🌻Acto 1- Francés (Mundo Alterno)🌻
Me encontraba caminando con desesperación de un lado a otro bajo el árbol situado en el parque donde se suponía que Euridice, mi novia, había decido que nos encontráramos esta tarde. Llevaba más de una hora marcando a su móvil pero de inmediato me enviaba a la contestadora, mi humor estaba empeorando, eso estaba más que claro.
— ¿Dónde rayos está? -
murmuré chequeando la hora por enésima vez.
Me dejo caer con fastidio al pie del árbol, cierro mis ojos y apoyo mi espalda contra el tronco. Llevamos saliendo ya dos maravillosos años, pero últimamente estoy teniendo ciertas dudas sobre si realmente me es fiel.
Abro mis ojos y veo la silueta esbelta de Euridice caminar con prisa en mi dirección, sonrío instintivamente pero mi sonrisa desaparece al ver que no viene sola, una figura masculina le pisa los talones muy de cerca.
— ¡Mi amor!, en serio que lo lamento, pero mamá ha tenido un inconveniente de última hora y he tenido que esperar a que mi hermano llegase de la universidad.
Al decir lo último, mi vista vuela de inmediato al chico que la acompaña. Era más alto que yo, como de 1.87, cabello Celeste, ojos azules, piel blanca y en forma; vestía jeans negros rasgados, una camiseta blanca sin logo bajo una chaqueta de mezclilla negra y tenis. Era totalmente opuesto a mi novia; ella posee cabello rubio, ojos negros y es muy bajita. Imposible que sea su hermano.
— ¿Y él quién es? —
pregunto, señalándole con la cabeza.
— Él es mi hermano, Orpheo. Se ha mudado con nosotros hace un mes, papá tiene demasiado trabajo en Francia.
Su mirada azulada me escudriña de arriba a abajo sin ningún reparo. Me muevo incómodo al sentir su penetrante mirada estudiarme como a un libro nuevo.
Pasamos la tarde charlando sobre cosas triviales, por mi parte aún me seguía sintiendo incomodo ya que la mirada del hermano de mi novia, Orpheo, parecía perforarme el cuello mientras Euridice ignoraba por completo este detalle. Al despedirnos, Euridice me comenta que, como su hermano es extranjero, debe cuidar de él y tratar que se distraiga por momentos, lo que significa que nos acompañará en nuestras próximas salidas. Vaya mierda.
Me despido como de costumbre (de beso) con Euridice y con asentimiento de su entrometido hermano.
*****
— ¿Esto es en serio, Euridice? —
pregunté a mi novia, al otro lado de la línea Parece que sale con él, no conmigo.
Se escucha un suspiro y sé que la estoy fastidiando, lo cual es bueno ya que yo llevo de ese modo desde hace poco menos de un mes.
— Ya te lo he dicho, Io. No puedo salir si él no viene conmigo, ¿Quieres ir al cine? Tendremos que llevarle con nosotros, no hay más.
Tiro de mi cabello con frustración y niego lentamente. Por culpa de un chico nuestra relación se irá al carajo.
— Entiendo -
dije un poco más calmado
- en ese caso, puede venir con nosotros.
Escucho una exclamación de alegría y entonces sonrió. Ella es única.
— Muy bien, estamos listos en media hora. Te amo.
Respondo un te amo, al igual que ella, y corto la llamada para empezar a vestirme.
— ¡Io!, bebé, gracias por aceptar —
Euridice se abalanza sobre mí y reparte besos por mi rostro
— no sabes cuánto te amo.
Seguimos enrollándonos un poco, hasta que un carraspeo nos interrumpe.
— Basta de besuqueos. La función está por comenzar.
Nos separamos de mala gana y entramos a la sala, luego de que pagamos las entradas
<<las cuales salieron de mis bolsillos>>
nos ubicamos en los últimos asientos de la última y antepenúltima fila que se encontraban totalmente solas;
Euridice se sienta a mi izquierda y el idiota de su hermano atrás de mi.
La película empieza luego de unos minutos de comerciales. Se trataba de esas películas estúpidas de romance y esas cosas, la verdad es que Euridice la eligió y como ya era mucho tiempo en que no salíamos juntos, lo dejé pasar y ahora estoy aquí, aburrido y viendo una porquería romántica.
— Estoy aburrido —
susurro en su oído. Ella me ignora y mete otro bocado de palomitas en su boca
— desearía que lo que te metes en esa boca fuera algo más grande.
Se queda a medio bocado y me mira con incredulidad, entonces recapacitó y caigo en lo que cabo de decir.
— Lo siento —
vuelvo a susurrar
— pero desde que llegó tú hermano no hemos tenido sexo y....No soy de cartón, sabes.
Me mira durante unos segundo y luego vuelve a fijar su vista en la enorme pantalla de la sala. Suspiro resignado. Necesito sexo, lo necesito ahora.
Veo que la corta falda que Euridice viste deja al descubierto muy buena parte de sus muslos, entonces con mucho cuidado trato de meter mano, pero ella me da un manotazo y se gira a verme molesta.
— Ya basta, Io—
masculla
— ¿tienes problemas de abstinencia? Pues mira porno.
Me lanza una última mirada de advertencia y se vuelve a girar.
Suspiro derrotado y me acomodo en mi butaca.
— ¿Problemas de calentura? —
susurra una voz masculina y con un toque de acento extranjero en mi oído
— que pena.
Apretó mis puños y decido ignorar la voz de Orpheo.
— ¿Te han enviado a ver porno? —suelta una risa— eres patético.
Me giro de forma discreta para que Euridice no se entere y le fulmino con la mirada.
— ¿Tengo que recordar quien ha pagado tu entrada?, ahora cierra la puta boca.
Por primera vez desde que estamos en esta sala me dedico a ver la película, no es absolutamente nada interesante pero es mejor que seguir escuchando las burlas de Orpheo.
— Psss —
Sisean en mi oído. Ignoro el sonido porque sé de quien se trata
— cuñadito en abstinencia.... Puedo prestarte unas cuantas revistas si deseas —
se burla
— las paginas están un poco pegadas pero no creo que te importe mucho.
No me giro. Sólo le ignoro.
— ¿Me vas a ignorar? Sólo trato de hacer amigos.
Hago oídos sordos.
— ¿No te importa? Como no me prestas atención te arrepentirás. Yo también puedo aburrirme.
Sigo haciendo oídos sordos.
— Muy bien... Vous l'avez voulu, Io. [Tú lo has querido, Io]
Frunzo el ceño al oír su comentario, el cual no he entendido en su totalidad, pero entonces, siento como una mano se desliza lentamente por mi muslo, con tacto suave, determinado y provocativo mientras sus dedos se dedican a trazar figuras inexistentes sobre mis jeans rasgados. ¿Pero qué...?
Aparto la mano con brusquedad pero de una manera sutil para que Euridice no note nada extraño en mi comportamiento. Cerciorándome primero que mi novia seguía embobada con la película, me giro levemente a ver a Orpheo, quien sonreía con picardía dejando ver un par de hoyuelos en sus mejillas.
— Deja de hacer estupideces, imbécil —
ordeno en susurros.
Levanta ambas palmas en son de paz y me mira inocente. Vuelvo mi vista al frente.
Había transcurrido alrededor de un minuto cuando siento de nuevo su mano, con la diferencia que ahora no tocaba mi pierna, sino acariciaba con lentitud la curva de mi cintura sobre mi camiseta y sudadera. Aparto su mano pero casi de inmediato ataca de nuevo, palpando y acariciando sin temor. Me disponía a girárme y darle un puñetazo, pero Euridice se gira a verme.
— ¿Te las vas a comer? —
pregunta, señalando mis palomitas. Niego tratando de disimular que Orpheo lentamente levantaba el borde de mi sudadera
— esta película está aburrida —
se queja en un suspiro.
Las toma y vuelve a centrarse en la película, con la diferencia que ahora engancha su brazo con el mío y apoya su cabeza en mi hombro.
Trago grueso al sentir el suave calorcito de su palma a través de la delgada tela de algodón de mi camiseta, sus dedos juguetean con sutileza proporcionando lentas caricias abrasadoras que ascendían y descendían en mi cintura. Me remuevo con incomodidad y Euridice se aprieta más a mí. Quería girárme y gritarle a Orpheo que pare, pero no podía ya que si hacia un simple movimiento en falso Euridice lo notaria y no podía decirle "tu hermano me está tocando" así como si nada, sería una muerte lenta a mi orgullo de hombre.
Aquel tacto intruso se desplaza hacia mi abdomen, en donde con precaución <<para no alertar a Euridice seguramente>> levantaba el borde de mi camiseta. Mi cuerpo se encontraba tenso en sus máximos niveles pero cuando la yema de sus dedos trazaron un lento recorrido desde mi ombligo hasta un poco abajo de mi pecho, una intensa corriente eléctrica invadió mi sistema, logrando poner mi piel de gallina y culminando hasta los lugares más recónditos de mi cuerpo. Tragué grueso y traté de retirar su mano. Mala idea, al tratar de sacarla solo logré que esta se presionara completamente en mi ya sensible piel, causando otra descarga que se centró más en mis partes bajas.
Joder.
— vaya, vaya...—
susurró en mi oído, Rosando sus suaves labios en mi oreja
— Tienes la piel muy suave, como de terciopelo —
seguido, desliza su húmeda y tibia lengua en el arco de mi oreja
— Ces très chaud ici ( estás muy caliente aquí)—
acaricia de forma tortuosa mi abdomen y muerdo discretamente mi mejilla
— Et ici (y aquí)—
susurra, deslizando un dedo dentro de la cinturilla de mis jeans y chocando su cálido y mentolado aliento en mi desnudo cuello.
Joder. Esto está yendo demasiado lejos.
— Para. No es broma —
murmuro en su dirección, chocando mi mirada en sus hipnóticos ojos Azules
— No olvides que tu hermana esta acá y se puede enterar en cualquier momento como no sacas tu asquerosa mano de mi ropa.
Suelta una risa burlona y tira con sus labios del lóbulo de mi oreja mientras que introduce dos dedos más dentro de mi jeans, por encima de mi ropa interior.
— No se lo dirás, Io. ¿Acaso quieres que tu novia se entere de que un chico, mejor dicho, su hermano, ha estado manoseándote durante la película? No, no, no... No es muy conveniente.
Le sostuve la mirada durante unos largos segundos esperando encontrar una pizca de diversión en ellos, algo que me indicara que estaba de broma, en cambio, debido a que nos encontrábamos muy cerca uno del otro, me proporciona una caricia con su lengua en la punta de mi nariz. Le lanzo una mirada ponzoñosa y me giro hacia el frente.
— Sólo deja que te toque un poco...al final serás tú quién ruegue por más.
Con sutileza se inclina un poco y sus labios se cierran sobre mi desnudo cuello. Doy un respingo en mi asiento y aprovecha mi descuido para deslizar su mano en mi otro costado, justo bajo el brazo de Euridice. Sin miedos su mano se cuela bajo mi camisa y sube acariciando todo mi torso hasta llegar a uno de mis pezones, lo roza con la yema de los dedos, aprieta y pellizca mientras su mano se introduce un poco más en mi jeans. Cierro los ojos y siento como mi miembro empieza a calentarse.
— Están muy duros, Io....—
murmura contra mi cuello. Dándole atención a mi sensible pezón
— ¿te imaginas como sería tenerlo entre mis labios...? —
me proporciona un pellizco y todo mi cuerpo vibra
— ¿mojarlo con mi saliva y morderlo lentamente con mis dientes...? —
muerdo instintivamente mi labio inferior
— Estás muy ardiente....desearía sentir el calor de cuerpo desnudo contra el mio... Me excitas como nadie.
Lucho por encontrar el camino de salida de este bucle de erotismo que inunda mi mente pero se me hace más que imposible encontrarlo, caigo y caigo en un laberinto que ciega mis barreras en donde sus expertos dedos tirando de mi pezón, su mano acariciando mi vientre y su boca cerrándose contra mi cuello son la tortura más placentera que he experimentado. Casi sin quererlo un suave y profundo gemido abandona mi garganta y se pierde junto a las voces de los actores de la película de la cual ya había olvidado hasta el nombre.
— Orpheo...p-para...—
gemi sutilmente, aun con los ojos cerrados y mi miembro apretando en los pantalones
— P-por favor para de una vez.
Recordé la presencia de Euridice
y entreabri mis ojos y noté que ella tenia sus párpados totalmente cerrados. Me maldije mentalmente por la descarga de morbo y excitación que experimenté al ver que se había quedado dormida, a mi lado, totalmente ignorante a aquellas manos que exploraban mi cuerpo.
La mano que permanecía inmóvil dentro de mi cinturilla empezó a moverse paulatinamente hasta que sus dedos tocaron la totalmente erecta cabeza de mi húmedo y apresado miembro. Al sentir como un par de sus dedos trazaban círculos justo sobre el glande incliné mi cabeza hasta atrás, dándole más espacio a mi clandestino para poder hacer lo que se le antojara con mi cuello, ni siquiera podía poner resistencia alguna, ya no quedaba nada de mi cordura, toda se había perdido entre los graves gemidos que expresaba él mientras besaba mi mandíbula sin prisas.
— Estás muy duro...—
pronunció entre gemidos y con voz grave
— y muy...muy húmedo.
Levanté mi pelvis rogando para que me tocara por completo, su mano entra con un poco de esfuerzo dentro del jeans, haciendo contacto completo con la longitud de mi miembro, suelto un gemido ahogado, sus dedos se abrazan alrededor de mi pene y empiezan un tortuoso y placentero vaivén de atrás hacia adelante logrando que todo desapareciera a nuestro alrededor. Sus movimientos se mantienen lentos pero muy seguros y firmes, sentía el pre-semen escurrir poco a poco de mi pulsante glande, sentía mis piernas adormecidas al igual que todo mi cuerpo y sin pensarlo mucho moví mi mano con un poco de incomodidad hacia atrás de mi butaca hasta dar con el enorme bulto en sus pantalones, con dedos temblorosos me dediqué a acariciarlo sobre la tela del jeans. Orpheo tuvo que dejar de darle atención a mi cuello para apoyar su frente en mi hombro y gemir.
— Dieu... Io. Je veux baiser (Dios, Io. Quiero follarte.)
murmura en francés, lo que logra ponerme más caliente aun.
Desabrocho sus jeans con dificultad <<ya que sólo utilizaba una mano>>, bajo su bragueta y sonrío mentalmente al encontrar un largo, húmedo y grueso miembro totalmente erecto dentro de su bóxer. Lo rodeo con toda mi mano aun sobre la tela y me dedico a ascender y descender de forma tortuosa, con ayuda de mis dedos bajo la ultima prenda que separa mi mano de su caliente pene y lo tomo de nuevo, sin apuros, sintiendo como su liquido pre-seminal empapa mi palma, mi mano sube y baja mientras mi dedo índice se dedica a trazar círculos alrededor del glande y la uretra.
— Ya no puedo más —
masculla con la mandíbula apretada. Yo muerdo mi labio inferior imaginando de forma morbosa lo que puede llegar a pasar
— Por favor, por favor, Io...-gime y araña mi cuello con sus dientes, Te necesito ahora...
Miro de reojo a Euridice y la veo más que dormida. Con mucho cuidado deshago su agarre en mi brazo y la acomodo para que no caiga. Cuando veo que aún no despierta, me pongo en pie y luego de lanzarle una mirada cómplice a Orpheo, camino entre la fila de butacas hasta llegar al baño de chicos.
Al llegar al baño el único chico que se encontraba dentro sale, siendo yo el único ahí. Me observo en el espejo y me sorprendo un poco al no reconocer al chico frente a mi, me sentía sucio, tenía un chupetón en mi cuello y mandíbula pero se trataba más de un sentimiento que oscilaba entre la culpa, el morbo y la excitación. No era yo, pero me gustaba.
La puerta se abre dejando pasar a un descolocado Orpheo con su cabello desordenado más de lo habitual y su rostro sonrojado gracias a la excitación. Sus ojos se prenden en los mios y camina a grandes zancadas hasta llegar a mi, donde al tenerme cerca, sujeta la parte posterior de mi cabeza y junta sus labios con los mios en un intenso beso. Su lengua se abre paso entre mis dientes y abro mi boca para darle paso absoluto a mi cavidad bucal, su lengua se enredaba junto a la mía de una forma bastante experta y erótica que erizó mi piel por completo. Enredo mis dedos en su lacio y alborotado cabello celeste, tirando de el y acercándolo a mi para profundizar el beso.
Sujeta mis caderas con firmeza y me conduce hasta dentro de uno de los cubículos, escucho el sonido del pestillo al ser puesto y entonces -muy a mi pesar- se aleja de mi boca para sentarse en el retrete, con la tapa baja.
Me mira de arriba a abajo y muerde su labio inferior.
— Desnúdate —
pide, mirándome fijamente con sus ojos en donde su iris era un delgado arco eclipsado por su pupila dilatada
— Desnúdate para mí.
Completamente idiotizado por su mirar, me deshago de mi sudadera con rapidez, arrojándola al suelo, y luego, como si tuviese todo el tiempo del mundo, sujeto con mis dedos el borde de mi camiseta, y sin dejar de mirarle, la deslizo lentamente sobre mi cabeza, disfrutando del roce del algodón en mi piel y endureciendo aun más mis pezones. Le miro totalmente excitado y me reclamó los labios, jugando con el broche de mis jeans.
— ¿Quieres que continúe?
Algo se prende en sus ojos y, tomándome de la cintura, me obliga a arrodillarme en el suelo, justo entre sus piernas y sin darle tiempo a decir nada, saco de nuevo su delicioso y duro miembro y lo masajeo de arriba a abajo.
— ¿Quieres? —
pregunto, juguetón. El asiente frenéticamente
— Muy bien...
Saco la lengua de mi boca y la deslizo acunando el glande en ella, dejando caer un poco de saliva para luego dejarlo entrar en mi boca siendo abrazado por mis labios. Escucho sus gemidos mientras la meto poco a poco en mi boca hasta llegar a la mitad y siento su mano sujetar mi cabello, la saco lentamente, succionando y acariciando su longitud con mi lengua. Tomo lo que mi boca con puede abarcar y me ayudo con mi mano para brindarle más placer.
Sus gemidos son alucinantes. Empieza a levantar su pelvis para meterlo y sacarlo de mi cavidad bucal más rápido, apretaba mis labios lo más posible y él presiona mi cabeza contra su pene, tratando de que entrara por completo, tira de mi cabello y embiste mi boca con brusquedad logrando que entrase aún más, provocándome arcadas al chocar contra mis amígdalas, me embestía una y otra vez manteniendo su miembro en lo profundo de mi garganta, dejándome sin respirar por unos largos segundos, luego lo retiraba y volvía desde el inicio. Sujeta mi cabello con brusquedad y entra en mi garganta presionando mi cabeza contra su pene hasta que mi boca lo engulle por completo, lágrimas bañan mi rostro y luego lo saca suavemente, doy una enorme bocanada de aire acompañada de arcadas y logro ver entre mis ojos empañados el firme y duro miembro de Orpheo brillante gracias a mi saliva que creaba puentes colgantes desde mi boca hasta toda su dimensión.
— Ponte en pie —ordena.
Obedezco sin titubeos y baja mis pantalones con desesperación dejando únicamente mis tenis. Toma mi cadera y me sube a horcajadas sobre él y su lubricado pene que mojaba mis glúteos. Tira de mi cabello y me besa con potencia para luego introducir dos dedos entre nuestras bocas llenándolos así con nuestra saliva mezclada.
Dirijo mi boca hasta su cuello, lamiendo y besando cada parte de el mientras frotó mi trasero en su tentadora erección. Me sentía peor que una puta, deseaba tenerlo dentro de mi en toda su plenitud, quería que me cogiera con fuerza y me hiciera gritar como nunca. Sus dedos masajean tentadoramente mi cavidad y luego, uno antes que otro, introduce con cuidado sus dos dedos dentro de mi.
Hago una mueca de dolor.
— D-Duele...duele —
gemi con los párpados apretados
— Sacalas ...s-saca —
mis gemidos eran más audibles a medida que se movían dentro de mi, ya no era solo dolor, ahora había placer
—Orpheo...p-para...muy...adentro.
Dirigió su mano hasta mi mojado pene y se dedicó a masturbarme mientras sus dedos me penetraban sin compasión alguna acompañados de mis gemidos desesperados y demandantes de más.
— Ahh! ...—
gemia moviendo mis caderas
— ¡Me corro!
Y entonces, se detuvo de golpe y yo le miré con compasión y enojo. Levantó mis caderas y posicionó su rosado y palpitante glande en la ya dilatada cavidad de mi trasero para luego empujar mis caderas hacia abajo con una mano mientras la otra lo conducía hasta dentro de mí. Su cabeza empezó a ejercer mucha presión en mi esfínter causándome mucha incomodidad pero a Orpheo poco le importó pues alzó sus caderas haciendo que toda su cabeza entrara en mi de golpe.
— ¡Ahh! —
grité, tratando de sacarla de mi
— ¡Joder, duele!
— Deja... De...—
masculla con la mandíbula apretada
— apretar. Es muy...estrecho.
Las lágrimas hicieron acto de presencia en mi rostro por segunda vez cuando trataba de incorporarme y sacar el enorme miembro que se deslizaba dentro de mi. Orpheo siguió presionándome hacia abajo y pude sentir como toda su longitud entraba en mi, despacio, rompiendo mi interior y arrancándome gritos de dolor de la garganta y, aunque parecía imposible, terminé completamente sentado sobre su pene, el cual parecía vibrar dentro de mí.
Orpheo pasa sus manos alrededor de mi cintura y me atrae a él, desplazando sus palmas desde mi cuello hasta la unión de su pene con mi esfínter aprovechando para trazar con sus dedos el borde de mi cavidad.
— Me voy a mover, Io—
anuncia con voz ronca. Yo niego abrazado a su cuello
— Sólo dolerá un poco más, te prometo que seré gentil. Te haré experimentar el mejor placer que pueda existir. Te haré mio.
Guardo silencio y con mucho cuidado levanta mis caderas arrancándome un quejido lastimero y luego vuelve a entrar, así una y otra vez, entrando y saliendo mientras mis lágrimas patinaban en mis mejillas y yo gemía entre una mezcla de dolor y un deje de placer casi inexistente. Sus labios descendían de mi cuello a mi clavícula hasta finalizar en mis duros pezones que rogaban por atención, él los lamia, trazando círculos a su alrededor y los pellizcaba con sus dientes enviando miles de choques eléctricos por todo mi cuerpo, su miembro ahora salia hasta más de la mitad y entraba con mas facilidad y rapidez creando en ese pequeño cubículo los sonidos mas morbosos que jamas pude imaginar, incluso me encontré a mi mismo disfrutando de la sensación de ser llenado hasta el fondo por un miembro que quemaba mis entrañas.
— Orpheo...Ahh...—
Gritaba creando círculos con mis caderas
— Si...Más!....Lléname.
Las embestidas se volvieron más profundas y rápidas, perlas de sudor cubrían nuestros cuerpos, jadeos, olor a sexo, lágrimas y respiraciones agitadas reinaban en el lugar. Ahora me sentía más puta que antes, quería más, quería que me cogiera de verdad y me hiciera gritar como nunca. Cabalgue sobre él con más rapidez, provocando el sonido de piel contra piel, tiré de su cabello con fuerza y él clavo sus uñas en mi espalda. Era el éxtasis, el placer me segaba por completo, ambos gemiamos con lascivia y sentí como su miembro alcanzó ese punto en el que sentí mi cuerpo desfallecer. Nos corríamos.
— ¡Ahhh...Orpheo, Orpheo! Más, quiero ...más —
grité arqueando mi espalda
— ¡Hazlo...duro!
Sus embestidas aumentaron y yo no paraba de gritar de placer.
— Eres una puta, Io —
masculla entre gemidos
— Eres mi jodida puta.
Lágrimas de placer abandonaron mis ojos y no pude evitar clavar mis uñas en su espalda.
— ¡Si, lo soy !..¡tómame fuerte!... ¡me corro, me corro, Orpheo
Sentí como una oleada de placer consumía mi cuerpo y caía en un remolino de éxtasis que sacudió mi cuerpo de arriba a abajo, corriéndome sin altos, apresando el pene de Orpheo dentro de mi cuerpo mientras me llenaba completamente de ese espeso liquido caliente que culminó la lasciva danza que nuestros cuerpos bailaron.
Mi débil cuerpo colapso sobre el de Orpheo, quien me abrazó y envolvió entre sus brazos. Entonces reparé en algo.
— ¿Por qué tú no te has desnudado? —
inquirí tirando de la camiseta de Orpheo
— No me lo has pedido —responde inocente.
Nos quedamos un momento así, a la vez que siento el miembro de Orpheo decaer en mi interior. Lo saco de mí y seguido detecto su semen abandonar mis entrñas y escurrir por mis muslos. Tomo un trozo de papel para retirarlo y me dedico a colocarme la ropa ya que la función estaba por terminar, me pongo en pie con mucha dificultad y dolor para colocarme mi ropa interior y jeans. Ya listo, salgo del cubículo seguido por Orpheo.
Siento unos cálidos brazos rodear mi cintura y un tibio pecho contra mi espalda.
— Ma princesse —
susurra en mi oído con ternura
— tu es à moi et je suis a toi (tu eres mío y yo soy tuyo.)
Niego lentamente.
— No sé nada sobre el Francés, por lo tanto no importa realmente.
Deshago el abrazo y camino con desinterés e incomodidad, fuera del baño, acomodo una vez más mi cabello y entonces alguien toma mi brazo obligándome a girar.
— Io, no puedes fingir que nada ha pasado —
me mira directamente a los ojos
— porque tú y yo sabemos que si pasó y lo disfrutamos también.
— No —
contraataco con firmeza
— No ha pasado nada entre tú y yo, fue solo sexo, sexo sin sentido e incomodo; por lo tanto, nada ha pasado y nada pasará otra vez, no se lo diremos a nadie y tú —
presiono mi dedo índice en su pecho
— seguirás siendo el mismo dolor de culo que eras desde hace un mes ¿Quedó claro? —
se proponía a renegar. Le interrumpo
— ¿QUEDÓ CLARO? —
me mira con una mezcla de molestia e impotencia, pero asiente apartando la mirada
— eso creí.
Caminamos en total silencio hasta llegar a las taquillas y veo a una molesta Euridice que clava su vista en mi. Hago mi mayor esfuerzo para caminar normalmente pero me resulta algo imposible. Finalmente llego hasta ella.
— Mi amor...yo —
levanta su palma frente a mí y me muestra su dedo medio, luego se gira y sale del cine.
Suspiro con resignación y le sigo.
Orpheo se coloca a mi lado y se inclina hacia mi oído.
— Dices que seré otra vez tu dolor de culo -
suelta una risa burlona
— Hoy te he dejado con uno de verdad, ma princesse Io
Me lanza un guiño y camina frente a mí con todo el orgullo y ego del mundo sobre sus hombros.
Maldito Orpheo, maldita abstinencia y maldito yo por lo que he hecho.
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