Desechado (Prólogo 2/2)
Tras 2 largas semanas de planeación, la hembra había llegado a idear un plan para escapar con el pequeño vessel.
Ya lo tenía bien planeado todo, desde las rutas a tomar, que atajos eran los más apropiados y sobre todo que provisiones llevar para su escape. Aunque había un problema que no la dejaba de molestar, a dónde quiera que el rey fuera Karu lo seguía, así que sería difícil sacar al vessel del palacio, pero aún con este percance en su plan, seguiría adelante pues sus ganas de irse de ahí con el pequeño eran muy grandes y aunque ahora parecía que su plan estaba truncado solo requería que el rey estuviera ocupado al menos un rato, para que así ella pudiera ir por el vessel, pero sabía que esto no era nada fácil.
Si se daba cuenta el rey, que era lo más probable a pasar tendría que tomar medidas desesperadas para escapar, ella no podía hacer nada en un combate contra su rey, así que la opción más fiable era escapar, pero con el poder mágico que tenía el rey lo más seguro era que la iba a tener muy difícil para escapar. Y aunque el destino jugara las cartas en su contra haría lo que pudiera para que Karu estuviera lejos del palacio.
Mientras ella iniciaba la primera fase de su plan, en otra parte del castillo el sonido del acero de dos aguijones golpeando y bloqueando era audible por el eco que había en el palacio, ahora gracias que aún más bichos ya habían sucumbido a la infección el rey redobló sus esfuerzos por hacer que su reino no cayera y fuera olvidado, además era bien sabido que mientras más intentes resistir contra la infección, está te consumiría cada vez más rápido. Así que aquellos que durante más tiempo aguantaron para evitar que la infección se hiciera con ellos, no pudieron continuar batallando y fueron consumidos por la infección.
El rey cada vez más se le notaba estresado y era mucho menos fácil hablar con este sin que fuera algo grosero, pero aún así no podía tomarse a la ligera atender a cualquiera, ahora con medidas más desesperadas había enviado algunos pequeños escuadrones de bichos a proteger Ciudad de las Lágrimas ya que era el sitio del reino que más había aguantado más durante estos tiempos de infección.
El capitán de la guardia real del rey era el único que podía hablar con el rey, cada día enviaba una carta de cuántos infectados ya habían sido exterminados y sin duda las cifras hacían que el gusano tuviera más miedo de perder todo lo que había construido a lo largo de los años.
Pero hace unos dos días el capitán finamente había dejado de enviar cartas cosa que no era nada bueno. ¿Habría sucumbido a la infección? ¿Ciudad de las Lágrimas también está infectada? ¿Lurien habrá caído por la infección? Estás y más preguntas rondaban la cabeza del gusano mientras entrenaba con su vasija.
Karu había demostrado tener un pleno control y agilidad con el aguijón siendo ya capaz de bloquear algunos ataques más difíciles del rey, eso y que también empezaba a replicar los poderosos hechizos del rey.
El rey se podía decir que estaba orgulloso de su vasija pero no lo quería demostrar, pues no quería que el mismo arruinará su vasija. Aún así le encantaba ver cómo estaba totalmente concentrado y atacando le dando algunos contraataques que hacían que el rey retrocediera, eso si, sus ataques no llegaban a tocar al gusano que era muy frágil en términos físicos. Ya que no era un luchador apto para soportar ataques cuerpo a cuerpo.
Aún así decidió que era el momento de un descanso, todavía quedan otras actividades pendientes como mandar a otro grupo de soldados a qué revisarán Ciudad de las Lágrimas, aunque no es como si le quedarán muchos, tras un año de experimentos fallidos y de más intentos muchos ya habían caído por la infección, otros más habían escapado del reino con su debido tiempo, y unos pocos más aún seguían resguardados esperando que el rey ya tuviera una solución para lo que pasaba, confiaban ciegamente en su rey como para creer que el ya tendría una solución pronto.
Dejando de lado la actividad de entrenamiento, el rey decidió que era momento de hablar con los tres sellos, aunque para eso primero debía enviar a un pequeño grupo a ver la situación en Ciudad de las Lágrimas ante el cese de cartas del capitán de la guardia. Mientras caminaba por los pasillos, los pocos sirvientes que aún quedaban hacían una reverencia rápida ante su rey y se retiraban pues sabían que no le gustaba ser molestado y menos ahora con todo lo que estaba ocurriendo.
El rey llegó a lo que era su despacho, abrió la puerta mientras pasaba con su vasija una vez dentro cerró la puerta y se acercó al escritorio que tenía su despacho, de uno de los cajones tomo una hoja de papel y una pluma metiendo la punta de la pluma en un pequeño recipiente en donde había una gran cantidad de tinta negra. Estaba a punto de escribir una orden para el teniente de la guardia real, quería que fueran de inmediato a verificar el estado de Ciudad de las Lágrimas, en el pasado tal vez el lo hubiera llamado personalmente, pero ahora quería que todos estuvieran alejados de el y su vasija lo más que se pudiera.
Mientras el rey escribía su carta, por los pasillos del palacio el macho que estaba en contra de los deseos de la hembra hacía su guardia rutinaria mientras era acompañado por otro guardia, mientras iban caminando, el guardia más joven comenzó a toser encendiendo las alarmas para el contrario, al verlo toser y mirar su mano se percato que había un líquido amarillento/naranja, este joven guardia solamente se limpio la mano en su uniforme debajo de su armadura aunque fue detenido por el otro macho.
–Oye chico, será mejor que tomes un descanso...no te veo del todo bien– Dijo el macho mirando al joven, quien si se veía algo mal.
–No te preocupes por mi, estoy bien, solo que tengo tos, eso es normal después de todo el palacio está algo más frío de costumbre así que es normal que me tuviera que enfermar.– Dijo el joven guardia aunque después de haber dicho eso otra vez empezó a toser.
El macho hizo una mueca de disgusto, pues sabía que el joven no estaban bien, era apenas un "niño" pues se notaba que aún no había hecho su última muda de piel. Todavía tenía toda una vida por delante, si no es que caía infectado....o a la pena de muerte, pues hace poco como medida preventiva, a todo aquel que se le notará desgastado psicológicamente y mostrará un degrade físico era inmediatamente encarcelado sin excepción, y luego de eso ejecutado para mantener las celdas del palacio desocupadas.
–Chico no estás bien, será mejor que te retires a descansar...si alguien te ve en este estado no dudarán en mandarte a las celdas y bueno...tu ya sabes– Dijo el macho mientras posaba una mano sobre su hombro del guardia más joven.
Este mismo se le quedó viendo, para después toser otra vez pero para no contagiar a su compañero decidió toser en su mano y nuevamente un poco de líquido amarillento y anaranjado salió de su boca.
–...Bueno, puede que tengas razón, me iré a mi cuarto, intentaré descansar y por si acaso tomar un remedio curativo, y si eso no sirve tendré que ir a la enfermería...– Dijo este joven guardia antes de dejar solo al macho.
El macho suspiro un poco angustiado por el joven, solo era cuestión de tiempo para que sucedieran dos de las posibles cosas más comunes que en estas semanas se estaban dando, una de ellas era que alguien al verlo toser lo llevará a ejecutar y la otra que terminara por infectarse por completo. Hasta este punto, el mismo se estaba cuestionando si no estaba infectado. La infección en un inicio seguía un patrón, pero ahora le da a cualquiera y con eso de que ahora también los síntomas varían de bicho en bicho y de insecto en insecto, era difícil decir con claridad quién era sano y quién no.
No era de sorprenderse que por eso muchos de la muchedumbre ahora hicieran sus labores en solitario, pues tenían miedo de contagiarse, inclusive este miedo y paranoia se había extendido entre los pocos guardias que aún quedaban, pues ahora muchos preferían estar solos a estar acompañados por alguien más.
El reanudó su guardia como era la costumbre, aunque delante de él pasaron un pequeño número de soldados que al parecer iban a la salida del palacio.
Solo se les quedó viendo unos segundos antes de regresar a su guardia, posiblemente ellos iban a algún lado por órdenes de su rey.
Mientras iba por los pasillos pudo escuchar una conversación en voz baja que dos sirvientas tenían dentro de un cuarto.
–¡Te lo estoy diciendo, el rey ha perdido el juicio! ¡Ni siquiera sabe lo que está haciendo!– Dijo la primera sirvienta.
–¡Te equivocas! El rey sabe lo que está haciendo, tarde o temprano el podrá salvarnos, no por nada es una divinidad. Seguro esto solo es una prueba para ver qué tan fieles somos ante el– Dijo la segunda sirvienta a la primera.
–Hay niña...¿Eso crees?– Dijo la primera sirvienta a la segunda.
–¡Así es! Yo como una fiel devota del rey conozco que el nos salvará de todo esto. Aparte solo aquellos que sean los más fieles podrán salvarse– Dijo la segunda sirvienta a la primera.
–Niña...si esto fuera alguna prueba, ¿No crees que el hubiera mantenido la infección controlada? Más de la mitad del reino ya se infectó, además, ¿De que le sirve que esto sea una prueba para probar que tan fiel le eres?, Si ya nadie quedaría al final para que pueda adorarlo y serle fiel– Dijo la primera sirvienta a la segunda.
Antes de que siguieran hablando, el guardia entro a la habitación dando un portazo. Las dos sirvientas que era una mariquita y una cochinilla, se quedaron en silencio y congeladas al ver al guardia parado con semblante molesto en la puerta.
–No les pagan para que estén hablando, ¡Vayan a trabajar ahora!– Les dijo mientras les levantaba la voz.
Las dos sirvientas tomaron sus cosas y se fueron por rumbos diferentes dejando solo al guardia, que algo molesto cerro la puerta antes de continuar con su recorrido por los pasillos del palacio.
Al finalizar con su guardia, el se dirigió al cuarto que compartía con su compañera que tanto quería sacar a Karu del palacio y del reino. Al llegar a este abrió la puerta y se encontró con su compañera haciendo las maletas.
–¿Ahora que estás haciendo?...– Preguntó mientras veía como su compañera guardaba sus cosas
–¿Tu que crees que hago? ¡Me largo hoy mismo con Karu!– Dijo la hembra haciendo que su compañero se pusiera una mano en el rostro.
–Ay no, no, no, no, ¡no! Creí que habíamos hablado de esto, no puedes sacar a ese pequeño de aquí. El rey se dará cuenta, y quién sabe cuántas cosas puede ser capaz de hacer.– Dijo el guardia al mismo tiempo que regañaba a su compañera.
–¡Me da igual que se de cuenta! Hoy es el día donde me voy, finalmente he terminado cada fase de mi plan, ahora solo queda la última parte que es la más difícil, tomar a Karu sin que el rey se de cuenta...– Dijo ella mientras terminaba de guardar sus cosas
–...No es por tirarte las expectativas de un plan perfecto, pero para acercarte a Karu tendrías que hacer la mejor distracción de todas para hacer que el rey se distraiga lo suficiente, no hay nada actualmente que pueda servir como una distracción...– Dijo el macho algo molesto mientras se cruzaba de brazos.
Ella entonces lo pensó un poco y tenía razón, no había nada actualmente algo que pudiera distraer al rey... al menos no algo que no fuera de importancia, miro a su compañero con una sonrisa algo malvada. Al ver su sonrisa el macho se sintió incómodo, adivinando las intenciones de su compañera de cuarto y trabajo.
–Ni siquiera lo pienses, no voy a ser tu cavasuelos de prueba....– Dijo el macho mirando con seriedad y con disgusto a su compañera.
Aunque le haya dicho eso a su compañera de su cara no desaparecía aquella sonrisa de intenciones malas, algo que hizo qué el guardia trague un poco de saliva.
[Horas después]
El macho y la hembra estaban frente a la puerta de la habitación del rey, el monarca no se encontraba ahí pues en la puerta estaba el mismo candado mágico de siempre cuando deja a Karu solo, el plan era simple, entrar por el vessel y salir sin dejar rastro de que estuvieron allí. El macho continúo recalcando que tenías todas las de fallar, pues el rey no era tonto y no tardaría en darse cuenta que habían tomado a su nuevo intento de salvar un reino perdido, si realmente le importaba iba a hacer que la buscarán y si no, pues su plan de la hembra saldría totalmente bien, aunque el macho seguía dudando que esto fuera a suceder.
–Bien ahora es nuestra oportunidad, el rey está ocupado, así que será fácil sacar a Karu del cuarto– Dijo la hembra en voz baja viendo a su compañero.
Cuando estaba a punto de salir de su escondite el macho la jalo para que se volviera a esconder, mientras esté se asomaba un poco.
–¿¡Cuál es tu problema?!– Susurro la hembra con voz molesta.
Se levantó mientras veía a su compañero quien no dejaba de ver a la dirección del cuarto del rey.
–Ese es el problema...– Dijo en voz baja y con un tono preocupado.
Señaló con un dedo la puerta del rey, ahora habían dos carcasas custodiando la puerta, así que ya era más que obvio que el rey comenzaba a sospechar que alguien había estado con su vasija anteriormente, pues había notado algunas ciertas cosas que su vasija no debía de tener.
Así que ahora con esa vigilancia en la puerta, la hembra susurro un fuerte insulto.
–Bueno ahora creo que te podrás despedir de tu plan, ya se acabó todo...– Dijo en voz baja el macho mientras se intentaba retirar.
Obviamente su compañera no lo dejo irse, tomándolo por el cuello de su armadura y haciendo que regresará a su lugar, ella examinaba a las carcasas y después de un rato miro a su compañero, para una última vez ver en dirección a las carcasas y la puerta de la habitación del rey.
–Bien hay un ligero cambio de planes– Dijo ella mientras veía a su compañero que rápidamente se enojo.
–¿¡Qué?!– Exclamó esté en voz baja mirando con fiereza a su compañera.
–Je, tranquilo se que funcionará, tu solo distrae a las carcasas.– Susurro ella mientras se preparaba para salir de su escondite.
El macho iba a decir algo en contra de los deseos de su compañera, pero no pudo alcanzar a decir algo, porque su compañera lo empujó fuera del escondite haciéndolo caer de espaldas y haciendo que su armadura hiciera tanto ruido que alertó a ambas carcasas que algo molestas porque no estuviera siguiendo las órdenes del rey, golpearon repetidas veces el suelo con uno de sus pies, pues estaba prohibido para todos (a excepción de la insecto encargada de la limpieza de la habitación del rey) estar cerca de su cuarto.
El macho se levantó rápido al ver a las dos carcasas dirigiéndose hasta el rápidamente, la hembra por su parte se quedó escondida hasta que las carcasas ya no estuvieran ahí, ella saldría, además soltó una pequeña risa al escuchar de su compañero: "¡Me las vas a pagar maldita sea!"
Finalmente cuando el pasillo estuvo en completo silencio, ella salió con cuidado mirando a ambos lados asegurándose por completo que no hubiera nadie, ya una vez enfrente de la puerta del rey hizo lo mismo de revisar ambos lados una segunda vez en caso de dudas. Al ver que no había nadie alrededor, sonrió insertando la llave que le había pedido a la encargada, en el candado mágico.
Una vez sin aquel candado, entraría dentro de la habitación del rey encontrando con que la vasija estaba al lado de la cama del monarca, al verla, el contenedor dejo de fingir estar vacío para acercarse a ella, dándole un rápido abrazo pues no tenían demasiado tiempo para cursilerías.
Tomo a Karu en brazos saliendo del cuarto, mientras lo volvía a cerrar con el candado mágico, y luego de eso se dirigió con Karu hasta la parte en donde ya tenía planeado su escape.
Por su parte el rey estaba hablando con los guardias que había enviado a ciudad de las lágrimas, para su buena suerte, Lurien estaba bien, y el mismo se había presentado frente al rey, para aclarar varias cosas, entre ellas, la repentina e inexplicable infección del capitán de la guardia, que aunque no tuvo contacto directo con los infectados, termino por contagiarse. Esto estaba preocupando al rey, pues una vez más, la culpable detrás de todo esto estaba al tanto de lo que estaba haciendo por intentar detener el completo esparcimiento de la infección, el continúo hablando con Lurien, acerca de que su vasija tenía un rápido avance y que si podría terminar por salvar al reino. Aunque su charla fue interrumpida por las dos carcasas que entraron sujetando al compañero de la hembra que ya estaba posiblemente fuera del palacio en esos momentos.
El rey tuvo que hacerle una seña a Lurien mientras se acercaba a las carcasas, estás no podían hablar, más si tenían la capacidad de seguir órdenes al pie de la letra, así que el rey no tenía que saber porque razón habían traído a ese guardia hasta donde estaba el, pues ya sabía porque lo habían llevado ante el.
El rey miro seriamente al macho que estaba algo nervioso ante la mirada seria y severa del rey.
–...¿Y bien? ¿No me vas a decir porque estabas cerca de mi habitación? Si eso está prohibido para todos, excepto para la insecto de limpieza claro, así que más te vale hablar– Dijo el rey, con un tono de voz que no hacía que el macho se sintiera cómodo.
El macho no sabía que decir frente al rey, por una parte quería delatar a su amiga, pero por otra parte no lo quería hacer. Pero la presión del momento ya le estaba ganando ante el incómodo silencio que había, ya estaba a punto de hablar cuando por la puerta entro otro guardia.
–Su majestad, la señorita encargada de la limpieza de su cuarto quiere decirle algo, dice que es urgente– Dijo el guardia esperando la orden de su rey.
–Déjala pasar.... quiero que esto sea rápido– Dijo el rey suspirando un poco molesto.
El guardia hizo un asentimiento con la cabeza y dejo pasar a la encargada de la limpieza de su cuarto, ella se notaba nerviosa y algo agitada. Eso ya no le estaba dando buena espina al macho quien sabía que posiblemente iban a ser delatados en esos momentos.
–Su majestad lamento interrumpir su charla ¡Pero alguien ha entrado a su habitación!– Dijo la insecto con una velocidad bastante rápida.
Aún así el rey fue capaz de entenderla, así que cuando escucho que alguien había entrado a su cuarto haciendo que el soltará un grito de sorpresa.
–¿¡QUÉ?!– Grito muy sorprendido para después ponerse muy molesto con la insecto.
–¡Se supone que solo tú debes tener la llave que anula el candado mágico! ¿¡Cómo dejaste que te quitarán esa llave?! ¡Una sola obligación tenías, cuidar de esa llave!....¿Había algo faltante en mi habitación? ¿Geo? ¿Prendas? ¿Algo?– Dijo el gusano algo agitado debido a la noticia.
–S-Solo e-el pe-pequeño que está siempre en s-su cuarto, lo d-demás sigue en su lugar– Dijo la insecto al nerviosa sintiendo que se le venía un gran castigo encima.
Ella en realidad solo quería delatar a la hembra, pero entro en mal momento y también encontró al rey con muy mal humor.
–¡Quiero que todos busquen a mi vasija y quién quiera que vaya con el!– Ordenó el rey a lo cual todos los guardias de la sala y las dos carcasas obedecieron y se fueron.
El rey miro enojado a la insecto y al macho, notando que este tenía algo que ver, pero no solo el, la insecto también se notaba nerviosa.
–Ustedes dos no se irán se está sala, y para asegurarme de que no lo harán. ¡Lurien! Mantén a estos dos vigilados, tengo que hablar seriamente con ellos cuando regrese...– Dijo molesto el rey, antes de salir a unirse a la búsqueda de su vasija.
[Mientras tanto con la hembra y Karu]
El contenedor seguía de cerca a la insecto que lo había sacado de la habitación del rey, ahora estaban pasando por uno de los caminos que la insecto había inspeccionado durante las semanas que estuvo planeando su plan, este camino no era el más resistente y tampoco el más firme así que un mal paso y podría caer al oscuro abismo que se encontraba debajo del palacio.
Ellos dos ya iban por la mitad del camino, cuando empezaron a escuchar voces, esas voces se oían como voces haciendo una búsqueda. Así que tal vez estaban buscando atrapar a la hembra y regresar a Karu a las manos del rey. La hembra entonces tuvo que apurar el paso pues no quería que el rey los encontrará.
Al cruzar aquel camino inestable ella suspiro y tomo a su maleta y por el otro lado a Karu de la mano, para comenzar a correr por los caminos que estaban cercanos al palacio. Aunque durante su pequeña caminata apresurada que llevaban, escucharon algunas voces acercándose detrás suyo.
–¡Alto ahí!– Grito una de las dos voces dirigiéndose a la insecto.
–¡Están aquí! ¡Por aquí!– Gritaba la otra voz hacía sus demás compañeros y haciendo señas para que se acercarán ahí.
–¡Mierda!– Dijo la hembra mientras tomaba bien su maleta y la mano de Karu, empezando a correr.
Le costaba correr un poco con el peso de su maleta, llevando a Karu de la mano, el cual apenas y era capaz de seguirle el apresurado paso a la hembra, también la armadura era un contratiempo para su escape. Los dos guardias que avisaron de ellos, les iban pisando los talones mientras el resto iba apresurando el paso para alcanzarlos. La hembra tuvo que tomarse su tiempo para ocultarse entre la maleza, al estar oscuro sería difícil que la vieran, así que se escondió con Karu detrás de unos grandes arbustos procurando no hacer nada de ruido, pues no quería delatar su posición.
Cómo era de esperarse, todos los guardias que iban en su persecución al perderla de vista, comenzaron a buscarla a ella y a la vasija del rey. Así que la hembra en visto de que creía que sus ex compañeros iban a irse derecho sin pensar en buscarla ahí donde la perdieron de vista tomo una pequeña piedra, y sin hacer tanto ruido, aventó está piedra lejos, hasta que está impactará contra una superficie, al oír el ruido todos los guardias se dirigieron hasta ahí para seguir su persecución y búsqueda, sin saber que habían sido engañados, la hembra cuando ya no oyó más voces o el sonido de las armaduras de sus ex compañeros salió del arbusto con Karu.
–Eso estuvo cerca...– Dijo la hembra con un tono aliviado, mientras limpiaba algo de sudor de su frente.
–Bueno vámonos de aquí antes de que se den cuenta de que fue una distracción y regresen– Dijo la insecto pero antes de poder seguir avanzando escucho una voz atrás suyo que la congelo de miedo.
–No tan rápido....– Dijo la voz de su monarca con un tono nada feliz.
El gusano estaba parado unos metros detrás de la insecto, aparte de eso, venía acompañado por dos carcasas que tampoco se veían muy amigables, la hembra tragó saliva mientras estaba quieta, entonces el rey procedió a hablar.
–...¿No sabes que es de mala educación tomar sin permiso lo de los demás? Es considerado robar en otras palabras, y tú has robado algo que me pertenece, entrega lo, y puede que te de un juicio menos severo del que planeo darte...– Dijo el gusano esperando a que la hembra entregará a su vasija.
Aunque el rey al ver a su vasija y ver qué está se aferraba a la pierna de la hembra lo dejo bastante decepcionado haciendo que soltará un suspiro algo enojado.
Aún así no dijo nada, solo miro a la hembra enojado, su semblante era serio y algo severo.
–Tu vendrás con nosotros, no sin antes deshacernos de esa vasija...ya no me es de utilidad...– Dijo el rey con tono serio.
Fue entonces que después del comentario de su monarca, la hembra se dió la vuelta dispuesta a encararlo.
–¡¿"Ya no le es de utilidad"?! ¡Su majestad se está deshaciendo de pequeños que merecen ser amados y queridos como niños y niñas! ¿¡Cómo carajos puede decir eso?!– Exclamó molesta la hembra a su rey.
El gusano estaba algo sorprendido porque la hembra lo haya querido encarar, aún así sin perder su semblante serio hablo una vez más.
–Esos "pequeños" son seres sin sentimientos ni emociones, solo fueron creados por mi con un propósito, asegurar que Hallownest sea eterno, si bien parece cruel de mi parte deshacerme de ellos sin más como si fueran basura, a veces hay que tomar las medidas más drásticas y desesperadas para asegurar un futuro para mí....nuestro reino....– Dijo el rey aunque eso no cambiaba para nada el punto de vista de la hembra.
Está muy molesta tomo en brazos a Karu. Mirando severamente a su rey, pese a que esté fuera la máxima autoridad del reino.
–¡Solo déjenos ir en paz! ¡Al demonio con su estúpido reino! ¡Solo mire a su alrededor muchos ya han caído contra la infección, otros tanto ya están enfermos y los pocos que quedan dudan de que usted halle una cura!. ¿Es acaso que está ciego? !Busca las soluciones en donde no las va a encontrar, estos pequeños de los que usted se deshizo nunca serán perfectos, todos tenemos derecho a sentir y aprender, pero a usted solo le importa salvar un reino que claramente está perdido...¡– Dijo la hembra mientras Karu se aferraba a sus brazos.
El rey no iba a soportar este tipo de comentarios al respecto de su reino, tanto así que sin pensarlo dos veces, atacó a la hembra lanzando un ataque de dagas de color blanco que aparecieron detrás suya. Estás iban con gran velocidad, al ver que estás iban a impactar a los dos; la hembra solamente se dió la vuelta recibiendo cada una de las dagas.
La hembra cayó de rodillas al piso, sobrepasada por el dolor, soltó a Karu de sus brazos el cayó al suelo mirando algo preocupado a la hembra. Ella le regaló una dulce sonrisa pese a sus heridas mortales.
–Eso te enseñará a no faltarle al respeto a mi reino o a mi, se que puedo salvarlo y nadie me va a decir que es una causa perdida.– Dijo molesto el rey viendo a la hembra en el piso para después levantar su mirada hacia donde estaba Karu.
El pequeño contenedor se arrastraba hacia atrás algo aterrado, la hembra con las pocas fuerzas que le quedaban miro a Karu preocupada, ya no habían fuerzas para levantarse pero si para hablarle antes de morir desangrada.
–Co...rre...– Dijo con sus últimos alientos antes de morir pues el ataque había atravesado algunos órganos vitales de ella.
Karu obedeciendo la última orden de su amiga y protectora, se levantó rápidamente del piso mientras con sus pequeños pies intentaba escapar.
–Lleven su cadáver al crematorio, yo me encargaré personalmente de la vasija.– Dijo el rey a sus carcasas.
Estás obedecieron y tomaron el cadáver de la hembra, cada una tomando una pata, mientras la arrastraban por el piso de regreso al palacio. Por su parte el rey no perdía de vista a Karu, cuya rapidez era poca comparada a lo rápidas que eran las alas del monarca.
Aunque si algo con lo que no contaba el monarca era con lo escurridizo que era Karu, logrando esquivar en más de una ocasión al monarca que trataba de atraparlo.
–¡Déjate atrapar de una vez! ¡No puedes escapar a tu destino!– Exclamó el rey quien no quería usar ataque contra la vasija por alguna rara razón.
Poco a poco, Karu ya empezaba a sentir los efectos del cansancio, tanto correr y esquivar al rey se le estaba dificultando hasta que finalmente el rey logro atraparlo aprovechando que Karu había bajado su velocidad.
–¡Te tengo!– Dijo el gusano mientras encerraba a Karu en una burbuja mágica.
Karu al verse atrapado en la burbuja probó de todo para escapar, entre sus intentos uso su cornamenta, pero se dió cuenta que la burbuja era mucho más resistente de lo que aparentaba, así que ahora el contenedor más desesperado continuaba buscando la forma de salir de la burbuja mientras veía como el rey caminaba hasta la entrada del abismo.
Con el corazón acelerado Karu como última carta usaba su cornamenta mientras golpeaba la burbuja, pero eso apenas y pudo hacerle rasguños. Pero al final esto no resultó como el quería, y para su mala suerte el rey ya había llegado a la orilla de la gran caída al abismo.
El rey tomo a Karu en brazos sacándolo de la burbuja estirando sus brazos listo para tirarlo, aunque esto no era una tarea sencilla, podría ser un ser muy poderoso, pero debía aceptar que aún en lo más profundo de su ser, amaba a sus vasijas y se sentía orgullosas de ellas, las veía como sus hijos, aunque esto fuera imposible de notarse, el rey dió un último suspiro mientras veía como Karu hacía una pataleta inútil por intentar escapar.
El rey cerro sus ojos y repitió aquella frase que siempre decía en momentos difíciles.
–Ningún costo es demasiado grande.– Dijo para hacer lo que tenía que hacer.
Dejo caer a Karu a la oscuridad del vacío, una vez escucho el sonido de que el contenedor había caído hasta lo más profundo, se dió media vuelta y empezó a caminar lentamente de regreso a su palacio, ahora tenía que posponer su reunión con los sellos.....
[Epílogo]
Muchas cosas habían pasado luego de que Karu fuera desechado, entre ellas, el rey por fin encontró a su vasija perfecta y encerró la infección en esta, luego los tres sellos dieron su vida con tal de mantener el reino a salvó. Pero al final todo había sido en vano, encontró a la vasija demasiado tarde, ya casi no quedaba nadie más que sus súbditos pues los pocos guardias que habían quedado fueron echados por el propio gusano ante la desconfianza que generó aquella hembra en el, ya no podía confiar en los guardias. Y ahora, el rey había hecho desaparecer su palacio con tal de estar a salvo con los pocos súbditos que aún le quedaban.
Mientras caminaba por los pasillos de su palacio. Pensaba en los muchos errores que había cometido y a cuántos súbditos había perdido, aquel macho y la hembra que ayudaron a Karu fueron ejecutados, una por mano del rey, y el otro por sus carcasas.
No sé sentía orgulloso de eso, ni tampoco de haber tirado a muchos pequeños y pequeñas que tal vez en algún momento hubieran sido de utilidad, se sentía totalmente mal, pero ya era tarde para arrepentirse.
Ahora solo se repetía así mismo, "Ningún costo es demasiado grande" esperando que así su memoria pudiera estar tranquila, pero aún así, no lo estaba. El recuerdo de cada vasija siendo tirada por el hacia el oscuro del abismo lo atormentaba, e incluso le había quitado el sueño.
Sus más fieles súbditos al verlo pasar hacían una reverencia y después continuaban con lo suyo. Pese a que su rey ya no les hiciera demasiado caso, ellos seguirían haciendo eso con tal de mostrar su respeto al eterno monarca.
El rey, mientras caminaba pensando en los errores del pasado, se dió cuenta que la parte de la sala del trono estaba más oscura que el resto del palacio que brillaba con una resplandeciente luz plateada. Al adentrarse por este pasillo que daba a la sala del trono se pudo dar cuenta que habían varias carcasas ya vacías tiradas en el suelo, aparte de sus otros inventos.
–...Que raro...– Dijo mientras se acercaba a inspeccionar una de las carcasas que yacían en el piso.
Sin darse cuenta detrás suyo en la entrada a la sala del trono, una gran muralla negra empezó a levantarse, cuando el rey sintió que algo estaba mal, al mirar atrás quedó no solo horrorizado, sino que también se asustó al mirar la gran muralla negra que avanzaba hacía el, el gusano se levantó del piso mientras corría hacia la otra salida que estaba del otro lado del cuarto.
Pero justamente frente a el, otra muralla se empezó a levantar y algo de oscuridad avanzaba rápidamente hacía el. El rey asustado retrocedió en dirección a su trono, en donde tropezó y quedo sentado en este, acto seguido un tentáculo de oscuridad lo agarro de un brazo y después del otro, ahora estaba inmóvil viendo que delante suya las dos murallas se juntaron para crear un enorme muro negro, del cual muchos ojos blancos lo observaban. Pero entonces del resto de ojos, solo 8 eran los más sobresalientes que habían por ser los más grandes entre todos.
El rey tragó saliva sabiendo que ese podía ser su final, después de todo.... siempre toca una hora de morir.
El rey cerro los ojos esperando a que su destino fuera concretado. La oscuridad lo envolvió y después de un rato está desapareció, pero ahora el rey yacía muerto en su trono. Sin ninguna lesión o herida que fuera visible, tampoco habían signos de que había sido envenenado, había muerto por sus propias creaciones. Y por un ser más poderoso que el.
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Bueno hasta aquí llega el final del prólogo, espero y les haya gustado. Me esforcé más está vez solo para que fuera de su disfrute, aún así para ya no alargar más esto, yo me despido de ustedes y los veo en el siguiente episodio.
¡¡HASTA LA PRÓXIMA!!
Posdata: La historia sufrió cambios a partir de Junio de 2022 para mayor disfrute del lector, los siguientes capítulos que podrás encontrar a continuación recibieron múltiples revisiones y cambios para tener la mínima o nula cantidad de errores o incoherencias.
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