8.
—Mateo...no me hagas cosquillas— murmuró la muerte retorciéndose en el suelo con sus pies y manos amarradas, despertando lentamente.
—Hayqhjsiwmdieysjja— le dije que no era yo... Me habían puesto un trapo en la boca.
Lo que pasó es que cuando entramos al cuarto me golpearon la cabeza y cuando desperté estaba atado en la silla donde teníamos a Stary y la muerte estaba amarrada en el suelo. Alcé la vista agitado para saber lo que pasaba y vi a las dos chicas hurgando entre todos los papeles que estaban en la mesa.
—¡Jennifer!— grité y ellas se voltearon abruptamente.
—¡Estoy dormida!— se escucho desde afuera y la chica de voz ronca le ordenó a Stary que me callara.
—¡Que no me hagas cosquillas, Mateo!— se quejó la muerte ahora molesta y abrió sus ojos por completo— espera...
—Nosjsnjzjsmaeiifon— le dije que nos amarraron pero solo me miro confundido. Levantó la cabeza haciendo un gran esfuerzo y vio a las dos locas sentadas en la mesa observándonos.
—Oigan, ¿Por qué él en la silla y yo en el suelo?— inquirió ofendida.
—Ajshwindkzla.
—Tu eres inofensiva— respondió Stary y camino hacia mi— él no lo es.
—¡JA!— rió sarcásticamente— Mateo es un marica.
—Basta de estupideces— se acercó la chica de voz ronca con los brazos cruzados— ¿Por qué tienen información sobre nosotros?
—No hablaré hasta que mi abogado esté aquí— le dió una mirada engreída y las chicas rieron.
—¿No hablarás?— la muerte negó con la cabeza— entonces habla tú— me quito el trapo de un tirón.
Estaba a punto de decir algo pero me interrumpió— No Mateo, cállate.
—Pero...
—Mateo— me fulminó con la mirada.
—Si no quieren hacerlo por las buenas...— le indico algo a Stary con la mirada.
Ella asintió, cerró sus ojos y sus puños a sus costados, infló su pecho con mucho aire— ¡ASHGAAAAAAAAAAAAARD!— gritó repentinamente.
—¡AHHHHHHHH!— grité yo asustado.
—¡AHHHHHHHH!— gritó la muerte.
—¡NO GRITEN!— gritó la otra chica.
Cerramos el hocico y por la ventana entró un hombre...se veía tal y como la muerte me describió al líder de los sanadores. Vestía unos jeans negros, camiseta y botas de cuero del mismo color. Su cabello largo y rubio estaba amarrado en una coleta baja.
—¿Qué pasa, pequeña?— se dirigió rápidamente hacia Stary y revisó su rostro con preocupación.
—Nada, solo que encontramos a estos dos y saben de nosotros y tenian información tuya y mía— le explicó, el hombre suspiró aliviado y se giró para vernos.
—Ay pero ¿Donde quedaron sus modales?— exclamó cuando vio a la muerte— ¿Por qué dejarían a una chica en el suelo?— se apresuró y la ayudó a sentarse.
—Ven lo que les digo— espeto triunfalmente mientras el hombre apartaba los cabellos que estaban en su cara.
—Hay algo más, éste chico— empezó a hablar Stary y el hombre la escuchaba atentamente— fingió morir para atraerme y luego fueron a mi panadería a secuestrarme.
—¿Por qué hicieron eso?— preguntó sorprendido.
—Seguramente quieren deshacerse de nosotros— intervino la otra chica.
—No seas paranoica Ellen, tienen cara de ser buenas personas— sonrió como un niño pequeño.
—Si, Mateo es bien pendejo pero es agradable— afirmó con una gran sonrisa.
—Y bien, ¿Van a soltarnos?— pregunté aborrecido.
—Ay no, primero deberíamos averiguar todo hablando como personas civilizadas— dijo Ellen.
—Si ajá tener a alguien amarrado es ser civilizado— dije con sarcasmo.
—Entonces tampoco eres civilizado porque me tenías amarrada— reprochó Stary— y por cierto quería preguntar esto...— toco su frente— ¿Por qué me duele tanto aquí?
—Basta. ¿Pueden explicarnos todo?— pidió el hombre amablemente, a pesar de su apariencia ruda, él era muy blandito como las nalgas de un viejito.
—Oye, has dicho muchas mamadas— le dijo al hombre— de casualidad ¿No quieres una?— preguntó descaradamente y mi boca cayó al piso.
—Muy bien, ¿Podrían todos darse vuelta?— pidió Ashgard con una voz maliciosa.
—¡No, que asco!— nos quejamos los tres al unísono.
—Ok, ok, lo dejamos para después chiquito— le guiñó el ojo.
—Y te darás cuenta de que no soy chiquito...— compartieron una mirada pícara.
—¡Muerte!
—¿Muerte?— preguntaron los tres.
—Ah si es que él se muere por mí— me dio una mirada de desaprobación.
—¿Es tu novio?— preguntó el hombre.
—¡Si soy su novio!— afirmé molesto.
—Ya quisieras— bufó.
—Mira Ashaghrhsharrd— su nombre es difícil de pronunciar— sueltanos y te diremos todo— propuse.
—Esta bien, desatalos— ordenó y las chicas se movieron a hacerlo.
Agite mis manos y terminé de quitarme los lazos de los pies, me levanté y me estire, la muerte también se levantó con ayuda de Ellen.
—Aja, necesitamos un informe detallado— dijo repentinamente y se dirigió a la mesa, tomó una página y un lápiz y volvió hacia donde estábamos— todos tomen asiento.
—¿Qué?— inquirí confundido.
—Nosotros tenemos que averiguar lo que ellos hacen y porqué lo hacen, ¿Lo olvidas?— me recordó y los tres nos miraron incrédulos.
—Chicas...creo que algo no anda bien— murmuró Ashgard y tomaron una pose defensiva.
—Mateo cariño, deberías traer jugo o algo para los invitados.
—Apenas y tenemos agua potable.
—Nosotros, es mejor que nos vayamos— dijo Stary nerviosa.
—No. ¡No irán a ningún lado!— gritó la muerte furiosa y de forma tenebrosa volvió a su verdadera forma.
—Ay ternurita, ya te extrañaba— me puse sentimental.
Los tres trataron de huir pero en un instante ya estaban atados— Creo que me los llevaré ahora, volveré cuando termine—me indicó, asentí y desaparecieron.
—Puta madre, estaré aburrido. Y si...intento—
—Ni se te ocurra intentar matarte— volvió a aparecer frente a mí para advertirme.
—No no, como crees— tragué grueso y se fue.
Tanta mierda me había hecho olvidar que seré padre, ¿Debería comprar un muñeco para practicar?
Amixes, llegamos a mil leídas en esta historia y a nueve mil en la primera, estoy feliz. Gracias por todo su apoyo, los aguacate...no, ¿Saben qué? Este amor es tan intenso que los guacamole. Ahre.
Por cierto, haré muchas historias más y tienen que apoyarme porque si, ¿Ok?
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