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13

Tzuyu estaba algo asustada, pues la última vez que pisó Japón no acabó de la mejor manera, sin embargo, ella había vuelto por Sana, porque ella valía la pena y no le importó arriesgarse una vez más solo por su prima, quería verla de nuevo y poder tenerla a su lado.

Así que se encontraba bajando del avión en el que llegó a Japón, nuevamente no tenía idea de a dónde ir, por lo cual, intentó llamar al teléfono de Sana.

No hubo respuesta.

Pero ella no se dió por vencida.

Intentó contactarse con su prima una y otra vez, pero todo parecía en vano, Sana estaba incomunicada con ella.

Así que Tzuyu comenzó a preocuparse.

Además, aún tenía que pensar en dónde se quedaría para poder ocultarse bien, no tenía tanto dinero y sabía que el hotel en el que había estado antes no era una buena opción para pasar desapercibida.

No después de la forma en la que las autoridades la sacaron del restaurante para llevarla detenida.

Tzuyu no tenía tiempo que perder, era cuestión de horas que su familia comenzara a buscarla, porque después de su cita con la psicóloga ella debía regresar directamente a casa, pero por obvias razones no iba a llegar.

Porque ahora estaba en Japón intentando localizar a la chica de quien había sido obligada a separarse. Su prima, la única mujer a la que Tzuyu amaba.

Pero el tiempo estaba corriendo y Tzuyu aún no tenía idea de que hacer una vez que su avión aterrizó. Entonces intentó ser rápida al salir de este y caminó a toda prisa hacia el interior del aeropuerto, por lo cual, no fue cuidadosa y termino por chocar de frente con una chica tirando al piso el libro que la contraria traía.

Entonces se agachó rápido para recogerlo notando en la portada que se trataba sobre gastronomía japonesa.

No le tomó tanta importancia.

Pero justo cuando levantó el rostro para devolver aquel libro a su dueña sintió su mundo detenerse y las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos.

Ahí estaba, tan bonita como siempre, Sana vestía un lindo y casual vestido blanco.

La japonesa por su parte solo pudo abalanzarse hacia los brazos de su prima dejando ir un par de sollozos.

No podía creer que ella estuviese ahí, Tzuyu, la chica que tan preocupada la tenía no estaba en prisión, estaba ahí, entre sus brazos aferrándose a su cuerpo como si su vida dependiera de ello.

Ninguna de las dos pudo retener las lágrimas.

—Tzuyu, Dios mío, estaba tan preocupada por tí— Sana confesó llorando.

Y a pesar de estar en las mismas condiciones Tzuyu intentó tranquilizarla.

—Tranquila, bebé, ahora estoy aquí— La menor habló mientras iba dejando suaves caricias en la espalda contraria, y entonces recordó que era extraño que Sana estuviese en el aeropuerto —Por cierto, ¿Qué haces aquí?— Ella preguntó algo confundida separándose levemente del cuerpo de su prima para poder mirar su rostro de frente.

—Hoy fue el día de mi boda y...— Sana fue interrumpida.

—¡¿Qué?! ¡¿Ahora estás casada?!— Aquello le había caído a Tzuyu como un balde de agua fría sintiendo su mundo caerse a pedazos al recibir dicha información por parte de su prima.

—¡Por supuesto que no!— Sana se apresuró en aclarar al ver a Tzuyu tan mal —Los mandé a todos a la mierda, no iba a casarme por obligación.

Y entonces Tzuyu sintió que podía respirar de nuevo.

Pero justo en ese momento se escuchó en el aeropuerto el aviso de que el vuelo a Corea que Sana había comprado estaba a punto de salir.

Obviamente no se iría, no ahora que Tzuyu estaba ahí con ella.

Creyó que solo iba a tener que perder su dinero por haber comprado ese boleto, pero de momento escuchó  a un hombre intentar comprar un boleto para ese vuelo, pero estos ya estaban agotados.

El hombre parecía necesitarlo con urgencia y Sana no lo pensó dos veces antes de acercarse a él.

Planeaba venderle el boleto y cuando vió que el hombre estaba realmente necesitado por eso decidió darle un precio un poco más alto del que ella lo había conseguido, después de todo parecía que el dinero no sería problema para él cuando estaba tan desesperado por obtenerlo, y además, Sana necesitaba dinero, porque al igual que Tzuyu, sus recursos escaseaban en estos momentos, ninguna de las dos tenía tanto dinero como para desaprovechar oportunidades y debían conseguir pronto un lugar en dónde refugiarse.

Así que cuando vendió su boleto comenzó a buscar entre sus contactos a alguien que pudiera brindarle ayuda en hospedaje.

Y afortunadamente una de sus mejores amigas afirmó que no tenía problema con recibir a Sana en casa por algunos días.

Sin embargo esta última omitió que venía acompañada, pero sabía que su amiga no iba a negarle hospedaje a Tzuyu tampoco.

O al menos eso esperaba.

Y por suerte al llegar a dicha casa la chica no se negó, al contrario, ofreció su ayuda a ambas cuando supo sobre lo que ellas estaban pasando.

—Muchas gracias, Mina, realmente esto es de gran ayuda— Sana habló con sinceridad envolviendo en un abrazo a su amiga.

—No es nada, sabes que siempre puedes contar conmigo— La menor aseguró devolviendo el abrazo.

Ahora Sana y Tzuyu tenían un problema menos en su lista de desgracias y realmente estaban agradecidas.

Así que una vez que Mina las dejó a solas en la habitación que destinó para ellas, finalmente se dieron un fuerte abrazo como si aún no pudieran creer que estaban juntas.

Ciertamente tenían miedo, porque no sabían que pasaría después de haber desaparecido de sus familias, no tenían un trabajo, no tenían dinero, ni siquiera habían tomado sus pertenencias antes de huír y prácticamente estarían viviendo como fugitivas con el temor de ser atrapadas, pero gracias a Mina las cosas eran menos pesadas. Sin embargo ellas sabían que debían huír, a otra ciudad, otro país u otro continente, no importaba a dónde, solo querían estar lejos de sus familias porque temían ser separadas de nuevo, no sabían si podrían soportar que eso sucediera una vez más, así que por el momento solo podían abrazarse y llorar, lloraban de impotencia porque ninguna de las dos se había graduado aún, porque dependían totalmente de sus familias y por más que intentaban ser positivas sabían que no podían solas, tarde o temprano regresarían a casa, porque a pesar de que intentaran huír juntas una y otra vez siempre obtendrían el mismo resultado.

Porque eran familia, ellas eran primas y aunque intentaran de todo no había forma de cambiar su destino.

Sana y Tzuyu no podían estar juntas.

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