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19.- Desde la Penumbra de los Dragones (4/5)


El Vibrava iba zumbando por el bosque, buscando a la Gengar. No estaba seguro de lo que haría al verla, pero su entrenador le había dicho que la buscara.

—Aunque preferiría tomarme una siesta. Quizás podría echarme bajo uno de estos árboles y...

En ese mismo momento un enorme cuerpo morado apareció junto a él, mirándolo directo a los ojos. El Vibrava tuvo el impulso de apartarse, pero de pronto los ojos rojos que lo miraban comenzaron a verse hipnotizantes, y no pudo apartar la vista de ellos. A la vez, su cuerpo comenzó a sentirse pesado, sus párpados cayeron, sus alas dejaron de moverse, y él se acurrucó en el suelo para tomarse una siesta.

Priscilla se apartó un poco para mirarlo. Había aparecido desde el suelo para dormirlo, aunque no esperaba que le fuera tan bien.

Aun así, la Hipnosis no duraba mucho. En uno o dos minutos despertaría, así que debía ser rápida. Debía pensar en una manera de rescatar a Holly sin su pokebola, deshacerse de ese Hydreigon y huir para siempre de aquellos humanos tan molestos. Se giró para ir a buscar a los otros pokemon, pero al hacerlo se encontró con uno de ellos. El Dragonair la miraba a ella y al Vibrava, desconcertado. Priscilla se paralizó un momento en su lugar.

Ambos se miraron, tensos, por un largo rato.

De pronto el Dragonair reaccionó.

—¡Ah! ¡Es la Geng...

Pero no pudo continuar, puesto que una bola fantasmal se le acercó a toda velocidad, y tuvo que concentrarse en esquivarla. La Bola sombra chocó contra un árbol, derribándolo. El Dragonair se fijó en su enemiga. Comprendió que no le dejaría pedir ayuda. No era cualquier Gengar tonta. Más encima había conseguido hacer dormir a su compañero. A pesar de todo, sonrió con altanería.

—Hasta aquí llegaste, salvaje— le aseguró.

Priscilla entonces se hundió en el suelo y reapareció tras él. Antes que el Dragonair pudiera reaccionar, ella le mandó un Puño sombra a su largo cuerpo. Sin embargo, Dragonair ignoró el dolor y se retorció en un movimiento rápido, con lo cual formó un pequeño Ciclón de color azul morado. Priscilla fue arrastrada por el Ciclón y fue lanzada contra uno de los árboles, dándose un buen golpe contra el tronco. Supuso que ese Dragonair debía estar más o menos a su nivel. Con algo de suerte, acabar con él debería ser algo fácil.

Sin embargo, en ese momento advirtió que su contrincante se dirigía a toda velocidad a otro lado: hacia el Vibrava. Priscilla se dio cuenta muy tarde de lo que intentaba conseguir.

—¡Oh, no! ¡Va a despertarlo!— pensó.

—¡Oye, Vib, despierta!— exclamó Dragonair.

Vibrava poco a poco abrió los ojos. Priscilla podría haber ido y tratar de atacarlo o probar con Hipnosis de nuevo, pero le habría resultado difícil con Dragonair defendiéndolo. Eran dos contra una, peor aun, Priscilla no conocía a esos pokemon ni sus tipos. Ese tipo de cosas por lo general las sabía su entrenador, pero ya no estaba ni con Marcial ni con Geranio. Tenía que valerse por sí misma contra aquellos dos tipos.

—¡Vamos, Pris! ¡No puedes fallar ahora! ¡Holly te necesita!— se dijo.

Era cierto. Holly la necesitaba más que nunca. Si fallaba en ese momento, Priscilla posiblemente no volvería a sentir sus caricias, ni a compartir con él. Apretó los puños, determinada. Esos dos pokemon de repente se veían pequeños en comparación al abismo de soledad que le deparaba si defraudaba a su Kirlia en ese momento.

—¡Vamos, Vib! ¡Tenemos que deshacernos de esa sucia salvaje!— le apremió el Dragonair.

—Sí, sí, ya voy— gruñó el Vibrava, elevándose perezosamente.

Ambos echaron a volar hacia ella. Priscilla estaba determinada, pero sabía que no iba a ganar contra ambos frente a frente. Tenía que esconderse y dar con una estrategia. Estudió rápidamente su alrededor, como hacía Holly. Por todos lados había árboles, también unas ramas y rocas, pero nada contundente que la ayudara en la pelea. Por el momento tenía que esconderse, así que se hundió en la tierra.

—¡Se metió en el suelo!— observó Dragonair.

—Sí, sí, ya la vi— alegó Vibrava.

—¡Dale con un Terremoto!

—Está bien.

Vibrava se elevó un poco para prepararse, pero Dragonair lo paró.

—¡Espera! ¡Espera, bruto bobalicón! ¡Me vas a dar a mí también!— alegó.

—Pero tú me dijiste que lo hiciera— protestó Vibrava.

—Sí, pero déjame salir del área de efecto ¿Sí? A ver...— miró a sus lados, donde encontró un árbol cercano y convenientemente chico. Se le acercó a toda prisa, saltó y se enrolló en una de sus ramas bajas— listo.

Vibrava se arrojó contra el suelo, abriendo varias grietas con el golpe que le dio. La tierra se movió arriba y abajo, y habría aplastado a cualquiera entre sus duras y macizas placas, de haber estado ahí.

Sin embargo, Priscilla miraba todo segura desde la copa de un árbol. Había viajado desde el suelo ahí porque en el suelo apenas podía ver u oír nada, y necesitaba vigilar a sus enemigos. La sorprendió que aquel Vibrava pudiera usar un ataque tan poderoso. De haberse encontrado en el suelo cuando usó Terremoto, Priscilla habría quedado fuera de combate en un instante. No conocía todos los tipos de pokemon a la perfección, pero al menos sabía de cuáles tenía que cuidarse: Siniestro, Psíquico, Fantasma y Tierra.

Lo bueno es que el Dragonair se había enroscado en la rama del mismo árbol en donde se había escondido ella. En ese momento el dragón miraba el terreno donde su compañero había usado Terremoto. Al mismo tiempo le daba la espalda a ella, totalmente indefenso.

Priscilla pensó en atacarlo desde ahí, pero supuso que una sola Bola sombra no lo dejaría fuera de combate así como así, harían falta dos o tres ataques, eso era lo usual. Si atacaba en ese momento, daría su ubicación, y no podría viajar por el suelo, porque la atraparían con uno de esos Terremotos. Podría intentar huir por el aire, pero suponía que aquellos dos dragones la alcanzarían sin muchos problemas, sobre todo el que tenía alas. Tenía que pensar en algo.

—¿Pero qué puedo usar? Ay, Holly sabría qué hacer de inmediato ¿Qué harías en mi lugar, amor?

Usaría lo que tenía a mano. Sus poderes, las debilidades de sus enemigos, los elementos del terreno, todo. Sin embargo, Priscilla no veía una manera en que nada ahí le diera la victoria.

—¡Nfh!— exclamó Dragonair, sacándola de su ensimismamiento— Maldita e insignificante salvaje ¿Por qué tenemos que rebajarnos a pelear contra una mugrienta como ella?

Se había bajado del árbol para examinar su alrededor. Vibrava suspiró.

—Salvaje, entrenada, es lo mismo— alegó él— lo único que me importa es que lo hagamos rápido para que podamos volver a casa y descansar.

—Sí, sí, sé que quieres dormir. Pero lo haremos más rápido si me ayudas a buscar.

El Vibrava suspiró con hastío, pero se puso a buscar junto a su compañero.

—Parece que llevan tiempo conociéndose— apuntó Priscilla— pero uno quiere irse pronto, y el otro es un cretino altanero. Creo... creo que puedo usar eso contra ellos.

Rápidamente urdió un plan. Esperaba que fuera suficiente, porque era todo lo que tenía.

Se elevó desde el árbol en silencio para flotar sobre las cabezas de los pokemon. Había muchas hojas y ramas cubriendo su vista del suelo, pero no tantas como para no ver nada. Desde arriba igual podía ubicarlos a ambos, pero ellos no sabían que ella estaba ahí.

—Bien, aquí voy— se dijo.

Apuntó las manos frente a sí, se enfocó para formar una bola de sombras concentradas y la disparó contra el Dragonair. Inmediatamente después se lanzó hacia el piso.

La bola le dio en la cabeza, enviándolo de cara al suelo. Esto sorprendió al Vibrava, quien miró hacia arriba, justo para notar a la Gengar caer en picada directo al suelo, donde desapareció.

—¡Ahora!— exclamó, antes de saltar.

Dragonair advirtió lo que su compañero pensaba hacer, asustado.

—¡No, idiota, es una...

Pero Vibrava no alcanzó a detenerse a tiempo. Produjo un potente terremoto, que sacudió toda la tierra alrededor y también a un par de metros de profundidad. Habría dejado fuera de combate a Priscilla, de no ser porque, justo después de hundirse, se dirigió hacia detrás de un árbol para emerger antes que el terremoto la alcanzara. Dragonair, sin embargo, no tuvo tanta suerte. Con su cara plantada en el suelo, recibió un puñado de golpes y aplastamientos de parte de las placas de tierra, y salió herido. No fue suficiente para dejarlo inconsciente, pero le afectó.

—¡Argh! ¡Bruto inepto!— le gritó a Vibrava.

—Lo siento, no quería lastimarte.

—¡Pero lo hiciste, idiota! ¡Argh, que duele!

—¡Ay! ¡Ese terremoto me dio!— exclamó Priscilla, desde detrás del árbol donde se escondía.

Vibrava y Dragonair se giraron, tensos.

—¡Ahí está! ¡Quédate aquí, ahora vuelvo!— le espetó Vibrava a su compañero.

—¡No, detente!

Vibrava paró en seco. Priscilla subió hasta la copa del árbol para verlo escondida.

—Nos quiere separar ¡Esa maldita salvaje!— exclamó Dragonair— ¡Quédate aquí, no podemos dejar que una mugrienta como ella nos gane!

—Ah... está bien— aceptó Vibrava.

Priscilla se dio cuenta que no eran tan tontos como había esperado. Sin embargo, aún le quedaban algunos trucos que usar.

—Jijiji— rio desde su escondite— ¿Qué sucede? ¿El señor "sofisticado" le tiene miedo a una tonta y pobre salvaje?

Dragonair apretó los dientes, pero no se rebajó a contestar. Priscilla se hundió en el suelo y cambió de árbol para darles la sensación de que estaban rodeados.

—Es muy fácil tratar a otros como sabandijas cuando se tiene la ventaja ¿No?— dijo con una voz condescendiente— Pero apenas se hace un rasguño, el señorito se acobarda.

Dragonair se puso rojo de la ira.

—¡Cállate, bruja! ¡No pretendas que nos entiendes! ¡Nunca has tenido que luchar por nadie más que por ti misma! ¡No eres leal a nadie! ¡No eres nadie!

Priscilla se cambió a otro árbol. Se extrañó al principio de lo que decía el Dragonair, hasta que se dio cuenta que este creía que ella era un pokemon salvaje. Era normal, no muchos pokemon huían de sus amos. Supuso que podía aclarar el malentendido, pero decidió adoptar el papel que el dragón le había creado en su mente.

—Uy, sí. Mírenme, le sirvo a un humano y hago todo lo que me dice ¿Quiere que pelee por usted? Claro ¿Quiere que le limpie sus zapatos? Por supuesto ¿Quiere que le chupe el pi...

—¡SUFICIENTE!— gritó Dragonair, y salió disparado hacia el escondite de Priscilla— ¡Te las verás conmigo, sucia salvaje!

—¡No, Drago, no!— le pidió Vibrava, pero ya era muy tarde.

Dragonair dio vuelta a un árbol, esperando encontrar a Priscilla, pero ahí no había nada. Inmediatamente después recibió una Bola sombra en la cabeza, como antes, y cayó inconsciente.

—¡Drago!— exclamó Vibrava, luego de oír el impacto.

Había intentado alcanzarlo, pero llegó muy tarde. Al detenerse, lo encontró tirado en el suelo, fuera de combate. Miró hacia todos lados, pero no encontró a la Gengar. Luego recordó que ya antes los había atacado desde arriba. Levantó la vista, pero muy tarde, una tercera Bola sombra se dirigía directamente a su cara.

Vibrava cayó de espaldas, pero rápidamente se recuperó, apuntó y le lanzó un Dragoaliento. Una fina y larga llama rosa le llegó en el pecho y la impulsó fuera de la rama donde estaba parada. Priscilla cayó del árbol hacia el suelo.

Vibrava rápidamente rodeó el tronco para arremeter de nuevo, pero Priscilla ya no se encontraba ahí. Rápidamente Vibrava usó otro Terremoto, pero la fantasma no apareció. Finalmente el dragón miró hacia arriba, mas tampoco estaba ahí.

—¿Dónde...— se preguntó, pero entonces pensó en el lugar a donde él habría ido en su situación— ¡Atrás!

Pero se giró muy tarde. Al darse la vuelta, se encontró de nuevo con los ojos de Priscilla, que lo hipnotizaron para que durmiera. El Vibrava se desplomó sobre el suelo, donde ella le mandó dos Bolas sombras consecutivas para noquearlo del todo.

La Gengar se cercioró de que ambos enemigos estuvieran inconscientes antes de secarse el sudor de la frente.

—¡Lo logré!— pensó, sorprendida.

Nunca esperó lidiar con ambos pokemon ella sola, sin siquiera con un entrenador apoyándola. O quizás esa había sido su fortaleza. Pelear junto a Holly la había hecho darse cuenta de las muchas posibilidades que podía usar, y que una pelea bien podía ser un concurso de fuerza y resistencia, pero también podía ser un conflicto de mentes. Todos los recursos contaban, todos eran igual de válidos.

Se examinó. Estaba bastante bien para salir de una pelea contra dos adversarios, pero recolectó un par de bayas en el camino para recuperarse de todas maneras. Seguidamente regresó con sigilo al claro del bosque donde habían apresado a Holly.

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