19.- Desde la Penumbra de los Dragones (5/5)
Después de unos minutos, encontró al grupo en el mismo lugar donde los había dejado. Notó que, además del Dragonair y Vibrava, el otro dragón con aletas tampoco se encontraba ahí, seguramente había ido a buscarla también y se había perdido.
En el claro solo quedaban el Hydreigon, los dos humanos y un pokemon baboso, de color lila y con dos antenas. Priscilla les escuchó llamarlo Goomy. Libra se mantenía parado detrás de Lia, mientras esta repetía una tarea: buscaba en su bolso por una pokebola y se la acercaba a Holly para atraparlo. Pero la pokebola se rompía, y el Hydreigon lo agarraba de los brazos o la cabeza antes que Holly pudiera huir. Lo hacían una y otra vez. Priscilla tuvo que taparse la boca para que no se le saliera un chillido de horror.
—¿Cuánto tiempo ha estado Holly aguantando esas pokebolas?— se preguntó.
Romper una pokebola no era muy difícil, romper dos o tres era algo molesto, pero nada que un pokemon fuerte no pudiera hacer. Romper una y otra y otra de manera consecutiva, por todo el tiempo que ella había estado fuera de la vista, debía ser horrible. Holly se notaba cansado, como si no hubiera dormido nada en dos días y le hubieran dado una paliza, pero se mantenía firme, desafiante.
—Vamos, Holly, por favor— le pedía Lia de cuando en cuando.
Holly no contestaba. Libra, Hydreigon y el Goomy tampoco decían nada. Priscilla apretó los dientes, furiosa. Sabía que Holly se sentía mayormente indiferente hacia su antigua entrenadora, pero eso dejó de importarle. Priscilla iba a patearle el trasero a esa estúpida niña después de hacerle eso a Holly.
Sin embargo, en ese momento surgió otra silueta desde el bosque. Libra y Hydreigon se pusieron tensos, pero al reconocerlo, se relajaron. Era el dragón de las aletas.
—¡Gabite! ¿Estás bien?— preguntó Libra.
—¡No la encontreeeeeeeeeee!— exclamó, furioso, y comenzó a golpearse a sí mismo— ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto!
—¡Suficiente!— exclamó Libra, y el Gabite se detuvo— Está bien, Gabite. Quédate aquí, esperaremos a los demás. En cuanto Lia recapture a su Kirlia, nos iremos de aquí.
El Gabite agachó la cabeza, irritado, pero obediente.
Priscilla examinó la situación. Como en la batalla anterior, no podía ir y atacarlos de frente, no mientras ese Hydreigon estuviera presente. Por otro lado, si conseguía que él se fuera, podría enfrentar al Gabite y al Goomy sin muchos problemas.
—¿Pero cómo hago que se vaya?— se preguntó la Gengar.
Los miró a todos. Reparó en que Holly ya no miraba a Lia ni al Hydreigon, sino que a Libra. Tenía su cabeza girada hacia él, como si quisiera decirle algo, pero se mantenía en silencio.
—¿Mmm? ¿En qué estará pensando? ¡Uf! Si solo pudiera saber lo que pasa por su cabeza...
Entonces Priscilla recordó que Holly podía sentir y reconocer las mentes alrededor. Seguramente había percibido la suya. Seguramente ya tenía un plan ¿Por qué miraba a Libra? Porque quería decirle algo, no a él, sino a ella. Era una pista para que entendiera su plan.
—Algo con Libra— se dijo Priscilla.
Sentía que el estómago le hervía de los nervios, pues con cada segundo que se demoraba en descifrar el acertijo de Holly, era otro segundo que Lia tenía para meterlo a una pokebola.
—¡Vamos, piensa, chica! ¿Qué pasa con Libra? Es el entrenador de todos los otros pokemon aquí, le gustan los dragones, es el hermano mayor de Lia, es el líder de esta operación, supongo...
Entonces se dio cuenta. Miró al Hydreigon para cerciorarse. Era un pokemon muy grande y feo, pero miraba al joven hombre como un niño a su padre.
—¡Eso es! ¡Si ataco a Libra, Hydreigon se preocupará por él y le pondrá toda su atención! ¡Dejará a Holly libre! ¡Si Hydreigon lo deja libre, él podrá teletransportarse a otro lugar! ¡Habremos huido con éxito!
Sin esperar ni un segundo más, se hundió en el piso y se dirigió a los pies de Libra. Tenía que hacerlo rápido y apuntar bien, solo tenía una oportunidad.
Libra se mantenía de brazos cruzados, mirando de cuando en cuando a los lados, por si uno de sus pokemon restantes aparecía. Ya se habían demorado un montón ¿Qué estarían haciendo?
—Seguramente Vib se echó la siesta por ahí y Drago lo está regañando— pensó.
De pronto escuchó un ruido extraño, como un zumbido, un pitido muy leve. Pensó que se pasaría rápido, pero continuaba. Miró hacia todos lados, pero no encontró la fuente, hasta que el ruido se volvió fuerte y se dio cuenta que provenía desde el suelo, desde sus pies. Libra miró hacia abajo, pero muy tarde, puesto que Priscilla ya había cargado su ataque más potente por completo y lo disparó directo a él. Libra intentó esquivarlo, pero no reaccionó a tiempo, y recibió de lleno la Bola sombra de la Gengar.
Dado que él no entrenaba como sus pokemon, ese solo impacto lo noqueó, y se desplomó sobre la hierba.
Todos se giraron hacia él, primero confundidos, luego sorprendidos.
—¡MAESTRO!— gritó Hydreigon, antes de dejar a Holly y dirigirse a Libra.
Lia también se giró hacia su hermano, muy consternada para darse cuenta que, sin Hydreigon sujetando a Holly, ya no había nada que le impidiera teletransportarse a un lugar seguro. Priscilla viajó a toda prisa por el suelo, emergió junto a él y ambos pokemon se teletransportaron por ahí cerca, detrás de un árbol. Inmediatamente Priscilla lo tomó en brazos, lo puso sobre su espalda y se lo llevó flotando colina arriba. Flotaron lo más rápido que la fantasma podía, esquivando árboles y ramas, hasta que se elevaron por sobre las copas, siempre hacia arriba.
—¡Excelente, Holly! ¡Nadie nos vio!— exclamó la Gengar.
—Bien hecho, Pris. Gracias por salvarme— le espetó el Kirlia, en tono cansado— pero alguien nos vio.
—¡¿Qué?!
—Está abajo, está muy enojado. Creo que es...
Priscilla miró hacia abajo. No lo vio de inmediato, puesto que la copa de los árboles lo escondía, pero poco a poco fue notando su cuerpo azul y las aletas en sus brazos.
—¡Geeeeeeeengaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!— rugió el Gabite, mientras corría por el bosque bajo ellos, a toda prisa.
—¡Woah!
—Tenemos que deshacernos de él antes que los demás lo noten— indicó Holly.
—¿Es muy fuerte?— inquirió Priscilla.
—Creo que todos los dragones de Libra están al mismo nivel, con excepción de Hydreigon.
No era un monstruo como Hydreigon. Eso era suficiente.
—Muy bien, te esconderé por ahí y lo enfrentaré.
—No, no. Te ayudaré— le aseguró Holly.
—¡Pero estás agotado! Será mejor que descanses.
—No— Holly tomó aire y exhaló tomándose su tiempo— puedo pelear. Haremos esto juntos.
—/—/—/—/—/—
El Gabite corría a toda velocidad. Estaba bien entrenado y su especie era rápida y resistente, por lo que no le costaba nada seguir a aquella lenta Gengar que flotaba grácilmente por el cielo. Solo podía pensar en vengarse de ella, en desgarrar su fea cara con sus aletas, en arrancarle los ojos a mordiscos. Ella se atrevió a hacerle daño a su entrenador. Le haría pagar caro.
De pronto, la Gengar descendió, hasta que se perdió en las copas de los árboles. Gabite pensó que sería una táctica para intentar huir, y aumentó la velocidad.
—¡No escaparáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas! ¡Gengaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!— rugió.
Sin embargo, de pronto advirtió una silueta frente a él, más arriba. El Gabite disminuyó la velocidad para verlo mejor antes de atacarlo. Era un cuerpo menudo, no podía ser la Gengar. Era el Kirlia de la hermana de su maestro.
Estaba parado ahí, frente a él. El Kirlia parecía esperarlo. El Gabite no entendía por qué estaba ahí, por qué no intentaba huir. Pensó que debía haberse caído del lomo de la Gengar.
—Lo dejaré inconsciente y luego iré por esa maldita— se dijo el dragón.
Volvió a acelerar hacia el Kirlia para pegarle con una de sus aletas. Mientras tanto, él le arrojó un montón de Hojas mágicas. Las hojas viajaron a toda velocidad hacia Gabite y lo cortaron por todos lados, pero no le provocaron más que rasguños superficiales, nada que mereciera su atención. Gabite era un dragón duro y rudo, y ese ataque apenas le hacía cosquillas, aunque había un montón de hojas.
Pronto tuvo que entrecerrar los ojos para evitar que se le enterrara una de esas hojas, pero mantuvo al Kirlia frente a sí, al centro. Le tapaban gran parte de la vista, pero le bastaba con ver su presa. Estaba rodeado de árboles, pero ya no tenía tiempo de esconderse en ningún lado. Estaba acabado. El Gabite acortó las distancias entre ambos, listo para arremeterlo con un buen golpe. Sin embargo, al pasar junto a uno de los árboles cera de Holly, advirtió una bola oscura por la comisura de su ojo. En el instante que le quedaba para reaccionar, intentó girar su cabeza. Apenas alcanzó a ver la silueta de la Gengar, cuando esta le disparó una Bola sombra completa directo a la cara. El ataque fantasma lo empujó antes que pudiera tocar a Holly, y lo mandó contra un árbol. Se dio un buen golpe en la espalda y luego cayó.
Necesitó un momento para recuperarse, pero aún no había perdido. Ese solo había sido un ataque, aún podía continuar.
Sin embargo, mientras estaba tirado en el suelo, Holly se le acercó y le dio un beso en la cabeza. Gabite se sintió sexualmente invadido, hasta que notó que el beso no era para satisfacer un placer mórbido, sino que para drenar su energía. Sus fuerzas se fueron a una gran velocidad por su cabeza hacia Holly. Gabite volvió a caer, derrotado, mientras que Holly recobró sus fuerzas.
—¡Uf! Estoy mejor.
Luego miró a Priscilla, quien salía desde su escondite en el árbol.
—Buen plan, amor— le espetó ella— ¿Pero cómo supiste que caería tan fácil?
—Estaba muy enojado. Cuando uno está enojado, deja de pensar con claridad— le espetó Holly— ahora vamos, tenemos que perderlos.
—¡Sí!
Holly se subió sobre su lomo y ambos se marcharon hacia arriba. Gabite apenas se mantenía consciente, pero alcanzó a verlos marcharse por el cielo. Holly notó esto, supuso que lo mejor sería rematarlo y esconderlo, pero no quería ser tan cruel con un enemigo que ya habían derrotado.
—/—/—/—/—/—
Cuando las cosas se calmaron, Lia miró a Hydreigon y a Goomy. Ambos se mantenían parados junto a Libra, sin saber qué hacer. Era entendible, él era su entrenador, su líder. Era él quien debía estar dando órdenes en caso de un accidente.
Lia se fijó en su hermano. Había recibido un buen impacto de ese Gengar. No parecía que se hubiera dañado nada muy severamente, pero no parecía que iba a despertar pronto.
No podía creer su suerte; su Kirlia escapaba por tercera vez y su hermano había sido atacado por un pokemon salvaje. Estaba partida entre ayudarlo y salir a perseguir a su pokemon.
Luego volvió a mirar a los pokemon de su hermano. Una idea loca cruzó su mente. Pero era demasiado, ella no sería capaz de llevarla a cabo. Solo terminaría empeorando todo...
¿Pero y si arreglaba las cosas así?
Volvió a subir la mirada. Hydreigon miraba hacia el punto donde el Gengar y Holly habían desaparecido en el bosque. Lo miraba con frustración e ira. Se notaba que quería perseguirlos y vengarse como Gabite, pero también estaba su responsabilidad hacia su entrenador. No podía abandonarlo así sin más.
Entonces Lia se puso de pie. Lo iba a hacer. Estaba decidida.
—Hydreigon, Goomy— los llamó, usando un tono autoritario del que no se creía capaz— son los pokemon de Libra, pero necesito que hagan lo que yo les diga por ahora ¿Están bien con eso?
Ambos la miraron confundidos, algo contrariados, pero también esperanzados. Estaban dispuestos a hacer lo que fuera si podían ayudar a su entrenador o vengarse de sus enemigos.
—Nos vamos a separar en dos equipos— indicó Lia— Goomy, tú te quedarás aquí para proteger a Libra. Él está bien, solo necesita descansar. Hydreigon...— lo miró hacia arriba. Su cara del centro era amenazante, su porte alto, su silueta monstruosa, pero tenía toda su atención puesta en ella— tú y yo vamos a ir por esa Kirlia y la traeremos de vuelta ¿Entendido?
Hydreigon apretó los dientes de solo pensar en él. Luego miró a su entrenador una última vez. Lia tenía razón, no estaba grave ni nada, solo se había golpeado. Goomy debía ser suficiente para mantener guardia. Por otro lado, esa sería su última oportunidad para darle su merecido a ese malnacido Kirlia.
—Con una condición, señorita— le pidió Hydreigon— si fallas al capturarla, me la comeré.
Lia tragó saliva. Ese Hydreigon de verdad odiaba a Holly. Sin embargo, Lia confiaba en su lazo con su pokemon. A pesar de todo, seguían siendo las mejores amigas, aunque a ella se le hubiera olvidado. Aun algo nerviosa, miró su bolso.
—Me quedan seis ultraballs— indicó— después de que las use todas, tendrás tu oportunidad. Si me engañas y te adelantas, le diré a mi hermano.
Hydreigon asintió con la cabeza.
—Tenemos un trato, entonces.
Lia también asintió.
—Vamos por Holly.
Hydreigon se dio la vuelta y se inclinó. A Lia le tomó dos segundos darse cuenta que le estaba diciendo que se subiera. Entonces, algo torpe, la chica se encaramó sobre su espalda, se arrastró hasta la zona superior de su lomo y se sujetó de sus plumas negras como pudo.
—¡Sujétese!— le pidió Hydreigon, antes de agitar sus alas y tomar vuelo.
Ambos se elevaron en el aire, y con otro batir de sus seis alas, echaron a volar sobre la copa de los árboles, hacia la cima de la montaña.
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