UN
No es fácil recordar momentos difíciles, pero cuando Armelle cierra los ojos recuerda cuando su madre, Charlotte, le contó que iba a tener una hermanita pequeña. Y aunque este no era un recuerdo malo, era más bien difuso.
La noticia no fue muy agradable para su mente de tres años, aunque ella era muy inteligente para esa edad. Sus compañeros de guardería tenían hermanos y tenían que compartir, ella no quería compartir a sus papás. Quería que su amor fuera solo para ella.
—Mami, dile a la cigüeña que ya no queremos una Hermanita, tenemos a Gordito, él nos quiere mucho —Gordito, era un pez dorado que habían comprado para probar que podía cuidar de una mascota.
Antoine río un poco y cogió a Armie en brazos y la sentó en su regazo y quito uno de sus mechones de pelo para que le prestará atención.
—Bibou, la cigüeña ya tiene el bebé preparado y viene de muy lejos, ya no podemos decirle que no
—Pero yo no quiero una hermanita —un puchero se instaló en sus labios y sus ojos se pusieron llorosos, siempre había sido una drama queen.
Recuerda que eso fue en vísperas de Navidad, 4 meses después, una pequeña bebé, Anne Marie, entraba en el hogar de los Lefebvre para alegrar su vida.
—Solo sabe llorar, no le gustamos —jugueteo con la falda del vestido de su madre, mientras ella acunaba a su pequeña hermana Anne Marie.
También recuerda como usaba a la pequeña como coartada para sus travesuras, aunque la bebé solo se dedicará a dormir y comer.
Ahora no sabría vivir sin su hermana menor, son una, son Arnie, Armelle y Annie, su pequeña mocosa, siempre.
Lo siguiente que recuerda es a la pequeña Anne Marie de 4 años, descubriendo su pasión. La que hoy en día es la causa de su ser, el ballet, esa danza que expresa tantas emociones con una coreografía.
Recuerda llevarla de la mano con cuidado, porque ella era delicada. Relucía un pequeño tutú rosa con las bailarinas y no paraba de hablar emocionada.
—Vi con mamá a unas niñas bailar y era lindo y me dijo que me traería y me compro el tutú, mamá quería que fuera azul pero yo le dije que rosa por que es lindo —Armie río por tantas y como había usado— ¿De que te ríes?
—No es nada, ma petite —Sonrió Armie mientras la llevaba con las demás niñas para que bailara.
—No te vayas… no me dejes solita Bibou —Armie se quedó la primera clase sentada en una esquinita viendo como su pequeña hermanita bailaba con una sonrisilla.
Al abrir los ojos sonrió mientras escribía las últimas líneas de su pequeña obra.
… Así que mientras miraba la puesta de sol, solo pude entender que nunca estaría sola, que con él a mi lado íbamos a vencer a todo aquello que se nos pusiera delante. Sí sola podía ser una mujer fuerte aunque con una sola perspectiva con él a su lado podía ver lo que eran dos perspectivas. El lado bueno dentro de lo malo y el lado malo dentro de lo bueno.
Con aquellos pensamientos, lo miré mientras él leia enfrascado en el libro con la taza de café a su lado, mezclando el olor que desprendía su colonia con el de su colonia. En ese momento todo iba bien y eso era lo que importaba, sin dejar atrás el camino que habían pasado para llegar a aquello.
FIN
Sonrió ampliamente mientras se sentaba en la escalera de incendios, sacaba de su cajetilla un cigarrillo mentolado mientras miraba la hora.
Aún faltaba media hora para que Annie saliera de la academia, le había prometido ir a buscarla porque habían predicho una tormenta.
Encendió el cigarrillo mientras oía la ventana de arriba abrirse y su vecino asomarse, un chico de 27 años, Norman, vivía con su novia Helena.
Se habían conocido un día, pocos meses después de que sus padres falleciera, mientras estaba a las 3 de la mañana en las escaleras fumando un cigarrillo, la asustó, pero pronto conversaron durante una hora, hasta que oyó a Helena asomarse buscándolo.
—Eh enana, ¿tienes uno para mí? —Armie sonrió mientras lo veía bajar hasta su piso— así que ¿cómo estás? —Encendió el cigarrillo y le devolvió el mechero.
—Por fin, acabe mi novela —sonríe mientras apunta al manuscrito en su escritorio.
—Genial, ¿Me dejas leerlo? —Norman era un chico curioso, le gustaba eso en él— si quieres te podría dar algún tipo de consejo
Del interior de la casa se oyó un pequeño ladrido y pasitos hacia donde estaban, la pequeña pomerania color canela se asomo en la ventana y ladro al encontrar a una de sus mamis.
—¡Hola Woolf!
—¿Woolf? ¿Como Virginia Woolf, la escritora?
—Annie se lo puso en honor a ella —comprobó la hora aún faltaban 15 minutos— ¿Quieres café? —Tiró la colilla al pequeño cubo de basura del vecino, para que Annie no viera las colillas y entró por la ventana seguida de Norman.
Woolf ladró inconforme con la entrada del intruso en su hogar, algo que sin duda le recordaba a Annie.
—Vaya, siempre que vengo tenéis un disco de vinilo nuevo —Cogió la última adquisición de Annie, un vinilo de David Bowie— un buen gusto sin duda
Ambos se sentaron en el sofá mientras Armie suspiraba un poco cansada, el insomnio la tenía muy cansada, el cuidar de Annie, su libro, el estrés. Norman notó como al sentarse en el sofá, Armie cerraba los ojos con cansancio y miraba al techo.
—¿Qué es lo que le pasa a la princesa francesa?
—No puedo dormir por las noches, Annie está en la maldita etapa de desobedecer y estoy estresada… Y ahora tengo que ir a buscar a Annie en 20 minutos
—¿y si lo hablas con Annie? Es tu hermana quiere lo mejor para ti, y el no dormir no te hace bien, intenta echarte una siesta ahora... —se levantó del sofá y la obligó a tumbarse y la tapó con una manta, a pesar de las quejas por parte de la menor, acabó viendo como poco a poco esta sucumbia a los brazos de morfeo.
La lluvia empezó a caer mientras una adolescente corría a casa evitando la lluvia con rapidez sacó la llave mientras maldecía la falta de toldo en el portal.
—Mince! —subió las escaleras mientras entraba en su casa con un portazo y viendo a Armie su hermana dormida en el sofá.
Se había quedado dormida, Woolf al oír las llaves salió con rapidez de su camita para recibir a su mamá con pequeños saltitos.
—Oh dios mio… petite… me quedé dormida —Annie ignoró sus palabras y camino a su habitación— Genial otra vez la cagaste Stupidé
Annie fue a la habitación para coger ropa seca mientras dejaba la mojada en el cesto de la colada, todo en un silencio que puso de los nervios a su hermana mayor.
—¿Te preparo algo de chocolate? —el silencio fue lo que escucho y la hizo quejarse, necesitaba ayuda con ella.
Desde que sus padres habían fallecido unos meses atrás, tanto ella como Annie, estaban pasando una mala etapa. Aunque Armie había acogido el rol de madre y la había ayudado con todo lo que podía y más.
Encontró un trabajo por las mañanas mientras Annie estudiaba en el instituto, ella había pasado a estudiar por las tardes.
Había adoptado a Woolf como una terapia, para que no estuviera triste y ocupará un poco de su tiempo con una mascota.
Ella se centró en su libro, para ocupar su tiempo, por las noches mientras el insomnio atacaba intentaba no sumirse en el llanto, pero era imposible así que cuidaba de su hermana, iba hasta su habitación, la veía dormir, recogía un poco la casa, mantenía su mente ocupada.
Miro la hora y fue a cambiarse a la habitación, para ir al instituto, dejó preparada un poco de cena para Annie y una nota.
Siento haberme quedado dormida, vengo a las 22 del instituto, podemos ver una película y comer palomitas, te he preparado tu plato favorito para cenar, Je t'aime Ma petite
Fue hasta la habitación, dejó la taza de chocolate y la nota, acarició el pelo de Woolf y tocó la puerta del baño para poder hablar con su hermana.
—Nena me voy al instituto, cualquier cosa norman está arriba puede ayudarte, te quiero muchísimo
***
Salió del instituto mientras hablaba con su compañero Josh, cuando vio de reojo a su pequeña mascota y a Annie esperándola en la entrada.
—Hasta luego Josh —Se acercó a Annie y sonrió un poco al verla— hola ma petite
—yo no me he olvidado de ti, y de qué va a llover de nuevo —señaló el paraguas en sus manos— Vamos tengo hambre
Empezaron a caminar mientras la lluvia caía Woolf ladraba por no poder ir en el suelo, ya que significaba tener que volver a lavar el pelo esponjoso que tenía.
—en casa jugamos bebita —Annie abrió la puerta mientras ella sujetaba el paraguas para no mojarse y entraron rápido al edificio donde dejaron que la pequeña perrita subiera las escaleras.
Al entrar en el apartamento, dejó su abrigo y fue a poner la comida en los platos para cenar mientras veían Daria, una serie que entusiasmaba a Annie.
—Anne Marie ven a cenar, Daria esta por empezar —Fue hasta su habitación encima de la mesa, donde debía estar su manuscrito había una nota con la letra de Norman.
Me lo llevé para leerlo, espero que no te moleste, recuerda dormir niña —Norman :)
Bajo y Daria ya estaba puesta en la tele mientras Annie estaba sentada en el suelo con el bol de sopa y la receta de pollo frito de su madre fuera esperando por ser comida.
—saben como el de mamá… —sonrió Annie un poco decaída mientras la intro de Daria daba comienzo.
Woolf sentada al lado de Annie miraba el pollo con anhelo, haciendo reír a Armie, ahora esa era su familia, su hermana pequeña y su perro.
Tras la cena, Annie fue a su habitación seguida de su fiel compañera perruna, y se acostó para mañana ir al instituto y ella intentó dormir. Por algún motivo, el insomnio no atacó aquella noche.
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