c u a r e n t a y n u e v e
Yoongi acabó quedándose dormido enseguida, como de costumbre, con la cabeza apoyada en mi hombro. Yo, sin embargo, me desvele después del beso. Abrí los ojos, despacio. Desde que me habían quitado los calmantes para los dolores en general, tenía que lidiar con el insomnio, y si conseguía dormí algo, me despertaba casi al instante porque tenía pesadillas relacionadas con el accidente, o con el tipo que quiso matarme. Creí que aquellos sucesos no me habían marcado demasiado, pero me equivocaba. Cada vez que cerraba los ojos veía imágenes terribles. Suspiré sonoramente con la intención de calmarme un poco. Escuché a Yoongi protestar justo cuando yo empezaba a cerrar los ojos.
— No puedo dormir. — susurré.
— ¿Te cuento un cuento? — Soltó él. Debió de notar que yo asentía con la cabeza porque continuó enseguida.— Era una chica que estaba harta de sus padres. Un día se marchó de fiesta con unos tacones, perdió uno por el camino, lo encontró un tío baboso que la busco hasta encontrarla para ponerle el zapato y los dos fueron muy felices.
Me reí. — Es una versión muy barata de la Cenicienta.
— Solo me he ahorrado los detalles.
— ¿No puedes contarme uno más largo?
— Venga ya, no eres una niña de tres años. Duérmete. — Soltó, tapándome los ojos con su mano, como si quisiera que los dejara cerrados todo el rato.
— Pero es que me relaja tu voz.
Su voz era una valeriana. Podría estar horas y horas escuchándole hablar de cosas sin sentido, o en otro idioma, y seguiría gustándome su forma lenta de hablar. Su ronquez me parecía tan encantadora y tan relajante a la vez que siempre que él hablaba durante un buen rato, acababa durmiéndome. Yoongi retiró su mano de mi cara, se removió en la cama unos cuantos segundos hasta encontrar una posición lo suficientemente cómoda, pasó con muchísimo cuidado su brazo por mi cintura, se pegó a mí y se quedó mirándome, tumbado de costado. El peso de su brazo sobre mi abdomen me hizo un poco de daño, pero lo soporté. Echaba bastante de menos que me abrazara así, quizá hasta más que los besos parsimoniosos y dulces.
— No voy a contarte un cuento.
— Lo sé, pero puedes contarme lo que quieras.
— Justo cuando espero que me bombardees a preguntas no haces ninguna. — dijo, riéndose entre dientes.
— La única pregunta que se me viene a la cabeza es por qué lo hiciste, y no vas a responderla como espero que lo hagas.
Suspiró. — Si la respondo, otra vez, es sólo para que te duermas de una puñetera vez. — Hizo una pausa. Durante los escasos segundos de silencio, le miré a los ojos. La poca luz que entraba desde la calle por la ventana me dejó ver perfectamente el brillo de sus ojos oscuros, a pesar de que él estaba a contraluz. Volvió a suspirar y habló, despacio como siempre. — Ya te dije que fue por ti. Todo lo que he hecho hasta ahora ha sido por ti, porque me sentía culpable de tratarte mal o de que estuvieras medio muerta. Si te das cuenta, todo lo que te ha pasado ha sido mi culpa. Casi te mueres por mi culpa, porque soy un imbécil. Quería que te dieras cuenta de lo gilipollas que soy antes de que cosas como estas pasaran, porque sabía de sobra que algo iba a pasar, por eso siempre intentaba que te fueras y te olvidaras de mí antes de que fuera demasiado tarde... Siempre he tenido la sensación de que eres demasiado blanda conmigo. Por eso al final siempre te rogaba que te quedaras. Si desde el principio me hubieras rechazado, o si te hubieras dado cuenta de que era un carbón desde el primer momento, tú ahora estarías felizmente viendo películas con tu hermano en casa, sin más, sin problemas y sin dos costillas rotas.
— Me gustabas mucho. Quiero decir, me gustas. — le interrumpí, ganándome una mirada asesina. — ¿Cómo iba a rechazarte entonces? Fuiste la primera persona que conocí que no me atraía sin más. Supe desde el principio que había algo más entre nosotros.
— El problema de todo esto es que cada vez que haces amago de irte, entro en pánico. No sé qué hacer cuando siento que te vas a ir, Hyesun. Por eso cuando te vi machacada después de que esos cabronazos te atropellaran lo único que se me pasó por la cabeza fue que ibas a morirte, y que lo único que podía hacer yo era suicidarme. Piensa en qué haría yo sin ti ahora. Piensa en qué cojones haría si tú estuvieras muerta. Lo único que haría sería beber y culparme por tu muerte, chutarme una dosis de cualquier droga, tener una recaída, entrar a un centro de rehabilitación y volver a caer en el mismo círculo vicioso durante toda mi vida. Para eso te matas antes de que suceda y listo.
— Yoongi, yo también te vi cuando estabas medio muerto. — Me urgí a decir, seria. — Y no quise suicidarme.
— Porque tú no eres yo.
— Vale, hasta ahí llego, joder. Lo que quiero decir es que si yo me hubiera muerto, o ido, tú deberías haber continuado con tu vida. Es más, deberías hacer todo lo que no habías hecho conmigo. Suicidarse es una cosa de cobardes.
Yoongi empezó a morderse las uñas, nervioso, a lo mejor incómodo. — Hay que tener mucho valor para quitarse la vida. Tú te cortabas, pero nunca llegaste a suicidarte porque tenías miedo. ¿Eso no es de cobardes?
De nuevo había conseguido dejarme sin palabras. Agite la cabeza,confusa, intentando deshacerme de aquellos malos pensamientos.
Fingí dar un martillazo en mi palma de la mano como si fuera un juez. —Se cierra la sesión.
— ¿No hay más preguntas, señoría? — dijo, siguiendo el juego.
— ¿Qué quería esa zorra?
Yoongi soltó una carcajada algo amarga, seguramente porque le hizo gracia el tono cargado de odio con el que dije "zorra". — Gritaba que quería verme, pero las enfermeras, en cuanto la vieron, se la llevaron. Debe de tener prohibida la entrada al hospital. Es tan gilipollas que ni siquiera entiende el significado de "déjame en paz". Se debe creer que la amo o algo así. Ojalá ella sí que estuviera muerta. Te ha hecho tanto daño...
— No la quieres, ¿verdad?
— No. — contestó rápidamente, sin un ápice de duda. Me alegró que lo dijera, aunque en el fondo esperé que añadiera algo más para sumarle algo de romanticismo al asunto. Se quedó en silencio.
— Me alegra oír eso.
— Tú tampoco quieres a Jimin, ni a Hoseok... — Más que una pregunta, era una afirmación. Yo negué igualmente con la cabeza.
— No. Yo solo te quiero a ti.
— Jimin me contó que le besaste.
Tragué en seco. — ¿¡Qué!? — negué mucho más rápido con la cabeza. Seguramente Yoongi hizo una mueca como diciendo "lo sabía". Se rió. — Bueno, que más da, si te te follaste a una tía que ni siquiera... Te follaste a una zorra, vaya. Yo al menos me besé con alguien decente.
— Touché. Será mejor que lo olvidemos.
— Hay cosas que son muy difíciles de olvidar...
— Ya haré algo para que lo olvides. — sentenció, sonando convencido al doscientos por cien.
Nos quedamos en silencio. Yoongi todavía me abrazaba con cuidado. Durante te un buen rato estuvimos sin mediar palabra, sin mirarnos, sin movernos siquiera. Simplemente nos quedamos sintiendo el poco calor del otro hasta que la puerta de la habitación se entreabrió despacio. Los dos miramos hacia la misma dirección, con todos los sentidos alerta a pesar de que ni siquiera nos estábamos besando, como si estuviéramos cometiendo un pecado de los gordos. La puerta se abrió del todo. Supe que era mi madre por su tono de voz acaramelado.
— Suga, ¿estás aquí? — Preguntó. Yoongi gruñó casi al instante. Mi madre se acercó despacio a nosotros. Mi madre, al llegar a mi lado, me acarició con cariño el pelo. — Suga, tienes que volver a tu habitación.
— ¿No puede quedarse? — inquirí yo con la vocecita de una niña buena e inocente.
— No, cielo. Tiene que volver a su habitación, ya es demasiado tarde. En teoría no puede salir de la décima planta, pero mira, aquí está, seis pisos más abajo. Vamos, Yoongi. — Le llamó. Me sorprendió que le llamara por su nombre real con un tono tan maternal. — Mi puesto de trabajo corre peligro por dejarte estar con mi hija. Acabarán denunciándome por negligencia médica.
— Puedo dormir aquí.
— Vamos. Te esperaré en el pasillo.— dijo ella con un tono mucho más firme.
Mi madre se fue hacia la puerta y salió de la habitación como había prometido. Yoongi se reincorporó de mala gana, bufando. Se giró para verme. Con el pulgar, acarició mi mejilla y se inclinó para darme un beso. Fue el auténtico beso de despedida, ese que siempre sabia amargo y que te dejaba con ganas de más. Le dejé marchar sólo porque sabía que mi madre iba a enfadarse bastante si Yoongi no la obedecía. A pesar de que me dolían casi todas las partes del cuerpo, dediqué una de mis mejores sonrisas a Yoongi, musitando un tímido adiós. A pesar de que no había mucha luz en la habitación, me pudo ver sonreír. Y el también lo hizo.
*****
Jimin se presentó muy pronto, antes de la hora del desayuno. Yo ni siquiera me había despertado cuando él llegó, así que me asusté al verle pululando por la habitación. Me gustaba que viniera a verme porque era como si hablara con una amiga normal y común. Sí, amiga. Nada más verme abrir los ojos, señaló las margaritas blancas que Hoseok había traído de parte de Yoongi.
— ¿No están un poco marchitas?
Me encogí de hombros. — Las margaritas no suelen durar más de cinco días, es normal que estén mustias.
— ¿No te aburres aquí dentro? Ya llevas muchos días ingresada.
— Ya os tengo a vosotros para que me distraigáis un poco con vuestra idiotez. — Solté. Jimin fingió un puchero mientras yo recolocaba la almohada detrás de mi espalda para poder sentarme más cómodamente en la cama. — ¿Ya has hecho los exámenes para entrar al conservatorio de danza?
Jimin abrió los ojos y la boca, muy sorprendido. — ¿¡Cómo te puedes acordar de eso!?
— No lo sé. Ahora solo me acuerdo de detalles como esos, pero no de fechas importantes o de los nombres de la gente.
— He conseguido entrar — dijo, sonriente, triunfante. — íbamos a hacer una fiesta para celebrarlo, pero Hoseok ya no bebe, tu hermano nos ignora porque ahora tiene una nueva amiga y vosotros dos estáis en el hospital, así que no tendría gracia hacer una fiesta entre nosotros.
— Ah, sí. ¿Jungkook tiene novia ya?
—Eso creo. Se sonroja mucho cuando le pregunto sobre ella... Es tan mono...
Me reí sólo de imaginar a mi hermano rojo como un tomate, a punto de estallar como una olla a presión. — Parece que está volviendo a vivir como lo haría una persona normal de su edad, sin tirarse a tías de veintitantos. Estoy orgullosa de él.
El también soltó una risilla. Siempre que se reía se tapaba la boca. — Oye, ¿te apetece ir a ver a Yoongi?
— A veces me hacéis unas preguntas muy obvias. —Jimin captó la indirecta a la primera. Dejó de mirar las flores y acercó la silla de ruedas, pero yo negué varias veces con la cabeza. — Creo que ya puedo caminar.
— ¿Segura?
— Bueno, siempre puedes llevarme en brazos o llamar a una enfermera. — Dije. Después de pensármelo un par de veces, hice un gesto con la mano para corregir lo anterior. — Mejor no me lleves en brazos. Yoongi se pondría celoso.
Aun así, Jimin acabó pegándose a mí para ayudarme a caminar, para hacer de muleta humana. Me sujeté a él pasando un brazo por sus hombros. Al principio me costó bastante dar un par de pasos, pero poco a poco lo conseguí. Caminé muy despacio. Cuando ya había recorrido media habitación, Jimin se fue separando, dejándome espacio. Tuvo que agarrar mi brazo y colocarlo entre el suyo para evitar que me cayera antes de cruzar la puerta y salir al pasillo.
Apenas habíamos llegado a la puerta de la siguiente habitación cuando una enfermera se acercó con una de las bandejas del desayuno. Pensé que me iba a echar la bronca por caminar sin que el médico me diera la orden de hacerlo, pero simplemente me pidió amablemente que volviera a la cama porque era la hora del desayuno. Obedecí. La mujer dijo que avisaría a mi médico de que ya podía caminar sin muchos problemas al marcharse otra vez.
Jimin se sentó en la butaca que estaba al lado de la cama mientras yo destapaba la bandeja con el desayuno. Alcanzó el mando de la televisión que yo nunca había encendido y se puso a cambiar canales con desinterés.
— Últimamente estás de muy buen humor. — me dijo con una sonrisilla. — Seguro que ya te han dejado ver a Suga.
— Sí. — respondí con la boca llena.
Jimin se rió como si fuera un niño pequeño, sin dejar de cambiar los canales de televisión. — Sois tan adorables...
Paro de repente en el canal de noticias. Fruncí el ceño, igual que el, y dejé de masticar de repente. Dejé la mirada en la pantalla de la televisión. Casi al momento, mi teléfono viejo empezó a sonar. Jimin lo alcanzo por mí sin ni siquiera apartar la vista de la televisión. Yo también respondí a la llamada de la misma manera.
— Hye, tengo que decirte...
— ¿Has visto la noticia? Han aparecido seis cadáveres calcinados en una casa abandonada de las afueras. Qué fuerte. Esto no suele pasar en Seúl. — dije, cortando a mi hermano, que parecía algo nervioso. Le oí refunfuñar al otro lado de la línea de teléfono, y por alguna razón, le imaginé mordiéndose el interior de la boca como solía hacer cuando estaba inquieto. — ¿Qué pasa?
— Yoongi.
Normalmente con el desayuno venía algo de fruta, no con malas noticias. — ¿Qué ha...?
— Se ha escapado del hospital. Bueno, creemos que se lo han llevado...
— No me jodas. Jungkook, ¡no me jodas!
— Fue uno de los que estaban en la casa en las noticias.
— Estás tomándome el pelo.
— Lo siento.
**********
Mirad, esta fui yo al ver los 100k
Muchas gracias otra vez💕 os hamo, hasta con h y todo.
Espero que disfrutéis de este penúltimo capítulo yayyyyyyyyy 💃💃🙆💖💕✨🌚🔥
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