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d i e c i s é i s

Extrañamente, fui yo la que decidió poner fin al abrazo por dos cuestiones: uno; me estaba quedando helada, y dos; empezaba a llover. Yoongi me miró sorprendido cuando vio que me levantaba rápido y le tendía una mano para que se levantara del suelo lo antes posible. Rechazó mi ayuda, puso las manos en el césped, hizo fuerza y se levantó con tal lentitud que me hizo pensar si tenía una hernia discal o algo que le incapacitaba moverse como una persona normal de su edad. Por quedarme parada viéndole, la lluvia arreció más y me empapó rápidamente. Para no mojarme más, eché a correr hacia los edificios que tenía enfrente para resguardarme de la lluvia. Cuando llegué, me pegué a la pared de brazos cruzados, abrazándome a mí misma, y me giré para ver qué hacía Yoongi. Caminaba tranquilo, con las manos en los bolsillos como de costumbre, como si la lluvia marcando su chaqueta de cuero no fuera importante. Su pelo empezaba a cobrar un tono algo más potente por culpa del agua.

- ¡Vamos, te estás calando! - grité, animándole a que corriera hacia mí haciendo un gesto exagerado con las manos.

Suga pasó por completo de mí y continuó a su ritmo. Finalmente llegó al edificio prácticamente calado. Suspiré.

- ¿Qué?

- Mírate, estás empapado. Y todo por no correr.

- ¿Pretendías que corriera? - Dijo con las cejas levemente, muy levemente enarcadas. Asentí. Él se rió y se pasó una mano por el pelo, agitando la cabeza. - Sólo corro cuando es un asunto de vida o muerte.

- ¿Poder coger una pulmonía no es motivo para correr?

Se encogió de brazos con una mueca y no dijo absolutamente nada más. Se quedó mirando un rato las mangas caladas de su chaqueta antes de ponerse a caminar pegado a la pared para resguardarse de la lluvia. Yo, obviamente, le seguí de cerca, aún abrazándome a mí misma por culpa del frío. Suga bufó varias veces y acabó girándose para plantarme cara. No parecía enfadado, ni molesto, ni nada. Simplemente me miró a través de su flequillo verde, que al estar mojado le caía sobre la frente de tal manera que apenas podía ver sus ojos, y suspiró ladeando la cabeza.

- ¿Vas a seguirme toda la noche otra vez?

Fui yo la que me encogí de hombros. - Bueno, no tengo nada mejor que hacer.

- Pues yo sí. Así que no me sigas. - Sentenció. No había dado ni dos pasos y yo ya estaba detrás de él pisándole los talones. Dejó que se le escapara una carcajada y volvió a darse la vuelta. Yo alcé las manos en señal de paz al creer que iba a sacar una navaja y a apuñalarme. Suga frunció el ceño. - Lo digo muy en serio, vete.

Su mirada amenazante me hizo quedarme en silencio, escuchando cómo la lluvia caía a escasos centímetros de mí, intentando buscar algún argumento con el que decir a Suga que algo hacía que me quisiera quedar con él la vida entera. No lo encontré, así que volví a encogerme de hombros sin moverme del sitio. Él suspiró. Al parecer captó la idea.

- Supongo que eres la única persona con la que me puedo quedar. - solté.

- Supongo que no te vas a despegar de mí.

Sonreí tímidamente. - Eh...no.

Yoongi también sonrió, enseñando sus dientes blancos, girando la cabeza hacia otro lado y llevándose la mano a la cara para ocultar esa sonrisilla adorable, como si tuviera miedo de destruir su imagen de chico duro con el lema de "no me importa una mierda" por delante, como si le hubiera parecido mono o lindo el hecho de que yo sonriera como una niña de doce años. Miró hacia otro lado y, en cuestión de segundos, Suga ya tenía esa expresión neutra tan característica. Me sorprendió su capacidad de poder cambiar de humor o expresión tan deprisa, aunque sí te fijabas bien, apretaba levemente los labios, como si estuviera haciendo un esfuerzo por no sonreír. Volvió a mirarme serio como siempre.

- Ya te he dicho que tengo cosas que hacer.

- Mmh, si fueran importantes, me hubieras dejado antes, ¿no? - Sonreí de nuevo y me eché un poco hacia delante.

Entornó los ojos tanto que casi le desaparecieron. Abrió la boca para decir algo, pero la cerró porque al parecer le había dejado sin palabras, lo cual hizo que mi sonrisa se ensanchara más. Suga acabó dándose por vencido y me dio la espalda. Echó a andar sin decir nada, a paso lento, sin importarle que caía el diluvio universal sobre él. Tuve que agarrarle del brazo para conseguir que acelerara el paso. Él no paró de protestar entre dientes y de repente, sin más, su mano cogía la mía con fuerza. No dije nada, pero llegó un momento en el que no supe si era yo la que le arrastraba a él o viceversa.

Caminamos bajo la lluvia -no había edificios o tejadillos donde poder resguardarnos- hasta que escampó un poco. Cuando dejó de llover del todo, estábamos pasando por medio de un parque pare niños. Yoongi resbaló su mano (tuve una leve crisis en aquel entonces porque dejé de sentirle de golpe) y le vi que se sentaba en un columpio. Agarró la cadena de hierro con una mano, apoyó la cabeza en el dorso de ésta y empezó a balancearse con los ojos cerrados. Me quedé un rato observándolo. Parecía terriblemente cansado. Y roto.

Quise preguntarle muchas cosas, pero mantuve la boca cerrada por miedo a meter la pata. Me quedé apoyada en la barra de madera del columpio mirando hacia la carretera desierta.

- ¿Me empujas?

Miré a Yoongi sorprendida. Nunca pensé que un peliverde que vestía de negro y que apuntaba maneras de pirómano iba a montarse en un columpio para niños y me iba a preguntar en casi un susurro que le empujara. No dije nada, pero accedí. Di un par de pasos para colocarme detrás de él. Empecé a impulsarle con pocas fuerzas.

- Jungkook me dijo que no eras el tipo que regala flores.

- Ese mocoso de mierda siempre miente. - Soltó. Aproveché para sonreír dado que no me veía.

- El día que estabas borrach...

- Cállate.

- Bueno, vale. - continúe empujándole sin apenas esfuerzo. Le hice caso, pero no aguanté más de tres segundos callada. - ¿Entonces...?

Puso ambas manos en la cadena del columpio y estiró las piernas para que la goma de la suela de sus Dr. Martens rozara con el suelo y le parara de golpe. Se levantó, hincó los puños en los bolsillos como siempre y me miró. Me señaló con el índice.

- Eres la persona más pesada que conozco. Por encima de los otros seis inútiles. Enhorabuena.

Un escalofrío que sorprendió hasta a Suga me recorrió la espalda. No fue porque Yoongi me señalara con el dedo, ni porque me mirara con cara de asesino, simplemente fue del frío. Mi ropa todavía estaba mojada, las temperaturas habían bajado y estaba casi congelada. Después estornudé.

-Creo que necesito una manta o algo...

*****

Yoongi suspiró varias veces de camino a su casa porque le conté otra vez la historia del día que estuvo borracho como una cuba. Sí, su casa. Al menos supuse que era la suya, porque al llegar a un portal en un edificio algo viejo, sacó unas llaves con las que abrió una puerta de metal y subió unas escaleras llenas de grafitis con toda naturalidad hasta llegar a otra puerta de madera pintada de color azul que también abrió con una llave prácticamente idéntica.

Al entrar en el apartamento, se quitó las botas, las lanzó contra un mueble de la cocina, cerró de un portazo y se quitó la chaqueta con rapidez. También la dejó tirada, pero en el sofá de una pequeña salita con una televisión enorme en el suelo.

Yo me quedé tiesa en una esquina viendo cómo Yoongi desaparecía pasillo arriba. No supe qué hacer a parte de escudriñar la casa.

Cuando él volvió, lo hizo con una toalla en la cabeza y con una en la mano, que recibí con un estornudo. Suga hizo una mueca de asco y me ordenó que me quitara los zapatos. Al ver que no me secaba con la toalla, la puso sobre mi cabeza de mala gana. Le seguí por el estrecho, único y corto pasillo del apartamento.

- La puerta de la derecha es el baño. Yo que tú no entraría en la puerta de al lado. Date una ducha, o yo qué sé, sécate o haz lo que te dé la gana.

- Eh... vale...

- Coge uno de mis jerséis si quieres. De nada.

Le sonreí a modo de agradecimiento , aunque por el frío acabé frunciendo los labios en una mueca. Yoongi estaba dispuesto a irse justo cuando escuché a alguien entrar por la puerta. Suga se giró sobre sus talones y me metió al baño de un empujón. Cerró la puerta con rapidez.

El baño era pequeño, pero funcional. Las paredes y el suelo estaban embaldosados, y no había nada más que una bañera, un váter y un lavamanos enano con un espejo encima. Las toallas, en cambio, eran enormes, y una sola me sirvió para casi el cuerpo entero. Estaba tan empapada que tuve que escurrir la chaqueta y la camiseta en la bañera.

Salí del baño con la toalla alrededor del pecho. Del picaporte colgaba un jersey de punto negro que supuse que era de Yoongi. Me lo puse. Me quedaba gigante, pero al menos era calentito y estaba impregnado en el olor del peliverde, esa mezcla agradable de perfume y alcohol.

Caminé por el pasillo despacio, sin saber qué hacer. Vi a Yoongi vestido con una camiseta blanca, descalzo y con unas gafas de pasta negra. Apenas me miró. Pasó por delante de mí.

- Puedes dormir en el sofá. O en el suelo. - soltó antes de esfumarse, de meterse en la que supuse que era su habitación.

- Pero...

- Buenas noches.

Y cerró con un golpe. Era todo un caballero.

*****

No tenía ni idea de qué hora era cuando Suga se pasó por el sofá para ver si estaba durmiendo o no. Yo había dejado la luz encendida y me había quedado mirando al techo con las manos entrelazadas en el abdomen. Yoongi seguía vestido igual, pero al verle más de cerca sentí algo en el estómago. Me resultaba terriblemente atractivo con aquellas gafas de montura negra y con el pelo ligeramente ondulado por culpa del agua.

- ¿No puedes dormir?

- Este es sofá es muy incómodo.

- Te dije que podías dormir en el suelo.

Resoplé. - Ya, claro.

Por alguna razón, esperaba que me dejara dormir en su cama. Al menos en su habitación. Le miré con un ápice de esperanza. Suga suspiró y se cruzó de brazos.

- Ven.

Me reincorporé lo más rápido que pude y le seguí  hasta su habitación. También era pequeña, estaba enmoquetada y tenía una enorme cama blanca. Apenas había luz, y la poca que entraba por la ventana era una luz rojiza procedente del cartel de neón del negocio que tenía enfrente y la de la pantalla de su ordenador portátil. Suga señaló un lado de la cama.

- ¿Puedo dormir ahí?

- Sí.

Me tumbé con cuidado. Me di cuenta de que un lado estaba más hundido que el otro, de que un lado estaba perfectamente liso y el otro no. Fue fácil pensar que Suga dormía solo y únicamente en el lado derecho de la cama. Se sentó a mi lado con las piernas cruzadas, se puso el portátil en el regazo y empezó a teclear dándome curiosidad por saber qué escribía. Como de costumbre, no pregunté.

El ruido de las teclas no ayudaba mucho a mi insomio repentino, y Yoongi pareció darse cuenta. Chasqueó la lengua. Nos miramos.

- ¿También necesitas una nana o algo?- dijo com voz rasposa.

Negué con la cabeza. - Puedes seguir con lo que estés haciendo.

Él cerró el portátil de golpe y lo apartó. Lo dejó apoyado en una pila de libros que utilizaba como mesilla de noche. Se tumbó a la velocidad de la luz, protestando.

- De veras, eres tan molesta que voy a necesitar botella y media de vodka para...

Fue algo así como un impulso nervioso por mi parte que lo hizo callar. Me acerqué a él, lo rodeé con mis brazos y lo estreché como si fuera un peluche. Correspondió al abrazo en cuestión de segundos y después, se quedó dormido entre mi cuello y la almohada.

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