
c i n c o
Suga se había quejado de parecer un peluche, pero era inevitable pensar que sí lo era cuando ni siquiera correspondía al abrazo, exactamente como si se tratara de un muñeco. No hubo reacción alguna, algo que me hizo creer que estaba a punto de darme una paliza. El abrazo fue corto, algo vergonzoso. Me separé de él con rapidez y tragué en seco antes de mirarle. Suga tenía la vista clavada en la carretera, y por su semblante serio, supuse que estaba cabreado o algo.
- Lo siento.
Hizo una mueca de asco. - ¿Por qué te disculpas?
- Por... abrazarte así.
Se rió, pero no dijo nada más. Sus carcajadas eran de dos tipos: irónicas, llenas de sarcasmo, o fingidas, como si se riera por compromiso. Me hubiera gustado verle u oírle reír de verdad, porque verle así sólo me hacía pensar más y más en él. Bueno, realmente jugaba a crearle un pasado, una vida difícil y dura que quizá si era verdad. A lo mejor se reía así porque nada le hacía gracia después de que sus padres murieran en una accidente de tráfico, o porque tenía alguna clase de trastorno mental. Yo era consciente de que nada de eso era verdad ya que resultaba demasiado rocambolesco, poco creíble, sacado de una novela trágica para adolescentes.
Pasamos un buen rato en silencio. Él acabó por sacar su teléfono móvil, algo que siempre hacía yo cuando tenía que esperar o estaba sola en medio de algún lugar concurrido. Empezaba a hacer mucho más frío, así que me abracé las rodillas y me encogí lo máximo posible para no congelarme. Suga me miró, yo le miré a él... Pero una vez más no hubo ninguna clase de conversación. Ni siquiera de esas absurdas tipo ''se ha quedado buen día'' o ''qué mal tiempo hace ya, ¿no?''. Era bastante incómodo, para mí al menos. Suga me parecía el ser humano más precioso que había visto en mucho tiempo, pero también era el más complicado a la vez. No sabía cómo iba a reaccionar. A lo mejor me plantaba un beso sin que me diera cuenta y después me arrastraba hasta un puente para lanzarme al río.
Se me pasó por la cabeza una idea estúpida, suficientemente tonta para que me pareciera buena.
- ¿Quieres jugar a un juego? - Solté con aire inocente, mirándole. En cuanto Suga se volvió hacia mí, aparté la mirada. Su cara me lo dijo todo. - Vale... no he dicho nada.
Más silencio incómodo. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas a todo lo que había pasado, y cada vez estaba más convencida de que algo de conversación no me iría mal. Iba a acabar hablando sola, como los locos. Al rato, Suga murmuró algo. No pude oírle, estaba demasiado inmersa en mis propios pensamientos.
- ¿Eh? ¿Qué has dicho?
Me miró con el teléfono aún en la mano. - Que qué clase de juego es, eso he dicho.
- Ah... No es un juego en el fondo... - Había captado su interés, pero lo perdía poco a poco según iba hablando. Era una imbécil. - Son las diez preguntas. Tú me haces una pregunta y luego te hago otra. Fácil, ¿no?
Suspiró, más bien resopló. - Está bien.
- ¿Empiezas tú?
- Te quedan nueve.
- ¡Espera, espera, espera! - refunfuñé - Esa no era una pregunta...
- Te quedan nueve. - repitió. - ¿Vas a clase?
- Sí... ¿Esa es tu pregunta?
- Te quedan ocho.
- Espera, ¿¡qué!? No, no, no, el juego no es así...
- ¿Vas a seguir haciendo preguntas de ese tipo o...?
- Te quedan nueve. - Dije vengándome de él. Suga se dio cuenta de que habíe metido la pata y sonrió, riéndose de él mismo. No apartó la vista del teléfono cuando le pregunté: - ¿Tu verdadero nombre es Min Yoon-algo?
- Sí. - respondió sin más. La pregunta pareció incomodarle. - Te quedan...
- ¿Cuál es tu nombre real? - solté sin dejarle tiempo a acabar la frase. Me dirigió una mirada fría que hizo que me diera cuenta de que había hecho una pregunta equivocada. Tragué saliva.
- Min Yoon... algo. - Dijo sin dejar de mirarme fijamente. Yo también me reí de mí misma por ilusionarme pensando que Suga iba a responder dejando de lado el misterio y el sarcasmo. - ¿Sabes que va a hacerse de noche pronto y no tienes a dónde ir?
Fruncí el ceño algo desconcertada. - Sí... Te quedan ocho... - pensé una pregunta rápidamente - ¿Por qué...? ¿Por qué te llaman Suga? -Se encogió de hombros, evitando la pregunta por completo. Yo puse los ojos en blanco. - Oye, si esquivas las preguntas no tiene gracia.
- Te quedan cuatro.
- ¿Sólo cuatro?
- Te quedan tres.
Gruñí como lo haría una niña de tres años y sin quererlo mi mano fue a parar a su brazo. Fue un golpe que le di involuntariamente, pero me miró como si fuera a matarme.
- Perdona, suelo pegar a la gente sin querer... Pero es que el juego no es así, Suga. - por alguna razón me resultaba raro decir su nombre, apodo más bien. Me quedé unos segundos intentando saber el por qué y luego continué hablando. - Esas ''preguntas'' - hice un gesto de comillas en el aire - no se consideran preguntas que valgan para esto. Quiero decir, esto no tiene gracia si cuentas preguntas absurdas como esas... Ni siquiera son preguntas, son tipo exclamación.
- Vale, vale, no soy idiota. - Dijo volviendo la mirada a la pantalla del teléfono. - ¿Vas a quedarte en la calle toda la noche, hasta para dormir?
De repente me dí cuenta de lo que estaba intentando decirme. Suga tenía razón. Era prácticamente de noche y yo no tenía nada, ni siquiera teléfono o unas zapatillas decentes. Lo único que tenía era la idea de no volver a casa. Gruñí, frustrada, agobiada y estresada.
- Puedo dormir en un banco del parque que hay cerca de casa y entrar mañana por la ventana a por el uniforme.
Soltó una carcajada más, sarcástica, como siempre. - Algún tipo te raptaría.
- Bueno, al menos estaría lejos de mi jodida casa y familia.
Volvió a reírse, pero al final hizo una mueca que no supe identificar de qué era. - Eres terca. aunque hace no mucho has dicho que necesitabas volver.
- Lo sé... - Hubo unos cuantos segundos de silencio en los que Suga me miró. Me giré hacia él. - ¿Qué? ¿Tienes alguna idea? Que no sea dormir, claro.
Negó con la cabeza y volvió a prestar toda su atención al teléfono. Me levanté con un suspiro, sin dejar de abrazarme por culpa del frío, y Suga se movió al instante, preguntándome con la mirada a dónde iba.
- Voy a ir a casa de... mi amiga.
- ¿La que está enfadada? - preguntó con las cejas enarcadas y sin aún levantar el culo del bordillo de la acera.
- Sí. Espero que se ablande si derramo un par de lágrimas. - Miré hacia los lados de la calle. Estaba algo desubicada, pero iba a saber salir de aquella zona y llegar a casa de Sunhee. No era muy difícil. Me quedé un momento dudando, cruzada de brazos. No sabía si despedirme de Suga o simplemente irme sin decir nada dado que él seguía absorto con su teléfono. - Bueno... Adiós. Hasta otra, supongo.
Me corregí a mí misma en el último momento al darme cuenta de que no quería dejar de verle. Quería saber más sobre Suga, aunque quizá sólo con verle la cara me bastaba. Miré una vez más alrededor y eché a andar sin escuchar ni una sola palabra de Suga. Me puso de mal humor que ni siquiera se despidiera de mí. «Qué rudo», pensé.
Al rato escuché pasos detrás de mí, y no eran pasos cualquiera. Me giré, e inesperadamente, allí estaba él, con sus botas militares y las manos hundidas en los bolsillos de la chaqueta.
- Te acompaño. - Dijo Suga, poniéndose a caminar a mi lado.
Le sonreí inconscientemente.
*****
Era de noche cerrada cuando llegué a la puerta de la casa de Sunhee, mi amiga. No era la primera vez que me presentaba sin previo aviso un domingo después de la hora de cenar, pero sí era la primera que me presentaba con un chico peliverde al que no conocía... Y la primera vez que ella estaba tan enfadada conmigo.
Suga, al ver que estaba algo incómoda y titubeando con el dedo sobre el timbre, llamó por mí.
- Adiós. - fue lo único que dijo antes de salir casi corriendo y despidiéndose con la mano.
Alguien abrió la puerta después con un portazo. Apareció un chico castaño que antes de verme a mí, asomó la cabeza por el hueco de la puerta y gritó llamando a Suga, que se giró y le saludó discretamente con la mano, al contrario que el chico castaño, que casi me dió en la cara de tanto entusiasmo. Antes de volver a caminar, el peliverde me dirigió una mirada que me pareció ser de preocupación.
- Hombre, Hye, ¿cómo tú por aquí? - preguntó el chico de la puerta. Le reconocí por la voz, no por la cara. Yo seguía mirando hipnotizada cómo Suga se alejaba, cómo cada vez se hacía más pequeño en la distancia. Aquel chico debía estar esculpido por algún dios o algo.
Cuando perdí de vista a Suga, miré al chico de la puerta. Me topé con un Taehyung despeinado, con un trozo de pizza a medio comer y con los ojos abiertos como platos.
- Me preguntaba si...
- ¿Quién es? - gritó alguien desde dentro de la casa.
- ¡Hyesun! - chilló a modo de respuesta Taehyung.
- ¿Y qué hace aquí?
- ¡No sé! - volvió a gritar. - Por cierto, ¿Qué haces aquí?
- Me preguntaba si podía pasar aquí la noche...
Taehyun tragó el trozo de pizza que tenís en la boca mientras asentía y sujetó la puerta, dejándome pasar. Me quedé en la entrada quieta, intentando que las lágrimas fluyeran en caso de que mi querida amiga Sunhee apareciera hecha un basilisco.
- No te quedes ahí, Hye, quítate los zapatos y pasa, esta es tu casa. - me dijo Taehyung, que como siempre, se había empeñado en hacer lo de los demás lo suyo.
- ¿Con quién...? ¿Qué hace esta perra aquí?
Sunhee apareció con una camiseta solamente y el pelo revuelto. Si olfateabas un poco, podías oler el tufo a sexo desenfrenado. Eché una mirada rápida a Teahyung y luego a mi amiga para confirmar mis sospechas.
- Sunhee, amiga, te necesito...
- Vete.
Empecé a llorar. El derramar lágrimas sin más era un don de los Jeon, o al menos eso creía, porque Jungkook lo hacía a menudo.
- Sunhee, por favor, escúchame... - sollocé.
- Pobrecilla, deja que se quede aquí esta noche. - intervino Taehyung con un puchero, sin dejar de comer pizza.
- Para qué, ¿para que vuelva a quitarme a mi novio?
- Sunhee, no seas cruel. Además sabes que Taehyung no me gusta. - zanjé. - por favor, te lo suplico...
Sunhee miró con nerviosismo a su novio. Taehyung no le prestó mucha atención, pero yo no despegué los okos de ella, con la intención de que me viera llorar. Al final, se cruzó de brazos, se acercó a un mueble del que sacó un par de pantuflas y me las tiró a los pies.
- Está bien, puedes quedarte, pero porque me das pena, no porque ya no esté enfadada contigo. ¡Y duermes en el sofá!
**********
Like por el yoongi adorable de multimedia
Like por... porrrr... porrrrrrrr idk, el like es lo que importa (?
No tengo nada más que decir, sólo que logaritmo en base a de b es igual a c si a elevado a la c es b.
(????????)
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