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v e i n t i n u e v e

— Yoongi, espérame. — Le pedí por tercera vez.

Suga daba zancadas bastantes más largas y rápidas que yo, así que tenía que ir prácticamente corriendo para seguir el ritmo de su paso. Cuando intenté cogerle del brazo, Yoongi, sutilmente, metió las manos en los bolsillos y evitó que yo le detuviera. Al tiempo que corría, miles de preguntas me pasaban por la cabeza. Estaba tan confusa que la acción de caminar rápido se me hacía casi imposible. Nunca antes caminar junto a alguien había sido tan exhaustivo. Al final, cansada y con ganas de llorar, me paré en seco y dejé de seguir al peliverde.

— ¡Yoongi! — grité, desesperada. Él fue frenando poco a poco el paso, hasta que llegó a pararse. — ¿Qué pasa?

Yoongi se giró, aunque no lo suficiente para mirarme directamente a los ojos. — Nada.

— ¿Por qué te has ido sin más?

Hizo ademán de irse. Corrí hacia él y agarré su brazo con los míos, impidiendo que volviera a caminar. Me miró fastidiado, pero debió de darse cuenta de que yo estaba a punto de llorar, así que chasqueó la lengua y miró hacia el bordillo de la acera.

— No me he ido por lo que ha dicho el gilipollas de tu hermano, así que deberías estar tranquila.

— Yoongi, no me mientas. — Apreté su brazo. Cuando él mentía, primero me miraba fijamente a los ojos, y después evitaba hacer contacto visual. Siempre agachaba la cabeza y fruncía los labios.

— No estoy mintiéndote. — Volvió a repetir el mismo procedimiento: me miró, bajó la mirada y apretó los labios. — Me he ido de allí porque quería irme, y punto.

— Vamos, sé que te ha dolido. No hagas caso a Jungkook. Es un adolescente hormonal que ni siquiera sabe lo que dice...

— No me he ido por eso.

— Vale, entonces dime dos motivos coherentes por los que te hayas ido así.

Yoongi soltó una risilla amarga y ronca. Entonces supe que sí se había tomado las palabras de mi hermano al pie de la letra, que le habían sentado como una puñalada en el pecho. Le veía tan lastimoso que me dieron ganas de reconfortarlo con un abrazo. Hice una mueca triste cuando le escuché suspirar como si estuviera agotado. Rodeé su cuello con mis brazos y le pegué a mí, abrazándole fuerte, con la sensación de que yo necesitaba hacerlo para sentirme mejor conmigo misma. Llegué a comprender por qué Yoongi se sentí culpable por algunas cosas; yo me sentía responsable de que se hubiera derrumbado cuando ni siquiera dije una palabra, sin motivo alguno.

— Eres un imbécil por creer lo que ha dicho esa rata fea de Jungkook.— le dije. Yoongi se rió en bajo. —Sabes que no voy a dejarte por mucho que lo diga mi hermano, o mi madre, o quien sea. Y tú tampoco vas a dejarme, ¿verdad?

Asintió, con la frente pegada en mi hombro. Me envolvió en sus brazos, correspondiendo al abrazo tan fuerte que mis pies dejaron de tocar el suelo. Yoongi me posó en la acera con una delicadeza nunca vista, juntó mis mejillas con una sola mano y me plantó un beso en los labios, aunque a penas les sentía de lo fuerte que apretaba mis carrillos. Le cogí del brazo y caminamos juntos, sin rumbo aparente y sin decir nada.

*****

Al principio no sabía dónde se dirigía Yoongi, pero me enteré a mitad de camino de que iba al hospital donde trabajaba mi madre, y por tanto, donde estaba ingresado Hoseok. Yoongi insistió varias veces en que quería ir solo. Yo le contesté que no iba a dejarle ir allí sin mí por dos motivos: uno, seguramente iba a volver a desplomarse al ver a su amigo; y dos, así tenía excusa para llegar tarde al trabajo. Suga no insistió más.

El hospital no quedaba demasiado lejos de mi casa, así que llegamos en poco tiempo a pesar de que Yoongi caminaba despacio, casi a velocidad de anciano. Nunca me había gustado ese lugar. Había estado alguna vez de pequeña, esperando con Jungkook a que mi madre saliera de trabajar, cerca de la sala de urgencias. A veces veíamos cosas algo desagradables para unos niños que todavía leían cuentos ilustrados, y por eso el hospital no me agradaba demasiado. Tenía la sensación de que siempre iba al hospital para recibir malas noticias.

Al entrar allí, Yoongi empezó a morderse las uñas y yo me pegué más a él, instintivamente. Los dos buscamos con la mirada un ascensor para subir a la décima planta. Supuse que Hoseok estaba en aquella porque era la planta de psiquiatría, donde trabajaba mi madre y donde ingresaban a la gente con severos problemas de abstinencia. Subimos en un ascensor completamente vacío.

— ¿Estás seguro de que quieres verle? —Pregunté, temerosa, mientras Yoongi pulsaba el botón con el número diez. Me fulminó con la mirada.

— Sí, joder, tampoco es para tanto.

— Tengo miedo de que...

—Estaré bien. — Concluyó. Se apoyó contra la pared, enfrente de mí. Suspiró. — Quiero dormir.

— Bien, ya empiezas a ser más tú.— Le dije, sin poder evitar esconder una sonrisa que acabó por contagiarle.

Me parecía tan adorable y encantador cuando sonreía que me daban ganas de llevarle a casa cogido en brazos como si fuera un maldito peluche, aunque me conformé con poder jugar con sus manos casi igual de blancas que la porcelana. A lo mejor, en otra vida, Yoongi había sido un muñeco adorado por todos los niños -y sobretodo niñas- de lo bonito que era.

El ascensor se paró en la octava planta. Me sorprendí al ver a mi madre ataviada con una bata blanca, con el pelo recogido y con unos papeles que ojeaba con desinterés. No supe si esconderme, si decir algo o si rezar para que mágicamente, el suelo del ascensor se abriera y me tragara. Lo único que hice fue entrelazar mis dedos con los de Suga de manera disimulada. Yoongi me miró entre divertido y extrañado, con una sonrisilla dibujada en los labios.

— ¿Van a la décima...? — Mi madre se giró hacia nosotros. Abrió los ojos sorprendida. — ¡Hye! ¿Qué haces aquí?

— Nada...

— ¿No deberías estar trabajando? — Me preguntó, con los ojos entornados. Como si se diera cuenta de que ya había dejado atrás su papel de villana, negó con la cabeza y agitó la mano, restándole importancia. — Bueno, bueno, da igual. No te preocupes. ¿Vienes a ver a tu amigo? — Mi madre revisó uno de los papeles que llevaba consigo. — Jung Hoseok, ¿verdad?

— Sí. Bueno, realmente no, sólo vengo a acompañar a...

Señalé a Yoongi. Mi madre nos sonrió. Le conocía, obviamente, porque era amigo de mi hermano, y porque quizá era el único peliverde en diez kilómetros a la redonda.

— Tendrás que invitarle a cenar algún día a casa, ¿no? — Soltó mi madre, sonriente. Me di cuenta de que yo tenía todavía los dedos entrelazados con los de Yoongi, y entonces lo entendí todo. Me reí avergonzada. — Vuestro amigo está en la 1013. Todo recto, casi al final.

Las puertas del ascensor se abrieron despacio. Mi madre salió como una exhalación de allí, despidiéndose de Yoongi con la mano. Él hizo una leve reverencia.

El pasillo era de color blanco, al igual que las puertas y la mayoría del escaso mobiliario. Había una pequeña recepción donde estaban sentadas un par de enfermeras. Yoongi se deshizo de mí y caminó con decisión y en silencio hasta el final del pasillo, hasta la puerta de la habitación 1013. Le ví perderse en la habitación oscura.

Divagué por los pasillos para matar el tiempo muerto. El silencio súbito que inundaba aquella estancia me hacía querer gritar, pero si lo hacía, seguramente acababa encerrada ahí también. Paseé por todo el pasillo, de arriba abajo, desde la habitación 1013 hasta una pequeña sala de espera situada delante de una consulta médica. Escuché voces familiares, quizá demasiado. Me quedé escondida detrás de la puerta y trate de captar algo de la conversación. Reconocí la voz de Jungkook, después la de Jimin, y por último, la de Namjoon. Hablaban con alguien más, pero no reconocí sus voces. En la sala había un gran ventanal donde vi reflejado a mi hermano, cruzado de brazos. Parecía enfadado.

— Y entonces tiene la culpa el Espíritu Santo, no te jode. —bufó alguien.

— Tenemos que hacer algo con él. — Añadió otra voz distinta, grave, también algo familiar.

— ¿El qué? ¿Vais a atarle a la cama o algo? — Quien habló fue Jimin. Nunca le había escuchado decir algo con tanta ironía. — Tampoco ha sido tan grave. Hobi está bien, no le costará salir de esta... ¿Pero Yoongi? Yoongi no va a ser capaz de superarlo.

— Que no le hubiese dado nada y ya está, joder. — Soltó mi hermano. Tuve ganas de entrar a la sala y pegarle una bofetada. — ¿Cómo no va a poder salir de esta? Si vende droga hasta a los arbustos, tío. Tiene que estar acostumbrado a que a la gente le den sobredosis por su culpa.

Namjoon, que era el único tranquilo, me vio también reflejada en el cristal. Se aclaró la garganta, y mientras hacía una seña para que entrara, dijo: — Hye, sé que estás ahí. Entra.

Obedecí, pero sólo di un par de pasos para mantener una distancia bastante grande con el resto. Además de mi hermano, Jimin y Namjoon, también estaban Jin y Taehyung, que parecían estar al borde de un ataque de nervios. Se callaron al verme parada, cerca de la puerta y con los brazos cruzados. No debían de recordarme tan amenazante.

— ¿Has venido con Suga? — Jin, directo al grano. Me encogí de hombros a modo de respuesta y él chasqueó la lengua, irritado. — Sí, cada vez son más iguales.

— Te lo dije. — Jungkook miró fugazmente a su amigo, y después se dirigió hacia mi. — ¿Has visto lo hecho polvo que está Hoseok? ¿Has visto la de mierda a la que está enchufado? Bueno, pues es culpa de tu novio.

— Deja de portarte como un niño envidioso de seis años, Jungkook. — Escupí.— No voy a dejarle por mucho que insistas en lo mala persona que es.

— Suga tiene un corazón de oro. — añadió Jimin.

— Exacto. Vale, puede que Hoseok esté entubado porque Yoongi le dio yo que sé qué, pero no es su culpa.

— ¿Te estás dando cuenta de la gilipollez más grande que estás diciendo? —- Mi hermano enarcó las cejas. — Suena estúpido.

— Déjala, es feliz defendiendo al culpable. — Soltó probablemente Jin.

— Escuchadme. Yoongi lo hizo por miedo a que Hoseok hiciera cualquier locura. Podría haberse suicidado y las consecuencias podrían haber sido peores. ¡Casi le hizo un favor! Además, vosotros sois unos drogatas. Me apuesto un brazo a que sabéis de primera mano cómo se sentía Hoseok y lo obligado que se sintió Yoongi al verle tan hecho polvo.

— Bueno...

— Hye, cuando ves que alguno de tus amigos está con el mono, esperas a que se calme, llamas a una dichosa ambulancia para que le lleven a rehabilitación y si es grave, le das una dosis pequeña, no un arsenal entero de drogas sintéticas, cariño. — Me explicó Jin. - Y no todos somos unos drogatas.

— Unos alcohólicos entonces. — Solté sin pensármelo dos veces, ganándome una mirada asesina de Jin y Jungkook. Parecían madre e hijo.

— Venga, chicos, que Hobi está bien. — Comenzó a decir Jimin, con voz acaramelada pero intentando sonar convincente. — Además, Hye tiene razón. Seguro que Suga se lo dio porque estaba acojonado, ya está. Vamos a dejar que Hoseok se recupere en un tiempo y vamos a dejar a Yoongi en paz, como si esto hubiera sido un percance de nada.

— ¿Percance? ¡Si casi le mata!

— Ya, pero tampoco deberíamos hacerle sentir mal. Ya sabéis cómo es Suga... — Insistió Jimin, con actitud apaciguadora. — Va a ser el único mal parado a este paso. Lo pasó terrible cuando lo de la chica, fijo que no quiere volver a pasar por lo mismo. Deberíamos ahorrarle el mal trago.

Miré el reflejo de alguien en la cristalera de la sala. Me giré  de repente hacia la puerta para ver a un Yoongi con cara de estar lo más despreocupado posible, apoyado sobre el marco de la puerta y con las manos en los bolsillos de la chaqueta. Esperé que volviera a derrumbarse, que saliera de nuevo casi corriendo y casi conteniendo las lágrimas, pero no lo hizo, sorprendentemente. Se rió sarcásticamente cuando el resto reparó en él.

— Tíos, chupádmela. — Sentenció.

— ¡Hablando del rey de Roma! — exclamó Jin.

— Hoseok está bien. Sí, le di una dosis más alta de la que debería, — admitió — pero debería daros lo mismo, joder. Esto debería quedar entre él y yo. Os habéis metido por banda en un asunto en el que los únicos implicados somos yo y Hoseok. Punto.

— Cómo no vamos a meternos si has estado a punto de matarlo, cabrón. — Jungkook le desafió con la mirada. Yoongi volvió a reírse. — ¿Ves, Hye? Es un insensible. Tiene a su amigo entubado y se ríe como si nada.

—  Cállate, rata.

— Deja de llamarme rata. Yo no te llamo enano.

Y Suga volvió a carcajearse. Se podía oler la pelea a kilómetros, pero Namjoon y yo fuimos lo suficientemente rápidos para ponerle fin cuando ni siquiera había comenzado. Yo me llevé a Yoongi de la mano, hacia el ascensor; Namjoon debió de agarrar a mi hermano por los hombros y le obligó a sentarse en la silla que él había dejado libre. Eso sí, Suga decidió que era una buena idea despedirse enseñando su dedo corazón en vez mover la mano como haría una persona normal, a pesar de que el ambiente estaba demasiado caldeado.

Pulsé repetidas veces el botón del ascensor hasta que las puertas se abrieron. Cuando entramos, Yoongi dejó escapar un suspiro, se acuclilló y hundió la cara entre los brazos. Al parecer no estaba tan bien como parecía.

— Esto es una mierda, Hye. Está casi en coma.

*********

Kredme xd xd xd xd xd

*vuela antes de que salgan detrás de ella para pegarla con un palo*

P.D: el puTO TEASER DE FIRE OSEA HOLA QUÉ ES ESO OSEA HOLA MY HEARTU JINNNNNN XFABOR NO ME HAGAS ESTO Y Y YY YOONGI Y Y Y Y UF YO YA NO VOY A SUPERAR ESTO

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