Capítulo IV
—Tae...— escuchó hablar al castaño con dificultad— y-yo voy a tener que dejarte sólo por un momento, pero no te preocupes, después de eso no volveré a apartarme de tu lado— sintió el cálido roce de las manos del mayor sobre las suyas y más que nunca deseó ser capaz de devolverle aquella caricia, pero su cuerpo le pesaba demasiado y no obedecía ni a sus más profundos anhelos— esta vez me quedaré— y Taehyung creyó en sus palabras porque sabía que eran sinceras, a pesar de que varios recuerdos dolorosos empezaban a abarrotarse no solo en su memoria, sino también dentro de su corazón— esta vez me quedaré en el hospital el tiempo que sea necesario, no me importa si son horas, días, meses o años, te prometo que estaré aquí para cuando despiertes— pero aunque el pelinegro creyó en sus palabras, no quería que el mayor le prometiera eso, porque él no podía hacer lo mismo, y no quería que la persona que más amaba en el mundo, aquella que le había regalado tantas sonrisas, que lo había llenado de alegría y había apartado toda la tristeza y el dolor, y fue capaz de volver a iluminar su vida, a pesar de que ya estaba sumergido en una profunda obscuridad cuando lo conoció, sufriera por él. No quería que ese rayito de sol que el cielo le había regalado derramara más lágrimas por él—. ¡Esta vez no voy a huir Tae, cuando despiertes prometo estar a tu lado!— escuchó como gritaba para que pudiera oírlo.
—Pero esta vez quiero que lo hagas Hoseok...quiero que huyas lejos de mí, que te olvides de lo que alguna vez fuimos, de los sentimientos y momentos que compartimos, de las risas que me regalaste y de todas las lágrimas que secaste de mi rostro. Quiero que lo olvides todo— pensó esperando que sus deseos alcanzaran al más alto—. Yo sé que vas a cumplir con tu promesa de permanecer a mi lado, pero no quiero que hagas eso, porque sé que me convertiré en el causante de tu dolor si no despierto y no puedes olvidarme, y nunca podría perdonarme eso, así que por favor, por favor déjame ir, hoy más que nunca conviértete en un cobarde y abandóname para siempre— y al imaginar la posibilidad de que sus pensamientos se hicieran realidad, una cristalina lágrima proveniente de su ojo izquierdo* recorrió la pálida mejilla del joven hasta caer en la camilla donde descansaba su cuerpo.
Era cierto que el mayor miedo del menor desde que había elegido terminar con su vida era abrir los ojos y estar completamente solo dentro de una blanca habitación de hospital, el hecho de que por más que intentara llamar al castaño éste no acudiera a su llamado, el volver a respirar el mismo aire que él sin la posibilidad de volver a verlo, el tener que vivir con la pena de haberlo tenido todo y perderlo en un abrir y cerrar de ojos por su egoísmo. Porque la decisión de Taehyung de quitarse la vida en el angosto cuarto de baño había sido un acto egoísta, debido a que no consideró los sentimientos del mayor cuando comenzó a infringirse profundos cortes en la extensión de sus delgados brazos, y cuando tomó en cuenta como podría sentirse al darse cuenta de lo que estaba haciendo, decidió terminar con su vida cuando el castaño estaba lejos, para evitar que éste pudiera hacer algo al respecto. Ya que siempre se preocupó más por cumplir con su deseo, con el deseo de terminar con todas y cada una de sus aflicciones de la manera más rápida posible, antes de detenerse a pensar en qué era lo que quería la persona que juró amar el resto de su vida. Y lamentablemente cuando se ponía a reflexionar sobre aquello, sobre la tormenta que poco a poco fue creando en la vida de Hoseok ya era demasiado tarde para arrepentirse de sus actos o de hacer algo para solucionar sus errores, porque justo en ese momento su vida pendía de un hilo, y no estaba en sus manos decidir si iba a vivir o no.
Era obvio que si el más pálido despertaba de su profundo letargo terminaría lamentándose el resto de su vida por suplicarle a quien fuera que pudiera escucharlo que el de piel ligeramente canela lo abandonara, que no cumpliera con la promesa que siempre anheló escuchar salir de sus labios, en vez de pedir ser salvado, pero ya no pretendía ser egoísta nuevamente. Si el cielo quería aún cumplir con al menos uno de sus deseos, él lo utilizaría para remediar sus errores, y brindarle al menos un poco de tranquilidad y alegría al mayor. Porque una parte de él quería creer que si Hoseok decidía no esperar a que despertara, tal vez le tomaría un tiempo, pero podría olvidarlo, lograría encontrar a alguien digno de su amor y cariño, de recibir de otra persona todo aquello que él nunca sería capaz de darle por más que lo intentará.
Lo que él todavía no lograba entender era que exclusivamente el volver a sentir el suave toque de sus manos, el verlo y escucharlo reír, el besar sus labios, el abrazarlo sin el miedo de que cualquier roce pudiera lastimarlo, el simple hecho de saber que estaba bien, que seguía existiendo, y no era parte de una ilusión o un sueño, era lo que logaría hacer que el castaño experimentara la paz que él tanto deseaba concederle. Que él había sido a la única persona a la que el más alto estuvo dispuesto a entregarle su corazón y prometerle amor eterno. Pero dada la situación no había forma de que el menor pudiera saberlo, y como constantemente se consideró una carga para Hoseok, incluso en ese instante lo mejor según él, era renunciar para siempre a la persona que más lo había amado, sin importar su apariencia o nivel social, solamente tomando en cuenta lo que su corazón le gritaba y le era imposible ignorar, porque sin imaginarlo había terminado amándolo inmensamente.
*Si al llorar la primera lágrima cae del ojo izquierdo es por dolor, y si cae del ojo derecho es por felicidad.
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