v e i n t i s é i s (ii)
Agaché la cabeza aún más. Me acerqué al lavabo blanco para abrir el grifo y refrescarme con el agua fría, evitando cualquier tipo de contacto con Yoongi. No le dije nada hasta que se levantó y se quedó observando cada pestañeo que yo daba. Apoyé las manos en el lavabo, echando el cuerpo hacia delante, y suspiré una vez más antes de dirigirme a él.
— No estoy preñada. — dije, recalcando la última palabra algo mosqueada.
Yoongi se rió, sarcástico, mientras se retiraba el flequillo de los ojos con el índice. — No soy gilipollas. ¿Los test de embarazo son de Jimin?
Me encogí de hombros. No sabía muy bien qué decir. Estaba mareada, débil, y mi cerebro no estaba en sus plenas facultades. Recogí mi cabello en una coleta hábilmente, atándolo en mi nuca con una goma que llevaba en la muñeca. Yoongi volvió a mirarme con las cejas enarcadas, inspiró por la boca después de chasquear la lengua y finalmente habló después de guardar silencio.
— Encontré las dos cajas entre tu ropa. — empezó a explicar.
— ¿Y qué hacías buscando en mi ropa?
— Siempre utilizas mis jerséis. — dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo. Al principio pensé que sería un buen escondite, pero no reparé en que me había quedado con el jersey negro de Yoongi y en que él seguía utilizándolo de vez en cuando.— Yo no tengo la culpa. Es evidente que te pasa algo. No es normal que vomites y te marees sin más con simples olores. Tampoco es normal que estés tan sensible al tacto, que vayas al baño cada dos jodidos minutos, que te pongas vestidos y faldas en vez de pantalones y que estés ardiendo. Siempre estás helada. No he encontrado la prueba que has hecho yo que sé cuando, pero creo que me imagino el resultado.
— Yoongi, yo-
— Mírame. — me pidió. Le obedecí. Me sorprendió verle tan sereno, tan serio. No parecía enfadado o algo por el estilo, simplemente mantenía esta neutralidad tan suya, mirándome a los ojos sin apenas pestañear. — ¿Estás embarazada o no? — fui a contestar, pero me detuvo. — Di sí o no, no quiero ninguna excusa.
Me acuclillé en el suelo, ahogando un grito, pasé mis manos por mi frente, sujetando mi cabeza, y suspiré. — No lo sé.
Yoongi también suspiró, frotándose la cara. Luego empezó a reírse como si estuviera enloqueciendo. — Eso es un sí. Joder, eso es un sí.
— N-no estoy segura del todo. — le dije, casi desesperada al verle a punto de perder la cabeza.
— Vale, genial. — Yoongi volvió a soltar una de esas carcajadas irónicas. Por alguna razón, me hirió que se riera. Traté de mantener la calma y me puse de pie, despacio. Él asintió con una mueca. — ¿Y ahora qué, eh?
— Yoongi, escúchame...
— Me da igual si es niño, niña, hermafrodita, un puto alien o lo que sea. No vas a-
— Yoongi. — alcé el tono de voz. El susodicho cerró la boca con un sonoro gruñido. — ¿Te acuerdas cuando te dije que yo iba a estar contigo en todos los momentos difíciles?
— Sí. ¿Y?
— ¿No crees que es hora de devolverme el favor? En todo caso, la que tiene que aguantar más de medio año con un humano en su útero soy yo, y no estoy precisamente muy feliz con eso. — solté, mirándole como si fuera una madre riñendo a su hijo adolescente. — He estado ahí contigo hasta cuando me... Te tiraste a tres tías, y mírame. Sigo aquí. Me has hecho llorar muchísimas veces, y sigo queriéndote. Sigo a tu lado, como te prometí. Creo que es el momento perfecto para que me demuestres lo mucho que dices amarme.
— ¿Algún día dejarás de echármelo en cara? — preguntó con sorna.
— ¡Joder, Yoongi! ¡Deja de...! ¡Dios! — ahogué un nuevo grito. — No... ¡No puedes seguir así! No puedes seguir fingiendo que todo te importa una mierda.
— Tú eres una de las pocas cosas que me importan, pero tienes un jodido... — señaló con ambas manos mi abdomen, exageradamente, incapaz de encontrar una palabra acorde a lo que quería describir. — Bebé. Un bebé. Con diecinueve años. Hyesun, piénsalo. No puedes tener un bebé-
— Voy a cumplir los veinte dentro de una semana. — interrumpí. — Además, no sé si estoy embarazada con certeza. Tendré que ir al médico y...
— Ni siquiera has acabado la universidad. — Yoongi empezaba a perder la calma; lo supe porque empezaba a acercarse a mí cada vez más, aunque hablaba con ese tono grave de siempre, sin levantar mucho la voz. — Tienes diecinueve putos años hasta el maldito trece de noviembre. Estás en la universidad, te queda muchísima vida por delante. No puedes tener un bebé.
— No eres mi padre, no...
— Pero sí soy el posible padre de ese engendro y, — cerró la mano en un puño y levantó el dedo meñique. — uno, me niego a tener un puto hijo por una larga lista de razones que no voy a decirte ahora; — levantó el anular — dos, me importas más tú que algo que ni siquiera es humano todavía; — y finalmente, levantó el dedo corazón. — tres, por mucho que esté a tu lado y todas esas mierdas no vas a aguantar nueve meses. Créeme. Así que, si de verdad tienes que sacar un jodido bebé por tu vagina, aborta.
— Te he aguantado a ti casi el mismo tiempo, Yoongi, y eres peor que un maldito feto. ¡Al menos el bebé se comportaría como alguien de su edad! Eres un insensible. ¿Có-como voy a abortar? ¡Ni siquiera es legal si no lo dice un médico!
Yoongi dejó caer la cabeza y volvió a reírse, en bajo. Resopló. Ignoró el hecho de que yo acababa de llamarle básicamente bebé y se apoyó contra el lavamanos, de espaldas. — Oye, Hyesun...
— Eres capaz de dejarme sólo porque creo que estoy embarazada. — añadí. — Bueno, más bien huirías, ¿verdad?
— Joder, no estoy... preparado para estas cosas.
— Yoongi, contéstame tú ahora. Si estuviera embarazada, ¿te irías?
Se quedó en silencio, mordiéndose el labio inferior. Chasqueó la lengua por yo que sé qué vez, cogió mi muñeca con bastante suavidad y soltó: — Vamos a fingir que nos hemos dado el lote en el baño, ¿vale? Hoseok y su novia seguro que se están preocupando por nosotros.
Entorné los ojos y negué con la cabeza, muy cabreada a la par que decepcionada. — Yoongi, no me puedo creer que seas capaz de dejarme tirada por un...
La puerta del baño se abrió. Una mujer con bastante prisa entró, y antes de que se quedara parada en medio del baño de azulejos oscuros mirándonos, Yoongi reaccionó y actuó con rapidez. Me empujó hacia uno de los dos cubículos y cerró la puerta con seguro, ignorando por completo a la señora. El espacio se reducció casi por dos, así que Yoongi y yo casi acabamos pegados. En otra situación cualquiera no me hubiera parecido un problema, pero en aquel momento sentí que se me acababa el aire. Yoongi se pegó a la puerta de madera para guardar un poco las distancias. Le miré expectante.
— ¿Vas a contestarme?
— Deja que la señora mee en paz, Hyesun. — soltó, señalando con desgana a su derecha.
— Esa señora me importa una mierda, Yoongi. Responde a mi pregunta.
— Sí. Lo haría, ¿contenta?
— Dios mío, Yoongi, ¡no me estás ayudando para nada en este jodido momento! — chillé. Él enseguida me mandó callar. Hizo ademán de tapar mi boca, pero se contuvo. — Así que te irías. Como siempre. Bien, Yoongi si te-
— No he acabado, Hyesun, por favor, escúchame. — Yoongi se echó hacia delante y puso las manos sobre mis hombros, con la intención de calmarme. Le miré a los ojos. Entre la rabia acumulada que le hacía fruncir los labios ligeramente, noté algo de miedo. Por alguna razón, sentir su aliento suave cuando suspiró por enésima vez me hizo respirar más tranquila. —Tengo que tomarme tres pastillas de litio al día que me dejan hecho mierda, y sé que en cualquier momento se me va a ir la olla y va a salir todo mal. ¿Crees que yo sería capaz de cuidar de un niño, o dos, o lo que sea, cuando sé que en cualquier momento todo va a irse a la mierda? Claro que me iría y te dejaría, Hyesun. Por tu bien. No soy gilipollas, y lo único que no quiero es que cargues conmigo y con un bebé llorón. No quiero hacerte más daño.
— Yoongi, estás bien. No tienes por qué-
— No. Los bipolares nunca están bien. — Volvió a interrumpirme. Sonó terriblemente amargo, a pesar de que esbozó una sonrisilla.
— Sigo sin entender cómo coño serías capaz de dejar a la tía que te ha aguantado durante casi un año entero y te ha dado como... No sé, ¿unas veinte oportunidades? ¡Encima con un bebé que puede ser tuyo!
— Joder, eres muy tonta, no pillas ni una... Espera. — pestañeó, desconcertado, ladeó la cabeza y frunció el ceño. — ¿Cómo que puede ser mío? Jeon Hyesun, la madre que te parió. Como hayas hecho algo con ese imbécil que trabaja contigo lo mato. — me asustó que lo dijera con tanta serenidad y naturalidad, como si nada.
— Tú mismo me quisiste esconder que tuvimos un puto trío con Jimin, así que enhorabuena, puede que tu novia esté preñada de alguien que no eres tú. ¡Eso te pasa por esconderme las cosas!
Apretó mis hombros. — No, bonita, no. Eso te pasa por ser una borracha calenturienta que mientras está intentando follar con su novio agarra a otro borracho. — Me dolió que dijera aquello manteniendo la calma.
Abrí la boca, escandalizada. Alcé la mano, pero la bajé, frustrada. — ¡No te doy una bofetada porque respeto a mi mano!
— Y porque soy guapo y te daría pena dejarme marca. — soltó, con una mueca.
— Yoongi, no tiene gracia. Esto no tiene nada de gracia.
— ¿Acaso has visto que me ría? — señaló su rostro. — Hyesun, estás preñada. Y más te vale que sea de mí...
— Eh, eh, para ahí, cielito. — Le eché hacia atrás. — ¿Cómo que ''más te vale que sea de mí''? No me amenaces, Yoongi. Además, ¡ni siquiera sé si estoy embarazada al cien por cien!
— Me estoy perdiendo. — Yoongi alzó las manos en sinónimo de paz, luego volvió a encajarlas en los bolsillos de la sudadera. Se recostó contra la puerta. — Recapitulemos: Crees que estás embarazada, si lo estuvieras hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que el jodido bebé sea de Jimin... — se rió. Seguramente ni él se creía lo que estaba diciendo. — Jimin... Qué cabrón. Ni siquiera me acuerdo qué coño pasó esa noche. Es flipante. ¿Él lo sabe?
— No hace falta que... me lo recuerdes. — murmuré. — Jimin no tiene ni puta idea de esto. Y qué si el padre es Jimin. Y qué si estoy embarazada. Me dejarías, ¿no? Te lavarías las manos y te esfumarías.
— Hyesun, deja de sacar las cosas de contexto. Sé que te ha dolido, pero tener que irme me dolería más a mí. Mucho más.
— ¡No he sacad-
— Sí, lo has hecho. Te dejaría para que no tuvieras que cargar conmigo además de tener a un... Niño. O niña. Joder, esto es demasiado fuerte. ¿No será una broma guionizada? — miró hacia el techo, buscando cámaras ocultas. — Vamos a dejar las cosas claras antes de que me muera del disgusto, ¿vale? — bufé a modo de respuesta. Yoongi continuó. — Vas a ir al médico, vas a asegurarte de que no tienes un bastardo dentro y todos contentos. Fácil y sencillo. Genial.
— ¿Y si no es como esperas?
— Abortarás por el bien de todos antes de que sea demasiado tarde con la excusa de que tu salud mental va a caer en picado si sigues adelante con el embarazo, no tendremos que ocuparnos de cuidar a un bebé y... ¡Tachán! Todos felices como si nada.
Me sorprendió que utilizara la primera persona del plural en vez de la tercera del singular, que se refiriera a nosotros y no a mí. Me crucé de brazos, desafiante. — Parece que soy yo la culpable de todo esto. Yo no me corro dentro de las tías, si no lo hubierais hecho, no tendríamos este problema.
— Claro, si no hubiéramos tenido ese puto trío a lo mejor las cosas estaba muuuucho mejor, Hyesun. — corrigió. — Además, ¿por qué das por hecho que...? Bueno, da igual. — Hizo una mueca acompañada de un gesto de manos para restarle importancia a lo que quiso decir. — Creo que el tema está zanjado.
— No entiendo por qué quieres que ab-
Pasó rápidamente un brazo por mi cintura y me pegó a él tan de golpe que se dio contra la puerta. Mis brazos quedaron flexionados sobre su pecho. No me dio tiempo a protestar, Yoongi me besó en los labios apresuradamente. Aprovechando que tenía las manos en su pecho, le di para que me dejara en paz. No entendía para qué me besaba así, tan de repente. Dije contra sus labios que me soltara. Yoongi hizo caso omiso, colocó su mano sobre mi mentón, me obligó a mirar hacia arriba y beso el inicio de mi cuello.
— ¿Qué haces? Déjalo, Yoongi.
— Es una distracción... — contestó. Mordió con poca delicadeza mi cuello, después succionó la misma sección de piel durante poco tiempo, para dejar una marca pequeña pero visible. — Para que el imbécil de Hoseok y su novia — dijo, separándose de mí y mirando su magnífica obra con aire orgulloso — vean que te quiero y crean que no hemos discutido.
Hice a un lado a Yoongi, bufando. — No era necesario que lo hicieras...
Él se encargó de abrir la puerta del cubículo, deslizando el cerrojo hacia la derecha, pero me dejó salir primero. Me llamó un par de veces; yo ignoré a Yoongi. Volví a la mesa donde nos habíamos sentado, caminando con dificultad. Al principio sólo me mareé y conseguí mantener el equilibrio alzando un poco los brazos. Luego, mi vista empezó a nublarse. Me quedaban tres pasos o menos para llegar a la mesa cuando sentí un desagradable pitido en mis oídos y cabeza.
— Me... encuentro mal. — solté.
Conseguí apoyar las manos sobre le mesa antes de que Seulsung se abalanzara sobre mí para evitar que cayera al suelo.
No noté ningún golpe, pero perdí el conocimiento.
******
Abrí los ojos de repente. Sabía que estaba tumbada, quieta, pero sobre algo en movimiento, porque veía luces rojizas y de colores reflejadas sobre mi cuerpo que se movían, como cuando iba en el coche. En un primer momento pensé que podría estar drogada, pero al alzar la cabeza me di cuenta de que, efectivamente, estaba en un coche, con las piernas encogidas en los asientos traseros y la cabeza reposando sobre el regazo de alguien. Miré hacia arriba y descubrí que ese alguien era Yoongi, que había pasado su brazo por mis hombros para sujetarme y hacer la función del cinturón de seguridad.
Miraba por la ventana, mordiéndose las uñas. Observé su perfil por un par de segundos, hasta que él notó que le miraba. Giró la cabeza hacia mí.
— Te has desmayado. — me informó antes de que hiciera cualquier pregunta. — Vamos a que te revise un médico.
— Ah... — seguía algo aturdida, así que simplemente asentí con lentitud. Volví a posar la cabeza sobre el regazo de Yoongi.
— Hyesun, ¿te has despertado? — preguntó una voz femenina bastante dulce desde los asientos delanteros. Reconocí a Seulsung en el asiento del conductor.
— Sí.
— Estamos llegando, diré que te hagan unos análisis... ¡Te has desmayado de repente, sin más! Tengo miedo de que sea algo grave, así que he decidido llevarte al hospital.
— ¡Mi chica es la mejor! — oí a Hoseok primero, después escuché una risita tonta de su novia. Se giró para verme. Iba sentado en el sitio del copiloto. — ¿Cómo te encuentras? Su majestad Suga está muy preocupado por ti.
— ¿Mal...?
— Bueno, no te preocupes. Estamos llegando. — repitió, con el mismo tono meloso y dulce que había utilizado Seulsung conmigo.
Volví a mirar a Yoongi, y él me miró a mí. Sus ojos casi negros se cruzaron con los míos brevemente, y apenas un segundo después, devolvió la vista al paisaje urbano de las avenidas de Seúl, demostrándome que sí estaba preocupado. Y nervioso, porque no dejaba de mordisquearse las uñas.
El resto del viaje fue en silencio, con Hoseok y su novia hablando de fondo, suavemente. Yoongi, en un frenazo, estiró su brazo sobre mí para impedir que yo cayera hacia delante. Su mano, puede que por mera coincidencia, fue directa a parar a mi vientre. Seulsung se disculpó por haber pisado el freno tan fuertr y nos dijo que ya podíamos bajar del coche.
Seulsung me había llevado al centro médico donde trabajaban muchos de sus familiares, así que en menos de cinco minutos estaba tumbada en una camilla con una goma de plástico atada alrededor de mi brazo y con una enfermera buscando una vena de la que sacarme sangre. No me hicieron más pruebas además de los análisis, pero sí me hicieron muchas preguntas. El doctor de guardia que me atendió apuntaba todo con una apatía irritante. Su tono de voz robótico me hizo cabecear. Estuve a punto de quedarme dormida unas dos veces mientras ese aburrido médico me preguntaba cosas como: "¿te has sentido muy cansada estos días?", "¿has tenido dolor de cabeza?", "¿has mantenido relaciones sexuales en los últimos quince días?"
Acabé tumbada en otra camilla distinta, en una sala pequeña, con otros pacientes. Conectaron una vía las venas de mi mano, la cual, a su vez, estaba conectada a una bolsa de un contenido anaranjado, casi marrón. Yoongi puso cara de asco, pero se atrevió a tocar la bolsa.
— Parece mierda. — soltó. — Estás muy tranquila para ser una de las primeras veces que te traen a una sala de urgencias...
Me encogí de hombros. — Estoy acostumbrada a los hospitales.
Esperamos en silencio a que alguien trajera los resultados de mis análisis. Yoongi acabó hundiendo la cara en el fino colchón de la camilla, y yo, como de costumbre, comencé a enredar mis dedos en los mechones grises del pelo de Yoongi. Él también parecía cansado.
Al rato, Hoseok y Seulsung llegaron tan risueños como siempre. Ella me explicó amablemente que los primeros resultados de los análisis habían indicado que tenía una anemia terrible, así que me habían puesto un chute de hierro para evitar que volviera a desmayarme y para que no estuviera tan débil. Los tres se quedaron esperando conmigo hasta que el médico que me atendió se plantó enfrente de nosotros, pasando las hojas que él mismo había escrito con toda la parsimonia mundial concentrada en él. Era como ver a un perezoso con gafas y bata blanca.
— Eh... Jeon... — empezó a decir el hombre.
— ¿Cuántos porros se habrá fumado este tío? — Yoongi, impaciente, le miró algo cabreado. — Va a velocidad de tortuga lesionada, no me jodas.
— Señorita Jeon...
— ¿Si?
— Bueeeno...
— Joder, dentro de nada va a ser Año Nuevo si sigue hablando así de despacio. — protestó Yoongi. No era el más indicado para hacer comentarios de ese tipo dado que él también hablaba con calma, pero no podía compararle con aquel tío. ¿En serio era médico?
— La señorita Jeon tiene... anemia. Sus niveles estaban muuuuy bajos... Por eso se desmayó, estaba débil... Esperemos que después de inyectar el hierro pueda continuar con su rutina diaria... — Escúchabamos con atención al hombre, que cada vez hablaba con más lentitud. No supe si lo hacía a drede para darle más vidilla y tensión al asunto o porque simplemente era así. Lento. Resoplé. — Aún así tendrá que complementar su dieta con suplementos de vitaminas y... hierro. Sí... Bueeeeno... La señorita no parece tener nada más que una anemia de caballo... No tiene problemas de tiroides, ni de hígado, ni de riñones... tampoco está embarazada...
Yoongi se levantó de la silla donde se había sentado tiempo atrás. Sus pequeños ojos brillaban tanto que pensé que estaba al borde del llanto.
— ¿¡En serio!?
— Sí, los análisis y el nivel de hcg...
Yoongi no dejó terminar al médico. Dio una sonora palmada, me sonrió enseñando hasta sus encías rosadas y no solo me abrazó a mí, también a Hoseok y al doctor.
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