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DEUX

Al parecer consiguió dormir pero los sueños atacaron, más bien los recuerdos, se veía a sí misma unos meses atrás en mitad de la estación de primavera, 17 de abril. 

Estaba preparando la cena para Annie mientras ella veía una película en el VHS que sus padres habían comprado. 

Al ritmo de un mundo ideal de la película de Aladdin, cocinaba con tranquilidad hasta que oyó el timbre de la casa y luego dos «toc toc». 

Se acercó a la puerta mientras limpiaba sus manos, se acercó a la mirilla y se sorprendió al ver dos oficiales de policía. Abrió la puerta con un poco de temor, los dos policías cuadraron sus cuerpos al verla. 

—Buenas noches, ¿Es usted la señorita Lefebvre? 

—Buenas noches, si soy yo, pero buscarán a mi madre, ella salió con mi padre… Es su aniversario y… —los policías guardaron silencio mientras la miraban— ¿Hay algún problema? 

—Lamento mucho darle esta noticia pero, hallaron el coche de sus padres en una carretera destrozado… Sus padres iban dentro, cuando los hayamos no tenían pulso

El mundo paró de golpe mientras sus ojos comenzaron a picar y el aire a faltar, todos los claros signos de que estaba apunto de tener un ataque de pánico. 

—Señorita… —el otro oficial, el más joven que se había dedicado a mantener el silencio, se acercó con rapidez a ella, sujetó su cintura para intentar evitar que la chica cayera al suelo. 

—Está sufriendo un ataque de pánico —con mucha delicadeza el oficial la ayudó a sentarse en el suelo para que pudiera relajarse y tomar aire con tranquilidad.

—Ellos están bien… No puede ser cierto 

—Bibou, ¿nos dejaron? —su hermana susurró mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y se refugiaba en sus brazos, buscando conseguir un poco de consuelo.

Y de la angustia que sentía en el sueño se despertó, medio asustada deseando que solo fuera un sueño y no un horrible recuerdo. 

Bibou… No puedo dormir, ¿me dejas quedarme contigo? —cada mes el mismo día, 17 de cada mes, Annie era incapaz de dormir y recurría a dormir con ella. 

—Claro mi niña ven aquí —abrió su manta para que ella se acurrucara junto a ella, detrás de ella Woolf la seguía un poco adormilada pedía subir apoyando las patitas en la cama.

La abrazó con fuerza mientras ella se acurrucaba en su pecho y se quedaba dormida. A mitad de la noche, Annie empezó a estornudar preocupando a su hermana mayor, se había enfermado. 

***

A la mañana siguiente, preparaba el desayuno para Annie y ella. Annie no iría a clase tras ponerle el termómetro y ver que tenía 38 de fiebre y la garganta congestionada, solía tener las defensas muy delicadas y cogía resfriados con rapidez. 

Mientras ponía de comer a Woolf, oyó golpes en su puerta, se acercó a esta y poniéndose de puntillas miró por la mirilla. 

Tras esta se encontraba, Norman estaba apoyando en la pared con su manuscrito en las manos con cara pensativa, cuando abrió la puerta, Norman pasó rápido. 

—Debes mandarlo a una editorial, Armelle, eso que has escrito es precioso

—Buenos días Norman, sí yo también dormí bien —Mentira, ni un poco durmió tras despertar de su sueño. 

—Déjate de tonterías, Helena y yo estuvimos leyendo juntos, lo amamos. Debes mandarlo a una editorial, puede tener muchísimo éxito, Becky es una mujer con poder, Helena dice que ama ese tipo de personajes, que es lo que la sociedad necesita

—Oh… ¿De verdad que crees que es bueno, tanto como para publicarlo? —la inseguridad se hizo presencia en Armie. La puerta de la habitación de Anne se abrió dejando a ver a la adolescente con la nariz roja y un poco pálida, enrollada en la manta para darse calor. 

—¿Te has enfermado? —preguntó Norman mientras veía a la hermana menor de Armelle, sonarse la nariz y toser un poco.

—Suele pasar cuando andas bajo la lluvia por que te olvidaron —mirando a Armelle de refilón, así era ella, una bomba de relojería en cualquier momento explotaba con esos comentarios.

—Bueno… Helena tiene medicina arriba, te traeré un par de sobres, volviendo a tu libro, conozco un editor, podrías mandárselo o se lo puedo dar yo

—Podríamos hacer una copia y mandarlo —lo miró con un poco de temor, era un trabajo al que había dedicado meses como una terapia y ahora podría lanzarlo al público. 

—Yo puedo llevarlo y recogerlo hoy así te quedas con Anne —Armie asintió mientras se acercaba a su hermana y tocaba su frente con delicadeza buscando ver como estaba de la fiebre. 

—¿Cómo te encuentras pequeña? —Annie se acurrucó en el sofá mientras la veía, un pequeño puchero se presentó en los labios de la adolescente mientras un ataque de tos se hacía presente. 

***

Por la tarde, mientras Annie dormía, estaba sentada en el pequeño sillón leyendo esperando noticias de Norman. Helena había estado con ella un tiempo mientras tomaban café hablando de lo mucho que le había gustado leer su historia. 

—Armiiiiiie —la voz ronca de Annie, la hizo girar para mirarla mientras ella se incorporaba en el sofá— me das más té por favor…

—Claro mi niña, ¿manzanilla? —un leve asentimiento y un estornudo le abrieron paso a la cocina donde vertió un poco de agua caliente en la taza de café y una cucharada de miel. 

Dejó la taza en sus manos mientras encendía la televisión y se sentaba en el sillón con ella y besaba su mejilla con suavidad, Annie cogió el mando mientras cambiaba los canales, parando en uno en concreto y mirando a Armie con una sonrisa divertida. 

—¿De nuevo? Annie la vimos la semana pasada en la noche de pelis —un pequeño puchero apareció en los labios de la morena mientras la miraba fijamente— Bien tú ganas 

—Yey, amo a ted —sonrió mientras ponía atención a la película, habría visto la película unas… demasiadas veces como para contarlas, sabía completar los diálogos haciéndola reír. 

La puerta sonó, haciendo que la pequeña cachorro ladrara, como si no se hubieran dado cuenta de que habían llamado a la puerta, eso si los ladridos eran desde el sofá mientras mantenía sus orejas alzadas, para no perder la comodidad de donde estaba tumbada. 

—Si woolf lo hemos oído cariño —La pequeña pomerania, se acercó a su dueña enferma y lamió su mano, como si pudiera ser eso la cura de lo que le pasaba. 

En la puerta, por donde entraba Norman llevaba la copia de su manuscrito y el real encuadernados para poder mandarlos a la editorial. 

—Este es el original, mañana tengo una cita con el editor, le daré tu teléfono para que te llame y podáis hablar —se acercó al salón y miró la pantalla de la televisión— Las alucinantes aventuras de Bill y Ted, ¿Puedo quedarme con vosotras a verla? 

—Oh claro, subiré a ver a Helena y podéis quedaros a cenar si queréis —Annie la miraba con una ceja alzada— así… Te agradezco lo que estás haciendo por mi 

Annie volvió a mirar a la pantalla, un poco disgustada, ella quería ver la película con su hermana, esa era su tradición. 

—No es nada Armelle —sonrió mientras dirigía la mirada a la tele— amo esta película ¿te encuentras mejor, Annie? ¿Tomaste los sobres que baje?

—Si, dude —norman rio un poco y acarició a Woolf. 

***

Una semana había pasado desde esos acontecimientos, Armie estaba tan nerviosa que había decidido pintar la casa como distracción. 

Annie simplemente pensó que su hermana estaba perdiendo la cabeza, cuando la vio moviendo los muebles de su habitación y cantaba Don't stop me now de Queen, grupo que amaba. Así que se hizo rutina ver a su hermana en una habitación de la casa pintando cada día, una habitación por día. 

Annie había llegado un día a casa y su habitación estaba con la parte donde se apoyaba el cabecero de la cama con pintura para pizarra y una caja de tizas al lado de su escritorio, para que ella pudiera pintar lo que quisiera a su gusto. 

Así que cuando entro en casa un viernes, y no escuchaba la voz de Freddie Mercury sonar en el salón, se extrañó. 

—Armie ya llegué —dejó la mochila en la entrada y su abrigo en el perchero.
Emprendió la búsqueda por la casa extrañada por el silencio de la casa y el no oír a la pequeña pomerania ladrar porque no la dejaba pasar. La búsqueda de su hermana la llevó hasta la habitación donde la vio sentada con las piernas cruzada y con el teléfono en sus manos con el ceño fruncido, signo de que estaba atendiendo a lo que le decían. Dejó un pequeño beso en la mejilla y ella sonrió levemente. 

—Iré a la cocina a beber un poco de agua y ¿comemos? 

Entró en la cocina y sacó el bote de zumo de manzana de la nevera, bebió un poco para quitarse el sofoco de la carrera desde el instituto para llegar a casa. 

—OH DIOS MÍO —el chillido de Armie sobresaltó a la adolescente que corrió hasta la habitación y la vio saltando en la cama mientras reía. 

—Armie, ¿Que pasó? —se acercó a ella cuando está la sube y la abraza con fuerza— Tengo miedo, se te ha ido la cabeza 

—VAN A PUBLICAR MI LIBRO —Chilló emocionada mientras la abrazaba con fuerza. 

—¿De verdad? 

—¡Si, Bibou! Mañana tengo una reunión con el editor, para concretar los temas del dinero y la portada, dice que podría ser una escritora que podría revolucionar el movimiento de la lucha de la mujer

—Esa es mi Hermana, ahora tengo hambre —sonrió mientras la abrazaba con fuerza y iban a la cocina, donde Annie vio a su hermana feliz realmente como no lo era desde que sus padres murieron. 

*** 

Tras dejar a Annie en el instituto, llegó hasta la oficina del director, estaba tan nerviosa que había recolocado su camisa al menos unas 10 veces dentro de los jeans de tiro alto. 

—Debes ser Armelle, soy John —un hombre de unos 35 años, bastante guapo se puso delante de ella mientras sonreía. Tenía el pelo castaño y unos profundos ojos azules con una ligera barba— Pasa tenemos mucho de qué hablar, me gusta mucho el enfoque de tu historia 

—Gracias John, de verdad esto significa mucho para mí —entró sentándose donde el hombre le ofrecía. 

—Tu libro, es algo que creemos que va a tener mucho éxito, sobretodo cara al público femenino. Las mujeres buscan a las referentes de sus bases, Becky es lo que el mundo necesita —sonrió mientras en la puerta tocaba y entra un chico de pelo negro— este es Andrew, mi pareja, él leyó el libro conmigo 

—Vaya, cariño cuando Norman me dijo que eras una chica joven no imaginaba que tan joven —sonrió adulando a la muchacha mientras la veía— ¿Qué edad tienes? 

—17, en enero cumpliré los 18 —sonrió mientras los veía. 

Andrew y John sonrieron, como si pudieran ver a la siguiente gran revolucionaria, la siguiente mujer en dar el paso para cambiar el mundo a uno mejor. 

—Supongo que no tienes representante… asi que, Andrew ha decidido que va a representarte, el contactará contigo para firmas o reuniones, será como tu hada madrina

Armie no pudo con tanta felicidad y las lágrimas desbordaron sus ojos, haciendo el llanto imposible de controlar, se juntaron todos los sentimientos dentro de ella como un cóctel. 

—¿Nena? No llores —Andrew la abrazó con suavidad mientras John buscaba un pañuelo para que Armie limpiará sus lágrimas— ¿Quieres contarnos por qué lloras? Algo no te gusta… o… 

—No es eso, es que de repente parece que todo va bien —solloza— y estoy sola, mis padres murieron hace poco… Y Annie se cierra en sí misma, y intento que ella me vea fuerte para saber que ella puede apoyarse en mí. 

—Oh dios cariño… —Andrew sujetó la mano de la muchacha mientras que esta descargaba todo el dolor. 

—Vamos a por un café y nos cuentas tus ideas, así puedes distraerte —Andrew cogió la mano de la muchacha y miró a John que asintió con una sonrisa. 

En la cafetería, mientras tomaban una taza de café y un trozo de bizcocho de Zanahoria, Armie contó sus ideas. 

Quería que la portada tuviera una mujer de espaldas en una ventana y que en esta se vieran los edificios de la ciudad. Andrew pidió una dedicatoria y unos agradecimientos, que ya sabía a quienes nombrar. Esperarían a sus 18 para la publicación, pero empezarían a hacer la campaña del libro el mes que viene para las compras navideñas perfecto el marketing. 

Pero que empezarían ya a hacer los papeleos y todo lo necesario, incluso le harían una foto para ponerla en la contraportada del libro, eso la emocionó, iba a ser escritora, como había soñado desde pequeña. 

—De verdad, chicos os agradezco esto muchísimo —sonrió mientras Andrew la veía. 

—No es nada Armelle, nos gustas vemos potencial en ti

—Bueno mañana os llamaré para daros la dedicatoria y los agradecimientos, tengo que ir a por Annie y a una reunión del instituto —sonrió mientras dejaba un par de billetes— Yo invito a esto

Besó la mejilla de la pareja y salió del café con rapidez, ahora debía correr al instituto, odiaba no tener coche. 

Annie la esperaba en el interior del colegio para la reunión con el director. Annie llevaba unos jeans como los suyos y una camiseta de Queen, a pesar de haber salido juntas, no se había fijado en su atuendo. Juraría que la camiseta era de su armario, haciendo que frunciera el ceño. 

—¿Esa es mi camiseta? —preguntó mientras se sentaban a esperar la llamada del director— la reunión fue genial, mi editor y mi representante son pareja tan tiernos 

—¿Entonces, si publicaras? Estoy muy  orgullosa de ti, Bibou —sonrió mientras cogía su mano y daba un suave apretón, intentando desviar el tema de la camiseta hacia el olvido.

El director Singer las hizo pasar y le ofreció un sitio para sentarse, Annie juntaba las puntas de los zapatos, cosa que hacía cuando estaba nerviosa.

—Señorita Lefebvre, su hermana ha tenido un descenso en sus notas, aunque siguen siendo buenas. Incluso últimamente está respondiendo a sus profesores, algo que no es muy normal en ella 

Armie miró a su hermana con sorpresa, ella no le había contado nada de eso y en casa seguía comportándose como siempre. 

—Sabemos que no están en un buen momento y lo entendemos, pero creemos que Annie necesita hablar con la orientadora

—No necesito hablar con nadie ¡estoy bien! —se quejó la adolescente mientras se cruzaba de brazos. 

—Anne Marie, nos preocupa tu expediente eres de nuestras mejores alumnas y sabemos que perder a tus padres es difícil 

—¿Usted ha perdido a sus padres? 

—No a su edad… —respondió el director con sinceridad.

—entonces no tiene ni idea de cómo me siento 

Armie, sintió pena por su hermana, ella intentaba que Annie hablará con ella todo lo posible, que le dijera qué era lo que estaba mal y cómo podía ayudarla.

—Gracias Director Singer, le prometo que Annie volverá a ser la de siempre y sus notas volverán a subir, vamos a casa Anne Marie

Anne Marie, su nombre complero fue la primera advertencia que notódel enfado de su hermana.

—Armie, estoy bien de verdad —se queja mientras la sigue. 

De camino a casa ambas iban en un silencio incómodo, la mayor sabía que debía reñirle y castigarla por su mal comportamiento, pero no quería, pero era su deber de hermana/ madre. 

Al entrar en su hogar, Annie intentó huir a la habitación con intención de evitar el regaño, pero fue parada por la voz severa de su hermana Mayor, segunda advertencia, su tono de voz.

—Anne Marie Lefebvre ven aquí —Annie fue hasta ella— ¿Por qué no me has contado esto? Soy tu hermana y casi hago de Madre 

—Tu no eres mamá, ni actúas como ella 

—De verdad que esto me duele mucho pero debo castigarte —Annie la miró sorprendida. 

—Si te duele no lo hagas, no me castigues

—Debo castigarte, debes aprender así que esta semana, vuelves derecha a casa e irías solo al instituto nada de academia

—No, tú no puedes hacer eso —la adolescente la miró enfadada— Sabes que el ballet es muy importante para mí 

—Y por eso te castigo sin ir, ahora ve a tu cuarto y no me respondas 

—Te detesto, ya no me haces caso solo para reñirme, ya no pasas tiempo conmigo… Ya no sé cómo hacer que te des cuenta de que necesito a mi hermana mayor, no un sargento 

—Escuchame Anne Marie, cada cosa que hago es por y para ti, para que no estés triste ni pienses que te voy a dejar. Para que sepas que sigues teniendo a tu hermana mayor, pero que ahora tiene que hacer de madre, por que sigues necesitando una.
¿Sabes? Trabajo por la mañana en esa estúpida cafetería donde me tratan como una mierda, para poder pagar la academia de ballet para que sigas tu sueño de bailar, cosa que oh sorpresa no he recibido un maldito gracias 

—Yo… 

—No. Ve a tu habitación, no necesito que me pises más, estoy muy decepcionada ahora mismo contigo 

Annie volvió sobre sus pasos y entró en la habitación, mientras dejaba fluir sus lágrimas. Extrañaba a su madre, ella era la que las guiaba y las cuidaba. Annie debía estar muy enfadada con ella, nunca la castigaba solo hablaban y se arreglaban intentando evitar los castigos.

—¿Qué hago mal mamá? —susurró antes de caer dormida en el sofá, cansada de todos los acontecimientos que le hacían que tuviera jaquecas. 

Armie necesitaba dormir, o acabaría en el hospital por un cuadro de ansiedad eso era lo último que necesitaban, su cuerpo estaba cansado y al borde del colapso.

Annie salió de su habitación y la vio dormida en el sofá, la expresión en el rostro no era una de paz, probablemente no estuviera durmiendo bien o incluso teniendo una pesadilla. 

—No te vayas… —murmuró la castaña dormida mientras Annie la tapaba— Lo siento… No… 

La adolescente se acurrucó junto a ella intentando tranquilizarla con miedo a que sufriera un ataque de pánico, producto del estrés. 

—Lo siento Bibou… Yo no te detesto no podría detestar a mi única familia

Así con aquellas palabras que solo habían sido escuchadas por Annie, las dos hermanas Lefebvre acabaron durmiendo en el sofá teniéndose la una a la otra como único apoyo. 

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