t r e i n t a y o c h o
Después de los gritos y los golpes, la casa se sumió en un de los silencios más sepulcrales que había vivido en toda mi existencia. Jungkook y yo nos pusimos a limpiar los restos de la noche anterior, sin mediar palabra, cabizbajos y como si una parte de mí hubiera muerto y estuviéramos de luto por ello. Yo me encargué de limpiar la sala de estar.
Mientras barría, me di cuenta de que por fin todo había acabado. Intenté dejar la mente en blanco. La imagen de Yoongi gritando y tirando todo lo que se encontraba a su paso se había quedado grabada a fuego en mi cabeza, como si me hubieran obligado a verla una y otra vez. Por una parte, me dolía. Sabía que iba a hacer alguna estupidez. Yo ya no iba a estar a su lado, nunca más -o al menos de eso me convencí-, y seguramente Yoongi iba a volver a necesitarme. Suspiré, agarrando el palo de la escoba por la parte superior con ambas manos y apoyando mi frente en éstas.
Oí a alguien refunfuñar detrás de mí. Me giré, pensando que sería mi hermano, quejándose de que limpiar no era algo para él. Se trataba de Jimin, sentado en el sofá, despeinado, desorientado y con unas gafas de sol de montura roja colgando de sus orejas. Pasó una de sus manos por su pelo. Solía hacerlo a menudo.
— Buenos días. — dije a Jimin.
— Sí, hola. ¿Qué días es hoy? ¿Estamos en el siglo veintiuno o seguimos en el diecinueve?
Me reí. — Estamos en el siglo veintiuno, sí.
— Ah, bueno... entonces no tengo que preocuparme de nada... — Miró a su alrededor. Se quitó las gafas de sol y me miró. — ¿Qué pasó anoche? No recuerdo haber venido aquí.
Me encogí de hombros. — Yo tampoco me acuerdo muy bien si te soy sincera.
— Me besaste. Me acuerdo de eso.
— No, no, no, tú me besaste a mí.
— ¿¡Qué!? ¡Hye! ¿¡Lo besaste!? — gritó Jungkook, desde el pasillo, con la boca abierta en forma de o y con los ojos a punto de salirse de sus órbitas. Amenacé con tirarle la escoba a la cabeza. — ¡Qué fuerte!
— Jungkook, por favor, si te has tirado a yo qué sé cuántas tías. — ataqué poniendo los ojos en blanco. — Además, yo no le besé. ¡Me besó el!
— ¿¡Con lengua!?
— Sí. — respondió tranquilo Jimin, acurrucándose en el sofá como si quisiera protegerse de mí. O de Jungkook. — ¡Pero yo no la besé primero! Me besaste tú, Hye. Lo recuerdo perfectamente.
— Pero...
— ¡Qué fuerte, qué fuerte! — repitió mi hermano, como si fuera una adolescente loca viendo una telenovela.
Mi mente se iluminó de repente. Recordé tan de golpe lo que había ocurrido la noche anterior que la cabeza empezó a dolerme aún más, el corazón a latirme con fuerza y las manos a temblarme. Había besado a Jimin más de dos veces. Inhalé aire por la nariz, despacio, y lo expulsé por la boca ganándome la atención de mi hermano, que me preguntó si estaba bien.
— Sí, sí. Estoy de maravilla. — Respondí. — Jimin tiene razón. Le besé en el parque... luego él me besó a entrar en casa, después volví a hacerlo antes de irme a la cama y le dije que...
— ¿Qué?
— Mierda.
— Me dijo que se lo dijera a Yoon... Suga, porque Hye quería que se pusiera celoso. Le llamé y se lo conté.— Soltó Jimin de una sola vez. Cuando se dio cuenta de que me había obedecido, abrió los ojos y volvió a llevarse una mano a la cabeza. Empezó a reírse con nerviosismo. — Pero qué gilipollas soy, ¿no? Ja... Dios mío, no me mates. Estaba borracho. Jungkook, tú tampoco, no me hagas daño. Por favor.
Detuve a mi hermano antes de que cogiera al pobre Jimin del cuello de su camiseta blanca. — Tranquilo, rata. Digo, Kookie. ¡Tranquilo! ¡No es su culpa!
— ¡Suga casi nos mata!
— ¿Eh? ¿Ha venido? — preguntó el pelinaranja, moviendo la cabeza de un lado a otro, intercambiando miradas conmigo y mi hermano. — No he oído nada.
Me reí de nuevo, mucho más sarcástica que antes. — Eso quiere decir que estabas durmiendo como un jodido tronco, querido. — Solté, dándome cuenta de que a veces parecía una copia en femenino del maldito Yoongi. Agité la cabeza, intentando desechar cualquier pensamiento que incumbiera al peliverde. Fue entonces cuando me propuse olvidar hasta su nombre. Me dejé caer en el sofá, al lado de Jimin, exhausta. — Ha llegado borracho, dando golpes y gritando. Le he dicho que no vuelva en su vida. No quiero volver a verle nunca. Se acabó. Del todo... Y ahora, Jungkook, ponte a limpiar. Estoy cansada y llevo limpiando la casa desde vete tú a saber cuándo.
— Vale, vale.
Mi hermano nos dejó solos. Jimin me miró como si se compadeciera de mí, entre triste y preocupado. Le detuve antes de que volviera a echarse el pelo hacia atrás.
— Para. No hagas eso. Me pones nerviosa.
— Perdona. — se disculpó. Echó el cuerpo hacia delante, apoyó los codos sobre sus rodillas y giró levemente la cabeza para mirarme. — ¿Seguro que estás bien?
— Sí, todo ha pasado rápido. El problema será olvidar todo esto. — Hice una pausa, rodeando mi propia cintura con mis propios brazos. Volvía a sentir ese vacío, es presión en el pecho y ese incómodo nudo en la garganta. Necesitaba un abrazo, o en su defecto, abrazar a alguien. Desgraciadamente, ese alguien ya no iba a volver nunca más. Suspiré. — Lo siento, Jimin. Por si te has sentido utilizado o algo. Me refiero al beso...
— No te preocupes. Estaba borracho, no me enteré ni siquiera de que me besaste.
— Menos mal. Ahora que lo pienso, fue vergonzoso.
Se rió. Tenía una risa agradable y aguda. — Bastante.
— Aún así, perdóname. De todas formas, el plan me ha salido mal. — me reí también, con cierta amargura. — Ah, y gracias por prestarme tu chaqueta.
Hizo un gesto con la mano. — No es nada... Oye, seguro que no quieres que hable del tema, pero Yoongi...
— Cállate. — Le interrumpí. Jimin cerró la boca de inmediato. — No vuelvas a hablarme de él. Para mí, ese tal Yoongi no existe. Nunca he conocido a alguien con ese nombre.
Jimin se limitó a asentir, despacio. Se levantó del sofá, estiró la espalda con los brazos en alto y me ofreció su mano, para que fuera con él a limpiar junto a Jungkook.
Intentamos dejar todo lo más limpio posible, pero aún estábamos con las escobas y las fregonas en la mano cuando mi madre entró por la puerta. Llegó a casa tan cansada que ignoró el hecho de que aún hubiera vasos de plástico por la cocina y que las alfombras olieran a alcohol. Simplemente nos saludó, se sentó a desayunar con nosotros y habló como si fuera una amiga más. Me di cuenta de que hablaba a Jimin como si fuera su tercer hijo.
— ¿Os lo pasasteis bien anoche?
— Sí. — respondimos los tres, al unísono, fríos. Advertí a Jungkook con la mirada para que no se fuera mucho de la lengua. Hice lo mismo con Jimin.
— Me he dado cuenta de que esto está muy sucio, pero teniendo en cuenta que ha pasado más veces... Os lo pasaré un poco por alto esta vez. Sí, Kookie, hijo. Sé que hacías fiestas aquí. Pensé al principio que era cosa de tu hermana, pero la pobre no tenía la culpa.
Jungkook se quedó en blanco. Continuó un buen tiempo en silencio, comiendo su desayuna con la mirada fija en la madera oscura de la mesa.
— ¿Ya habéis pensado lo de Estados Unidos? — dijo Jimin, mirándome sobretodo a mí.
No me acordaba de que mi madre tenía que aceptar o rechazar la oferta de trabajo cuanto antes. No quería ir sin nosotros, así que nos pidió que nos pusiéramos de acuerdo antes de que eligiera ella misma. Al principio, estaba bastante en contra de la idea. Tenía nuevos amigos en Corea, tenía planeado entrar a la universidad para estudiar algo relacionado con la biología, quizá química... Pero la razón más importante era Suga. Sabía que me necesitaba, y hasta que las cosas no se calmaran un poco, estaba decidida a quedarme en Seúl por si ocurría algo.
Pero él me había demostrado que no valía la pena.
— Sí. — dije, firme. — Quiero irme a Los Ángeles. ¿Crees que podrían entrar en la UCLA?
Jungkook alzó la cabeza sorprendido. Era quien más ansiaba ir a Los Ángeles. Me sonrió, emocionado, feliz, como si fuera un niño pequeño. — ¿En serio?
Asentí. — Sí, vámonos. Es una buena oportunidad. Además, ya tengo un inglés fluido.
— Jo, yo también quiero ir. — protestó Jimin con un puchero.
— Tranqui, tío, hablaremos por FaceTime.
— Ven con nosotros si te dejan. — Sugirió mi madre, que en efecto, trataba a Jimin como si fuera su otro hijo. — Yo me encargo de los gastos.
— No, no. — Jimin negó con la cabeza. — Aún tengo que hacer las pruebas de acceso para entrar al conservatorio de danza.
— No sabía que estabas... estudiando. — Añadí.
Se encogió de hombros con una sonrisilla. — Pensé que ya lo sabías.
Mi madre cuchicheó algo con Jungkook y, sin más, recogió mi plato y el de Jimin. Apoyó los codos sobre la mesa y nos miró fijamente, seria, como si fuera a soltar de golpe un diagnóstico bastante grave.
— ¿Por qué no vais a cenar juntos esta noche?
*****
Era bastante tarde. Caminaba al lado de Jimin, no demasiado cerca. Los dos habíamos hecho caso a mi madre, y después de pasarnos toda la tarde con mi hermano jugando a un videojuego que consistía en matar a soviéticos y de recargar a toda prisa las armas, nos fuimos a cenar algún restaurante. Me había puesto unos simples vaqueros y una blusa blanca que curiosamente conjuntaban con lo que llevaba puesto él. No me di cuenta hasta que me vi reflejada en un cristal. Hablar con Jimin era bastante agradable, pero desde el incidente de los besos, entre nosotros dos el ambiente era algo incómodo.
— Oye, Hye.
Le miré. — ¿Qué?
— Quiero que sólo seamos amigos. — Soltó. Me paré en seco momentáneamente porque sus palabras me sorprendieron. Le sonreí.
— No hay problema. Genial. — Admití. Le tendí mi mano. — ¿Amigos?
— Amigos.
Jimin estrechó mi mano. Me sentí aliviada al instante, pero él empezó a morderse el labio. Le había prohibido que hablara del innombrable, Yoongi, en todo momento y por encima de cualquier cosa. Pensé que Jimin se sentía incómodo por el hecho de que tenía que contarme demasiado sobre el peliverde, pero al parecer había algo más. Sólo esperaba que no estuviera enamorado de mí o algo por el estilo, y que el hecho de que sólo fuéramos amigos le molestara. Le di un golpe suave para que hablara.
— ¿Qué te pasa?
— Me siento mal por vosotros. — Dijo.
Fruncí el ceño. — ¿Por mí y por...él?
— Sí. — Jimin asintió con la cabeza. Yo, suspiré, cerrando los ojos. — Hacíais muy buena pareja. Lo siento, Hye, pero tenía que decirlo. Él te quería mucho, no dejaba de hablarme de ti. Estaba orgulloso... Y tuvo que follarse a esa tía. No le quedó...
— ¡Cállate! — grité, rompiendo el relativo silencio de la noche oscura de Seúl. Tenía ganas de llorar. — No puedo estar más con él. No insistas, no... no puedo. Era agotador, Jimin. De verdad. No estaba preparada para un relación como esa, y verle... verle así, con una tía en su puta cama... Me ha destrozado. Y no, no estoy bien. Yo también le quiero, ¿pero de veras crees que se merece mi perdón? Sólo quiero que desaparezca. Que no vuelva.
— Hye...
— No vuelvas a hablar de él, por favor.
Suspiré. Me sentía mareada. Quizá la resaca no se me había pasado del todo. Jimin me ofreció su brazo, y sin pensármelo dos veces, me agarré a él. Volvimos a andar de nuevo. A cada paso que daba, más ganas de llorar tenía. Llegó un momento en el que no pude contener las lágrimas. Intenté que el llanto fuera lo más silencioso posible, y lo menos doloroso. Cumplí mi cometido dado que Jimin no se dió cuanta de que lloraba hasta que giramos la esquina de una calle más. Me tapé la cara y le empujé para que no me viera llorar.
Ni siquiera yo sabía por qué lloraba. Caminé varios pasos por delante de mi amigo, sintiéndome una estúpida débil que no sabía hacer nada más que llorar y recordar a su ex-novio, o lo que fuera, de una manera desgarradora que a cualquiera le rompería el corazón en mil pedazos. Me enjugué las lágrimas antes de cruzar un paso de peatones. El semáforo estaba en rojo, así que me paré.
Al otro lado de la carretera, le vi a él. Llevaba su Dr. Martens, su cazadora negra y un cigarro entre el índice y el dedo corazón. Fumaba con desinterés, al lado de la misma tía que se folló aquella noche.
Lo peor de todo aquello es que Yoongi me vio. No pudo evitar levantarse, lentamente, como si acabara de ver un fantasma o un hecho inaudito. Quise correr hacia él y ahorcarle con el cinturón que llevaba puesto.
Sin embargo, lo único que hice fue derrumbarme más, sentirme peor conmigo misma, tener el doble de ganas de tirarme por un décimo piso al vacío. Me volví con la cabeza bien alta y caminé hasta que vi a Jimin.
Corrí hacia él y busqué refugio en sus brazos mientras lloraba desconsoladamente.
**********
save me *emoji de lunita*
hola
qué tal
adiós
os quiero mucho
no me matéis, que viene lo peor y seguro que queréis saber qué pasa
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