SEPT
Septiembre había llegado a la gran manzana de nuevo. Un año había pasado para las hermanas Lefebvre, un año desde que vivían solas en un apartamento en Nueva York, en un año habían pasado tantas cosas que estaban seguras que sus padres estarían orgullosos de lo mucho que habían evolucionado juntas.
Pero centrémonos en lo que les estaba ocurriendo a cada una de las hermanas. La menor de ellas, Anne Marie, entrenaba duro en sus ensayos para el papel que había conseguido en la obra del cascanueces, no era un protagonista pero si de los personajes principales. A eso debíamos sumarle que mientras estudiaba para sus últimos exámenes de la academia donde la iban a subir de clase. Por otro lado Armelle, la mayor, estaba enfrascada en el borrador de la siguiente historia de Becky dando los últimos retoques y la etapa de la luna de miel de la relación, había pasado a la de la monotonía del matrimonio.
Sin darse cuenta había cambiado muchos aspectos de su vida, solo por el hecho de que a Izan no le gustaban o porque no era lo que se esperaba de una chica de su edad, claramente influenciados siempre por los comentarios de su pareja, aunque ella era ajena a estos hechos. Annie insistía en que Izan estaba cambiándola, que esto no es lo que sus padres les inculcaron. Y ella seguía creyendo que no, que todo seguía igual que cuando empezaron a salir.
Aquella mañana mientras desayunaban, Annie leía lo que su hermana había escrito antes de que llegará su "cuñado" y las interrumpiera con alguna de sus objeciones. Para su desagrado cuando el chico tenía turno de mañana solía venir y dormir con su hermana, algo que ella no aguantaba porque nunca se la tenía en cuenta. Las noches de ver películas con su hermana, se había reducido y si quería ver Bill y Ted tenía que subir a casa de Norman para verla con él, a Izan no le gustaba entonces en casa no la podía ver tranquila. Aunque a Armie no le gustaba mucho hacía el esfuerzo por su hermana y la veía con ella pasando así un poco de tiempo de hermanas.
—Es bueno, la verdad... me tiene intrigada
—¿Qué es bueno?
—Lo que...
—No importa, hoy cenamos en casa de mis padres
—Los... ¿2? ¿Y con quien se queda Annie?
—Tiene 15 es mayor, que suba a casa de Norman
—Norman no está, se fue a hacer un casting
—No va a venir con nosotros Armie amor
—Ya te digo que sí, no voy a dejarla sola en casa con ¡sabiendo que es 17!
La mañana transcurrió, tras aquella discusión donde Armie ganó para desagrado de su pareja, de manera tranquila, debido quizás a la ausencia del chico en el hogar.
Armie estaba enfrascada en su libro mientras que Annie había salido a pasear a Woolf que estaba un poco inquieta. Izan había ido a trabajar, por lo que se permitió un momento de tranquilidad, salió a la escalera sacando el paquete de cigarrillos que ahora usaba con más frecuencia debido a la ansiedad que estaba sintiendo últimamente.
Helena se asomó y la vio allí sentada mientras miraba a la nada, normalmente Armelle rebosaba alegría pero desde hacía unas semanas la veía apagada y por lo que contaba Annie, Izan parecía un opresor que no la dejaba ser, ni a ella ni a su hermana.
—¡Pero si esta aquí mi princesa!
—Hola Helena...
—Cara larga... ¿Qué te pasa?
—Es... Creo que las cosas con Izan no van muy bien...
—Oh cielo, eso suena fatal
—Para colmo hoy tengo una cena con mis suegros, y quería que dejará sola a Annie en casa
—Pero... es 17 de septiembre...
—Lo sé, Annie suele tener más ansiedad sobre estas fechas y.. no quiero dejarla sola en casa
—Así que cena con los suegros y tu hermana... Suena a algo muy formal ¿no?
—Si algo muy serio verdad, me pondré elegante creo, no sé
Tras aquella conversación Helena y ella compartieron unos minutos más mientras fumaban y hablaban de la nueva historia de Becky. Fue en aquel momento, donde se le ocurrió a Armie una idea para una nueva novela ajena a la historia de Becky.
—Bueno cielo, nos vemos mañana, llega norman, ¿os apetece cenar con nosotros?
—Eso sería una maravillosa idea, no me lo perdería por nada del mundo.
Cuando llegó la hora de comer, Armelle estaba en la cocina haciendo un poco de pure de patatas con pollo, mientras cantaba al ritmo de Fat bottomed Girls de Queen, mientras Woolf miraba por la ventana con melancolía, algo que hacía cada vez que venía del parque de perros.
El vinilo cambio y Annie puso Who Wants to Live forever, mientras miraba que podía ponerse aquella noche para la estúpida cena a la que no le interesaba ir. Armelle estaba tan enfrascada en la canción que cuando Annie entró a preguntarle que se ponía mejor, se la encontró cantando el estribillo con la cuchara de madera en su mano.
—Si no vales para escritora prueba a ser cantante, triunfas
—¡Bibou! —Ambas rieron con fuerza.
—Me voy a poner unos vaqueros y una camisa para esta noche.
—Yo me pondré el vestido azul marino... A Izan le encanta
—Y por que no te pones algo que te encante a ti
—A mí me gusta... —Confusa miró a su hermana.
La comida pasó con tranquilidad mientras Annie le contaba a su hermana que lo más probable es que en Octubre cuando representaran la obra, habría representantes que podían lanzar su carrera, si es que quería dedicarse a ello profesionalmente.
—Paremos y pensemos, ¿El ballet te hace feliz?
—Claro
—¿Feliz como para trabajar de ello?
—Sí... Pero como bailarina, no como instructora
—¿Y si se diera el caso?
—Supongo... que volvería a buscar tus grandes consejos
—Bueno entonces, yo siempre supe que tenías potencial para el baile clásico
***
Woolf las miraba con adoración, pues siempre que sobraba un poco de pollo, se lo daban como recompensa por portarse bien en los paseos. Cada día salía 3 veces una por la mañana que solía ser el que le daba Anne Marie, otro por la tarde que era el que daba con Armie y uno en el que iban las 3 juntas.
A las 5 de la tarde, mientras Annie se iba a duchar Armelle cogía la correa del Pomerania y salían de la casa, para dirigirse al parque donde la soltaba un ratito y luego volvían a casa.
Mientras Armie tarareaba Wannabe de las spice Girls soltó a Woolf que inmediatamente dio una vuelta sobre si misma y sorprendiendo a la chica salió corriendo.
—¡Woolf no! —Quizás era cosa del destino, que estaba jugando sus cartas.
La Pomerania se lanzó sobre un chico que estaba sentado en la hierba con una niña pequeña, que al ver a la perrita se le iluminaron los ojos.
—¡Un Guau!
—Lo siento... Woolf ven aquí chica
—Ah no te preocupes... ¡Hey Armelle!
—Oh ¡Jeffrey! ¿Cómo estás?
—Muy bien... y veo que tu también, vi tu libro en la librería...
—Oh gracias ¿Quién es esta pequeñina? —La verdad que la nena le recordaba a su hermana con su edad haciendo que se le derritiera el corazón.
—Ella es la hija de uno de mis mejores amigos... Di hola Christine
—¡Hola! Uhm... puedo jugar con el guau...
—Claro cariño —La niña no debía tener más de 2 años, mirando a Jeffrey se sentó a su lado, y conversaron un rato, mientras reían y jugaban con la nena.
A unos cuantos metros, un coche negro aparcaba mientras miraba el parque. En el coche el agente de policía, se encontró con una visión que no le hacía mucha gracia y que iba a interrumpir. Bajando del coche se acercó a la pareja. Woolf si que reconoció a Izan y no estaba nada contenta, así que comenzó a ladrarle.
—Ehm... Armelle...
—¡Oh Izan! ¿Qué hora es?
—Las 18:30...
—Oh dios, se me hizo tarde, es que me encontré con Jeff y nos hemos puesto a hablar...
—Vamos, llegaremos tarde por que no estas lista para la cena —no pudo despedirse de manera correcta que Izan ya la estaba estirando de camino al apartamento, dejando a Jeffrey chafado.
—¿Volveremos a jugar con Armie? —preguntó la nena con un puchero.
—Pues... no lo sé...
En el camino a casa de sus suegros, Armie aguantaba una charla sobre como había faltado al respeto a su pareja.
—Jeffrey es solo mi amigo
—él no te veía como un amigo, te veía como un objetivo fácil
—Eso no es cierto
—Conozco a ese tipo de hombres
—¿Por qué eres uno de ellos? —Susurró Anne Marie mientras veía el camino.
—Tú cállate que no es contigo
—¡EH! Es mi hermana, respétala, la cosa no es con ella pero es mi única familia y quiere lo mejor para mí
—Bueno pues que no se meta joder, ya tengo suficiente con haber visto a mi novia con otro chico —comentó mientras aparcaban— Ahora tienes que portarte como toda una señorita
—Soy una señorita... —Rodo los ojos mientras bajaba del coche disgustada.
La casa de los padres de Izan era una pequeña mansión de dos pisos, que estaba bien iluminada. En la puerta ya los esperaba a la madre del chico que al ver a su hijo corrió a abrazarlo con fuerza.
—Hola mi niño
—Madre, ellas son Anne Marie y Armelle Le...
—Lefebvre, es francés
—Eso y Armie es mi novia desde hace 9 meses
—Es un placer querida, que guapa eres...
La cena fue de lo más incómoda, o así lo sintió Anne Marie que veía como su hermana hacía todo lo posible por agradar a sus suegros. Pero todo eran cosas que ella no solía hacer como servirle a su novio, por que la madre los miraba mucho. Cuando la cena acabó Armelle había tomado una decisión, no lo iba a permitir más. Ella no era así, había abierto los ojos de golpe y porrazo. Su relación iba a acabar cuanto antes, no solo por ella, si no por su salud mental y la de su hermana menor.
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