Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

t r e i n t a y u n o (iii)

Como había prometido al pequeño Manse que iría al parque con él, decidí pasar el resto de la tarde con él y Kangjoon. La noche cayó pronto, y en cuanto Manse vio que el sol se había escondido, se enrabietó porque pensó que era hora de volver a casa. Después de calmar su llanto y de dejar que correteara por el parque unos cuantos minutos más, Joon y yo nos sentamos en los columpios del parque desierto de no ser por nosotros tres. Empecé a balancearme con desgana. Había estado un buen rato jugando con Manse a que éramos piratas, bomberos y después caballeros. Resultó ser más agotador de lo que pensaba. Me encogí sobre mí misma, resguardándome del frío.

— ¿Tienes frío? — preguntó, con dulzura, Kangjoon.

Negué con la cabeza. Él había sido lo suficientemente amable como para prestarme una de sus sudaderas. Era granate, cómoda y calentita. — No, estoy bien. Siempre tengo las manos heladas, así que... Estoy acostumbrada.

Me miró como si se compadeciera de mí. Hizo un puchero, agachó la cabeza y empezó a columpiarse también. — ¿En serio estás bien?

— Sí. — Me encogí de hombros. Joon suspiró, así que supe al instante que no había respondido como él quería. Enarqué ambas cejas, le miré interrogante y dejé de columpiarme.

— Yo creo que no.

— Ay, Joon, estoy bien. Ya se me ha pasado el disgusto. A estas alturas, ya estoy curada de espanto. — dije, refiriéndome, obviamente, al incidente de Yoongi. Kangjoon no había tocado mucho el tema después de que yo se lo explicara con pocos detalles, quizá porque Manse estaba delante todo el tiempo.

— Siempre has tratado de ocultar todos tus problemas...

— ¡Qué va!

— Tenías problemas con tu familia, ¿no? — dijo, algo tímido. Observó mi reacción por el rabillo del ojo, todavía columpiándose con suavidad. Como yo no añadí nada, se lo tomó como un sí. Joon volvió a suspirar, más bien a resoplar, entre molesto y apenado. — Hye, deberías dejar de mirar siempre por el resto. Preocúpate más por ti misma.

— Ya me lo has dicho. Tranquilo, en serio. Estoy bien. — hice un gesto con la mano para restarle importancia al asunto.

— ¿Si estuvieras bien de verdad, llorarías?

Apreté los dientes. — Necesitaba liberar tensiones. Vivir con Yoongi es exhaustivo. Es un... completo drama.

— Deja a ese cabrón, entonces. — soltó, con rabia. — ¿No te das cuenta de que no queda nada de la Hyesun de antes? Y sólo han pasado unos cuantos meses desde que conociste a ese teñido.

Me reí algo nerviosa. No supe muy bien cómo responder, por eso me limité a impulsarme con los pies hacia delante. Kangjoon me miró esperando una contestación, pero guardé silencio, con la vista clavada en el suelo. Después me dediqué a observar a Manse corretear por el parque para niños y bajarse del tobogán.

— Creo que es tarde para Manse. Deberíamos volver. — dije.

— Todavía no es la hora de la cena. Deja que corra un poco más; luego estará cansado y dormirá como un angelito.

Sonreí. — Es verdad, aunque no creo que se canse demasiado... Su energía es inagotable.

— Eh, Hye, — me llamó el castaño, obligándome a que le mirara. — ¿volverás con... él? — estaba claro que se refería a Yoongi. Kangjoon seguía siendo incapaz de pronunciar su nombre de la repulsión y el rencor que le guardaba.

— Sí. Temo que queme la casa del pobre Jimin.

— ¿Segura? A lo mejor quema la casa...contigo dentro.

— No sería la primera vez que lo hace. — murmuré al cuello de mi camiseta, casi para mí misma.

— No te entiendo, Hye. Te hace daño, pero vuelves una y otra vez. — antes de que yo hablara, Joon continuó. — Sé que le quieres, pero... No sé, él es malo para ti. Deberías haberte dado cuenta desde el principio. Mírate, la Hyesun que todos conocíamos apenas existe.

— Tiene un trastorno.

— ¿Y qué? Mucha gente tiene trastornos mentales y sabe vivir perfectamente con ellos, sin putear al resto de gente las veinticuatro horas del día los trescientos sesenta y cinco días al año.— sonaba enfadado, hasta dolido. Observé cómo Kangjoon guardaba las manos en los bolsillos de su chaqueta gris y cómo fruncía los labios de esa forma tan adorable pero infantil a la vez. — Deja de disculparle. Es un idiota, y punto.

Me levanté del columpio. Retiré un par de mechones de pelo de mi rostro, sonreí a Kangjoon y rodeé mi cintura con mis brazos para mantener el calor corporal. — Bueno, creo que es hora de que me vaya.

— ¿Po-por qué? — me miró como un cachorrillo. Seguramente estaba pensando que había hecho algo mal, como darme un buen sermón.

— Porque uno, estoy helada de frío; y dos, he quedado con una amiga para ir a cenar. — mentí.

El motivo real era bastante más distinto.

Había notado cómo Kangjoon me miraba. Encandilado, a veces tímido y otras decidido a decirme cualquier cosa o a dar discursos inspiradores. Me invitaba a café, se sonrojaba con frecuencia y, muy de vez en cuando, se atrevía a acercarse más de lo normal. Estaba claro: le gustaba. Desde hace bastante, además. El único problema es que Joon había empezado a escalar puestos, a mover ficha. Y no quería que se ilusionara si le decía que Yoongi ya no me gustaba como antes y que prefería pasar el tiempo con él. Por eso me marché.

Por todo eso, y porque yo tampoco quería ilusionarme con Kangjoon. Al fin y al cabo, seguía siendo la Hyesun tonta, simple y enamoradiza de siempre.

*****

Mis apuntes de psicología no estaban esparcidos por el suelo de la calle. Quizá Yoongi se había arrepentido  y se había dedicado a ordenarlos, aunque me pareció una posibilidad demasiado remota. Empujé con apatía la verja de la casa. La puerta estaba cerrada a cal y canto. Llamé al timbre, esperé unos pocos segundos y al rato, vi el cabello negro de Jimin asomarse por la rendija de la puerta.

— ¿¡Dónde estabas!? — me preguntó, chillando con su vocecita aguda.

Pasé al interior del apartamento sin decir mucho. — Por ahí.

— No respondías a mis llamadas y pensé que habías muerto o algo. Encontré tus apuntes por el suelo cuando llegué, así que he recogido los que he podido...

— Gracias, Jimin. ¿Yoongi ha hecho algo ilegal?

— No que yo sepa. Ha estado su psiquiatra aquí hace un buen rato. Le ha debido de dar un chute de algo porque estaba loquísimo. Ha dejado la sala de estar echa mierda. Esta casa es un desmadre desde que Suga está aquí. — resopló, llevándose las manos a la cabeza. — ¡Si mi mamá viera esto me mataría!

— Te ayudaré a limpiar. — le prometí mientras me quitaba los zapatos.

— Ah, no hace fal-

Yoongi apareció de la nada, dando un empujón bastante fuerte a Jimin para quitarle del medio. Sólo le hacía falta llevar una capa y un cetro; se creía todo un rey. Puse los ojos en blanco al ver al peliverde, que se paró en seco para examinarme con la expresión neutra y fría de siempre. Me señaló con todo el desparpajo del mundo.

— Eh, tú, zorr... Cariño. — se corrigió, fingiendo una sonrisilla. — ¿De quién es esa sudadera?

— Voy a prepararme unas palomitas, — Jimin giró sobre sus talones grácilmente y caminó hacia la cocina con bastante prisa. — ahora vuelvo — canturreó.

— De Kangjoon. — respondí, sin más.

— Genial.

Decidí no añadir nada más. Yoongi también se dio la vuelta, con esos aires de superioridad tan pedantes y molestos. Para él, seguramente, eran lo más natural del planeta. Oí a Yoongi buscar algo en los cajones de la cocina, pero no le di mucha importancia. También escuché el sonido del cristal chocando contra la encimera de mármol.  

Antes de que yo alcanzara el manillar de la puerta de la habitación de invitados, Yoongi llamó mi atención dándome dos golpecitos en el hombro. Me giré por puro relejo.

No me dio tiempo a reaccionar.

Yoongi había llenado un vaso con zumo de un brillante color naranja, y sin pensárselo dos veces, lanzó el líquido hacia la sudadera. También salpicó mi pelo. Después dejó caer el vaso al suelo para llevarse la mano a la boca, abierta en una exagerada forma de 'o'. El cristal se hizo añicos nada más tocar el parqué. Yoongi fingió estar sorprendido y apenado a la vez.

— Oh, vaya, lo siento. Ahora tendrás que lavarla.

Cerré los ojos con fuerza un momento para reprimir las ganas de pegarle un puñetazo

— De veras, lo siento mucho. — repitió, sarcástico a rabiar. Tuvo que morderse el labio para aguantarse la risa. — ¿No vas a decirme lo harta que estás de mí...?

No merecía la pena. Decir a Yoongi todo lo que pensaba no era nada más que un malgasto de saliva innecesario. Entré a la habitación ignorando a Yoongi y cerré la puerta con un sonoro golpetazo. Me desabroché la chaqueta, busqué algo que ponerme para dormir y empecé a quitarme el resto de la ropa, aunque me detuve al ver que la puerta se abría.

— ¡Qué oportuna! Espera, ahora me desnudo...

— Vete a la mierda, Yoongi.

Me fulminó con la mirada. Se ajustó la gafas, empujando la montura hacia atrás con su pulgar y su índice. Buscó algo entre unos folios y me tendió dos rectángulos de papel que no acepté. Acabó lanzándolos al aire.

— Son unas putas entradas para que vayas a verme con tu amiga. Digo, con Jimin. Quiero que vayas a verme el jueves, ¿entendido?

— Tengo planes.

— ¡Vas a ir a verme! — sentenció. — Eres mi novia. Tienes que ir a verme.

— ''Novia''. — hice un gesto exagerado de comillas con los dedos.

Yoongi enarcó una sola ceja. — Mírate, sacando la zorra que llevas dentro. Somos ''novios'' — imitó mi gesto —, ¿eh? Vale. Perfecto. Estoy hasta los cojones, y nunca mejor dicho, de que no podamos follar. Y oye, que a mí me gusta mucho follar contigo, pero si no me queda otra tendré que irme con cualquiera.

— Haz lo que quieras.

— ¿Por qué ahora no te preocupas por mí? — se rió, irónico. — ¿No te importa lo que haga?

Me quedé en silencio. Escuché los pasos amortiguados de Yoongi cada vez más cerca de mí, sus manos calientes acercándose a mi cintura y sus labios rosados intentando alcanzar mi cuello. Me giré, empujé con brusquedad a Yoongi y me aparté de él con cara de asco.

— No, no me importas. No tanto como antes. — dije, en un intento fallido de que le dolieran mis palabras y de que recapacitara un poco.

— Menuda... zorra.

Me harté. — Aprende insultos nuevos, gilipollas. Pásatelo bien con otras. Intenta no perder demasiado dinero en apuestas y vacúnate contra el VIH, por si acaso. Si quieres, vete, Suga. Espero que te des cuenta de que la estupidez más grande que has hecho en toda tu vida ha sido dejar el litio.

— ¿Por qué? ¿Qué dices? Cállate. Con el litio es peor. Me siento triste. ¡No sabes de lo que estás hablando, joder! No sabes como me siento, Hyesun. — empezaba a alterarse, y tener tan cerca a Yoongi no me inspiraba demasiada confianza. — ¡No sabes lo que se siente y nunca vas a saberlo porque el único que tiene un trastorno soy yo! ¿¡Cómo puedes decir que lo peor que he hecho en mi jodida vida ha sido dejar las putas pastillas!?

— Sabrás a que me refiero en unas semanas, días, horas... Vas a caer en picado. Vas a tener la peor depresión de tu vida. — le advertí.

— ¿Y?

— Y no pienso volver a ayudarte. Lo siento.

*****

Yoongi desapareció de la faz de la tierra un par de horas. Reapareció a la noche, cuando yo estaba en la ducha y Jimin quejándose desde su cama de que yo era una lenta. Me encontré con el peliverde nada más salir del baño. Me miró de arriba a abajo, puede que sorprendido al verme llevar sólo una toalla alrededor del pecho, pero no dijo nada. Me ignoró por completo. Se había cabreado conmigo. Al principio me preocupé- me era inevitable-, pero acabé tomándomelo a risa.

Pasaron los días, monótonos como de costumbre. Fui a clase, trabajé, estudié hasta tarde, cené sentada al lado de Jimin mientras veíamos algún drama absurdo y vuelta a empezar. Yoongi se iba de casa a vete tú a saber dónde, y hasta las once de la noche no volvía. Jimin empezó a hablar con él más a menudo. Yoongi, sin embargo, respondía con monosílabos y alguna otra frase inconexa. Jimin siempre acababa dándose por vencido en la conversación.

Yoongi volvió a ocupar el lado derecho de la cama. No quería dormir con él porque sabía que iba a molestarme en cualquier momento de la madrugada, así que subí a la habitación de Jimin. Él nunca hizo ascos cuando se trataba de dejarme dormir a su lado. Me sentía algo incómoda con Jimin al lado, durmiendo como un bebé, después de cierto incidente... Y después de llevar meses durmiendo abrazada a Yoongi, o vicerversa. No conseguí conciliar el sueño hasta que me abracé a la almohada.

Curiosamente, a Yoongi le debía ocurrir lo mismo.

Le escuchaba protestar a las tantas de la mañana, levantarse, hurgar en los cajones y armarios de la cocina y volver a la habitación para intentar dormir.

Un día antes de la famosa audición de piano, Yoongi subió las escaleras del apartamento a tientas. Tropezó un par de veces,  maldijo en bajo y se acercó a los pies de la cama, extendiendo los brazos para no chocarse con la cama. Golpeó a Jimin, no supe muy bien si adrede o no, pero el pobrecillo no se despertó. Emitió un quejido.

— Esa no era Hyesun...

Fingí estar dormida en cuanto Suga me rozó. Cuando él notó que era el cuerpo correcto, empezó a agitarme. No paró de zarandearme y protestar hasta que solté un ''qué quieres'' bastante seco. Me reincorporé despacio.

— Ven a dormir conmigo. — dijo Yoongi, Su voz sonaba ronca, grave, indicando que se había despertado hace muy poco.

— No.

— Voy a atarte y voy arrastrarte hasta esa puta cama, joder. ¡Ven-

— Shhh, vas a despertar a Jimin.

— Que se joda.

— Vuelve a la habitación, Yoongi. — le ordené, con el tono más autoritario que pude adoptar a las dos de la madrugada.

— Que no, joder, que vengas conmigo. No puedo dormir sin ti.

Resoplé. No dije nada. Supuse que Yoongi se iría si no le prestaba más atención. Me tumbé de nuevo en la cama y me acurruqué dando la espalda a Jimin, dejando un buen espacio entre nosotros dos. Sentí que Yoongi hincaba las rodillas en el colchón, evitando torpemente el cuerpo de su amigo, y aprovechando el hueco entre Jimin y yo, se tumbó en medio para poder dormir abrazado a mí, con sus manos pegadas a mi cintura.

Me dio un beso en la mejilla.  — Buenas noches, pedazos de mierda. — susurró, aparentemente feliz y satisfecho.

Volvió a besarme, más cerca de la mandíbula que del pómulo, y empezó a respirar profundamente en cuestión de minutos. Se quedó dormido mucho antes que yo.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro