás de él, su pokemon lo esperaba con los brazos cruzados, o lo que parecía una pose de brazos cruzados, dado que los Haunter no tienen brazos. Miraba al joven con severidad, tan impaciente como Lia. Los nervios también carcomían a la Haunter, pero no quería mostrarlo.
En ese momento se les acercó un indiferente Kirlia, con su vestido azul ondeando al viento. Laura lo había mandado a decirle a Lia que se apurara.
Sin embargo, al ver la escena y leer los sentimientos de los presentes, decidió que lo mejor sería quedarse callado. Lia estaba impaciente, el joven frente a ella se moría de los nervios, y la Haunter detrás...
La Haunter era grande, su pelo morado y alborotado, y sus ojos afilados como una navaja suiza. Ella lo miró en cierto momento, con lo que Holly sintió que se le iban las fuerzas y su alma lo abandonaba para desaparecer. Usualmente no se sentía mal junto a pokemon fantasma, pero ella tenía una tremenda presencia, tanto que Holly permaneció quieto por un largo y tenso momento, hasta que recordó que no eran cazador y presa, sino que dos pokemon desconocidos que acompañaban a sus amos.
—Lia... —comenzó el muchacho— siempre me...— se afirmó un brazo, tan nervioso que podría desmayarse ahí mismo— siempre me has parecido una chica muy alegre, y... y...— se apretó más, instándose a continuar.
En eso, Holly se dio cuenta hacia dónde iba todo eso. Podía ver las tremendas ganas del muchacho de confesarse a Lia, el deseo de la Haunter de que el chico hiciera lo que había querido por tanto tiempo, y el aburrimiento de Lia junto a él. No sabía nada sobre asuntos amorosos, pero aun así no le tomó problemas imaginarse hacia dónde iría esa conversación.
Así que, compadecido por el joven, se plantó detrás de Lia y le hizo señas para que se detuviera. Negó enérgicamente con la cabeza y le dijo con las manos que parara, pero el muchacho estaba tan concentrado que apenas lo miró.
—Y desearía que... bueno... que tú y yo... que saliéramos.
Solo entonces el muchacho se atrevió a mirar la cara de Lia, quien estaba bastante sorprendida. Tanto así que casi dejó escapar una risa.
—¿Tú y yo?— repitió, extrañada— No, no creo que funcione ¿Eso es todo?
Pero el chiquillo se encontraba demasiado alterado para contestar. Para su fortuna, su Haunter se encontraba a su lado, y ella tomó la palabra para darle un descanso a su pobre amo.
—Eso es todo. Ya puedes irte.
—Muy bien
Lia dio media vuelta, y al hacerlo se encontró con su pokemon.
—¡Holly! ¿Desde cuándo estabas aquí?— alegó, para luego tomarlo en brazos— Ven conmigo, Laura y tu queridito nos están esperando.
—¡No es mi queridito! ¡Soy macho!— exclamó Holly.
Mientras Lia se lo llevaba cargado del hombro, el Kirlia se quedó mirando al chico y a la Haunter, quien le daba palmaditas en la espalda para consolarlo. Luego, por un solo momento, ella le echó un vistazo a Holly. En vez de una mirada despiadada y llena de rabia, como el Kirlia se había imaginado, recibió una sonrisa suave y cordial.
Solo fue un segundo, pero esa imagen se quedó grabada en la memoria de Holly. Fue ese momento en el que se enamoró.
—/—/—/—/—/—
—Estoy perdido— se dijo Holly
El Kirlia se encontraba solo en una calle oscura, en un barrio que no conocía. Lia no estaba por ningún lado, ni tampoco ninguno de los jóvenes ni pokemon que habían estado en la fiesta.
—Solo y perdido en la noche. Seré violado por un Houndour, seré mordido por un Rattata y seré atropellado por un auto ¡Oh, Arceus! Soy un tonto por haber accedido a venir.
Pero después de un par de minutos de pánico, su aguda mente comenzó a trabajar de verdad. Si se habían olvidado de él, tendría que abrirse camino él solo de regreso a casa.
Sí, podía hacerlo. Solo necesitaba ser cuidadoso.
—Piensa, Holly ¿Cómo volver? ¿Cómo encontrar el camino de regreso?
Recordaba desde dónde habían ido a la fiesta, pero eso no lo llevó muy lejos. Como era pequeño, no podía ver bien por las ventanas, y no reconocía el vecindario.
Miró al cielo, esperando encontrar algo con qué orientarse al hacerlo, pero no reconocía ninguna de las pocas estrellas que se veían en ese momento. Claro, él era un pokemon doméstico ¿Para qué querría aprender a orientarse con la posición de las estrellas?
—Quizás la gente pueda decirme a dónde ir— supuso.
Claro. Si les preguntaba por el nombre de su comuna, los humanos serían capaces de guiarlo en la dirección general. Así solo tendría que caminar y caminar hasta encontrar una calle conocida.
Pero la calle en la que se encontraba estaba desierta a esa hora de la noche. A lo lejos se veía una botillería con las luces encendidas y una reja separando el interior del exterior, para evitar a los criminales que salían a esas horas.
—Quizás debería preguntar ahí— pensó el Kirlia.
Pero mientras más se acercaba, más lo carcomía su miedo ¿Y qué tal si el dueño era malo? ¿Qué si era un pokéfilo? ¿Y si lo atrapaba y lo vendía a unos cazadores? Los Kirlias como él no eran muy comunes, después de todo, y sus cuernos tenían un precio muy alto.
—No, no puedo hacerlo— se dijo.
Y pasó junto a la botillería corriendo, esperando que nadie lo viera.
Ya no sabía qué hacer. Entre las casas había callejones oscuros y siniestros, algunas calles no tenían mucha luz, por otras se encontraban bandas de jóvenes con pinta de criminales, y Holly no podía caminar tres pasos sin darse la vuelta por puro miedo a que algo lo persiguiera. Cuando comenzó a sentirse cansado y sus delicados pies a dolerle, seguía tan perdido como antes.
—No voy a aguantar todo el camino— se dijo— no puedo simplemente caminar a casa, es demasiado. Me desmayaré, tarde o temprano me desmayaré, y entonces me violarán y me matarán ¡Oh, Lia! ¡¿Por qué tienes que ser tan olvidadiza?!
Y no estaba muy equivocado. Tres horas después, el pequeño Kirlia se encontraba agotado. Caminaba apoyándose en una baranda, que separaba la vereda de la pendiente hacia el río. Sus piernas le dolían enormemente, su mente agotada por pensar en peligro durante tanto tiempo. Avanzaba lento, un paso a la vez, débil. Sentía que su cuerpo se había apagado hacía varios kilómetros, y su mente rogaba por hacer lo mismo, pero necesitaba seguir. A pura fuerza de voluntad, su cuerpo seguía. Forzaba a sus piernas a arrastrarse, forzaba a sus brazos a apoyarse, y se forzaba a sí mismo a seguir forzándose. Si se rendía, todo había terminado.
A su alrededor, la noche seguía como si nada. El río fluía, produciendo mucho ruido; los autos pasaban de cuando en cuando, a toda velocidad por la falta de tráfico; el frío envolvía su cuerpo, sobre todo sus extremidades, como una muerte lenta.
Holly se sacudió la cabeza para alejar estos pensamientos.
—Tengo que mantenerme positivo— pensó— Llegaré a casa, me acostaré en la cama, y mañana descansaré todo el día... sí, eso haré, y comeré helado, y veré televisión... sí, me la pasaré sentado en ese cómodo sillón, y descansaré mis piernas.
Pero el dolor en sus piernas no se iba, y peor, sabía muy bien que sus posibilidades de llegar a casa en menos de 48 horas eran muy pobres.
Pronto empezó a cabecear. Por momentos, sus ojos se escondían detrás de sus párpados y la consciencia se le iba a las nubes, solo para que él la asiera con la poca fuerza que le quedaba y la obligara a quedarse con él.
—Aún queda mucho— se dijo, mirando la enorme calle desconocida en la que se encontraba— no puedo desmayarme todavía.
De repente se desvaneció, solo para despertar con la aceleración de la gravedad, mientras su cabeza se dirigía hacia el suelo. Holly se detuvo a centímetros de estrellarse, y por unos cuantos segundos se sintió más despierto de lo que había estado en un buen rato, pero la adrenalina le duró muy poco, y cuando quiso ponerse de pie para retomar su camino, sus piernas flaquearon y lo hicieron caer.
—No... ahora no...— se dijo, pero incluso su consciencia lo abandonaba.
Ya sin nada, ni una pizca de energía, el pequeño Kirlia se desplomó sobre la calle.
—/—/—/—/—/—
Volvió a despertar, confundido. El cielo estaba tan oscuro como antes, no había pasado mucho tiempo.
—Oye— lo llamaba alguien, la dulce voz de una doncella— Oye, despierta ¿Estás bien?
Holly abrió los ojos, lo suficientemente descansado para mantener una conversación.
Más importante, frente a él encontró a un monstruo que lo sujetaba con sus enormes garras. Su primer impulso fue el de gritar, pero luego de un segundo se dio cuenta que aquel no era un monstruo, sino una chica de apariencia siniestra; una Haunter.
Sus ojos eran agudos, su cabello alborotado, su boca naturalmente dispuesta en una mueca burlesca, aunque en ese momento se notaba su preocupación. Su torso era delgado y trabajado, algo extraño para un pokemon fantasma, y sus piernas y brazos no se encontraban por ningún lado.
A Holly le tomó otro segundo más reconocer a esa Haunter. Era la misma pokemon del chico que Lia había rechazado, la misma de quien él se había enamorado.
—Yo estoy enamorado de ella— recordó Holly, y no le tomó mucho tiempo ver por qué su pasado yo había tomado esa decisión. La presencia que aquella Haunter emitía hacía que su corazón latiera a gran rapidez. Su rostro le quitaba el aliento, quizás por lo tenebroso que era. El Kirlia sentía que quería entrar en su mundo y al mismo tiempo correr lejos de ella.
—Viejo, te desmayaste en medio de la calle— le indicó la Haunter— ¿Estás herido? ¿Quieres que te lleve a un hospital?
A Holly le habría encantado hacer uso de su mente superior para hacer un comentario chistoso o inteligente, pero ese momento no era el indicado.
—Estoy bien...— dijo— solo... estoy muy cansado... me perdí...
—¿Estás perdido?— la Haunter suspiró— Vaya, así que solo es eso...
La fantasma se lo quedó viendo un rato, sin saber muy bien qué hacer. Sabía que los Kirlias eran inteligentes, pero ese se veía muy frágil, y dejarlo solo y desmayado en una calle en medio de la noche simplemente se veía muy mal.
—Tu entrenadora asiste al colegio °54 ¿Cierto?
Holly asintió, solo para después darse cuenta que no era posible que esa Haunter supiera esa información, a menos que...
—Te recuerdo— explicó ella— mi entrenador se confesó a la tuya hace unas semanas ¿O no?
Holly abrió mucho los ojos, en sorpresa. La Haunter lo recordaba, a él, a quien solo había visto unos minutos en un día lejano. A pesar del cansancio, su cara se sonrojó.
Ella sonrió, de verdad sonrió, aliviada.
—Tengo una idea— dijo al fin— te llevaré hasta el liceo y de ahí me indicas el camino a tu casa ¿Qué te parece?
Holly sonrió, esperanzado. Había ido miles de veces al colegio de Lia, se sabía el camino de memoria.
—¿Pero tienes transporte?— se extrañó el Kirlia.
—Claro, yo soy el transporte.
Y sin pedirle permiso ni nada, la Haunter tomó al Kirlia y lo depositó sobre su cabeza. Holly se agarró con fuerzas a su pelo, entre las orejas puntiagudas de la fantasma.
Luego, el cuerpo flotante de la Haunter se elevó unos diez metros del suelo, y desde ahí se dirigió directamente al colegio.
—No sabes cuánto te agradezco esto— le dijo Holly, notando cómo las energías lo abandonaban nuevamente. Supuso que no había dormido más de cinco minutos antes que ella lo encontrara.
—Jeje. De nada. Esa vez, cuando mi entrenador se confesó a la tuya, tú estabas tratando de evitarlo ¿Cierto? Fue un gesto lindo, lástima que mi entrenador sea un cabeza hueca.
—Sí, pero no se pudo evitar...— contestó Holly con un hilo de voz.
—Por cierto ¿Cómo te llamas?— le preguntó ella, pero no recibió más respuesta que la lenta respiración del Kirlia— Oh, se quedó dormido.
—/—/—/—/—/—
Cuando Holly despertó, aún se encontraba flotando sobre la Haunter. Frente a ellos, el colegio °54 se encontraba vacío y con las luces apagadas, pero completamente visible desde arriba.
—¿Ah? ¿Ya estamos aquí?— se extrañó el Kirlia.
—¡Oh, qué bien que despiertas!— exclamó la Haunter— no quería hacerlo yo, parecías muy relajado.
—Disculpa, no quise...
—Está bien. Ahora ¿Por dónde queda tu casa?
—Por allá, a la derecha— indicó él— sigues por la avenida hasta esa esquina con el mini mercado, y luego tres cuadras a la izquierda.
—Muy bien, por acá, entonces.
La Haunter se dirigió a donde le indicaban. Mientras, Holly despejaba su mente. Se sentía mucho mejor después de haber descansado sobre su salvadora.
—¿Tú vives cerca?— supuso.
—Sí, por esa calle de allá— ella indicó una avenida que ya habían pasado, transversal al camino que recorrían en ese momento.
Holly se rascó la cabeza. Se produjo un silencio que, por primera vez, le pareció incómodo.
—Y... ¿Qué estabas haciendo antes de encontrarme?
—Amh... creo que mejor no te digo.
—¿Ah?
—Puede que no te guste. No, no te diré.
—Ah... bueno. De todas formas perdona por hacerte interrumpirlo.
—¡Argh! Deja de pedir disculpas. Ya te ayudé, no lo hagas ver como algo malo.
Holly sonrió, un poco por la vergüenza.
—Sí, tienes razón.
Se produjo otro silencio entre ambos, esta vez menos incómodo.
—¿Y cómo te llamas?— preguntó finalmente ella, recordando que había estado reteniendo esa duda por un buen rato.
—Holly— contestó él— soy macho, por cierto.
Esto la hizo reír.
—Claro que eres macho, nunca tuve duda de ello— indicó.
Holly se sintió extrañamente aliviado ¿Acaso le gustaba que ella lo reconociera como varón? Enamorarse ciertamente era un fenómeno curioso.
—¿Y cómo te llamas tú?— le preguntó de vuelta.
—Priscilla— contestó— pero mis amigos me llaman Pris.
—"Priscilla", qué nombre tan bonito— comentó él.
—El tuyo me gusta más— admitió ella— Aunque no sabía que lo usaran para hombres.
—Es... mi entrenadora piensa que soy niña— confesó— No es algo muy agradable.
Priscilla volvió a reírse, esta vez con más ganas, y a pesar de que prácticamente se estaba burlando de él, Holly se sorprendió a sí mismo gozando con aquel sonido.
—Oh, esa sí que es buena— dijo al terminar de reír— ¿Y no le has dicho la verdad?
—Todos los días, pero no me hace caso. Honestamente, creo que esa chiquilla padece de alguna enfermedad mental.
Priscilla contestó con risitas.
Después de eso, no les tomó mucho llegar a la casa de Lia. Rápidamente descendieron a nivel del suelo, justo frente a la casa, y Priscilla depositó a Holly en el piso. Al pararse por su cuenta, el Kirlia volvió a sentir el dolor en sus piernas, casi tan intensamente como antes de desmayarse.
—Bueno, aprovecha de descansar— le dijo ella, despidiéndose— Yo regresaré a mi casa, también. Ya he tenido suficiente por hoy.
Estuvo a punto de darse la vuelta, cuando Holly la detuvo.
—Espera— le pidió.
La Haunter se volvió a girar hacia él, en su cara media sonrisa que quizás estaba ahí por genética, quizás porque realmente se sentía a gusto. La noche se había quedado callada, las luces los iluminaban, ese momento parecía haber sido hecho exclusivamente para los dos.
—Pris...— se llevó una mano al pecho, intimidado— quiero... quiero que sepas...
No, algo no andaba bien. Holly actuaba demasiado tímido, él no era así, no quería que ella lo viera así. Por eso se detuvo un instante, sacó pecho y frunció ligeramente el ceño, serio. Luego sonrió. Era algo por lo que debía sonreír, aunque temblara por dentro.
—Cuando te veo, siento terror y alegría al mismo tiempo. Quiero saber más de ti, ser alguien para ti, importarte, pero me da miedo ser muy poco, muy pequeño, muy débil. Yo... creo que estoy enamorado de ti, y por eso quiero ser tu amigo.
Cuando subió la mirada hacia ella, esta lo miraba con esos ojos depredadores que lo espantaban tanto. Quiso encogerse y protegerse la cara con los brazos, pero se quedó quieto y erguido, esperando su respuesta.
Ella se rascó la barbilla, sin saber muy bien qué decir.
—Yo no estoy enamorada de ti— indicó— ni creo llegar a estarlo... pero sí, mientras tengas eso en cuenta y no te vuelvas un tonto meloso, me gustaría que fuéramos amigos.
Holly sonrió de oreja a oreja.
—¿En serio?
Priscilla también sonrió.
—Me agrada la gente directa. Gracias por tu honestidad, Holly.
Quiso abrazarla de la alegría, pero se contuvo. Por un lado no quería comenzar a ser un "tonto meloso" desde el primer minuto de su amistad, y por otro, ella era muy grande para rodearla con sus pequeños brazos de Kirlia.
—Gracias por ser genial, y por rescatarme— contestó él.
Priscilla asintió para indicarle que había recibido sus agradecimientos, y con una última sonrisa, dio media vuelta y se elevó hacia la oscura noche, hasta desaparecer. El Kirlia se la quedó mirando hasta que sus ojos no lograron discernir qué era qué. Seguidamente dio media vuelta él mismo y se dirigió hacia la casa.
Apenas tocar la puerta, una desconsolada Lia abrió y lo estrujó en un apretado abrazo.
—¡HOOOOOOOOOOOOLLYYYYYYYYYYYYYYYY!— chilló, chorreando lágrimas y mocos sobre su cabeza— ¡LO SIEEEEEEEEEEEHEHEHEHENTOOOOOOO! ¡BWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
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Haunter, el pokemon Gas:
—Altura: 1,6 m (el doble de Holly)
—Peso: 0,1 kg
—Grupo Huevo: Amorfo
—Género: Igual proporción entre machos y hembras
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