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c u a r e n t a y o c h o

Hola, Hyesun.

Sólo quiero que leas esto hasta el final, por favor, a pesar de que sé que me odias (con razón).

No espero que me perdones, pero lo siento. Por todo. Por ser un idiota contigo, por pensar que sólo eras mía, por hacer que lloraras, por tener que aguantarme, por toparte conmigo. Alguien como tú no se merece a un cabrón como yo. Hyesun, deberías saber ya que eres la mejor persona que cualquier otro puede llegar a conocer. Estés con quien estés, esa persona debería sentirse muy afortunada. Tu paciencia no tiene límites, eres la chica más guapa que dos personas pueden haber creado. Ni siquiera sé cómo describirte, y eso que la cabeza me hierve con ideas. Supongo que eres indescribible (¿se dice así?) y única. Tenlo en cuenta.

Ten en cuenta que siempre recordaré aquella vez cuando te vi todavía con los ojos llorosos aquella noche de otoño, sonriéndome. Sentí que eras la correcta, pero desde un primer momento, supe que iba a herirte. Creo que no es la primera vez que te digo que no quería nada contigo por miedo a hacerte daño. Y mira, yo estaba en lo cierto. Lo siento, de verdad. No era mi intención herirte de esta manera. Ni a ti ni a nadie. Pero también, desde un primer momento, supe que querías ayudarme. No sabes lo agradecido que estoy por haberte tenido, por haber tenido una novia como tú. He de admitir que no fuiste la primera chica, pero sí has sido la primera que ha conseguido que esté eternamente enamorado de ti. Gracias por quererme, cuidarme y ayudarme. Gracias por estar a mi lado cuando creí que tenía que enfrentarme solo al mundo y cuando las cosas iban cayendo en picado, por amarme sin tener en cuenta que soy un puto trastornado, por tener paciencia, por confiar en mí, por abrazarme y por todo. En serio, muchísimas gracias.

Sigo pensando que no te merecías enamorarte de mí y que todavía debes sentirte dolida. Lo siento.

Recordaré todo lo que pasamos juntos. Me gustaría olvidar algunos momentos embarazosos, como cuando te grité borracho y no hice nada por consolarte más tarde. El problema es que eres inolvidable. Gracias, otra vez, por haberme seguido la corriente siempre. Nunca pensé que alguien tan inteligente como tú tuviera las agallas de fingir un suicidio junto a un gilipollas. Tampoco creí que me ibas a dar una segunda oportunidad... ni una tercera, ni una doceava. ¿Te acuerdas de aquella vez cuando te dije que te fueras de la casa que compartía con Namjoon? En ese entonces, pensé que ya se había acabado todo. Y cada vez que hacías ademán de irte... Era como si el cielo se me cayera encima, como si me dieran una puñalada en el pecho y se me fuera agotando poco a poco el aire. Pero siempre volvías. Bueno, volvíamos. Y por eso nuestra relación se convirtió en un drama y en un círculo vicioso: por mi culpa, porque yo no quería herirte, y lo único que hacía era estropearte más.

Las últimas semanas sólo estuve pensando en cómo alejarte de mí. Pero, en serio, te amaba y te amo demasiado como para decirte que lo mejor era que te fueras. Espero que ahora todo te vaya mucho mejor. Sé que soy un cabrón por haberte dejado cuando tú eras la única con derecho a hacerlo... Perdón.

Me pregunto qué habría pasado si lo que sentimos no hubiera sido mutuo. Quiero decir, si yo no me hubiera enamorado de ti. A lo mejor no habríamos pasado por este drama y ninguno de los dos hubiéramos sufrido.

Qué más da, la cuestión es que no me voy a olvidar de ti nunca.

Pero yo sí quiero que te olvides de mí.

Has pasado ya por bastante. Quiero que lo intentes con Kangjoon. Sé que él te cuidará como yo no lo hice. Ese gilipollas te ama. Puede que no tanto como yo, pero lo hace. En el fondo, es un buen tío. Empieza el año con buen pie y dale una oportunidad antes de arrepentirte, antes de darte cuenta de que le has estado dando calabazas por culpa de un idiota llamado Yoongi.

Ah, sí, espero que ese imbécil al menos te regale margaritas blancas y eche siempre dos cucharadas de azúcar al café. ¿Ves? Parece que soy un insensible, pero me fijo en los pequeños detalles.

Supérame, olvídame y no me recuerdes nunca como el gilipollas que un buen día te lanzó unas flores a la cabeza.

Sin tener que recurrir a la bebida o a las drogas.

Sabes que soy capaz de disculparme infinitas veces, así que lo siento, otra vez.

Te conozco bien, Hyesun, y sé que llorarás con esto. Si has llegado a este punto sin derramar una sola lágrima, felicidades. Ya no eres una llorica de mierda. Aguanta las lágrimas, no quiero que llores por un gilipollas como yo. Ni por nadie. Nadie se merece que llores por él, o ella. En el fondo, eres la chica más fuerte que he conocido. Sé que puedes llegar al final de la carta sin llorar. Yo no he llorado escribiendo toda esta mierda, así que, Hyesun, tú puedes.

Sí, joder, ya estoy acabando.

No me llames, no me busques, no hables de mí ni preguntes dónde estoy. Sólo olvídate. Cuanto antes, mejor.

Deshazte de todos los planes de futuro que tenías conmigo. Ten el niño que querías con Kangjoon, con Jimin, o con quien sea, pero no conmigo. Sé feliz, por fin, sin problemas. Sin mí.

(de todas formas, yo siempre he querido una hija)

No te preocupes por lo del trastorno. Lo tengo controlado. Tengo las pastillas suficientes, sé qué tengo que hacer y acudiré siempre a las consultas del psiquiatra. Sé dónde está mi propio límite –gracias a ti, una vez más- y creo que podré sobrellevar esto. Hay un montón de gente en el mundo que es como yo y lo tienen más que superado. Te prometo que no volverás a escuchar ninguna mala noticia sobre mí. Directamente, no escucharás nada de mi vida.

Sé que tú no me necesitas. Quiero dejar de ser tu carga de por vida, lo cual no requiere que te preocupes más por mí.

Por eso me voy.

Y no, ten bien clarito, nena, que no voy a suicidarme ni nada de eso. Simplemente me voy a algún otro lado, lo suficientemente lejos para que no me encuentres. Conociéndote, sé que me buscarás y que me exigirás explicaciones. No las quieres. Métete eso bien en tu terca cabecita.

Supiste cuidar bien de mí. Espero que sepas también cuidar de ti misma. Como ya te he dicho, inténtalo con Kangjoon antes de que sea tarde (además, tu madre estará contentísima de que empieces el año nuevo llevándole a casa a alguien que no es un drogadicto con un trastorno bipolar), y sobre todo, no cambies. Sigue siendo la Hyesun de siempre, la chica amable pero tozuda de la que me enamoré.

Y en serio, olvídate de mí.

No existo.

Hasta nunca.

Gracias por amarme hasta el último momento.

                                                           Se despide el único genio de Daegu,

Min Yoongi.

















*****

Volví a llevarme el cigarro a los labios, a aspirar todo el humo posible en una sola calada y a dejar que este machacara mis pobres vías respiratorias. Nunca me había gustado el sabor y la sensación que dejaba el tabaco. Era como saborear una muerte lenta, amarga y seca. Supuse, hace tiempo, que eso era la único que me gustaba de los cigarros. El sabor a muerte. Sabía que sonaba a excusa barata de niño gótico que no sabía cómo coño decirles a sus pocos amigos por qué fumaba, y por eso no se lo dije nunca a nadie. Era una de las muchas cosas que me guardaba para mí mismo y que, en algún momento, me hubiera gustado decir, por ejemplo, a Hyesun.

Pero ya se había acabado todo.

Traté de consolarme a mí mismo, y lo único que mi cabeza me repetía era ''hala, tío, ya las has perdido'' en vez de darme ánimos. Miré al cielo encapotado, gris, y quise pegarme un tiro. No sabía qué iba a hacer sin ella. Hyesun no me necesitaba. Me quise convencer a mí mismo de que yo tampoco a ella, pero cuando salí del apartamento de Jimin y vi que no me dedicaba una de esas sonrisas radiantes pero tímidas, de esas que siempre trataba de esconder porque le hacían ver como una niña pequeña... Entonces me di cuenta de que no iba a poder hacer nada sin ella, y que iba a ser realmente difícil verla con otro, aunque fuera lo mejor para Hyesun. Lo único que quería era volver a verla, conmigo, durmiendo a mi lado. Me pregunté por qué la había dejado si de verdad la quería tanto. Entonces me di cuenta de que fui un cabrón con ella, de que no me merecía.

Porque ella era la única persona capaz de sacar lo mejor y peor de alguien en cuestión de meses, y alguien como yo no estaba hecho para ser su novio. Ella necesitaba a alguien mejor.

Superarlo sería cuestión de tiempo, unas cuantos chupitos de vodka y muchas pastillas de litio, supuse.

Lancé lo poco que quedaba del cigarro al suelo, sin cuidado. Me hartaba el sabor seco del tabaco. Expulsé el humo por la boca, despacio, mientras caminaba hacia ninguna parte. Busqué en los bolsillos de mi chaqueta el paquete de tabaco, saqué un pitillo nuevo y lo coloqué entre mis labios, como el primero. Saqué el mechero del bolsillo contrario y lo prendí lo más rápido que pude.

Vale, estaba hasta los cojones de fumar, pero volvía hacerlo sin pensarlo. Eran impulsos que no podía controlar.

Esos impulsos fueron lo único que Hyesun no llegó a entender. Yo tampoco los entendía del todo, pero después de una larga –y jodidamente aburrida- explicación de la psiquiatra, supe que eran una cosa del puto trastorno bipolar. Impulsos incontrolables que al resto le parecían excentricidades y gilipolleces, como tirarte a una tía a mitad de la tarde cuando tu novia estaba estudiando para sacarse una carrera universitaria, o liarte a puñetazos con el primer individuo que vieras, o muchas otras cosas que apenas recordaba. Era terrible, y Hyesun –ni nadie, en el fondo- lo habían llegado a comprender.

Y luego llegaba la etapa en la que te daba el bajón, te acordabas de lo que habías hecho y te sentías un puto monstruo. Y a eso se le sumaba sentirte solo e incomprendido. ¿El resultado? Depresión. Pero luego pasan los días y otra vez a empezar. Sin la necesidad de drogarte, empiezas a sentirte bien de nuevo para luego volver a caer en picado. Una y otra vez, hasta que te cansas y decides acabar con todo. Era demasiado complicado, y la medicación no ayudaba mucho.

Si Hyesun no hubiera estado conmigo, estaría felizmente muerto en un rincón del infierno. Me habría cortado las venas la primera vez. Pero pensaba en ella, y no me atrevía a dejarla sola. Joder, pensaba en todo lo que conllevaría mi muerte y al menos me sentía algo más querido. Aunque, quién sabe. Si me hubiera suicidado, no iba a estar ahí para verlo. A lo mejor montaban una orgía y se lo pasaban en grande porque el cabronazo de Yoongi estaba por fin tres metros bajo tierra, pero dudaba en que hicieran eso. Hyesun no les dejaría ni de coña. Ella lloraría mucho. Y sólo pensar en las lágrimas que derramaría me hacía echarme atrás. Yo, el subnormal que siempre había dicho que no suicidarse era de cobardes, no lo hacía por miedo a las consecuencias. Qué irónico.

Recorrí un par de calles sin rumbo, fumando sin muchas ganas. Terminé el segundo cigarro, tiré la colilla hacia la carretera y miré por enésima vez al cielo. Fantástico, iba a llover.

Nunca supe por qué me gustaba la lluvia. Quizá porque me resultaba relajante.

Era como la decimoquinta vez que dejaba que mi chaqueta de cuero preferida se calara por quedarme bajo las finas gotas de lluvia. Si Hyesun estuviera ahí, se habría puesto a gritar como una loca con su vocecilla aguda de adolescente, a decir que iba a cogerme una pulmonía y cosas por el estilo. Siempre había fingido estar molesto con ella cuando hacía eso, aunque con el paso del tiempo me gustaba que se preocupara por mí. A veces tenía que ocultar una sonrisa bastante evidente para seguir con mi papel de chico duro drogadicto y bipolar. Después, cuando yo trataba de devolverle el favor, acababa saliendo mal. Mi yo interior debía ser un borde de mierda, y cuando intentaba interesarme por algo de lo que ella hacía o preocuparme por ella, lo único que conseguía era parecer un puto acosador. En fin.

Decidí no pensar mucho más en Hyesun; al final acabaría volviendo a por ella y todo sería el cuento de nunca acabar. Se había acabado y punto. Ella se olvidaría de mí y yo... No quería hacerlo, pero supuse que sí debía.

Bah, no lo haría.

Todavía la amaba demasiado como para olvidarla.

Conseguí dejar de pensar en Hyesun, al menos mientras el agua de lluvia me empapaba, y pensé en el resto. Jimin, el estúpido de Jungkook, Hoseok, Namjoon, Tae, Jin. Eran –o al menos habían sido- mis mejores amigos y apenas hablaba con ellos. Habían hecho mucho por mí, y yo me había limitado a insultarlos. Hice una mueca triste.

La de cosas que se pueden perder por un puto trastorno y unas cuantas pastillas, ¿eh?

Tendría que acostumbrarme a vivir sin amigos, sin novias, sin nada de valor, porque iba a acabar destrozándolo todo. Era triste, pero no me quedaba otra.

Sí, era cuestión de tiempo, medicación y... nada de vodka.

Dejar al vodka sí que era triste.

Fue el único que me comprendió durante todo el tiempo... El vodka es ese amigo con el que te desinhibes, al que cuentas tus penas, al que lloras cuando no tienes a nadie, el que te consuela, el que también te alegra, el que te abraza...

Joder, me iba a costar mucho hacerme a la idea de que Hyesun ya no era mía.

Dejó de llover, y no me quedó otra que llorar con la cara tapada.

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