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8

Después de que el señor Shin me dejara en mi apartamento y me recordara antes de irse que mañana debía estar temprano en la empresa, me venció todo el cansancio.

No pensé que el viaje en avión me cansaría tanto, pero lo había hecho. A pesar de que me había pasado la mayor parte del viaje durmiendo estaba reventada.

Con las pocas fuerzas que me quedaban me arrastré hasta el sofá y me dejé caer entre los cojines, agotada.

Ni siquiera me molesté en desempacar mis cosas, ya lo haría luego, total, ni que a las maletas le fueran a salir patas.

Estaba tan cansada que ni me di cuenta de que había cerrado los ojos.

RING ... RING ... sonó mi teléfono móvil.

Maldije internamente a quien fuera el que me estaba llamando, haciendo un esfuerzo sobre humano abrí uno de mis ojos y estiré mi brazo para coger el móvil.

No sé cómo lo hice, peo conseguí coger el móvil sin tener que levantarme del sofá, con los ojos medio cerrados deslicé el dedo por la pantalla para contestar la llamada.

- ¿Si? - mi voz sonó horrible, no sé ni siquiera si se entendió, compadezco a la persona que esté al otro lado.

- ¿Alexia? - preguntaron por la línea, extrañada miré la pantalla de mi móvil, era mi madre – cariño, ¿eres tú? - me preguntó esta vez un poco más preocupada.

- Sí, soy yo mama - le respondí mientras bostezaba y me reincorporaba un poco en el sofá - ¿qué pasa mama?

- En realidad, pasar, no pasa nada, solo quería saber cómo estás y si habías llegado bien - me reí por la excesiva preocupación de mi madre, no llevaba fuera de España ni un día y ya me estaba llamando para que le reportara todo lo que había hecho.

- Estoy bien mama, solo un poco cansada - le aseguré mientras bostezaba otra vez.

- Eso es bueno - me aseguro ella - me alegra que estés bien, tú padre y yo estábamos preocupados porque no nos habías llamado.

No pude evitar rodar los ojos, acaba de llegar a Corea, en lo único que podía pensar ahora mismo era en echarme sobre mi cama y no salir hasta la mañana siguiente.

- En realidad estaba por ...

- Te dije que no la llamaras - escucho como mi padre le recrimina a mi madre por la línea - la niña tiene que estar cansada del viaje, seguro que la acabas de despertar - le reprocha.

- ¡Ella no estaba durmiendo! - le responde mi madre un poco molesta - si hubiera estado dormida podría haber llamado mil veces que no se habría enterado de nada - le responde ella un poco molesta.

- Ese no es el punto - le responde él frustrado - lo que intento decirte es que la estas agobiando, ella ya es una adulta, seguro que no le va a pasar nada. La estas sobreprotegiendo.

- ¡Me preocuparé lo que me dé la gana! - le responde ella elevando la voz - vamos, y me vas a decir tú a mí de sobreprotegerla, si eras tú el que más se oponía a que "su niña" se fuera de Sevilla - escucho como mi madre eleva la voz, me paso la mano por la cara mientras suspiro, esto va para largo.

- ... - no oigo respuesta de mi padre, seguro que ha callado porque no sabe cómo responderle.

- ¿Y ahora te callas? - continua ella. - "Marta, la niña no puede irse de Sevilla, ¿y si le pasa algo?, ¿y si le roban todo el dinero?, ¿y si ...?" - continua mi madre mientras imita la voz desesperada de mi padre.

- Marta - huy, conozco ese todo.

- ¡Ni Marta ni leches! - le grita ella - ¡Alexia es y siempre será mi niña, si quiero preocuparme, me preocupo! ¡Y ni tú, ni nadie, me va a decir nada! - le amenaza ella.

No puedo aguantarme más y estallo en carcajadas, estas son una de las cosas que más voy a echar de menos, las tontas discusiones de mis padres.

Hay, esto es malo, ya los estoy echando de menos, resiste Alexia, no ha pasado ni un día, me digo a mí misma.

- Mama, ¿podemos hablar ya? - intervengo antes de que alguno de los dos decida seguir discutiendo.

- Oh cielos, estaba escuchando - me rio por su pregunta.

- Mama, estabas discutiendo con papa mientras yo estaba en línea - le recuerdo - claro que te he escuchado.

Por la línea escucho la risa de mis padres, avergonzados por el espectáculo que me han dado, bueno, tampoco es la primera vez que veo o escucho a alguno de mis padres perdiendo los papeles.

- Bueno, ¿y cómo es todo por allí? - me pregunta.

- Hum, la verdad es que no he visto mucho - le digo mientras me levanto y voy a lo que creo que es la cocina a por un vaso de agua - no me ha dado tiempo a hacer turismo. Fue llegar al aeropuerto, me recogieron y me fui directa a la empresa.

- ¿Y eso?

- Nada, que tenía que darme las llaves del piso y las tenían allí - le digo mientras cojo un vaso.

- A vale, pensé que ya te habían puesto a trabajar - me dice ella aliviado.

- Hombre no mama, empiezo mañana.

- Hay yo que se hija, es que estos chinos trabajan mucho, ¿y yo que voy a saber?

- No son chinos, son coreanos - la corrijo.

- Lo que sea.

- Marta, pásame con la niña, que también quiero hablar con ella - le dice mi padre a mi madre.

- Alex, cielo, te paso con tu padre que quiere hablar contigo.

- Vale mama, te quiero.

- Yo también te quiero mi vida - se despida ella con un beso.

- Hola Alexia.

- Hola papa, ¿cómo estás?

- Estamos bien, pero te echamos de menos.

- Anda, no exageres que no llevo ni un día fuera - le digo jocosa.

- Bueno, para mí es una eternidad - me asegura él.

- Papa no exageres, si cuando estaba en Sevilla podía pasarme toda la semana si llamar y no pasaba nada - le recuerdo.

- No es lo mismo, cuando estabas en Sevilla sabía que podía ir a verte en cualquier momento, pero ahora estas en Corea de Sur, ¿cómo se supone que voy a verte? ¿me cojo un avión cada fin de semana para pasarlo contigo? - me rio por sus ocurrencias.

Eso es verdad, cuando estaba en Sevilla podía ir en cualquier momento a la casa de mis padres para pasar un rato con ellos, pero ahora ...

- ¿Te sentirías mejor si te dijera que yo también te echo de menos? - le pregunto con un nudo en la garganta.

- ... S-Si - oigo la voz entrecortada de mi padre, aguanto las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos y le respondo.

- Yo también os hecho de meno papa - le aseguro mientras algunas lágrimas caen por mis mejillas - pero no te preocupes, podemos hablar siempre que queramos y podré ir a visitaros - le aseguro, espero que por lo menos eso los alivie.

La línea se queda en silencio por unos segundos.

- Bueno, tú madre y yo vamos a dejar que descanses un poco - la voz de mi padre suena un poco rara pero no comento nada, supongo que está llorando.

- Vale - cierro los ojos y tomo aire - os quiero mucho papa.

- Y nosotros a ti mi vida - me asegura él y cuelga.

Suspiro, no sé ni cómo me siento.

Por un lado, me ha encantado haber podido hablar un poco con mis padres, pero por otro ...

Me paso las manos por la cara y bebo el vaso de agua que he preparado, una vez he terminado lo lavo y guardo en el mismo sitio.

- Sera mejor que empiece a desempacar - me digo a mi misma.

Voy al salón, agarro mis maletas y las llevo a la habitación, no es demasiado grande, pero tampoco es demasiado pequeña. Está bien, creo que van a caber todas mis cosas, e incluso me sobrará espacio.

Empiezo a desempacar y a guardar todas mis cosas, las cuales no son muchas, con la tontería he acabado guardando todo los que me había traído conmigo.

Ahora solo me falta revisar la casa y pedirle a mi madre que me mandé las cosas que necesite, pero eso ya lo haré mañana, ahora mismo necesito comer algo y descansar.

Cojo mi cartera, mi móvil y mis llaves y salgo en busca de un supermercado, necesito comida para mi cena y algo para desayunar mañana.

Con la ayuda del móvil consigo encontrar un supermercado cerca, ahora empieza mi nueva aventura, entender lo que dicen los carteles de los productos.

Rápidamente voy a por el pan, los huevos, leche y algo de fiambre, luego me paso por la sección de las verduras y cojo algunas cosas, no quiero comprar demasiado así que cojo lo que sé que voy a terminar entre hoy y mañana y voy a la caja para pagar por todo.

Mientras espero en la fila veo que muchas personas miran raro, ¿acaso estoy mal?, llevo mis pantalones ajustados, unos zapatos cómodos y mi camiseta escotada con una rebeca larga. Yo me veo bien, ¿será porque tengo el pelo recogido en un moño desordenado?

Intento no prestar mucha atención a las miradas que me lanza el resto, aunque me resultan incómodo sus miradas, hago como si no me diera cuenta.

Pago mis cosas en la caja y me vuelvo al piso tranquilamente, el ambiente cambia cuando se hace de noche, más gente en la calle y más bullicio, si no estuviera tan cansada y si mañana no tuviera que estar temprano en la empresa iría a dar una vuelta.

Ya en casa me ducho y luego preparo la cena, termino de comer y me voy a dormir para tener energías para mañana.

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