2. Heaven.
Hi~ Me demore un poco más porque este capítulo quedo del largo de mi OS más extenso, no tenía planificado ahondar tanto en esta parte pero se me hizo muy entretenido y la verdad me gusto caleta, el año pasado quedé muy decepcionada del OS que saqué para Halloween y es bonito sentir que este fue horneado con amor y que eso se ve muy reflejado.
Mil gracias por siempre darle cuerdita a mis ideas, se les quiere caleta, de verdad.
El cielo no es cómo se lo imaginaba, si bien, Ash no es creyente (sería blasfemo para su especie serlo) siempre que referían al paraíso se lo imaginaba en una concepción casi bíblica en donde la serenidad era un abrazo eterno, fantaseó en que aquel lugar sería el equilibrio para la coexistencia, ¿no sonaba poético que los ángeles habitaran libremente compartiendo sabiduría? Todo esto rodeado de olores sublimes, paisajes de ensueño, respeto inefable, era una recompensa, una victoria y algo totalmente opuesto al infierno por lo mismo.
—¿Qué? —Eiji alza una ceja, impresiona visiblemente molesto porque le ha sido imposible esconder su decepción—. ¿Te imaginabas algo muy distinto?
—Es como una ciudad.
—Bueno, algunas partes pero...
—Esto no es un Edén.
—¿Qué esperabas? —Eiji agita sus alas dando cuenta de su molestia, el polvo salpica y la fuerza bajo sus plumas blancas resulta tan intensa que incluso mueve las nubes de alrededor—. Los ángeles con rangos inferiores como el mío son básicamente obreros, no hay nada grandioso en eso.
—No lo dije para ofenderte. —Alza las manos, han llegado a una especie de ¿casa? Es decir se parece a una cabaña rústica acomodada en un rincón del cielo, esta zona no es tan urbana y tiene tal belleza en su vegetación que hasta él debe recobrar la punzada de refulgencia apagada—. ¿A dónde vamos?
—A mi hogar.
—¿Eh? —Eiji abre la puerta, lo mete a la fuerza—. ¡Creí que me ayudarías a averiguar sobre mi vida!
—Lo haré, pero no puedes ir deambulando así.
—¿Así cómo? —Entonces el bastardo lo apunta de arriba hacia abajo, como si las fachas blancas que visten en el cielo fueran más elegantes o lindas—. No tengo alas, el disfraz no funcionará, será obvio.
—No todos los ángeles tienen alas. —Tararea—. Así como no todos los demonios tienen cachos, eso lo supongo porque tú no los tienes, bastará con vestirte de blanco y que mantengas a tu colita oculta de los demás.
—¡No la llames en diminutivo! —Gimotea cabreado—. Debe ser intimidante ¿sabes? —Sin embargo Eiji no hace caso al instinto y en vez de vislumbrar el peligro procede a deslizar sus dedos por su cola afilada, usualmente es un arma, funciona como una navaja con perfecta precisión, tiene tanta sangre de demonio impregnada que clasifica como asesina, aun así, se siente bien que el ángel la toque.
—Creo que es linda. —Ríe deslumbrado—. Tiene forma de corazón y se ladea como la de un perrito.
—¡Mi cola no...! —¿Tiene sentido discutirle al rey de la irracionalidad?—. ¿Dónde está tu closet? No me quiero arrepentir después de esto.
—No lo harás. —Chasquea animado—. Vamos.
Sigue a Eiji hacia el cuarto y le sorprende lo impersonal que se siente, vaya, para alguien que tuvo la suerte de entrar al cielo tiene una actitud de no querer estar ahí, no es que sea evidente, al contrario de la transparencia estos son detalles que pasan con sutileza, es cómo casi no hay fotografías encima del velador cuando Eiji ama las fotos (¿lo hace?) lo aburrida que se siente su ropa casi como si faltara un estampado horroroso y deforme, los libros sobre la mesa de Hemingway o Salinger cuando varias veces ha manifestado su rechazo por dichos autores clásicos, el cómo sus ojos de ciervo impresionan estar esperando eternamente a alguien ¿a quién?, ¿a quién habrá perdido? Por algún motivo pensar en que Eiji espera a alguien más lo hace querer vomitar.
Por ende, se queda estático sentado en su cama, viéndolo vaciar el closet en busca de alguna prenda que sí le quede puesto que su brecha corporal es inmensa, Eiji es bajito, se burla, igual que un enano.
—¡Lo encontré! —Eiji saca de su closet una camisa, es simple, demasiado simple, parece algo robado del mundo humano—. Creo que te quedará bien.
—¿Por qué la tienes? —Le es familiar pero ha pasado bastante tiempo en la calle recolectando almas de adolescentes pandilleros sobre todo, Dino tiene una fijación con ellos—. No es tu estilo.
—¿Eso qué significa? —Acomoda las manos en su cadera, indignado.
—Qué a ti parecen gustarte más los suéteres feos, los pantalones sin forma, las camisas estrictas de chico bueno que va a la iglesia o las cosas infantiles es decir ¿te vistes como un viejo o como un crío?
—¡Ash!
—¿Qué? Es un poco confuso. —La camisa vuela hacia su cara y Ash tiene ganas de reírse, en realidad se siente malditamente bien estar acá arriba con este ángel, se siente como si fuera un crío y dichoso pensamiento le apuñala el corazón, deja la daga incrustada, si se la saca no podrá parar ese desborde y lo comprende—. Gracias por traerme acá.
—¿Eh? —Eiji se sienta su lado casi como si escuchara su última y desesperada señal de auxilio—. No quise ser muy bruto con el tema pero ¿por qué estás en el infierno? No te ves como el resto de ellos.
—Porque fui un asesino y prostituto. —¿"Fui"? ¿Hay diferencia a lo que hago actualmente con Dino?
—Ash...
—Me tienes miedo ahora que sabes ¿no es así?
Pero Eiji no parece haberle tenido miedo ni una sola vez, eso lo comprueba cuando en vez de alejarse o sacarlo de su casa como lo haría cualquier ángel con más de dos neuronas, se inclina para apretarle la mano, lo hace con lentitud y calma, le da chance de apartarla o de acabar con el contacto si así lo desea y le da risa ¿desde cuándo importa el consentimiento de un demonio? Pero le provoca todavía más risa lo mucho que le aprieta el corazón estarlo tocando, está tan cerca que puede contarle todas las pestañas si así lo desea, los mechones oscuros se balancean hacia sus mejillas y esos ojos siempre honestos no tienen atisbo de susto reluciendo en ellos, al contrario, hay un sentimiento tan precioso alzándose como llamas en un incendio que queda totalmente paralizado.
¿Por qué fue un girasol? Lo cuestiona ya que obviamente Eiji es el mismísimo sol. Hermoso. Sublime.
Intocable.
—¿Por qué eres tan bueno conmigo? —Pregunta, sintiendo cómo sus barreras se caen trozo a trozo.
—¿Por qué eres tan malo contigo?
—Es lo que me corresponde ¿no? Merezco estar ahí abajo, por eso estoy condenado al infierno entre los demás demonios.
—A veces lo que creemos merecer y lo que merecemos es distinto. —Eiji le explica con una voz dulce y un agarre suave—. Quizás tú no merecías lo que creías merecer.
—Entonces toda la gente de ego alto estaría en el cielo. —Chista—. Dino debería estar ahí, vaya que tiene talento para victimizarse y echarle la culpa a los demás.
—Dino es malo y ya. —Sus dedos se entrelazan aún más—. Tú no.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Porque veo en tus ojos lo mucho que te duele lastimar al resto, no lo disfrutas, te castigas, te odias por herir a los demás e involucrarlos.
—Eres bueno leyendo a la gente. —Ash se inclina totalmente deslumbrado, saborea su aliento cálido sobre sus labios y se derrite en esta sensación, es una bocanada fresca en un pantano corrupto.
—Soy bueno leyéndote a ti. —Lo regaña—. No sé por qué pero tengo la sensación de que te conozco.
Yo igual, quiere decirle.
Creo que te conocí en mi vida y por eso estamos aquí.
—¡Eiji! —No alcanza a decirle nada de esto cuando una serie de golpes se estampa en la puerta, Ash salta igual que un gato arisco hacia la cama—. ¡Yue me dijo que te diéramos una intervención! ¡Estás pasando demasiado tiempo en el mundo humano y muy poco con nosotros!
—Mierda, es Shorter. —Nunca lo había escuchado maldecir abiertamente y le gusta esa faceta sucia.
—Shorter. —Hace memoria—. El sujeto de los anteojos y la calva.
—Ex calva. —Se ríe—. Quédate acá, lo iré a sacar de la casa.
—Ve, te espero acá. —Y realmente tiene intención de hacerlo, de quedarse calladito y portarse bien.
—Ash. —El problema es que—. Suéltame.
Su cola no está de acuerdo.
Por más que intente desenredarla impresiona haberse acomodado alrededor de la cintura de Eiji de manera caprichosa, Ash tira, chilla e intenta caminar al otro extremo del cuarto, más, la punta afilada se ha enganchado al largo funcionando casi como una cadena que los une ¿qué diablos? Es raro esta etapa rebelde pensando en que siempre lo obedece para matar, su cola nunca le ha dado problemas y de hecho es motivo de envidia entre los demás demonios, ¡¿por qué se está portando mal?! Carajo.
—¡No lo estoy haciendo a propósito! —Las alas de Eiji protestan alzándose en majestuosidad dentro del cuarto, Ash se afirma a los bordes de las paredes, al suelo, a la cama, a cualquier cosa que ofrezca un soporte firme para separarse, aun así falla soltándose ya que sorpresa, Eiji es jodidamente fuerte.
—¡Necesito abrir la puerta! —Gimotea poniéndose morado, la cola se acurruca con más ganas sobre su cintura como una boa constrictora—. ¡Ash!
—¡Deja de arrastrarme! —Se defiende—. ¿Cómo diablos eres tan fuerte?
—¡Soy deportista!
—¡En tus sueños!
—¡Ah!
Eiji se estrella de cara contra el suelo y Ash se le cae encima, la cola no se ha movido ni un centímetro como si temiera alejarse, genial, ahora tiene una cola con apego ansioso, vaya qué bonito, al parecer su vida no era lo suficientemente miserable en el infierno como para que ahora venga esto, no posee chance de ahogarse en sus pensamientos negativistas cuando vislumbra un par de zapatillas delante de sus ojos con un carraspeo grave de garganta.
—Así que. —Una cresta morada se asoma de arriba—. Supongo que este demonio tiene que ver con que estés tanto tiempo en el mundo humano.
—¿Demonio? —Eiji finge demencia—. No, él es un ángel con cola nada más. —Shorter alza una ceja.
—Eiji, soy relajado, no ciego. —El ángel más grande los ayuda a levantarse de un solo tirón—. Puedes contar conmigo para guardar tus secretos, así que explícame.
Así lo hace.
Le cuenta de su primer encuentro recolectando la misma alma, le habla acerca de lo opacos que sus ojos parecían cuando arrancaba el brote y las flores morían entre sus palmas, de su efusión por toda la literatura clásica de mal gusto (mira quién habla) acerca de las conversaciones infinitas que incluso si no tienen nada en común son capaces de sostener, cómo Eiji cree fijamente que no merece estar en el infierno y lo determinado que se profesa para ayudarlo a recobrar las piezas del rompecabezas.
¿Por qué? No tiene sentido, ni siquiera deberían haberse vuelto a ver puesto que cualquier ángel en su lugar habría renunciado.
Pero Eiji no, Eiji lo metió al cielo y está arriesgando el pellejo pese a ser desconocidos, Eiji no solo se robó un coche de policía dejando a Ibe atrás sino que lo condujo y decidió renunciar a su mundo por el mero deseo honesto de entender el infierno de Ash, se disfrazó de mesero para salvarlo de Golzine cuando estaba ciego y anoréxico, lo ayudó a escapar por las alcantarillas de Manhattan, quiso utilizar un arma para defenderlo y aun así recibió un disparo por Ash, ¿cómo era la palabra?
—Sa-yo-na-ra. —Musita para sí mismo confundido por el hilo de pensamientos sin pies ni cabeza en su cerebro, tanto Shorter como Eiji impresionan igualmente descolocados.
—Significa "adiós". —Eiji le explica ladeando la cabeza.
—No sabía que hablabas japonés.
—Yo tampoco lo sabía. —Sus puños se crispan en sus rodillas, está confundido y tan confundido que hasta le duele la cabeza.
—Eiji. —Shorter capta la atención—. Creo que la comida ya está, puedo olerla desde acá. —Entonces el japonés deja escapar un grito exaltado que le resulta a lo menos adorable antes de ofrecerles una reverencia cortés y desaparecer en lo que asume es la cocina.
Okey, no puede seguirse haciendo el tonto obviamente conoció a Eiji estando en vida o quizás acabó con el cerebro podrido y ahora está delirante, no tiene ni puta idea, sin embargo, no ignorará lo feliz que la presencia del ángel lo ha hecho pero eso solo acrecienta su vacilación puesto que es imposible que haya sido tan malo si poseía a Eiji en su vida, es cosa de mirar al ángel y la inocencia que retienen sus pupilas, ¿cómo un asesino podría ser merecedor de una presencia tan deslumbrante? Tal vez no es un homicida o quizás... no es solamente eso.
—Seré bastante directo, así que perdóname. —Están sentados frente a frente en las sillas alrededor de una mesita de madera, Eiji impresiona tener pocos amigos o no recibir visitas a menudo—. ¿Estás usándolo?
—¿Qué? —Si mantiene la cabeza fría aprecia de dónde viene aquella pregunta, Shorter debe ser un muy buen amigo si se preocupa por la integridad del nipón y no obstante—. ¿Quién carajos te crees?
Está cabreado.
Está malditamente cabreado de que lo esté juzgando, lo comprende puesto que es racional, ante los ojos de Shorter probablemente es la misma escoria que Dino, Marvin e incluso Fox y de hecho, lo es porque todos están dentro del mismo infierno así que ¿por qué diablos se ofende tanto? Eiji y él son de mundos diferentes que nunca estaban destinados a cruzarse, su amistad en verdad es un milagro.
—Wow, wow. —Shorter alza las manos—. No era para que pusieras esa cara de gato pateado, siento que sonara mal, pero me debía asegurar.
—Yo no tengo cara de gato pateado. —Saca sus garras e intenta ser arisco.
—Tu cola. —Más otra vez se ve traicionado—. Tu cola está en un estado depresivo porque pregunté.
—¿En serio? —Ash tironea la cola intentando parar otra vez la cuchilla, no obstante, esta se cae con dramatismo, ¿desde cuándo desarrolló esa personalidad? Es todo un protagonista de novela juvenil.
—Dicen que las colas y las alas son manifestaciones inconscientes. —Shorter tararea—. Yo no tengo.
—¿Por qué? Eiji sí tiene.
—Porque Eiji y yo somos distintos tipos de ángeles, él va a la tierra, yo prefiero quedarme acá arriba.
—Ah. —Ash se rasca la nuca, incómodo.
—Mira. —Shorter le da seriedad al tema—. Eiji apesta mintiendo, probablemente te descubrirán, te reportarán al infierno y cualquiera que sea tu castigo será mil veces peor, Griff y Max son muy tensos con el tema de las reglas, no te pueden ver por nada del mundo o te irá mal.
—Ya veo. —¿Es una amenaza? Seguramente apenas Shorter salga por la puerta lo delate y ya puede imaginarse la cara de satisfacción que Dino esbozará ¿qué le tocará entonces? ¿Partir otra vez desde abajo en un burdel de mala muerte? Supone que se puede despedir del mundo humano, del cielo y de Eiji, más, fue una bonita experiencia ¿verdad?
—Por eso necesitas de mi ayuda para hacer esto bien. —Alto. Alto. Alto.
—¿Tu ayuda? —Su mueca de desagrado es inclusive grosera—. ¿Por qué la querría? Pareces un tipo que no se toma nada en serio, no te confío mi vida.
—No pareces tener muchas opciones. —Tararea—. ¿Lo dices por mi ropa? —Bueno definitivamente no ayuda a su imagen de seriedad el tener un chaleco sin mangas abierto que muestra sus músculos como un maldito exhibicionista, jeans rotos y sus lentes de sol blancos ¿qué clase de impresión debe tenerle? No una grandiosa, asume—. Pero puedes relajarte, te doy mi palabra de que te voy a cuidar.
—¿Por qué te importa?
—Te ves buena onda, no como los otros demonios que he conocido. —Esa respuesta es hasta risible.
—Ya veo. —Vaya qué simple.
—Además. —Shorter tensa sus nudillos sobre la mesa—. Tengo la sensación de que se lo debo a Eiji.
Ya no puedo más... libérame.
—La cena ya está lista. —Eiji deja de golpe dos tazones de ¿calcetines podridos? No sabe qué diablos es esa cosa, sin embargo, cree que sería un castigo divino en el infierno.
—¡Qué delicia! —Shorter se la traga de golpe y Ash cree que debe estar demente para hacerlo o no tener papilas gustativas.
—Es natto. —Lo incita—. Es comida saludable, pruébala.
—Apesta. —Se queja apretando su nariz—. ¿Los japoneses solo comen comida apestosa? —Y pronto su broma muere porque su propia cola le golpea la cabeza en un regaño casi como si dijera: "no seas malo con Eiji" Dios y satán tienen a sus favoritos ¿eh?—. Entonces ¿cómo planean ayudarme?
—Necesitaremos tiempo para meternos a la oficina de Max, él tiene todos los archivos sobre ángeles o demonios, es algo así como el secretario. —Shorter espeta—. Por mientras, te disfrazamos con un traje que te quede a la medida.
—¿Dónde lo conseguimos? —Mira sus músculos desnudos incómodo—. No usaré tu ropa ni de joda.
—¡Nos vamos con Yue!
•*¨*•.¸¸🕷
—Yut-Lung Lee.
Ash no puede creer a quien tiene enfrente, aunque el chico viste de blanco usando prendas perladas, zapatos de charol y destellos plateados en su larga cabellera, la imagen resulta totalmente disonante a lo que conoce del clan, ni Hua-Lung ni Wang-Lung son de esa manera, un tatuaje de serpiente mira desde su cuello, no tiene alas y aun así, tiene una belleza angelical que rompe con el cielo ¿qué hace acá? Es bien sabido que los "Lee" son asesinos.
Los asesinos no van al cielo.
—Tu apellido. —Balbucea—. Eres hermano de los demonios más poderosos que Dino tiene ocultos.
—Sí, sí. —Rueda los ojos—. Me han dicho cosas acerca de mis hermanos, siendo sincero no recuerdo cómo eran, pero por su reputación esa debe ser una ventaja.
—Son despiadados.
—Lo dice un demonio. —Su comentario despectivo lo coloca en alerta—. Vaya fidelidad a tu especie.
—¿Cómo diablos eres un ángel con esa actitud?
—Pues lamento romper tu estereotipo de un ángel, ¿querías que fuera un mojigato como Okumura?
—¡Yue! —Shorter lo regaña, están en lo que impresiona ser una pequeña boutique—. No comiences.
—Lo dije con amor. —Se excusa el mentiroso—. Además, él fue el racista que tiró el comentario aun cuando yo le podría decir que es demasiado fofo para un demonio, que tiene cabello de espiga y ni siquiera presenta los músculos que tienen en el infierno con ese cuerpo de palo de escoba, su actitud no le hace justicia a su fama de lince, ¿qué es esta personalidad de personaje juvenil? Le podría decir todo esto y mucho más pero no lo hago porque yo sí tengo modales.
—Perdónalo, por lo que nos dijeron él se redimió luego de la muerte de sus hermanos, según él dice mató a todo su clan.
—Un asesino en el cielo. —Chista—. ¿Qué clase de karma es ese?
—Hey. —Shorter lo frena—. La mayoría de nosotros lo fue en algún punto, éramos pandilleros, pero a veces la vida es una perra y te adaptas a lo que puedas.
—Pero entonces ¿por qué yo no...?
—¿Van a seguir hablando, señoritas? —Yut-Lung los interrumpe—. ¿O quieres tu disfraz de una vez?
Ash se prueba un traje de ángel simple aunque elegante, su cola queda perfectamente escondida si decide portarse bien y obedecerlo por supuesto, sin embargo, la amargura queda impregnada sobre su paladar, no comprende el criterio para venir al cielo o al infierno, cree que Eiji tiene razón, que el pecado es inherente de la vida y todos lo hacen en algún punto, Golzine es honesto con él, lo aprecia por las pesadillas que tiene en esos tormentos de otra vida, mató y esas vidas lo siguen hasta el más allá, se vendió y esas manos le quitaron su cuerpo, lo sigue haciendo, es todo lo que es, ahora le tocó pagar el precio.
A veces se siente como si estuviera hundiéndose en el mar, como si su única opción fuera resignarse a tocar fondo encogiéndose sobre sí mismo con una mirada destrozada, para de luchar, él no lo vale.
—¿Ash?
Pero entonces cree escuchar a alguien tirarse al agua por él.
—¿Eiji? —Se da la vuelta y las alas de Eiji revolotean de emoción, usualmente las tiene encogidas en busca de que pasen desapercibidas, casi como si se disculparan por ocupar demasiado espacio o por estar ahí—. ¿Qué te parece, onii-chan? —Se burla, ama el apodo.
—Te sienta de maravilla. —Pero el apodo parece romperle el corazón a su compañero—. Se ve bien.
—G-Gracias. —Tiene la cara roja.
—Oye. —Eiji se rasca la nuca—. Puede tomarnos un tiempo abordar a Max sin que sospeche, tal vez te debas quedar más de lo que quieras acá arriba.
—Nadie me controla. —Miente, habrá consecuencias—. Me quiero quedar. —Quiero estar a tu lado.
—¿En mi casa está bien? —Eiji esconde su expresión detrás de su fleco por lo que es imposible saber exactamente lo que piensa, ¿qué tan poco instinto de conservación debes tener para dejar que entre un asesino a tu hogar?, ¿no tienes seres amados?, ¿familia?
—¿Por qué me cuidas tanto?
—No sé. —Es genuino—. Tengo la impresión de que nunca te han cuidado antes.
—Quizás. —Ríe—. Y aun así deberías tener cuidado de a quién dejas entrar, soy un demonio todavía.
—¿Planeas hacerme daño? —¿Planeas romperme el corazón?
—Eiji.
—Incluso si lo hicieras está bien. —Ríe—. Eres tú.
•*¨*•.¸¸🕷
Creyó que se sentiría alerta en el cielo estando rodeado de ángeles, desde que tiene memoria no ha dejado de luchar contra la especie bajo las órdenes de Dino, por ende sería totalmente entendible que lo rechazaran pero para su sorpresa es agradable estar ahí, conoce a muchos que hacen pedazos sus estereotipos del paraíso, por ejemplo quiénes se empezaron a llamar "su pandilla", no es que lo haya planificado, más de tanta convivencia codo a codo se encariñaron y lo buscan cuando necesitan ayuda en sus tareas celestiales, es agradable cuidar de los demás así, también conoce a sujetos cuya apariencia no tiene nada que ver con los ángeles como Cain o niños como Skip o Sing (dos metros y aún es el niño de la familia, ja) el punto es que todos son amables.
Pero de quién más le sorprende dichosa amabilidad es de Shorter, lo trata como a un hermano, esto se le hace sumamente extraño considerando que Shorter sabe lo que es a diferencia de los demás a quienes engaña con la perfecta fachada de ángel, debería odiarlo, sabe que ha lastimado a los suyos.
—Bro! —Pero Shorter no lo odia—. Tengo buenas noticias. —Al contrario, se cuelga en su cuello casi como si fueran amigos de toda la vida y es raro, pero Ash comparte dichosa sensación.
—¿Cuáles?
—Max tendrá un día libre la otra semana, podemos entrar ahí, Eiji se conseguirá la llave.
—Eiji no es un criminal. —Frunce el ceño—. ¿Cómo la robará?
—Eiji le pedirá prestada la llave. —Chista entretenido—. Le dará la excusa de un proyecto o algo así.
—¿Le creerá?
—Los adultos son blandos cuando se trata de Eiji, especialmente Max.
—¿Por qué?
—No sé. —Se encoge de hombros sin quitársele de encima—. Pero dice que Eiji le da tristeza porque su mirada siempre parece estar buscando a alguien. —La mera idea de Eiji perdiendo a un ser amado y sufriendo por él le hace trizas el corazón, si alguien merece ser feliz es ese ángel totalmente tozudo, desquiciado y loco—. Al principio no lo entendía pero poco a poco me comenzó a hacer sentido, Eiji parece siempre perdido y tengo la teoría de que su amante murió en vida de manera repentina, por eso vive en negación incluso en el cielo.
—Oh. —No sabe cómo sentirse.
—¿No es romántico? Incluso en la muerte Eiji lo sigue esperando, debe ser un amor muy fuerte para que permanezca aun sin recordarlo.
—No es romántico. —Traga duro—. Es triste, es malditamente triste.
—¿Triste? —Shorter impresiona no entenderlo y él carece de palabras para verbalizarlo—. ¿Cómo?
—Seguramente esa persona habría querido que Eiji siguiera con su vida. —Ash tensa los puños sobre sus rodillas con tal fuerza que llega a marcarse cinco medialunas en cada palma—. Si esa persona lo amó además ¿por qué lo dejó? No creo que haya valido la pena, Eiji es extraordinario, me da risa, él siempre se queja acerca de que es demasiado simple incluso para ser un ángel y ¿qué es eso?, ¿acaso tiene espejo en su casa para ver literalmente las dos alas que tiene en la espalda?
—Ash.
—Pero no es solo eso, es que Eiji es amable, muy amable. —Sonríe—. Pero también es feroz, el hijo de puta ni una sola vez dudó en dejar su trabajo por más que lo amenazara, aun así, nunca me atacó.
—Eiji no ataca.
—Exacto. —Alza la mirada—. Y creo que por eso es tan difícil luchar contra él, al final, no hay defensa lo suficientemente fuerte para resistir sus encantos, esa persona debería haber sabido lo afortunado que era, debería haber sabido que siempre tendría almuerzos hechos con amor, una compasión que no tiene fin, un alma pura y la más pura que existe, alguien que tiene las bolas suficientes como para hacer lo que cree correcto, para amar incluso si sale herido, para usar los pedazos de su corazón con tal de que el otro esté bien, a Eiji no le importa romperse para recoger al resto y me da cólera pensar en que alguien pudo tenerlo todo y lo desaprovechó dejándolo solo.
—Te escuchas muy duro con esa persona cuando son solo suposiciones. —Y de pronto es consciente de lo que acaba de decir y de lo vergonzoso que se escuchó, su rostro ardiendo se lo señala aún más.
—Es que Eiji me salvó la vida incluso después de la vida. —Ríe—. Nunca me ha gustado ser demonio.
—¿Apesta?
—Mucho. —Sus jades se enfocan en la botella de cerveza vacía, están en un bar porque ¿quién diría que los ángeles igual saben divertirse? Esa vida impresiona mundana y cree que justamente terminó siendo el cielo por lo mismo—. Dino usa a sus habitantes como quiere.
—¿Eso significa? —Shorter está visiblemente incómodo, lo nota desde la respiración errática a cómo está apretando su trago con aún más fuerza, no cree que los ángeles se embriaguen, esto impresiona ser un placebo.
—Justamente lo que tú crees. —Ash se levanta levemente la camisa dejando al descubierto la cadera que fue teñida de morado—. Es una tortura infinita estar a su lado, pero podría ser peor.
—Ash.
—¿Sientes pena por mí? —Se mofa—. No se te olvide que soy un demonio, cosas como el sexo o las transgresiones son mi placer, me encanta hacerlo. —Tira sus traumas a la cara del resto, no consigue lidiar con sus propias dolencias ni cree que en el infierno exista terapia o sanación.
—Lo siento mucho. —Pero Shorter no se la cree—. Eiji tenía razón cuando me comentó que no tienes pinta de pertenecer al infierno.
—Soy un demonio.
—Si tú también estuvieras tan convencido ¿por qué te intriga tanto tu vida? —Shorter se levanta de la mesa—. Puedes fingir todo lo que quieras, pero en el fondo, sabes que está mal.
—Shorter. —Lo detiene sin apreciar el motivo—. ¿Por qué eres tan amable conmigo? Has escuchado mi reputación, sabes que he dañado a tu especie, sabes que he secado almas de personas inocentes.
—Tal vez, pero te ves como si pudieras ser un buen amigo. —Se encoge de hombros esbozando una clásica sonrisa despreocupada—. ¿Quién sabe? Tal vez lo fuimos.
—Ja. —Baja la mirada—. Lo haces sonar como si hubiera podido tener una buena vida.
—¡Ash! —Skip interrumpe su conversación—. ¡Muéstrame otra vez cómo se hace eso con la pistola!
—Ya escuchaste al público. —Shorter lo incita.
—Los ángeles son menos mojigatos de lo que pensaba.
—Es porque somos los ángeles de abajo, sueña con hallar esta clase de cosas entre los mandos altos.
Ash le da en el gusto al público.
Alardea con el arma.
—¿Esa pistola es de verdad?
Esas palabras.
—Las pistolas reales están prohibidas de dónde vengo.
De repente se siente como si fuera un humano, tuviera 17 años y acabara de rechazar una entrevista que Skip de todas maneras aceptó para que la policía le debiera un favor, Shorter no está, Arthur no entra todavía al bar pero más tarde lo hará, su hermano está en un cuchitril con el cerebro asesinado por una droga de libro, pero Eiji está acá y es la primera vez que lo ve, ¿acá todo empezó?, ¿acá Ash quedó deslumbrado por esos ojos tan honestos que llegaron a limpiarlo? Con las manos temblorosas alrededor de su correa, su sonrojo en las mejillas, su cabello esponjado y su sonrisa tímida.
—¿Puedo sostenerla? —¿Acá lo conoció en otra vida?
—Claro.
No sabe, quizás esté delirando pero de cualquier manera le entrega el arma incluso en el cielo siendo de bandos opuestos, encarnando el mismísimo infierno, sabiendo que Eiji espera a su amado todavía y que Ash nunca podrá ser eso, no obstante, al ver cómo sostiene la pistola con semejante devoción, no como si fuera un arma, sino como algo que vale la pena ser atesorado, con un brillo inocente, del tipo de brillo que Ash sabe que debe mantenerse alejado pero es demasiado egoísta para lograr ese cometido no puede evitar guardar esperanza en su corazón, quizás Eiji lo quiso en su vida, quizás su vida valió la pena si alguien tan extraordinario como Eiji estuvo en ella.
—Muchas gracias por confiar en mí. —Se la pasa de regreso—. ¿Ash? ¿Ocurre algo? —Para Eiji todos estos encuentros no han significado nada, no debe ilusionarse, además si fuera ese amor que perdió no sería un demonio, estaría en el cielo a su lado y no está.
—No es nada. —Aprieta el arma—. Estoy bien. —Tiene ganas de llorar.
Si Eiji lo amó, ¿por qué no existe ni siquiera una tumba para "Ash Lynx"? Está bien, no deseará tanto.
•*¨*•.¸¸🕷
—Sé quién es el alma gemela de Eiji. —Ash llega a la conclusión un día, Shorter y Yut-Lung alzan una ceja al mismo tiempo, expectantes.
—Ilumínanos.
—Sing.
—En serio eres estúpido. —Yut-Lung se friega el entrecejo en busca de paciencia—. ¿Los demonios tienen cerebro?
—¡Yue!
Pero en la mente de Ash esto tiene sentido.
Es decir, siempre que se trata del nipón Sing esboza una cara que da cuenta de una inconmensurable culpa casi como si en otra vida no hubiera podido hacer lo suficiente, ¿acaso lo dejó solo? Su corazón se llena de tirria de solo pensarlo, porque Sing debe ser el bastardo más afortunado que existe como para haber tenido el amor de un ángel tan extraordinario como Eiji, no lo entiende, si Ash tuviera la fortuna que tiene Sing ¿qué no haría por su amor? Cruzaría de ida y vuelta el infierno, le bajaría todo el cielo, reencarnaría en un lince que se deja domesticar por un conejo si con eso le saca una risa, él sabe que fue malditamente suertudo por siquiera disfrutar de una presencia tan brillante y por ende no debería codiciar más, Eiji nunca podría amarlo.
Él está roto, Sing no.
—Sé que es él. —Entonces retoma el hilo—. Por la forma en que Sing mira a Eiji, hay tanta culpa que no está dicha entre ellos, ¿por qué más se sentiría culpable sino fue el amante que lo dejó?
—No creo que sea eso. —Shorter intenta bajarle la catástrofe—. Creo que Eiji y Sing fueron cercanos.
—Cercanos = amantes.
—¡Bruto! —Yut-Lung le arroja una revista por la cabeza—. Sing tampoco tuvo una vida fácil y por eso no dejaré que lo menosprecies como se te dé la gana, además, se casó.
—¿Qué tan dura pudo haber sido su vida si está acá? —Ríe con sarcasmo—. Si está acá y no ahí abajo con Dino debe haber sido buena dentro de todo, un mocoso privilegiado.
—Fue bastante dura. —Su piel se eriza cuando escucha esa cuarta voz—. Yo tengo muchos recuerdos de mi vida los quiera o no, siguen apareciendo en forma de pesadillas, sé que a los 14 me encontraba en las calles y era un asesino. —La mirada de Yut-Lung se suaviza en algo casi maternal.
—Sing, no tienes que darle explicaciones a nadie. —Lo defiende, lo está defendiendo ¿pero por qué?
—Lo sé, pero no quiero que este demonio opine de mí sin saber nada. —Sing se mantiene firme, dos inmensas alas se asoman por su espalda, su tamaño sin duda es intimidante—. Sé que traté de forma desesperada de llenar el lugar que alguien dejó, renegué de mí mismo, odié a quién fue mi héroe, ni siquiera quería esa carga, no sabía qué hacer con ella y nunca la superé, es cierto, me casé y tuve un hijo, pero al final nunca me pude alejar del mundo de la violencia y eso me mató.
—Sing.
—Morí odiando. —Sacude sus alas—. Pero morí más arrepentido de las cosas que no había hecho y por eso estoy acá, creo que merezco una segunda oportunidad para tener una vida y que esa vida al fin sea solo mía.
—¿Esa persona a quién intentaste reemplazar? —La mirada del ángel se halla repleta de dudas, tiene dolencias no dichas y heridas que aun sangran, es un niño—. ¿Quién era?
—No lo recuerdo. —Es honesto—. No conozco detalles menores, a veces llegan como flashbacks con mis sueños o algo así, pero te mentiría si te diera una respuesta definitiva.
—Ya veo. —Ríe.
—No me preguntes por qué, pero si de algo estoy seguro es que Eiji es a quién intenté tanto consolar.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Simple. —Sing sonríe—. Me rompe el corazón mirarlo.
Ash queda más confundido que nunca luego de esa conversación ¿qué clase de imbécil dejaría a Eiji? El mero pensamiento de Eiji pasando por un duelo, perdiendo a su alma gemela, apagándose por un idiota que no lo amó lo suficiente como para quedarse, esperándolo siempre en sus ojitos, ni siquiera desglosa el motivo pero de pronto tiene ganas de llorar por pura rabia, es una mierda, claro que sabe que no tiene ni el más mínimo derecho a opinar ¿quién es ahora? Un demonio desafortunado al que Eiji bendijo con su compasión, sin embargo, justamente por eso le es injusto.
Eiji siempre da de sí mismo, se sacrifica por los demás, se calla para escuchar al resto y se queda, Eiji no renuncia ni se rinde con los otros ¿y entonces por qué?, ¿por qué no lo amaron lo suficiente como para quedarse por él?
—No sé quién será el bastardo egoísta que lo dejó pero sé que lo odio. —Concluye—. ¿Qué tenía en la cabeza para desampararlo?
—No sé, amigo. —Shorter interviene—. Puede faltarte contexto.
—No me importa, no cambiaré de parecer.
—¿Eh? —Yut-Lung esboza una sonrisa maliciosa—. Si lo dices de esa manera te escuchas enamorado e incluso despechado.
—Puff. —Chista rojo—. Esa es una idiotez, no estoy enamorado de Eiji.
—Ajá.
•*¨*•.¸¸🕷
Está enamorado de Eiji.
Sip.
No le tomó mucho tiempo comprenderlo, un día despertó a su lado bajo las alas del ángel, abrazados como si se trataran de una pareja y lo resolvió: está celoso del alma gemela de Eiji porque él también está enamorado de Eiji, no se culpa siendo honesto.
A pesar de ser de mundos diferentes Eiji lo entiende mejor que nadie, ha visto lo herida que se siente su alma y aun si eso lo deja malditamente expuesto se lo agradece, lo hace profesarse limpio, es casi como si recuperara una parte de sí mismo que no sabía que estaba perdida aunque le hacía falta, es absurdo tener estos sentimientos ¿qué saca? Eiji seguramente espera a su amante, es terco, ilógico y está lo suficientemente loco como para hacerlo, pero Ash está aún más loco para mantenerse a su lado sabiendo que es solo un parche, que si Eiji lo ayuda es porque es bueno y ya, porque ansía darle una segunda oportunidad, porque cree en Ash como él nunca ha creído en sí mismo, no debe abusar.
—¿En qué piensas? —Y acá está otra vez, abusando de su confianza, permitiéndose empapar por su inocencia inocua—. Te ves distraído.
—En nada. —Miente—. Abramos el estudio.
—Claro.
Así que se debe concentrar.
Finalmente están en la oficina de un tal Max y la sensación le da escalofríos, aunque nada de manera particular le despierta una remembranza o un sobresalto tiene una impresión de familiaridad incluso dolorosa, ¿acaso todos sus conocidos fueron al cielo? Si es así, en serio fue la oveja negra de su casta.
—¿Qué se supone que estamos buscando? —Le sorprende que hayan llegado tan lejos sin tener más detalles del plan y no obstante Eiji parece ser la clase de sujeto que se arrojaría a una alcantarilla sin tener idea de a dónde ir con tal de hacer de cebo.
—El libro con los humanos. —Sus alas revolotean ansiosas por los estantes—. ¿Me ayudas? No llego.
—¿Ayudarte? —Lo procesa—. ¿A subir?
—Sí.
—Pero tienes alas. —Ash obvia—. Alas de ángel.
—Así es. —Eiji las agita—. Tengo alas.
—Puedes volar. —Se arrepiente de lo dicho apenas ve cómo la sonrisa más bonita del mundo cambia a algo forzado por mera cortesía, Ash odia ese tipo de sonrisas o más bien, odia lo mucho que duelen.
—No puedo. —Musita encogiéndose sobre sí mismo, usando sus alas para protegerse igual que haría un niño con una manta—. Me lesioné y desde ahí no puedo volar bien.
—Lo siento mucho. —Se siente cómo un idiota por preguntar—. ¿Qué tan alto necesitas que te alce?
—Hasta la vitrina central, tengo la llave para sacar el libro y de ahí estaremos bien. —Le explica, finge que no le afectó el tema cuando evidentemente le fue sumamente doloroso recordarlo ¿por qué Eiji se fuerza a estar bien? Es una mierda—. No pasa nada. —Lo anima.
—Eiji. —Pero sí pasa.
—No quiero ser una carga. —Le duele el estómago—. Así que vamos.
¿Quién lo hizo sentir antes como un estorbo?
Serás una carga. Vuelve a Japón.
¿Qué dijo en aquel entonces? Qué no podía negarse porque ni siquiera se podía proteger a sí mismo, qué lamentaba solo haberlos retrasado y eso le rompió el corazón, ¿retrasarlos?, ¿cómo podía creer eso de sí mismo? Claro, él quería apartarlo, sin embargo, no pudo contenerse y le mostró uno de los atisbos honestos de sí mismo.
No es cierto. Me salvaste a mí y a Skip. Esa fue la primera vez que alguien me ayudó sin esperar nada a cambio. Los que me alimentaban o me daban un lugar para dormir siempre querían algo a cambio. Como sexo. Solo tengo una pistola y aprendí a disparar porque era la única forma de sobrevivir. Te envidio por no haber necesitado un arma en tu vida. Tú y yo vivimos en mundos diferentes.
Mientras levanta a Eiji para que alcance el libro lo tiene más presente que nunca, realmente le resulta inevitable haber acabado enamorado del japonés, le da risa estar condenado a no ser correspondido en cada existencia que encarne pero no será egoísta y apoyará a Eiji ame a quién ame, independiente de lo que diga este libro acerca de su pasado sabe bien lo que quiere llegar a ser, tonto ¿no? Le sirve a Dino y es un demonio, no tiene sentido anhelar cambiar a estas alturas si es una carcasa congelada.
—¡Lo tengo! —Pero Eiji...
—Te voy a bajar. —¿Cómo podría negarle algo?
Así que baja al ángel con cuidado, hunde sus dedos en su cintura y lo mata lo adictivo de la sensación, cree que podría quedarse acá para siempre bajo sus grandes alas que los acunan como mantas, ansía que el tiempo se paralice en estos momentos, que el infierno se congele y el cielo se caiga en pedazos porque mientras esté con Eiji sería irrelevante, el japonés tiene un inmenso libro contra su pecho, la mirada brillante y una sonrisa de pura satisfacción, el hijo de puta lo logró, así que es tiempo de irse.
—¿Cómo funciona?
—Le preguntas por un nombre y te da detalles. —Tararea dejándolo encima del escritorio, abren ese libro y no hay más que páginas en blanco.
—Muéstrame a Ash Lynx. —Enfoca sus jades expectante de lo que pueda suceder, sin embargo, nada cambia—. ¿Estás seguro de que este es el libro?
—¡Lo estoy! —Gimotea—. Tal vez le debes hablar con más ¿ternura?
—Muéstrame a Ash Lynx, por favor. —Rueda los ojos, no pasa nada—. ¡Ah! ¡Sabía que era un fraude!
—¡No es un fraude! —Ash toma el libro antes de que Eiji se lo quite, usa la brecha corporal y lo aleja.
—¡Claro que lo es! —El ángel salta en la punta de sus pies, pelea, patea el piso, se queja y aun así, el libro no vuelve a sus manos.
—¡Ash! —Le ruega—. ¡No seas infantil! —Pronto, tiene a Eiji prácticamente encima.
—Tú... —Y sus manos están en su cintura y el libro se ha caído al piso.
—¿Ash? —Eiji impresiona no entender nada.
—Eiji. —Pero a él le han dejado de importar las cosas, no es digno de besarlo y aun así quiere hacerlo.
—¿Aslan? —Entran dos adultos de golpe a la oficina—. ¿Eres tú?
Ash no responde nada.
El libro se ilumina.
•*¨*•.¸¸🕷
—Aslan.
—Ash. —Lo corrige—. Soy Ash.
—Ah.
Griffin (el ángel del que Eiji le habló previamente) lo trajo a su desván para charlar, es obvio que pese a su disfraz no pertenece al cielo, va a denunciarlo probablemente y está bien, Ash cree que ha valido la pena arriesgarse para averiguar quién es incluso si fracasó, aunque no alcanzó a leer ni siquiera la mitad del libro ¿qué sentido tendría? No es su historia sino la de un tal «Aslan Jade Callenreese» aun sino le incumbe opinar acerca de alguien que ni conoce debe admitir que el chico del texto al parecer nació para sufrir, es decir, su mamá fue una drogadicta que lo abandonó de nacimiento y su papá un pobre borracho, al final si no murió se lo debe a su hermano, pero su infancia estuvo atiborrada dada la carencia, su hermano se fue a la guerra en busca de mejores oportunidades y fue ahí cuando aquel niño falleció con el abuso sexual de su entrenador, le da escalofríos pensarlo.
No puede llamarse "vida" lo que pasó después de ser violado, piensa.
Ja.
Qué bueno no ser ese tal Aslan.
Es decir siempre pensó que su existencia era miserable ¿pero la de ese chico? Morir debió rescatarlo.
Ash conoce la clase de secuelas que se dan en esos traumas (¿por qué las conoce?) los sobrevivientes no merecen sanar, es evidente, por ende, sí, fue mejor ponerle un punto final al dolor y que así dejara de sufrir pero también se le privó de que le pasara cualquier cosa buena que pudiera pasarle.
¿Qué le importa de todas maneras? Al carajo con ese tal Aslan.
—Lo siento. —Finalmente el contrario habla—. Parece que me recuerdas un poco a mi hermano más pequeño.
—¿Lo memoras? —No es que le interese en realidad—. Hablas de él como si lo hicieras.
—No mucho. —Suspira, tiene unas grandes alas que dan cuenta de su rango, emana un aire diferente a Eiji y aun así lo hace querer llorar de una manera similar—. Solo lo que he leído junto a los pedazos que recuerdo de vez en cuando. —No hay mucho en la oficina además del enorme escritorio, el sofá de terciopelo y un inmenso librero con manuscritos cerrados con llaves, flores enmarcadas y pese al pronóstico del infierno: marcos de fotografías.
—¿Qué recuerdas? —Le da curiosidad, se dice que es por aburrimiento, que es por saña o que quiere sentirse mejor con su grotesca vida escuchando la existencia aún más patética de alguien más puesto que aunque se sienta como una bola de papel higiénico en un retrete público, este tal Aslan no corrió mejor suerte—. No tienes que decirme sino quieres, me vale una mierda.
—Cabello dorado. —Griffin empieza con una mirada soñadora, sus ojos son azules y de un azul nítido como los brazos de una mamá o las mantas a la hora de leer cuentos—. Ojos verdes pero de un verde que reconocería en cualquier lugar, son jades, lo sé porque una vez me preguntó el significado de su segundo nombre y estuvimos una noche entera averiguando sobre piedras preciosas, creo que hasta un vecino nos prestó un libro, recuerdo las pecas alrededor de su nariz, su piel blanca, lo mucho que odiaba echarse bloqueador y lo mucho que odiaba aún más quemarse por el calor.
—¿Qué diablos? —De repente, le duele mucho el corazón.
—Recuerdo novelas clásicas, personalidad tozuda, traviesa, una inteligencia maravillosa, era curioso, dulce, le tenía miedo a las calabazas, le gustaban las jardineras, amaba las converse y siempre anhelé regalarle unas, era regalón y tenía un corazón inmenso, quería tanto verlo convertirse en un hombre.
—Querías. —Resalta el pasado—. ¿Qué pasó?
—No pude verlo.
—¿Moriste antes?
—No sé. —Traga duro—. Creo que sí porque no hay ningún Aslan en el cielo.
—¿Y si fue al infierno? —Se burla.
—Imposible. —Pero no existe nada de gracia en la respuesta que Griffin le da—. Mi Aslan no acabaría en el infierno, eso no pudo haber pasado.
—Si moriste antes no conociste en quién se convirtió.
—Pero conocí quién fue y eso es más que suficiente. —Sus alas se agitan en son de amenaza, lo dice en serio y no debería rebatirlo, Griff tiene el poder de joderlo aún más con Dino ¿por qué no se calla?
—Pues por lo que leí en el libro tuvo una existencia de mierda, no me extrañaría que hubiera muerto odiando a todo el mundo. —En especial a sí mismo—. Se convirtió en el juguete sexual del adulto de confianza que le quedaba, su papá encubrió su abuso por un puto año, mató a un hombre a los ocho.
—Para.
—Ja, no me sorprendería que me quitara el puesto y luego fue tragedia tras tragedia para el bastardo al caer en las manos de un pederasta, parece un chiste, ¿cómo su vida puede ponerse cada vez peor? Creo que morirse fue piadoso, no creo que un trauma así de profundo se pueda sanar, lo que alcancé a leer del libro se asemejaba más a una novela de terror que a una biografía, pobre bastardo, lo más compasivo fue dejarlo morir.
—¡Tú no sabes nada! —A Ash le toma tiempo entender que le acaban de dar una cachetada, ni cerró la boca cuando la recibió y por ende, se mordió la lengua—. No hables de él sino lo conociste, detesto a los oportunistas que lo hacen.
—Pues perdón por ensuciar la imagen de tu hermano con un poco de realidad. —Escupe en el tapete.
—¡No tenías por qué ser tan cruel!
—¿Acaso me has visto? —Chista—. Sabes lo que soy. —Su cola se mece saliendo del traje, colocando sobre la mesa el verdadero tema—. Soy un demonio que se coló en el cielo.
—Necesito hablar con Max, ahí veremos qué hacer.
—No puedo esperar a recibir mi juicio. —Se burla acomodándose en el sillón—. Ve, no tengo a dónde escapar de todas maneras.
—Confío en el criterio de Eiji. —Susurra más para sí mismo—. Algo bueno debió haber visto en ti, no estarías acá sino fuera de esa forma.
Las palabras se le traban en el alma, Griffin sale de la oficina y se queda solo, debería estar bien, cree que es cosa de demonios ir esparciendo el caos y haciendo daño sin razón, sin embargo, tiene la cara mojada y está llorando como si acabara de hacer algo terrible y no lo hizo, le dijo sus verdades a este ángel petulante, probablemente su hermanito sea una puta cualquiera de todas formas pero convive codo a codo con pedófilos y sabe cómo son, ¿por qué le está echando la culpa a un niño? No desglosa el motivo por el que esto se siente tan personal.
—Mierda.
Se levanta del sillón, no se aguanta a sí mismo, camina de un extremo a otro igual que un depredador enjaulado hasta que...
—Oh.
Sus ojos se clavan en la única fotografía sobre el escritorio.
Es un niño en un uniforme de béisbol, tiene una sonrisa brillante, muy brillante y detrás se encuentra Griffin con una mirada repleta de orgullo y acá aprecia perfectamente la razón para hacer de esto un tema personal.
Aslan a pesar de todo fue amado, fue muy amado, incluso el nombre tiene esa connotación amorosa.
Es una antigua palabra para orar en hebreo, significa amanecer ya que nací al alba.
Ash no fue amado por nadie.
Y eso le duele, claro, puede que Aslan haya tenido una existencia aún más jodida que la suya y haya caído en manos de pedófilo tras pedófilo, que fuera asesino desde los ocho años, que lo usaran tanto de arma como de juguete y de adolescente más encima se hiciera pandillero, pero también le alcanzó a ver cosas buenas en su historia como que tuvo al mejor amigo del mundo y por lo mismo nunca le faltó comprensión ni comida tibia (aunque fuera terrible) la pandilla parecía confiarle sus vidas, cuidó a su hermano después de encontrarlo postrado porque al parecer Griffin no murió en Irak y de hecho quedó jodido por una droga, fue a la cárcel pero conoció a un tal Max que fue su papá de verdad, se enamoró, tal parece que pudo ser feliz dentro de todo.
Ash no y eso lo fastidia.
¿Cómo es eso justo?
¿Por qué Aslan sí y él no?
¿Por qué desearía ser una persona tan patética como Aslan? Y aun así...aprieta el marco de fotografía con fuerza envidiando al niño por las personas que tuvo la suerte de conocer, el dolor valdría la pena, lo sabe, con las personas correctas la mierda es llevadera.
—Mocoso. —El otro ángel entra a la oficina—. Hablé un poco con Eiji para entenderlos, pudo haberle traído graves consecuencias meter a un demonio a mi oficina ¿sabes?
—No es culpa de Eiji. —Es su primer instinto—. Esta fue mi idea, lo obligué a ayudarme porque si no lo hacía iba a matarlo, estaba amenazado.
—No podrías amenazar a Eiji aunque trataras. —Max se lo toma con humor—. El chico es demasiado terco para su propio bienestar, siendo franco a veces me preocupa, su apariencia engaña además, al principio pensé que le faltaba personalidad pero luego quedé boquiabierto, no tiene ni una pizca de autocuidado, Eiji hace lo que cree que es correcto y ya, es todo un irracional.
—Lo es. —Sonríe con ternura, algo en Eiji se lo evoca—. Por eso lo amo.
—¿Qué?
—¡No dije nada! —Entra en pánico—. Estaba hablando de otra cosa, no de él, definitivamente nunca podría amar a un ángel es decir mírame. —Ash alza su cola con sus manos para demostrarle aún más su punto, más, se ha vuelto caprichosa y no impresiona querer cooperar—. Bastarda, ¿realmente te dejaste domesticar por Eiji?
No espera respuesta de su cola, no obstante, la lanceta se alza de arriba hacia abajo confirmándoselo y eso le saca una carcajada sumamente estruendosa y grosera a Max, vejete mal educado.
—Tienes un cerebro que funciona como un computador, pero no eres capaz de pensar cuando tiene que ver con Eiji ¿eh?
—Cállate. —Gimotea con las mejillas hirviendo—. No es asunto tuyo.
—Nosotros... —Max cambia la cara—. ¿Nos hemos conocido antes?
—¿Qué? No, ¿por qué nos conoceríamos? —El adulto se encoge de hombros, tampoco se ve seguro.
—Tengo la sensación de que te conozco. —Es directo—. No estoy seguro de a dónde pero es algo de estómago.
—Ja. —Chasquea la lengua—. ¿De dónde conocerías a un demonio? En mi vida fui un miserable que se prostituía y mataba por droga. —O al menos, eso Dino le dijo—. Te está afectando la demencia.
—No pareces muy convencido. —No se la compra—. Viniste a ver el libro por lo mismo ¿verdad? Eiji parecía desesperado por buscarte, no dejaba de repetir "Ash Lynx" sin que apareciera nada y eso no es común, debe haber algo raro con tu historia, algo no dicho.
—No hay más explicación que dar, soy lo que soy.
—No creo que Eiji se preocuparía tanto por ti si solo fueras eso. —Max decreta—. Y aunque le dijiste a Griff cosas que nunca deberías decirle a nadie ambos acordamos no denunciarte, puedes quedarte el tiempo que necesites quedarte.
—¿Por qué harían eso por un maldito desconocido?
—Porque a veces todos necesitamos de una segunda oportunidad, Ash.
•*¨*•.¸¸🕷
Segunda oportunidad sus pelotas, está en el infierno, es cierto, no lo delataron ni lo denunciaron con Dino pero tarde o temprano va a tener que volver, eso no es más que un ensueño, está jugando a la casita con Eiji y eso no cambiará lo que es por más que lo desee, puede fingir ser un ángel, ser el jefe de la pandilla, salir con los chicos, hacer amigos, cuidar a Skip, empezar a abordar a Max, hacerle de compañía a Griff con la excusa de la culpa pero al final del día cuando se saca el traje sigue siendo lo que es y no cambiará ¿acaso tiene sentido seguir acá? Han intentado revisar el libro casi a diario, no hay registros de Ash Lynx, tal vez su existencia fue tan irrelevante que no valió la pena dar cuenta de ella, está bien, no le importa en realidad.
—¿Ash? —La cosa es que sí le importa—. ¿Qué estás haciendo?
La cosa es que sí le importa porque ha aprendido a desear cosas que no debería develando lo pútrido que se encuentra su corazón, es decir, envidia al amante muerto de Eiji y al hermano de Griff a pesar de todo, ¿qué clase de escoria es esa?
—No es nada. —Dice a sí mismo—. Estaba revisando esto. —Están en su cuarto ("su cuarto", ¿desde cuándo lo comparten? Vaya oportunista).
—¿Qué es?
—Lo único que pude averiguar de mi vida.
—Una carta. —Los ojos de Eiji brillan—. Es una carta de amor. —Ash ríe entre dientes porque resulta imposible que alguien lo haya amado, pero bueno, una de las cosas que ama de Eiji es su ingenuidad.
—No creo que sea de amor.
—Lo es. —Eiji se la arrebata, no lo hace con brusquedad, es apenas un roce de mariposa que arrastra a la carta y la sensación lo remece con emociones que, si bien, son imposibles de descifrar lo lastiman al punto de hacerlo sentir más roto todavía—. ¿Acaso no puedes leerla?
—No se puede, es ininteligible, la tinta lleva tanto tiempo acuosa en el papel que no se ven palabras.
—Yo la entiendo.
—¿Qué?
—Yo puedo leerla. —Eiji se sienta en la cama—. ¿Quieres que te la lea? —No, está muerto de miedo.
—Bueno. —Pero le asusta más no saberlo—. Puedes leerla.
Entonces Eiji toma el papel entre sus palmas, sus dedos están temblando como si estuviera aún más aterrorizado que el propio Ash de saber el significado, no comprende la razón ni tampoco está seguro de querer atar cabos sueltos, en el fondo lo sabe ¿verdad? En sus huesos, su alma, su cuerpo, en esa vida mancillada que nunca le dio importancia hasta que la tuvo, pero ¿hacerlo real?
«Ash.
Estoy muy preocupado porque no he podido verte estando bien.
Dijiste que vivimos en mundos diferentes. Pero, ¿es eso cierto? Tenemos piel y ojos de diferente color. Nacimos en países diferentes, pero somos amigos, ¿no es eso lo que cuenta? Estoy muy contento de haber venido a Estados Unidos, he conocido a mucha gente y lo más importante, te he conocido a ti.
Me preguntaste una y otra vez si te tenía miedo. Pero nunca te tuve miedo, ni una vez. En realidad, siempre creí que estabas herido, mucho más que yo. No podía evitar sentirme así. Gracioso ¿no? Tú eres mucho más inteligente, grande y fuerte que yo, pero siempre sentí que tenía que protegerte. Me pregunto de qué quería protegerte. Creo que quería protegerte de tu futuro, porque tu destino te estaba arrastrando, como una inundación.
Una vez me hablaste de un leopardo sobre el que leíste en un libro. Cómo creías que ese leopardo sabía que no podía regresar. Y yo te dije que no eras un leopardo, que tú podías cambiar tu destino.
No estás solo, Ash.
Estoy a tu lado.
Mi alma siempre estará contigo».
Cuando Eiji termina parece haberlo descifrado todo.
—Eres tú. —Le dice—. Sabía que eras tú. —Pero él se levanta de la cama antes de que pueda tocarlo.
Y se va.
•*¨*•.¸¸🕷
Todo tiene sentido ahora ¿no? Él dejó a Eiji solo, es el hijo de puta que no lo amó lo suficiente y bastó de la carta para saberlo, lo recuerda, él es Aslan, él siempre ha sido a quién busca y le es irónico que al finalmente tener lo que quería se haya dado cuenta de que no es justo para quienes ama, al menos le alegra saber que quienes lo merecían fueron al cielo, está bien, merece pagar por sus pecados por lo que volvió con Dino y por supuesto recibió un castigo ejemplar, está en el primer escalón de nuevo, ya no es un juguete exclusivo y francamente le da risa el parentesco con su vida, esto es familiar casi como cuando recién empezó a "trabajar" para Dino en los burdeles, la diferencia es que acá no existe un escape como la muerte, este es un ciclo eterno al que está sometido, es su condena, es lo que se merece.
Pero al menos... lo consuela saber que sí fue amado en cierta medida.
No se arrepiente de haber vuelto a conocer a Eiji ni de haber ido al cielo.
No se arrepiente de nada.
—Oye. —Está con Fox en lugares donde no quiere recordar—. Concéntrate o no seré tan amable, yo pagué una gran suma por ti ¿sabes?
Así que hace lo que mejor sabe hacer: se vende.
Le da risa, antes de conocer a Eiji el contacto físico era un mero trámite, bastaba con abrir las piernas, morderse la boca y dejar que hicieran lo que quisieran, pero Eiji escribió estrellas donde antes estaba repleto de heridas, lo purificó con su inocencia, lo convirtió en un hombre nuevo, fue como si quitara esa capa de suciedad, esa constante sensación de desgarro que antes se acrecentaba con cada latido, la sangre, la muerte, los toques, ni siquiera pudo darle un abrazo en vida, apenas pudo devolvérselo en el techo tras salir del hospital, ¿no da risa que ni siquiera le haya podido dar un beso al chico que incluso en la muerte sigue amando pero tenga que darse los a...?
—Oye. —Fox le tira el cabello—. Te quiero acá.
—Estoy acá. —El bruto lo golpea con más fuerza.
—Puedo decir que tu cabeza está en otro lado, si pagué por ti, te quiero totalmente conmigo, parece que te tendré que follar más fuerte para mostrarte que hablo en serio.
Y Ash se deja.
¿Acaso tiene motivos para luchar? Todo está perdido.
Ellos pertenecen al cielo y Ash está condenado el resto de la eternidad a estarse revolcando acá justo en el infierno.
•*¨*•.¸¸🕷
Está muerto.
Sí.
Sabe que murió desde hace un tiempo, sin embargo, por primera vez siente que su alma ha perdido toda capacidad de estar viva, no ha soltado la carta desde que abandonó el cielo, le da risa que hasta en el más allá se haya llevado grabado en su corazón letra a letra esa confesión, ¿qué pensó al dejarse morir? Estaba cansado, de eso no cabe duda, más, no murió odiando, recuerda haber sonreído triste, muy triste por no ser capaz de luchar lo suficiente para ver a Eiji, se resignó e intentó sonreír sabiendo que al menos fue amado y guardándolo como consuelo, asume que sus pecados lo sobrepasaron, si está acá es por un motivo, incluso otros asesinos como Yut-Lung que fueron peores lograron salvarse, se redimió, debió hacer algo valioso con la vida que Ash renunció, ahora paga el precio.
—Pero al menos...
Mi alma siempre estará contigo.
—Al menos. —Se da fuerza—. Está bien.
Está tomándose un descanso, su cuerpo duele, su alma duele, su corazón duele, no es ni siquiera un demonio a estas alturas sino los pedazos que quedó de uno, es denigrante servirle a los de bajo rango y tener que venderse a cualquiera que Dino lo ofrezca, lo usa como su juguete, eso es lo que significa para Golzine a fin de cuentas, qué retorcido que sea el rey del infierno pero le queda, sí, le sienta de maravillas.
—Vamos, ven a divertirte conmigo. —Ash inhala con fuerza listo para volver—. Nunca he estado con un ángel. —Hasta que...
—¡Suéltame! —Esa voz—. ¡He dicho que me sueltes!
No lo piensa.
Va, le quita sus asquerosas garras al demonio que tiene acorralado a Eiji, su cola se convierte en una cuchilla que lo protege, su presencia llena de susto los ojos de aquel infeliz, lo oye maldecir e intentar atacarlo en vano, la lanceta al final de su cola le ha cortado el cuello, el demonio lo mira desbordando odio mientras se sostiene la garganta para que no se le salgan los sesos y se va, los demonios no son capaces de matarse entre ellos pero vaya qué el dolor es real.
—¿Estás bien? —Lo toma del rostro—. ¿Te hizo daño? ¿Te tocó?
—Ash.
—Mierda, ¿qué diablos estás haciendo acá?
—Ash... —Ni siquiera alcanza a regañarlo cuando se encuentra envuelto entre sus brazos—. Te tengo.
No es digno de tocarlo ¿hasta cuándo le da problemas? Ya lo arrastró a su mundo en vida y ahora lo trajo al infierno, si ama tanto a Eiji debería dejarlo ir, pero... pero las alas de Eiji los están protegiendo del resto del mundo como si fueran una manta, Ash está tiritando, no puede moverse, le recuerda a esa vez dónde Fox lo violó por primera vez, Eiji en ese entonces también lo abrazó, no hizo preguntas, no lo cuestionó, no le pidió nada, solo contuvo sus temblores y le dio un lugar seguro para derrumbar sus defensas un rato, quiere llorar, quiere abrazarlo de vuelta y lo hace, finalmente toda su vida y su muerte llegan de golpe.
Esto está pasando. Eiji está acá. Eiji vino al infierno por él. Eiji lo recuerda.
¿Por qué?
Porque Eiji también lo ama.
—¿Qué haces acá? —Está llorando, es malditamente vergonzoso, pero siempre ha sido sencillo llorar enfrente de Eiji.
—No iba a dejarte en el infierno.
—Soy un demonio, Eiji. —Le explica acomodando sus manos en sus hombros, separándolos de forma progresiva—. Pertenezco al infierno y tú al cielo, somos de mundos diferentes.
—¡No! —Es terco—. No perteneces al infierno.
—Ya viste lo que dice el libro, no hay un "Ash Lynx".
—No moriste como Ash Lynx. —Le explica—. Moriste como Aslan, te compré un maldito pasaje y se veía claramente tu nombre real. —El demonio parpadea desconcertado por la fuente de indignación.
—En serio eres...
—Creo que Dino robó tu flor y la secó antes de que pudieras tener un juicio justo. —Ni siquiera se le había ocurrido—. Creo que mereces tener uno.
—No. —Ash no puede procesarlo, eso es demasiado—. ¿Y si tengo un juicio justo y aun así me quedo en el infierno?
—¿Prefieres quedarte acá sin ni siquiera intentarlo?
¿Dónde escuchó esas palabras antes? Cierto.
Si voy a morir... ¡Prefiero morir intentando algo!
Terco, es tan terco, pero por eso se enamoró ¿verdad? Le llevó una eternidad comprender que aquel encuentro no solo cambió su vida para siempre, sino que lo cambió a él y diablos, puede que si posee un juicio justo solo corrobore sus creencias negativistas de que se merece que lo torturen, que es un simple objeto para el placer ajeno o un asesino, que nunca será suficiente para pagar sus pecados y eso debería estar bien, pero tal vez, solo tal vez, Eiji tenga razón.
Quizás exista chance de pasar la eternidad con todas esas personas que perdió de maneras horribles.
Quizás todavía pueda empezar de nuevo incluso si eso no borra lo que hizo.
—Está bien. —Y solo quizás, eso valga la pena—. Vamos por esa flor, se me ocurre en donde la puede tener escondida.
•*¨*•.¸¸🕷
—Te vas a arrepentir. —Ash contiene la respiración.
Uno. Dos. Tres segundos.
—No lo hagas.
—Dino.
—Te vas a arrepentir si te llevas esa flor. —Ash ha venido a la oficina de Dino, si bien, siempre pareció extraña aquella flor colgada como un trofeo nunca le prestó mayor importancia, es decir, Dino tiende a presumir de sus victorias, no tenía motivos para sospechar, ni siquiera está seguro de que sea suya.
—¿Te da miedo de que salga de acá? —Entonces Golzine arroja una risa seca y sin gracia, lo vislumbra del otro extremo del cuarto casi con aburrimiento, como si tuviera la certeza de que esto no cambiará nada y seguramente no lo hará
—Te llevarás una horrible decepción. —Lo invita a tomarla—. Anda, dile al ángel que te dé un nuevo juicio pero una vez esa flor se marchite y se le caigan todos los pétalos serás irremediablemente mío.
—¿No lo he sido hasta ahora?
—Te dejé ir al cielo, ¿verdad? —Claro que lo sabía—. Si te llevas esa flor de mi oficina nunca más vas a verlos.
—Pero... —Ash enfoca sus jades en la flor marchita.
Es un girasol.
La misma flor con la que Eiji murió.
Debe ser objetivo, existe una inmensa posibilidad de que Dino tenga razón y esta sea una forma para volver aún más miserable su eternidad, si se queda al menos le darán permiso para verlos por lo que dice, pero si se va y la flor resulta secarse será un esclavo el resto de la eternidad, no se podrá suicidar en el infierno, tendrá que aguantarse y sucumbir a una locura que no tendrá final, debería humillarse aún más de lo que hace, Dino es capaz de enviarlo incluso con Barba Azul ahora que lo recuerda y si comprende lo que le hizo, el simple pensamiento lo hace querer vomitar ¿esa es la clase de Dios que lo ignoró toda su vida?
No es ingenuo ni mucho menos idealista.
Dios nunca ha hecho nada por él, ni cuando Marvin lo grabó en películas infantiles, ni cuando Golzine lo vendió como carne, ni cuando le quitó a Griff con la guerra, Dios lo abandonó el instante que dejó que entrara a la cabaña del entrenador y está bien, no es obligación de Dios salvarlo ni mucho menos siendo un demonio, Ash sabe que está jodido, que no es digno de salvación, que mató, que la muerte tiene un coste y que él no lo ha pagado, que los traumas no se olvidan, que aunque las heridas sanan, dejan cicatrices.
Porque a veces todos necesitamos de una segunda oportunidad, Ash.
Sus ojos se aguan porque extraña a Max, quiere decirle que lo siente a Griff, necesita arreglar lo que pasó con Shorter, quiere cuidar a Skip y tontear con los chicos, conocer a Yut-Lung, pedirle disculpas a Sing por obligarlo a cargar con su muerte, joder, lo hizo reconocer el cadáver en la morgue con solo 14 años, quiere estar para Eiji esta vez, necesita quedarse, lo siente, no quería abandonarlo, en serio pensó que estaría mejor sin su presencia, pero Eiji le dijo que murió triste y Max refirió que su mirada siempre estuvo esperándolo y acá está finalmente.
—Adiós, Dino. —Así que es un riesgo que vale la pena correr.
—No habrá vuelta atrás si cruzas esa puerta.
—Lo sé. —Ash sonríe apretando la flor contra su pecho—. Sé que no la habrá.
Una vez sale Eiji lo está esperando y es hora.
Ambos se agachan, Eiji lo incita a entrelazar sus dedos para que ambos se sometan en este juicio, su corazón late más rápido que nunca, la herida en sus costillas quema como si se hubiera abierto, logra sentir el goteo de la sangre. Plic. Plic. Plac. Pero Eiji está acá sosteniéndole las manos y si ha de morir de nuevo, si lo tienen que condenar al infierno no quiere arrepentirse otra vez.
—Te amo. —Finalmente se lo puede decir—. Te amo, Eiji. —Siempre lo he hecho.
—Dímelo otra vez cuando estemos del otro lado. —El moreno sonríe, no duda de Ash y es increíble.
—Conoces lo que hay en mi alma ¿cómo puedes estar tan tranquilo?
—Porque conozco lo que hay en tu alma.
Así que comienzan, la flor poco a poco empieza a brillar, no adquiere un color más vibrante, de hecho parece a punto de marchitarse, quiere llorar, no lo hace, se queda con todos los momentos con todos sus seres amados que hicieron que una vida de mierda valiera la pena, le hubiera gustado dar todavía más la pelea en vez de morir en la biblioteca, es cierto, fue piadoso morir en ese entonces ya que no le siguieron pasando cosas malas, pero tampoco le pasaron cosas buenas y aun si la mayor parte de su existencia fue trauma tras trauma, no los pedazos más significativos.
No.
Los pedazos más significativos no son Griffin postrado en un hospital de mala muerte, son Griffin en el lago de Cape Cod regañándolo porque no se puso bloqueador y se va a tostar o leyéndole cuentos antes de dormir, no son Shorter pidiendo que lo libere con una bala al corazón, es Shorter incitándolo a cazar gallinas, llevándolo al Chang Dai y siendo la primera persona en quién confió, no es su pandilla deshaciéndose de cadáveres, son los chicos tonteando y bebiendo juntos, siendo una familia, no son Max y él en la cárcel intentando matarse, son esas veces que lo llamó "papá" porque lo sintió de esa manera y Max casi se puso a llorar, no es Eiji tirado en una cama de hospital, es Eiji volando, robando un auto de policía, chillando por el natto, obligándolo a usar pájaros feos, armándole una fiesta con calabazas porque Eiji siempre quiso darle una vida normal.
Tuvo una vida de mierda.
Tuvo una muerte de mierda.
Tuvo una post muerte aún peor.
Es cierto, pero no todo fue una mierda y eso... eso es suficiente.
Cuando abre los ojos hay una flor viva entre sus palmas, el girasol no solo ha florecido, sino que está rebosante de vida como si estuviera compensándolo por todos los años en que se secó y Ash no...
—¿Esto es real? —No puede creerlo—. ¿Por qué?
—Te dije, sé lo que hay en tu alma. —Eiji se ve calmo—. Ahora vamos.
—¿A dónde?
—A casa. —Lo incita—. Es hora de ir a casa con todos, Ash.
Y Aslan finalmente va a casa.
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