t r e i n t a y c u a t r o
Me despertó la alarma de mi teléfono móvil, sonando más fuerte que nunca, cerca de mi oreja. Aún tenía el teléfono en la mano, así que supuse que me había quedado dormida con Yoongi hablándome despacio al otro lado de la línea hasta que noto que yo estaba prácticamente roncando. Apenas había dormido tres horas, pero aun así me desperecé estirando los brazos hacia el techo y me levanté para despertar a mi hermano. Darle un par de patadas antes de ir al instituto era lo que más me motivaba para ir a clase.
Irrumpí en su habitación abriendo la puerta de golpe.
— ¡Arriba, ratita! — exclamé, inclinándome hacia él, agitándole por encima de las sábanas. Gruñó, se revolvió y se tapó la cara. — Vamos, no me hagas arrastrarte hasta la cocina. Ah, buenos días, por cierto.
— Buenos días... — ronroneó Jungkook, deshaciéndose de las sábanas y mirando al techo con aire desorientado. Me lo tomé como una señal para bajar a desayunar algo.
Me fui de allí dispuesta a comenzar un nuevo día sin problemas, lleno de sonrisas y buenas noticias. No tardé mucho en acicalarme, en ponerme el uniforme, en devorar el desayuno que mi madre había dejado preparado y en salir con mi hermano camino al instituto. Por el camino, me acordé de que aún tenía algunos libros en casa de Namjoon. Le comenté a Jungkook que debería ir a por ellos, quizá a la salida de clases, pero él se opuso. Estuvo insistiendo toda la mañana. No quería que yo viera a Yoongi bajo ninguna circunstancia, apenas quería escuchar de él, así que me abstuve de decirle que habíamos estado hablando casi toda la madrugada.
No podía dejar de pensar en las palabras de Yoongi. Todavía daban vueltas en mi cabeza, resonando como si las oyera continuamente, como si él estuviera a mi lado. Cuando hablamos, me di cuenta de lo mucho que me necesitaba. Además de nervioso, se le notaba algo desesperado. Realmente me quería con él en todo momento, realmente quería una oportunidad más, pero no estaba dispuesta a dársela. No hasta que de verdad, cara a cara, me demostrara que todo lo que había dicho era cierto. Que me quería de verdad, que lo sentía de verdad o que me iba a regalar más flores. No todo iba a arreglarse con un ramo que ni siquiera me había entregado a mí y con una llamada a las tantas de la noche, ¿verdad?
En el fondo, yo sabía que iba a hacerle sufrir. No mucho, quizá, pero a lo mejor sí lo suficiente para que se diera por vencido conmigo. Yoongi estaba dispuesto a arreglarlo; yo no estaba muy segura, y además tenía planeado ponerle las cosas difíciles. No quería ceder como la última vez porque no quería que volvieran a suceder los mismos errores y problemas. Era, para mí, algo bastante lógico y sencillo. Evoqué las últimas palabras de Yoongi antes de que me quedara dormida: "no quiero que vuelvan a pasar estas gilipolleces, Hyesun".
Iba tan sumida en mis propios pensamientos, en qué podía resultar ser mi vulnerabilidad contra Yoongi -puede que su apariencia, o su sonrisa de niño pequeño, o él en sí-, o en qué podía meter la pata, que me tropecé con los escalones antes de entrar al instituto. Gracias al cielo, Jungkook estuvo ahí para agarrar los tirantes de mi mochila y tirar hacia atrás de estas, evitando que mi cara tocara el suelo. Mi hermano también estuvo para traerme cafés toda la mañana. Aunque ya no estaba en época de exámenes y de estrés, seguía necesitando dosis desorbitadas de cafeína para no caer rendida.
Al final, el sueño me ganó la partida en clase de biología.
Sueño 2, Hyesun 0.
*****
Me desperté cuando el timbre marcó el final de las clases. El sonido del timbre era de los más irritante. Me fui de allí lo antes posible, ignorando a la profesora de biología, que me casi me persiguió por los pasillos para preguntarme si había estado en la clase. Como era la única que no hablaba, los profesores nunca se percataban de mi presencia, estuviera despierta, dormida, subida encima del pupitre o rompiendo los cristales de la ventana. A veces, era una ventaja. Otras, me resultaba molesto. Me pregunté si era necesario chillar como monos en celo para que la gente en general supiera que estabas ahí.
Convencí a Jungkook para que no me acompañara a casa. Cedió después de que le diera dinero para comprarse algo en la tienda de la esquina. Sobornar iba en contra de mis principios, pero funcionó.
Estaba tan agotada que opté por coger el autobús, a pesar de que podía llegar a casa perfectamente en diez minutos -o menos-. Además, llovía. La parada más cercana donde podía coger el bus que me llevara a casa siempre estaba vacía, menos aquel día. Un chico se había apoyado contra el cristal de la cornisa, donde se exhibía el cartel de un anuncio, con la espalda corvada y las manos en los bolsillos. Vestía de negro, y aunque llevaba la capucha puesta, pude reconocerle. Di la vuelta a la parada para sentarme en el banco metálico de esta.
Yoongi alzó la cabeza al verme allí. Tenía los auriculares puestos. Su flequillo verde, algo mojado, se pegaba a su frente de tal manera que penas podía ver. No le miré, pero supe que estaba igual de nervioso que yo, o más. Yo no tenía ni idea de qué hacer a parte de comportarme como él lo hizo conmigo al principio; fría, casi muda, fingiendo dormir como única escapatoria de las preguntas comprometidas y haciendo uso notable de, sarcasmo. Yoongi agachó la cabeza antes de hablar.
— Hola. — me dijo, algo tímido. — ¿Viste las flores?
— ¿Qué flores?
— Nada... Olvídalo. — agitó la mano restándole importancia. Miró la pantalla de su teléfono, suspiró y apoyo la cabeza contra el cristal del anuncio. — ¿Qué autobús coges?
— Alguno.
Se rió. Me resultó inesperado que sonriera. — ¿Estás enfadada conmigo?
— No. — respondí, cortante, dirigiéndole una mirada fugaz.
— Hyesun... Perdóname. En serio, no quería...
— Te perdoné ayer, ¿recuerdas? — Le interrumpí. Acabé rompiendo mi autopromesa de no hablar tanto como hacía normalmente. Exploté. Miré a Yoongi con el ceño levemente fruncido y los puños apretados. — Lo que no quiero es darte otra oportunidad más hasta que me demuestres que de verdad me quieres. Que me amas, Yoongi. Sé que puede sonarte como si fueran palabras mayores, pero es lo que hay. Hasta que no vea que de verdad quieres que esté ahí contigo, no voy a dejarte pasar ni una.
Suspiró, sonriendo irónicamente, como si su paciencia se agotara poco a poco y prefiriera reír antes que llorar o gritar. Se quitó la capucha, se removió el pelo mojado agitando la cabeza y miro hacia el techo de cristal de la parada de autobús. Volvió a suspirar, pero mordiéndose el labio inferior. Le veía, de repente, tan dolido, que tuve que aguantar las ganas de levantarme y darle uno de esos abrazos cálidos que tanto le hacían falta, de esos que de verdad le reconfortaban.
— Al menos, di que te lo estás pensando. — Soltó, mirándome con la cabeza caída hacia un lado. — Y dime cómo coñ... Cómo te lo demuestro, porque no tengo ni put... Ni idea.
Me encogí de hombros. — Eso es algo que deberías descubrir tú, ¿no?
Yoongi dejó escapar un grito por la más pura frustración. Se llevó las manos a la cabeza, dejando que los mechones de pelo verde pasaran entre sus dedos. — No lo hagas tan difícil. Por favor.
— Es lo que hay.
— ¿Me estás jodiendo o...?
— No, sólo estoy poniéndotelo como debería haberlo hecho al principio. — Repliqué, con una sonrisa socarrona. — Seguro que pensaste que era una presa fácil, ¿a que sí?
Bufó. Volvió a soltar una de sus carcajadas sarcásticas. — No eres tan fácil. Nunca has sido fácil.
— Tómatelo como una subida de nivel, como si hubieras pasado a la siguiente pantalla. — Solté. Escuché el ruido del motor del autobús y lo vi parado en un semáforo, a lo lejos. — Anda, ahí viene mi bus.
— Que jodidamente oportuno. — Yoongi, con aire cansado a la par que molesto, se acercó a mí cuando yo me levantaba. Me cogió por la muñeca y pegó sus labios lo máximo posible a mi oído. — Te compraré floristerías enteras, te haré la cena, me desharé de la rata o de quién quieras, Hyesun, pero no me dejes.
— Deja que me lo piense. — canturreé.
— Por favor.
— Sí, sí... — Intenté zafarme de él. Me agarraba con fuerza, pero no quería huir de él porque me hiciera daño, sino porque empezaba a ponerme nerviosa. Yoongi se pegó a mí, empeorando las cosas. — Oye, me alegro de que te hayas dado cuenta de que eres un idiota, pero no me basta solo con eso. Cuando dejes de serlo, volveré contigo.
El autobús estaba a escasos metros de la parada, Yoongi parecía no querer soltarme ni dejarme escapar y yo me ponía cada vez más nerviosa. A pesar de que agité mi brazo con la intención de que Suga me soltara de una vez, él tiró de mí y volvió a acercarme a él. No fui lo suficientemente rápida para poner la palma de mi mano entre nuestros labios e impedir un beso corto que aún así me erizó la piel. Hasta noté chispas. Por alguna extraña razón, el beso espontáneo me hizo enfadar. Sí fui rápida para separarme de Yoongi y girarme para subirme al autobús, con la cabeza bien alta. Pasé mi bono por el lector de tarjetas y me senté en uno de los muchos asientos libres, al lado de la ventana.
Yoongi todavía seguía ahí, parado, mojándose sólo por estar un paso más cerca de mí. Me pegue al cristal frío de la ventana y le enseñé el dedo corazón de mi mano derecha. Él respondió con una sonrisa radiante.
**********
Capítulo más corto bc Elsa is tired y acaba de ver civil war y quiere irse a la cama para dormir mil horas
Gracias por todos los votos, leídas y comentarios!💕💕🙆
Sólo quiero avisar de dos cosas
1) hmt se acerca a su tramo final lo cual quieres decir que vamos a sufrir todas mucho -puede que por el dramón, puede que porque todo va a ser muy bonito bucólico y romántico-
2) haré menciones especiales en cada capítulo bc Elsa mola mucho, jdr (¿
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro