Extra
Ha pasado un poco más de un año desde aquél día en que me atreví a publicar Hold Me Tight, se ha convertido una historia que significa mucho para mi muy a pesar de que cuando la releo puedo notar que mi redacción tenía mucho por pulir. Sin embargo, creo que es perfectamente normal. Hold Me Tight ha sido mi punto de partida y forma parte del camino que quiero recorrer con mis historias. Gracias por ser parte de ella.
Para la formación de éste extra me ayudé de los comentarios que dejaron en el apartado de "Aviso". Espero que lo disfruten y perdón por la espera.
Con dedicatoria especial para los que me aportaron sus ideas:
Hallo_Tuan (Obvio que no podías faltar)
Otoño, el ambiente comienza a lucir melancólico a pesar de los colores cálidos pintados en las hojas de los árboles, las cuales, desprendidas por el viento caen para volver integrarse a la tierra.
¿Cuántos años llevaban juntos?
Cerca de una década y no debería sorprenderse que siembre existía algo que por muy tonto que fuera los podía hacer enojar.
La mañana había sido "normal" en lo que estaba siendo su nueva situación debido a que con dos pequeños -pequeños porque aunque Jungkook tuviera ocho años seguía siendo muy pequeño para él- había decidido que no sería el más apto para el puesto que desempeñaba en la compañía. Renunció a aquello que en algún momento le había hecho muy feliz, por algo que ahora le llenaba el corazón aún más.
Estando más irritable de lo normal, se levantó como si no hubiera recuperado las energías gastadas el día anterior, últimamente eso le estaba pasando demasiado. Pensaba que quizá se debería a que los niños le quitaban muchas energías.
Intentó iniciar de la mejor forma preparando su adorada taza de café, pero lamentablemente no llegó a la cocina cuando escuchó que sus dos "pequeñines" estaban peleando y ni siquiera eran las ocho de la mañana.
Entrando a la habitación que compartían sus dos hijos, vió que uno estaba muy protector con su peluche de dinosaurio y el otro lloraba amargamente en una esquina. Era inevitable que no se le apretujaba el corazón cuando veía a alguno de ellos llorar.
—¿Qué pasa niños? —preguntó con voz ronca porque acababa de despertar.
—Papá... —Yeounjun se acercó con él, llorando todavía — Kook no me deja su peuche —su bebé restregaba sus ojos llorosos en su pijama. Jimin simplemente le daba mimos en su corta cabellera.
—¿Jungkook? —preguntó a su hijo mayor. Siempre le gustaba saber ambos lados de la historia y él lo sabía, sabía que debía ser sincero.
—Es que... cuando se lo doy me lo regresa sucio, lo babea, papá —exclamó con desagrado.
—Pero es tu hermanito, cariño —intentó conciliar Jimin.
—Es que... son mis cosas y yo las cuido mucho.
Jimin lo entendía, él también tenía un hermano y por eso trataba de ser más empático con ellos, hablar con ambos e intentar hacerles reconciliarse.
—Ven Jungkook —pidió el rubió mientras tomaba asiento en una de las camas y depositaba a Yeonjun en su muslo derecho.
El niño de hebras azabaches se sentó a lado de su padre pero Jimin no dejó que se quedara ahí, lo tomó como cuando era menor y lo pusó también en su regazo.
—Cuando era igual de pequeño que ustedes también lloraba cada que su tío Nam no me prestaba sus juguetes o cuando yo le prestaba los míos y él los rompía pero... Jungkook... Sé más compartido con Yeunjun, es menor que tú y aún no entiende muy bien cómo cuidar de las cosas —explicó con tranquilidad, intercalando miradas con las cabecitas de sus hijos. Notaba que ambos estaban arrepentidos—Y tu bebé, cuida los juguetes de Jungkook por favor —habló dirigiéndose a Yeonjun.
—Perón Kookie —pidió el menor entre lágrimas.
—Te perdono, ¿pero también me perdonas? —preguntó el azabache totalmente derrotado con las palabras de su padre. Además tener a Yeonjun era más importante que todos sus peluches y juguetes, había sido el mejor regalo de todos los que le habían dado sus padres.
Mirando con adoración como las cosas mejoraban entre ambos hermanos, Jimin salió sigilosamente del cuarto. Regresaría pronto de todas formas para preparar a Jungkook para la escuela pero dejaría que se reconciliaran un rato más.
Salió al patio trasero de su casa a sentarse en uno de los columpios, claro limpiándolo un poco antes para no ensuciar su pijama. El apacible amanecer estaba enfrente suyo y podía sentir que sus problemas se perdían con la agradable vista hasta que un gritó perturbó toda la calma.
—¡¿Jimin, qué hay para desayunar hoy?!
Era Yoongi.
Y puede que esa pregunta fuera perfectamente causal, pero Jimin estaba un tanto cansado de que todo mundo lo buscará para solucionar algún problema y que nadie le dejará tomar unos minutos para sí mismo. Su esposo ni los buenos días le había dado.
—Nada —respondió secamente.
Al instante se arrepintió porque Yoongi lucía tan desconcertado, pero es solo que su paciencia no estaba para soportar ni el más mínimo detalle.
—¿Nada? —preguntó Yoongi en signo de entender mejor la respuesta de su esposo.
—Yoongi... no hay nada, me acabo de levantar, ni siquiera he ido por una taza de café y además, ¿te has dado cuenta que ni siquiera me has dado los buenos días? —masculló Jimin en preocupante lentitud, como si estuviera a punto de estallar.
—Lo siento Jimin... ¿Buenos días?
—No ha sido tu mejor intento amor, ni de cerca parecen unos buenos días sinceros —suspiró Jimin, su paciencia había muerto —Y bueno como parece que tienes mucha energía, de una vez te aviso que hoy me tomaré el día libre. Lo único que voy a hacer es llevar a Jungkook a la escuela —Yoongi no decía palabra alguna, Jimin se dió la vuelta para entrar de nuevo a la casa y agrego:
"Me avisas cuando tengas el desayuno listo. Buenos días a ti también".
Quién diría que cierto día del mes de Septiembre hace más de seis años, en cierto hospital en Mandeok-don Busan; Jungkook acababa de nacer. Su madre biológica había muerto durante el parto y como no había ningún familiar para hacerse cargo de él fue entregado a un orfanato ligado al mismo hospital, como algunos niños más.
Para Jungkook lo más normal fue ver como diferentes personas pasaban frente a sus ojos, unas más amables que otras, pero todas procurando que se mantuviera sano. En ocasiones era tratado con delicadeza y otras tantas no. Las personas que le cuidaron sus primeros meses de vida lucían siempre muy ajetreadas cuidando de muchos bebés más, lucían lejanas.
No era alguien especial, para nadie. Solo era uno más entre todos ellos.
Jungkook ciertas veces agitaba sus pequeñas manos, alargando sus bracitos para que alguna de las mujeres le sostuviera en sus brazos y así sentir al menos un poco de calor corporal... unos minutos. Solo unos minutos.
A pesar de la carencia afectiva, Jungkook era alimentado correctamente, recibía cuidados cuando se enfermaba y jugaba con otros niños; se desarrollaba sanamente dentro de las posibilidades que tenía. Pero eso no quitó que percibiera la falta de emoción —esa que suelen tener los padres cuando sus hijos comienzan a explorar el mundo—, cuando dijo su primer palabra, cuando tuvo la iniciativa de comenzar a gatear o de dar sus primeros pasos, cuando nadie estuvo a su lado en sus primeros tropiezos o cuando sus pies se enredaban y caía lastimando sus manos o sus rodillas.
Todos fueron pequeños logros para él pero que nadie más le impulsó.
Algunos niños no permanecían tanto tiempo, sabía que algunos podían salir y jamás regresaban. Era difícil hacer amigos cuando ellos siempre se iban.
A los dos años fue trasladado a un nuevo orfanato debido a que ya había pasado el tiempo que podía permanecer en el único lugar que conocía. Y aunque era muy pequeño como para percatarse de todo lo que ocurría a su alrededor, supo que no volvería a ver a aquellas mujeres que le cuidaron por mucho tiempo y dolía porque se sentía cada vez más solo.
El nuevo orfanato era mucho más pequeño que el anterior, también estaba más descuidado, pero al menos se pudo adaptar rápidamente.
La Señora Choi siempre le despertaba muy temprano —tanto que apenas podía abrir sus ojos—, después le ayudaba a desayunar algo junto con los demás niños y una vez completada toda esa faena les dejaba jugar hasta la hora de comer porque horas más tarde vendría la actividad más terrible de todas. El baño.
—Es hora del baño Jungkook.
A Jungkook no le gustaba porque el agua muchas veces se enfriaba ya que la pobre mujer siempre tenía que atender diferentes imprevistos antes de poder bañarlo. Aunado a lo anterior, Jungkook nunca había gustado de que lo tallaran para que estuviera limpio, algunas personas lo hacían muy fuerte y su piel terminaba enrojecida —situación que cambió por completo cuando las manos de sus padres le cuidaron con cariño y le mimaron con agua tibia mientras le bañaban—.
Así fueron todos sus días hasta cierta noche, una noche en la que se sentía un poco peor, noche en la que él sentía que ya no podía más y no precisamente porque sintiera hambre o que haya mojado la cama o algo parecido, era que se sentía incompleto... muy solo. Esa noche encontró a su papá.
Él mismo que ahora Jungkook observaba con curiosidad. Jimin apretaba el volante con más fuerza de lo normal y que lucía un ceño fruncido que no le quedaba tan bien como la sonrisa que solía portar.
Papá estaba enojada y quizá un poco triste, sí... podía afirmarlo sin temor a equivocarse. Ambos sabían cuando el otro estaba pasando un mal momento. Así que cuando se detuvieron en la entrada de la escuela, se tomó unos especiales minutos para abrazar a su papá.
—Ya basta Kookie, si no me sueltas llegarás tarde a clase —exclamó Jimin, enternecido por el cariño que le transmitía su pequeño con solo un abrazo.
—Te quiero papá, no estés triste... Kookie está contigo aunque no me veas y papá Yoonie también.
Jimin permaneció lo más entero que pudo hasta que su hijo se perdió entre los demás niños. Después se soltó a llorar.
Había crecido tanto y tan bien que ya no pudo estar enojado con Yoongi... la mañana no había sido calmada como en sus días de soltero pero estaba bien... prefería ver a la familia que tenía con su esposo, prefería pensar que Jungkook ya no estaba más en aquél orfanato. Prefería recordar que su esposo le dió la fuerza para juntos amar a ese pequeño y todos los días fastidiosos cobraban un sentido diferente.
Justo cuando su mirada estaba muy nublada comenzó a sentir que sus piernas daban de sí y después el panorama quedó por completo ensombrecido.
Se había desmayado
Fue un completo desconcierto despertar en el hospital, siendo que no podía recordar nada de lo que estaba haciendo antes, estaba muy mareado.
—¿Yoongi? —preguntó con la garganta seca, no estaba orientado aún pero amaba saber que si preguntaba por él, él siempre le contestaría porque jamás se iba de su lado. Justo como Jungkook le había dicho.
Y acertó porque su esposo se acercó a él, le tomó una de sus manos y besó su frente.
Estaba temblando, Jimin lo podía percibir. Seguro se había asustado.
—¡Minnie! por favor no vuelvas a hacerme esto... menos cuando tuvimos una mañana tan mala, no sabes lo pésimo que me sentí cuando sonó el teléfono y me dijeron que te alcanzara en el hospital.
—Perdón Yoongi, yo no debí enojarme por eso.
—No, no digas eso. Amor, entiendo por qué lo hiciste y creo que lo necesitaba para darme cuenta que no te estaba dando respiro alguno.
—¿Entonces nos perdonamos? —preguntó Jimin bromeando un poco.
—Nos perdonamos —aseguró Yoongi con una radiante sonrisa.
—Genial... ahora... ¿me podrías decir qué hago aquí?
—Bueno no sé los detalles, pero una de las maestras marcó a la casa porque te desmayaste justo en la entrada —Yoongi suspiró y tomó asiento en una de las pequeñas esquinas de la cama de hospital—... es que me siento tan mal porque el estrés hizo que llegaras a desmayarte Jimin.
—¿Eso fue lo qué te dijo el doctor?
—Bueno... no, de hecho él no me ha dicho...
Las palabras del pelinegro fueron interrumpidas por la entrada del doctor a la habitación.
—¿Señores Min?—los dos hombres frente a él asintieron —Gusto en conocerlos, bueno les comento que hicimos una revisión de las posibles causas del desmayo del señor Jimin y analizando las muestras de sangre que le hicimos, no tengo más que decirles el señor deberá cuidarse más; sobre todo descansar porque sus niveles de estrés podrían tener consecuencias en su estado. Felicidades señor Min, está embarazado.
Jimin quería desmayarse de nuevo.
¿Embarazado?
Es que parecía chiste, ambos se habían cuidado. Siempre.
—Me retiro, con permiso —especuló el doctor antes de marcharse.
El rubio inevitablemente volvió a ponerse a llorar.
—¿Por qué lloras Minnie? —preguntó su esposo.
—Es que... no sé si pueda con tres, Yoongi no puedo con mi vida, nuestro matrimonio y nuestros dos hijos, me volveré demente.
—Oh mi Minnie, ¿notas que te estás haciendo las mismas preguntas que te hacías antes de decidir adoptar a Jungkook?
¿Lo estaba haciendo?... Sí, lo estaba haciendo y sí nuevamente Yoongi le estaba poniendo los pies en la tierra.
—Quiero decirte que tú mismo te has demostrado que puedes superar esas dudas que te implantas. Ve cómo eres un excelente padre con ellos y el mejor esposo para mi, lo haremos de nuevo cariño, volveremos a ser padres. ¿No es hermoso?
—No es que no quiera, es que... siento que ya no tengo tiempo para mí y sé que soy un egoísta por pensar eso pero...
—Es normal cariño, siempre dijiste que no querías ser padre y ahora que estás embarazado las cosas se ven muy complicadas. Pero recuerda que como aquella vez que adoptamos a Jungkook y como aquella vez que me dijiste que esperabas a Yeonjun, yo sigo estando aquí. No me voy a ir... amemos está sorpresa de la vida como las otras que nos ha dado.
Después de haber sentido a Yeonjun durante meses en su vientre, él jamás pensó volver a pasar por lo mismo. El lado positivo es que ya estaba más preparado mentalmente.
A comparación de su embarazo anterior, este fue mucho más tranquilo exceptuando el aspecto hormonal, en ese sentido fue un desastre. Muchas veces Yoongi tuvo que dormir alejado de él, pero a la mañana siguiente las cosas mejoraban y ambos se disculpaban con el otro por las pequeñas disputas.
Y nueve meses más tarde, Jimin descansaba su cabeza en el pecho de su esposo, escuchando su atenta lectura con esa voz aterciopelada y percibiendo los movimientos de sus hijos quienes le intentaban abrazar con sus pequeñas extremidades; todo en un ambiente cariñoso y tan abrigador que fue encontrado la paz que necesitaba para quedarse dormido. Durmió como tenía meses que no hacía hasta que entrada la madrugada los dolores de parto le trajeron de nuevo al mundo real.
Se asustó como si fuera la primera vez que traía una nueva vida al mundo. Pero Yoongi le tomó de la mano y nunca lo soltó a pesar de que en partes perdía la calma y gritaba por el dolor. Daba gracias a eso y a que su hermano les ayudó a conducir al hospital, que logró estar estable cuando lo llevaron a la sala de partos.
Yoongi lloró cuando vió al nuevo integrante de la familia, Jimin lo hizo igual e incluso también corrieron lágrimas por las mejillas de Jungkook porque por su mente aniñada pasaron flashazos de lo que podrían ser los recuerdos de un niño huérfano. Solo podía sentir levemente que alguna vez se sintió solo; ahora solo era eso... una leve sensación porque hacía tiempo que su corazón había sanado.
Yeonjung quien mantenía un firme agarre a la mano de su hermano mayor, no entendía mucho pero se conmovió cuando lo vio llorar. Jungkook casi nunca lloraba. Para el pequeño de dos años, Jungkook era su más grande ejemplo, su más grande apoyo y con quien podía sentirse seguro aunque sus padres no estuvieran.
—Nos hacía falta una niña en la familia —murmuró Yoongi en la curvatura del cuello del rubio.
—Nos hacía falta ella —afirmó Jimin.
.
.
.
.
.
Hola de nuevo, ya ha pasado tiempo y bueno quiero decirles que además de estar festejando el primer año del lanzamiento de Hold Me Tight... ayer ocurrió lo siguiente:
No tengo forma de decirles lo agradecida que estoy con ustedes porque de hecho, fueron ustedes quienes han hecho realidad uno de mis sueños, y a pesar de que solo haya sido un día, yo me siento completamente realizada. Hubo veces en que me pregunté si realmente tenía talento en esto o algo parecido pero bueno este fue como un empujón enorme a no dejar de escribir... gracias... gracias...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro