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🎨-Outro

Do Yejun era un adolescente con problemas de conducta, tendencias suicidas y pese a todo eso, era un joven extremadamente introvertido que, tenía un talento que pocos podían apreciar. TaeHyung estaba más que confiado en su teoría de que ese chico no era quien se autoflagelaba, sino que lo hacían por él en zonas comunes que alguien por si mismo haría. Pero el chico no hablaba, no decía nada y TaeHyung no quería presionarlo. El quería cuidarlo y en el proceso quería conectarse más a través del arte.

TaeHyung se consideraba su fan número uno, pero tenía una meta que cumplir con el muchacho. Él sabía que Yejun no era prospecto para su escuela de chicos problemáticos, algo no cuadraba en su personalidad, lo había conocido hacía unos cinco meses y ese niño no encajaba. TaeHyung conocía muy bien a los problemáticos, este niño no era uno de ellos.

Había despertado un espíritu protector en él que le sorprendía. Pese a que se había permitido sentir más en esos tres años, ese chiquillo de cabello revoltoso con pinta de doce cuando tenía en realidad dieciséis, era la única persona que había logrado que TaeHyung sintiera tanta empatía y logrará conectarse con él de una forma que nadie lo había logrado, sin ningún interés amoroso de por medio.

No se comparaba a SeokJin, pero ese hombre había abierto la puerta y luego de su último encuentro años atrás, TaeHyung siempre lo recordaba cuando quería volver a las viejas mañas que no le hacían nada bien.

Siempre sonreía cuando lo recordaba y le gustaba sentirse extrañamente estúpido al respecto. Culpenlo, una vez la puerta abierta a sentirse vulnerable a los sentimientos y conectado a las personas a su alrededor, TaeHyung no la había vuelto a cerrar. Aunque con mucha ayuda al inicio.

Ahora estaba en un grupo de cinco amigos que para ser honesto, le caían muy bien. Y no tuvo que manipular a nadie para formar lazos. Lazos sinceros y duraderos. Su viejo yo había quedado atrás junto con Seúl. La ciudad de Hanam había sido un positivo y nuevo comienzo, todo de cero y relacionándose con honestidad.

A veces visitaba la vieja ciudad para ver a sus padres, a Namjoon y Dong-Gun, pero no extrañaba nada de ahí fuera de sus familiares. SeokJin no estaba ahí para lamentarse por él, por ende ambos habían dejado ese lugar y no, no sabía nada del hombre que le había reiniciado el Windows, pero estaba seguro que estaba siendo jodidamente exitoso. Y sí, tomo todo de sí mismo para no buscarlo por las redes sociales. Quería cumplir con su parte y queria demostrarse a sí mismo que lo había soltado.

Lo había hecho, pero en un rincón muy cálido de su corazón, TaeHyung visitaba los recuerdos junto a ese hombre. Y cada vez que lo hacía su piel se volvía de gallina y un escalofrío placentero le recorría toda la columna. Le gustaba la sensación de esos fuertes recuerdos, porque ninguna persona se lo había hecho sentir de nuevo.

Las citas apestaban, ya fuera por aplicación o natural, eran una mierda. Ya fuera con hombres o mujeres y se sentía bastante perdedor en ese sentido, especialmente qlmintentar relacionarse más sincero y natural y con con la intención de conseguir algo fuera de una buena compañía con la que charlar, pero no iba a desesperarse. Ya encontraría alguien que lo hiciera sentir como SeokJin solía hacerlo. Él no estaba cerrado a la posibilidad, pero ciertamente comenzaba a sentir que sería tarea complicada. Había unos zapatos grandes que llenar ahí.

—Tu café —decía el bonito chico de nombre NamSik, como decía su gafete.

Fácilmente podía distinguir que era unos siete años más joven que él y le sonreía siempre como si TaeHyung fuera el ser más interesante sobre la faz de la tierra.

Alimentaba su ego dormido, pero a él no le interesaba explorar ahí. El viejo TaeHyung lo hubiera hecho. El viejo TaeHyung hubiera explorado ahí para llevarse unos momentos de jovial adoración, pero no. Él quería alguien que tuviera el poder de hacerlo sentir amor y no sólo deseado. Eso no era tarea fácil. Amarlo a él no era tarea fácil y el único hombre que lo había logrado, lo había dejado por el bien de ambos.

—Gracias, chico —decía levantando su taza descartable de latte tibio en agradecimiento y se disponía a hacer cosas más importantes que pedir por un intenso romance en su cabeza.

Cuando giraba chocaba con el pecho de otro hombre y como era de esperarse, manchaba todo su bonito traje. TaeHyung estaba estático viendo la gran mancha sobre un traje carisimo, el desastre en el suelo y como el hombre se sacudía el líquido semi caliente. Gracias al cielo que no tomaba la bebida hirviendo.

Girando de inmediato, tomaba servilletas del mostrador y se volvía para limpiar al tipo. Si de encuentros románticos narrados en libros se trataba, a TaeHyung no le gustaba si este era uno.

—Hombre, lo siento tanto. No tengo ojos en la nuca, discúlpame —decía limpiando el pecho del tipo con ímpetu—. Yo no te ví, estaba pensando en otra cosa y no suelo mirar para arriba cuando estoy tan pensa-

— ¿TaeHyung?

La voz lo dejaba congelado. Alzando su vista veía a un SeokJin con el pelo más corto, peinado hacia un costado y el cabello más negro de lo que recordaba.

Su pulso se aceleraba, su corazón palpitaba con desespero y el mundo a su alrededor desaparecía. El poder de un simple hombre sobre su cuerpo y su corazón. Lo primero que atinaba a decir era:

—Juro que no te seguí hasta aquí.

SeokJin lo miraba sorprendido y luego de unos momentos sonreía—. Estoy seguro que no. Esta no es mi ciudad de todos modos —decía con esa sonrisa de infarto.

TaeHyung parpadeaba, por dios. Sólo habían pasado tres años y se veía tan diferente y a la vez el brillo en sus ojos hacía que reconociera al chico que solía ser vendedor en su tienda Gucci favorita y su única musa. Pero su porte era intimidante y lleno de poder. TaeHyung sentía que iba a hiperventilarse como quinceañera.

—Disculpen, si se hacen a un lado podré limpiar el piso antes de que alguien se caiga —expresaba otra empleada de la cafetería.

Grandioso, TaeHyung apretaba los dientes porque la chica había obligado a SeokJin a desviar sus ojos de él.

—TaeHyung, puedo prepararte otro café —decía el joven detrás de él—. Será a mi cuenta —añadía.

TaeHyung por poco y rodaba los ojos, lo obligaba a mirarlo y sonreírle amablemente—. No hagas eso, puedo comprar otro —decía, volviendo a mirar a SeokJin.

Dios, él estaba ahí parado y luciendo jodidamente delicioso.

—Yo invito. Dos de lo que sea que TaeHyung arrojó sobre mí —decía SeokJin dulcemente.

Wow, pese a que TaeHyung había mejorado, sentía que todavía no tenía ese nivel que SeokJin tenía para lucir tan amable y empático con todo el mundo. A pesar de tener un traje caro y pulcro peinado.

— ¡Enseguida! —decía el chico inclinándose.

— ¿Acabas de invitarme un café? —preguntaba sorprendido el profesor pintor.

SeokJin sonreía con timidez—. No esperaba jamás encontrarte aquí o siquiera encontrarte de nuevo, pero puede rechazarme si quieres.

TaeHyung alzaba sus cejas con sorpresa.

—No podría rechazarte —sonreía cortésmente.

—Dos lattes, uno caliente y otro tibio para ti, TaeHyung —decía el muchacho susurrando su nombre con una alta dosis de enamoramiento.

SeokJin apretaba sus labios evitando reír y era divertido como notaba la incomodidad en TaeHyung y como este  le sonreía sutilmente en agradecimiento. El viejo TaeHyung jamás habría hecho eso y parecer tan natural.

—Vamos, tomemos una mesa ¿O estás apurado? —preguntaba TaeHyung.

SeokJin lo miraba fijamente un momento, la mirada lo encendía e intimidaba al mismo tiempo.

—No tengo mucho tiempo como si quisiera, pero sí, busquemos una mesa —respondía sonriendo dulcemente.

En serio, necesitaba a Henry Cavill si quería superar a ese hombre porque no había mortal que le llegará a los talones. Cuando tomaban asiento uno frente al otro, TaeHyung bebía un largo sorbo de su latte, dejando a SeokJin admirarle algo atónito.

— ¿Estás nervioso? —preguntaba el abogado sorprendido.

TaeHyung pasaba el dulce nectar por su garganta y asentía lentamente.

—Sí, lo estoy. ¿Tú no? —preguntaba susurrando.

—Me sorprende un poco, es genuinamente increíble verte nervioso —respondía igualmente susurrando.

La conversación parecía diez mil veces más íntima aunque el lugar fuera público.

—Soy alguien diferente ahora —decía TaeHyung, encogiéndose de hombros—. Tus palabras no fueron en vano cuando te despediste de mí.

SeokJin aspiraba por aire y TaeHyung notaba sus hombros tensos. Dios, incluso parecían más grandes.

—El porte de abogado realmente va contigo, SeokJinnie —soltaba apresurado por no arruinar el ambiente. Incluso había coqueteado sin poderlo evitar.

SeokJin se le quedaba viendo entre sorprendido y estúpido.

— ¿Acabas de coquetear conmigo? —preguntaba incrédulo.

—Fue un reflejo, lo lamento —decía de inmediato, SeokJin sonreía y TaeHyung se sentía estúpido—. Ya. Corta con eso

— ¿Con qué? —preguntaba el abogado divertido.

—Con tu sonrisa —decía TaeHyung—, es cegadora.

SeokJin comenzaba a carcajear descaradamente logrando que TaeHyung se uniera a él y luego de unos momentos, el sonido feliz y relajado se calmara.

—Te ves bien, Tae —decía SeokJin.

TaeHyung hubiera deseado que le llamara "cariño" aunque ya hayan pasado tres años.

—Gracias, trabajo enseñando a niños problemáticos como de costumbre, pero creo que perdí el toque —decía haciendo una mueca.

SeokJin sonreía con dulzura—. No creo que lo hayas perdido, seguro sigues siendo un dolor en el culo ¿O no?

TaeHyung lo miraba fijamente y se mordía la lengua para evitar coquetear otra vez, así que cambiaba de tema.

— Entonces dijiste que no vives en esta ciudad ¿Cierto? —preguntaba.

SeokJin asentía—. Estoy en Namyangju —respondía sin problemas.  Haciendo las cosas más fáciles para la curiosidad de TaeHyung.

—Oh, he ido con amigos

— ¿Amigos? —preguntaba sorprendido.

TaeHyung reía—. Sí, amigos. Insoportables, pero buenos.

SeokJin sonreía con dulzura—. Sabes, he venido un par de veces a Hanam ¿Hace cuánto vives aquí?

—Dos años y medio —respondía.

SeokJin asentía, no le quitaba los ojos de encima, hacía que la piel de TaeHyung se recalentara bajo su ropa. Y sí la mirada fija de ambos seguía durando más en el silencio cómodo que los separaba, TaeHyung no estaba seguro de no saltar encima del abogado.

—Tienen buenos restaurantes por aquí —decía SeokJin sonriente, de repente. Luego suspiraba y miraba a TaeHyung con seriedad—. Te ves muy bien, Tae —susurraba una vez más, recordando  su último encuentro tres años atrás cuando estaba hundido en el alcohol con poco peso y cabello enmarañado.

TaeHyung sonreía, una sonrisa rectangular, esa que SeokJin había visto en ocasiones y que era presiosa seguía siendo hermoso.

—Ya lo dijiste, pero no me ofende que lo repitas —y volvía a sonreír.

«Su sonrisa, su sonrisa es hermosa» pensaba el castaño.

—Tú también te ves muy bien, abogado Kim. Tu cabello está más negro, es más oscuro de lo que recordaba —susurraba, estirando su mano para acomodar un mechón de pelo. No podía guardar sus manos para si mismo.

SeokJin tenía un rostro neutral ante el toque, TaeHyung se preguntaba si él estaba sintiendo todo lo que él sentía a su lado. Cuando acomodaba el mechón volvía su mano a su lugar y la tapaba con la otra, estaba temblando de los jodidos nervios.

—Pase por una faceta en dónde quise probar un color más chocolatoso, luego me aburrí y volví al negro. Solo que más negro de lo habitual —decía sonriendo, mirando hacia abajo. Luego su teléfono sonaba—. Discúlpame un momento.

TaeHyung asentía y se le quedaba viendo de reojo, no tan fijo. Se sentía un idiota enamorado y es que al parecer, lo seguía siendo por este hombre. Estaba tan absorto preguntándose cómo le había ido en su vida amorosa que cuando SeokJin cortaba el llamado, le sonreía y lo traía a la realidad de nuevo.

— ¿Todo bien? —preguntaba TaeHyung, bebiendo su café y mirando a SeokJin por encima de la taza.

Sus ojos brillaban demasiado, el abogado suspiraba con una risa incómoda.

—Me tengo que ir, Tae —exclamaba con una sonrisa de disculpa—. Estoy por trabajo y tengo que correr.

TaeHyung no quería verse decepcionado, por lo que dibujaba una sonrisa. Antes era tan fácil fingir y ahora, en ocasiones le costaba y esta ocasión estaba en el primer puesto: Pretender que no le sacudía el mundo perder contacto con SeokJin otra vez.

—Claro, yo también debo volver. Te acompaño a la salida —decía ansioso, esperaba no verse como se sentía.

SeokJin llevaba un maletín que lo hacía verse diez mil veces más extravagante y serio. Muchos ojos lo miraban, lo recorrían y sacaban una foto mental. TaeHyung lo sabía. Cuando se encontraban afuera, la incomodidad llovía sobre ellos, sólo sonriendo como imbécil uno al otro.

—Debo correr —decía SeokJin caminando en dirección a su auto—. Este es mi transporte ¿Quieres que te alcance a algún lado? —preguntaba SeokJin.

TaeHyung quería decir que sí, pero su escuela estaba a dos cuadras. Así que negaba con una sonrisa recta.

—Es hermoso —decía viendo a SeokJin, el castaño abría sus ojos—. Tu auto, digo. Es genial... —Seokjin reía dulcemente, TaeHyung apretaba su puño y se obligaba a dejar su mano quieta para no tocar ese rostro cincelado—. Y trabajo cerca, sólo salí para almorzar.

SeokJin alzaba sus cejas y luego asentía, aún no se movía, miraba a TaeHyung un poco más y pese a que su rostro no revelaba mucho, su mirada era cálida. TaeHyung quería irse hasta el fin del mundo con este hombre.

—Bien, me iré —sorprendiendo a TaeHyung, SeokJin se inclinaba y besaba su mejilla. TaeHyung se reclinaba sobre el roce de labios y cerraba sus ojos. No, nadie tenía el poder que este hombre tenía sobre él, el beso era largo para ser un simple beso, pero era corto para que TaeHyung lo disfrutará. Para cuando SeokJin dejaba de besarlo se apartaba un poco y levantaba el mentón del profesor pintor con sus dedos y susurraba—. Come algo —su tono era dulce y sus ojos se desviaban a los labios de TaeHyung—. Un café no es comida, cariño.

Y la respiración de TaeHyung se iba con la última sonrisa de SeokJin antes de que se diera cuenta y subiera a su auto para marcharse, mirando a TaeHyung con una sonrisa dulce en su rostro.

Un mes había pasado desde que TaeHyung había visto a SeokJin, pensaba en él más de lo que quería admitir, pero él y sus colegas estaban metidos en el problema personal de su alumno favorito, Do Yeyun.

TaeHyung había tenido razón, el niño no tenía tendencia suicida, había sido realmente difícil que se atreviera a confesar y confiar en que no iba a estar sólo. Él había hecho la denuncia y trabajaba codo a codo con la teniente a cargo del caso, hasta que una semana después habían conseguido un juicio justo para quitarle a sus padres la tenencia del chico.

TaeHyung no había visto a su alumno antes de comenzar el juicio para dejarle unas palabras de aliento, pero confiaba en que el chico iba a tener el valor de no cerrar la boca. TaeHyung había tenido cruces con sus padres y podía notar lo manipuladores que eran con el chico y con su entorno, había sido una forma asquerosa de ver una vieja imagen de él, aunque nunca hubiera infrigido dolor físico en alguien, el trabajo que habían puesto para doblegar a un simple niño, su propio hijo, revolvía el estómago de TaeHyung.

Salvar a ese chico de las garras de personas así, se sentía como una redención personal para él. Así que cuando se sentaba en las primeras filas del juzgado, TaeHyung rogaba a quien fuera que todo saliera bien. Él estaba al tanto de que tenían un abogado de lengua filosa y no había podido evitar pensar en SeokJin por eso, pero necesitaba estar enfocado para que Yeyun sintiera su apoyo, no sólo lo viera entre la multitud.

Cuando las puertas a los lados del estrado se abrían, Do Yeyun salía con un rostro pálido y caminata insegura, pero rápidamente se sentía contenido cuando un hombre una cabeza más alto que él ponía la mano en su hombro y le sonreía con dulzura.

TaeHyung se quedaba congelado. El mundo nuevamente perdía todo sentido cuando miraba a SeokJin con un traje marrón oscuro y su cabello perfectamente peinado hacia un lado, casi hacia atrás. Se hubiera quedado mirando más si no fuera porque el niño lo estaba tímidamente saludando, eso hizo que TaeHyung reaccionará de inmediato y devolviera la sonrisa con una seña de "Fighting" al levantar su puño y justo en ese instante notaba a SeokJin mirar en su dirección. Nuevamente le robaba el aire, pero el castaño no parecía tan sorprendido como él. Sólo le sonreía con un asentamiento de cabeza y TaeHyung respondía con efecto tardío.

Relamiendo sus labios, la directora de la escuela y una gran amiga suya, le comentaba que el abogado tenía muy buenas pruebas y era un lobo cazando a su presa. Si Yeyun no se sentia demasiado presionado ante tanta gente y la mirada desquiciada de sus padres, el juicio no debería de pasar a más de un simple día. Pero todo estaba en manos del abogado y por sobre todo el juez.

TaeHyung había visto a SeokJin moverse y hablar como un pez bajo el agua. O mejor comparado, como un tiburón en aguas profundas. Un depredador que no dejaba ningún detalle afuera y podía fácilmente mirar a través de su víctima. TaeHyung estaba demasiado metido en el bienestar de Yeyun y eso era lo único que impedía que su polla se pusiera rígida cada vez que ese hombre hablaba con suma autoridad.

Se veía tan diferente al SeokJin que había conocido, pero no diferente de mala manera. Sino, una evolución completamente esperada y aún así, era una sorpresa. Hora más tarde, TaeHyung y sus colegas respiraban cuando, obviamente, Kim SeokJin había ganado el juicio. Lo primero que Yeyun, su alumno, había hecho, fue ir en dirección a TaeHyung y abrazarlo fuertemente. TaeHyung sonreía y un suspiro sonoro se escapaba sin su consentimiento. Podía respirar al saber que el chico sería entregado al único familiar al que le había importado, pero que sus padres habían mantenido lejos.

Era la hermana menor de su madre, su tía. Una mujer que se acercaba a ellos y lloraba junto con su alumno cuando le abría los brazos y el chico se refugiaba en ella. TaeHyung parpadeaba evitando derramar algunas rebeldes lágrimas. Así que el perfume de SeokJin acercándose a él lo distraían lo suficiente y no podía evitar mirar en su dirección cuando se acercaba.

—Oh, señor Kim. Le agradezco con el alma lo que hizo por mi sobrino —decía la tía del chico. Una señora muy dulce, justo lo que alguien como Yeyun necesitaba.

La directora de la escuela y amiga de TaeHyung, también le agradecía, TaeHyung estaba al lado de SeokJin sin decir una palabra ¿Debería saludarlo como si lo conociera o...?

—SeokJin.... —decía Yeyun con suma confianza, a TaeHyung le sorprendía que el chico se sintiera tan cómodo, pero SeokJin era un ser especial, si pudo relacionarse con él, por qué no habría de hacerlo con un adolescente introvertido—. Él es mi profesor del que te hablé.

TaeHyung se sonrojaba, con razón SeokJin no lucía impresionado al verlo. Ya sabía de él ¿Cuántos profesores de arte con el nombre de "Kim TaeHyung" podría haber en la ciudad de Hanam?

La mano extendedida de SeokJin lo sacaba de sus pensamientos, la miraba y se sentía hambriento por el toque de este hombre, pero juntando todo de sí, sonreía y estrechaba la mano de SeokJin. El agarre había sido jodidamente suave por parte de ambos.

—Un placer conocer al hombre que mantuvo a mi cliente estable y con la cabeza en alto —decía SeokJin—. Es una persona que dejó una gran marca en su estudiante, profesor Kim.

SeokJin seguía con su personaje, sonriendo orgulloso a TaeHyung. El se sonrojaba furiosamente como la primera vez e igual de sorprendido por eso.

—Ah, Yeyun es un chico inteligente, no hice mucho. Y es la única persona en la que probablemente deje una marca —decía con honesta modestidad.

—Estoy seguro que no es el único —afirmaba SeokJin. Ambos se quedaban viendo el uno al otro y los presentes sentían que el apretón de mano estaba siendo más largo que de costumbre.

—Le dije que se gustarían —susurraba Yeyun a su amiga, la directora y TaeHyung soltaba a SeokJin como si su mano quemara.

SeokJin apretaba sus labios evitando reír, él había escuchado al niño.

—Bien, es mi pie para retirarme —decía—. Hablaremos luego, tengo papeleo que hacer. Un gusto conocerlo profesor Kim —se mofaba SeokJin con ojos brillantes—. Directora Min. Señora Park —y luego como un sueño se alejaba una vez más de TaeHyung.

El profesor lo miraba anhelante.

—Te dije que estaba caliente —susurraba su amiga.

—Sí, es un jodido sueño —respondía TaeHyung.

Su amiga reía y ponía sus manos en sus hombros—. Iremos a almorzar para celebrar ¿Te nos unes? —preguntaba, haciendo referencia a la tía de su alumno, este y ella misma.

TaeHyung quería, pero se sentía extrañamente descolocado.

—Tengo unas evaluaciones que subir —decía con una mueca—. Si no lo hago ahora, no llegaré a tiempo y luego vas a demandarme, mujer.

Su amiga se reía, pero entendía. En esos dos años y medio había aprendido a conocer a TaeHyung y saber cuándo quería socializar y cuando necesitaba un respiro.

—De acuerdo, te veo mañana.

TaeHyung sonreia y luego miraba a su alumno—. Estoy orgulloso de ti, babosa —decía.

Es que su encanto peculiar al tratar con sus alumnos no se había marchado del todo. El apodo de Yeyun se debía a lo introvertido que era y el hecho de que a veces no tenía reaccion alguna, como una babosa. Al chico no le ofendía, este sonreia mientras dejaba que TaeHyung lo despeinara.

—Si usted no hubiera intercedido, aún sería víctima. Gracias profesor Kim —susurraba con timidez.

TaeHyung resoplaba y sonreía—. Me dices profesor Kim mientras que a tu abogado le llamas por su nombre como íntimos amigos... —se mofaba. Yeyun sonreia.

—Es que es un tipo genial, haría buena pareja con usted. También le gustan los hombres —susurraba el niño.

TaeHyung fruncía el ceño—. No sé cómo es que sabes tanto, pero lo tendré en cuenta si le apetece salir conmigo.

«Lo dudo» pensaba.

Luego se despedía y se disponía a caminar en dirección a su auto. Había conseguido un lugar bastante alejado, pero caminar un poco le daba la posibilidad de ver si encontraba a SeokJin de casualidad una vez más. Quizás él podría pedirle su número, como amigos, simplemente.

«Sí, claro Tae. Amigos»

—Cariño, te puedes topar con alguien sino miras para el frente —decía esa voz.

TaeHyung saltaba del susto porque SeokJin no había estado ahí cuando venía mirando de lejos.

— ¿Estabas escondido?

SeokJin sonreía—. Quizás —decía, su sonrisa dulce pasaba a una sexy.

TaeHyung suspiraba—. ¿Está coqueteando, abogado Kim? —SeokJin sonreía, dejando caer su cabeza hacia atrás y TaeHyung babeaba—. ¿Qué hacías en mi auto?

Cuando el castaño lo miraba fijamente y dejaba de reír, TaeHyung lo miraba con seriedad y suspiraba sonoramente, poniendo sus manos detrás de su cuerpo para evitar tocarlo. SeokJin se veía tan guapo y varonil, pero parecía haberlo superado, algo que él no podía presumir. Ni siquiera luego de tres años.

SeokJin imitaba su pose, llevaba un tapado largo que le quedaba pintado encima de su traje y el clima nublado.

— No quería irme sin despedirme como se debe —susurraba.

TaeHyung apretaba sus labios y asentía—. Gracias, no sabía que tu trabajo aquí tenía que ver con mi alumno. De verdad, muchas gracias Jin.

SeokJin lo miraba fijamente, como si TaeHyung fuera otra persona o le hubiese crecido una segunda cabeza. Se acercaba más a la primera opción.

—Te ves diferente —susurraba con una sonrisa.

—Lo soy. A veces quiero volver a las viejas mañas, pero te recuerdo en Seul y las palabras que me dijiste —luego de otro momento en silencio, TaeHyung se sentía demasiado ansioso—. Gracias por esperarme para despedirte. Fue bueno vert-...

—No dejo de pensar en ti —decía el castaño, TaeHyung aspiraba con fuerza el aire por su boca—. No creí jamás que te volvería a ver —susurraba—. Y como era de esperarse, por supuesto que te pienso todo el tiempo desde entonces. Aunque no he dejado de hacerlo en realidad en todos estos años —admitía.

TaeHyung ponía una mano en su corazón, el maldito estaba agitado.

—No tienes que decir nada, sólo quería que lo supieras. Me gusta saber que estás tan bien, ese niño me habló maravillas de ti —decía sonriendo, poniendo sus manos dentro de su largo saco.

TaeHyung no sabía que SeokJin tenía la misma necesidad de tocarlo. Él aún no decía nada, no podía reaccionar.

— ¿Estás saliendo con alguien? —preguntaba TaeHyung cuando encontraba el valor.

SeokJin abría sus ojos inmensamente—. No. Para nada, no he prestado atención a eso, excepto por encuentros esporádicos —decía mirándolo fijamente—. Las citas apestan —reía triste.

TaeHyung reía con él—. Opino lo mismo ¿Siempre fue tan complicado conectar? ¿O me resulta complicado ahora?

SeokJin reía divertido—. Al parecer eres un mortal como el resto de nosotros. Y sí, es complicado. Tienes que preguntar que hacen, a qué se dedican. Cuál es su posición favorita en el sexo —decía divertido y exagerado.

Eso hacía que TaeHyung riera a carcajadas.

—Y si es un hombre, la pregunta del millón "¿Vas arriba o vas abajo?" —decía TaeHyung.

SeokJin soltaba una risa más divertida mientras tapaba su boca. TaeHyung no se había dado cuenta cuanto lo extrañaba antes de oír su ridícula, peculiar y hermosa carcajada. Así que se precipitaba y besaba a SeokJin en los labios repentinamente. Era un beso simple y superficial. Sentia que su cuerpo se despertaba por un simple beso del tipo infantil. Pero así era. Sus manos estaban sosteniendo el rostro del abogado y estaba a punto de soltarlo cuando SeokJin no hacía más que abultar sus labios.

Pero cuando aflojaba su agarre, los brazos de SeokJin enroscaban su cintura y automáticamente, un beso inocente y sutil, se volvía en uno desgarradoramente ardiente. Lleno de deseo y de todo lo que quería decir, pero era difícil encontrar las palabras correctas. Pero el beso gritaba a cuatro voces "Quiero estar contigo, no me vuelvas a dejar" o al menos eso decía el beso de TaeHyung.

SeokJin subía una de sus manos a su nuca, cambiaba el ángulo de su cabeza y el beso se profundizaba. Dejaba a TaeHyung deshuesado en sus brazos, simplemente recibiendo su lengua y siendo devorado por su boca. Nadie lo había besado así en estos tres años. Nadie lo hacía sentir como este hombre. Con su lengua recorriendo cada rincón de su boca y coniciendola de memoria.

Cuando SeokJin ralentizaba el beso y se apartaba, TaeHyung enmarañaba el cuello de su largo tapado y lo miraba suplicante. Sus ojos húmedos y brillantes con pupilas dilatadas, esa boca del cielo hinchada por los besos de SeokJin. El abogado por su parte ya no se veía tan pulcro y presentable. Respiraba agitado, su pelo y ropa desaliñados y su boca hinchada.

—Una cena —susurraba SeokJin.

TaeHyung parpadeaba atónito, a decir verdad, estaba volando aún—. ¿Una qué?

SeokJin reía y luego seriamente repetía—. Te estoy invitando a cenar

— ¿Y luego qué? —preguntaba TaeHyung atento.

—Bien —SeokJin lo soltaba para pensar claro —. Deduzco que por tu beso, no estás saliendo con nadie. Así que cenemos y luego veamos que pasa... A menos que no quieras y lo entenderé totalmente, puedo incluso volver a desaprecer.

—No —decía TaeHyung.

SeokJin reaccionaba tarde—. Oh, lo entiendo y lo lamento, me iré. No quería molestarte, sé que no tengo derecho-...

—No, Jin... —TaeHyubg relamía sus labios sintiéndose nervioso—. No vuelvas a desaprecer —susurraba, sonriendo sutilmente, luego se acercaba y tomaba las manos del abogado, mirándolo fijamente a los ojos—. Aún no tuvimos nuestro amor épico. No te quiero dejar ir dos veces. Aprendí y no te prometo que será todo perfecto, pero ya tú mismo te diste cuenta que es diferente. Es ahora SeokJinnie Ichinnie Kochinnie —se mofaba acercando su nariz a la ajena, lo acariciaba con sutileza, pero luego se detenía—. A menos que sea demasiado para ti. Puedes rechazarme.

SeokJin suspiraba y acariciaba la mejilla de TaeHyung—. Cariño, yo me quedé a esperarte y yo soy quien te pide otra oportunidad, tú puedes mandarme a volar si así lo quieres y lo entenderé.

—Tú me dejaste para aprender de mi error... —susurraba—. Aish esto es jodidamente cursi, Jin, pero sé que fue lo mejor en ese momento. Te hubiera herido aún peor si no rompías mi corazón.

—Nos hubiéramos roto mutuamente —susurraba el castaño. TaeHyung soltaba el aire retenido y asentía con movimientos sutiles.

Aún seguía en pausa repasando lo que estaba sucediendo.

— ¿Entonces...? —exclamaba, mirando a SeokJin.

— Entonces —replicaba el abogado, acercándose más a TaeHyung—. ¿Aceptas cenar conmigo?

Este se permitía mirarlo en detalle y sonreía ladino—. Sí, luego de eso...  ¿Me dejas pintarte desnudo? Es para un uso meramente personal.

SeokJin alzaba sus cejas y comenzaba a reír mientras tomaba el rostro de TaeHyung y lo volvía a besar. Y a besar y otra vez. Y muy en su interior sabía que no sería la última, ni ahora ni nunca.

Fin.

 

Muchísimas gracias por haber estado a pesar de la tardanza. Este personaje fue difícil debido a la condición que le puse, no sé si lo hice bien, pero lo intenté y saben que en parte (por la vida adulta ocupada) intentar ser perfeccionista con mis fics, es un defecto que me hace tardar más.

Gracias por aguantar tanto y dejar siempre su apoyo pese a que no tengo tiempo de contestar como antes, saben que las leo, siempre... Desde las sombras muejeje, no en serio. Siempre los leo.

Les agradezco una vez más porque no me alcanzan las palabras para todo el apoyo e importancia que le dan a mis historias.

Dejemos que Hola, soy Vante se reúna con sus hermanas terminadas.

Una vez más GRACIAS Y LOS ABRAZO FUERTE.

*Se baja el telón para estos personajes*.

Nanyta fuera

Pd: perdón si se me fue el dedito salvaje.

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