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10

Para cuando la mañana llegó, Tzuyu había recibido muchísimas llamadas de sus padres razón por la cual se había despertado, pues su celular no dejaba de sonar.

Entonces lo apagó y siguió durmiendo.

La madrugada anterior Sana se había ido a casa después de la ducha que tomaron, lo cual, dejó a Tzuyu con una sensación de vacío en su corazón, ella no quería alejarse otra vez de Sana, pero no había otra opción.

Así que solo tuvo que verla partir de ahí.

Mientras tanto Sana no dejaba de pensar en todo lo que había pasado esa misma madrugada, ella sabía que Yuta estaba obsesionado con ella y después de lo sucedido con Tzuyu temía que ahora su prima corriera peligro. Y de igual forma temía que el contrario fuese más intenso con ella.

Por lo cual intentó solucionar las cosas invitándolo a casa, ella no iba a arriesgarse yendo a la suya, además debía asegurarse de que este no le contara nada a sus padres, ya que a pesar de que Yuta no supiera que era su prima quien la había salvado temía que de alguna forma sus padres se enterasen de que Tzuyu estaba ahí y la regresaran de vuelta a Corea, Tzuyu no podía irse, no cuando Sana estaba siendo obligada a casarse con un hombre que no amaba.

Porque Sana esperaba que Tzuyu la rescatara de ahí, ella se aferraba a la idea de un futuro al lado de la taiwanesa. No sabía en qué momento había involucrado sentimientos por ella, pero poco le importaba, ya no le importaba esconderlos más ahora que todo parecía derrumbarse frente a sus ojos, y aunque sabía que esto tarde o temprano llegaría no quería que fuese tan pronto, solo quería un poquito más de tiempo a su lado si al final terminarían lejos.

Pero no debía pensar así, ella debía convencerse de que aún había una mínima esperanza de ser correspondida por su prima, porque aunque ante los ojos de los demás su amor fuese imposible ella quería luchar por hacerlo posible.

Entonces debía arreglar las cosas poco a poco, primero debía asegurarse de que Yuta no interviniera en sus planes y luego iría en busca de su prima para decirle la verdad.

Para decirle que había roto su propia regla sobre no involucrar sentimientos.

Así que esa misma tarde cuando Yuta estuvo en su casa agradeció que el muchacho no hubiese mencionado nada sobre lo sucedido la noche anterior, aunque tampoco le convenía decir que había sido golpeado después de haber intentado besar a Sana por la fuerza, así que este simplemente se inventó excusas cuando preguntaron por el leve hematoma en su mejilla.

Sana por un momento creyó que Yuta lo había dejado pasar, esperaba que así fuera después de lo bien que actuó frente a los padres de la japonesa, sin embargo, cuando estuvieron solos en la habitación de la japonesa el muchacho cambió por completo.

Él lucía realmente enojado.

Y entonces Sana tuvo miedo.

—¿Quién demonios era esa chica de anoche?— Yuta preguntó enojado —¿Es tu novia?

—¡No! Claro que no— Sana negó enseguida.

No mentía, Tzuyu no era su novia, pero en el fondo se moría de ganas porque lo fuera.

—¿Y por qué mierda me golpeó? No fue casualidad, Minatozaki, ¡Ustedes se conocían!— Este insistió.

—Es solo mi prima— Sana soltó desesperada arrepintiéndose al instante de haber dado aquella información.

Y el contrario pareció procesar las cosas por un momento.

Pero solo sonrió cínico y continuó discutiendo.

—¿Te das cuenta de cómo me dejó la cara?— Señaló su mejilla levemente enrojecida.

—No debiste forzarme a nada— Sana susurró molesta.

Sin embargo, no esperaba a que el contrario la escuchara.

—¿Ah sí?— Este la tomó del cabello y Sana soltó un pequeño grito asustada —Pues ahora no hay nadie que te ayude— La tomó de las mejillas con su mano libre obligándola a besarlo.

Pero Sana hacía lo posible por impedirlo.

Ella nunca había besado a nadie más que a su prima y tampoco quería hacerlo, estaba aferrada a pertenecerle únicamente a Tzuyu.

—¿Qué demonios pasa contigo? Aún no eres mi esposo, ni siquiera eres mi novio y aunque lo fueras no puedes obligarme a nada— Sana logró zafarse del contrario dándole un rodillazo en la entrepierna.

—¡Maldita! Vas a pagar caro por esto— El muchacho se retorció cayendo al piso.

Y antes de que este pudiera seguir amenazando a Sana, ella salió de su habitación para seguidamente salir de su casa con dirección al hotel en el que Tzuyu se encontraba.

Necesitaba decirle que estaban en peligro, que debían huír antes de que fuese demasiado tarde.

Porque sabía que era solo cuestión de tiempo que su madre se enterase de la verdad.

Así que se apresuró lo más que pudo para llegar hasta el hotel de Tzuyu.

Sin embargo, al llegar a su habitación la encontró vacía y fue entonces que comenzó a preocuparse, Tzuyu dijo que estaría ahí por unos días, entonces debería seguir en esa habitación, pero por el contrario, Sana solo encontró a la mucama limpiando el lugar.

Entonces salió corriendo de ahí para buscarla por la entrada del hotel o el restaurante.

Y fue entonces cuando la vió.

Siendo arrastrada por un policía, y tras su espalda un par de esposas abrazándose de sus muñecas para evitar que se escapara como si de un criminal peligroso se tratase.

Estaba bastante claro, las tarjetas habían sido rastreadas.

Entonces el corazón de Sana se rompió al verla de esa indefensa forma siendo sacada del hotel.

No sabía que haría ahora, todo se estaba viniendo abajo y ella no era tan fuerte para soportarlo.

Así que un par de lágrimas escaparon de sus ojos cuando Tzuyu pasó frente a ella siendo empujada por aquel policía.

Tzuyu también la miró y el corazón de Sana no pudo doler más al mirar esos hermosos ojos cafés llenos de lágrimas y con una mirada de culpa.

Tzuyu no era culpable de nada.

Pero frente a los demás su relación era un error absoluto y no importaba lo mucho que intentaran luchar por su amor, el resultado siempre sería el mismo.

Ser separadas una y otra vez.

Pero entonces Sana tomó un impulso y corrió hacia su prima para despedirse de ella.

—¡Tzuyu!— Sana gritó corriendo hacia ella.

Y entonces la menor levantó la cabeza, la cual había permanecido gacha mientras el oficial se la llevaba, y vió a su prima correr.

Así que ella también lo hizo.

Logró zafarse del oficial y corrió directo a Sana aún con las esposas en sus muñecas.

Y sin importar nada ambas se besaron.

Se estaban despidiendo porque temían no volver a verse, justo como había ocurrido seis años atrás.

Y en medio de aquel apasionado beso el oficial llegó para tomar a Tzuyu por la fuerza y arrastarla nuevamente con dirección a la salida del hotel rompiendo el beso de las chicas en el proceso.

Automáticamente los guardias del lugar tomaron a Sana de los brazos para evitar que esta volviera a acercarse a Tzuyu.

Estaban destrozadas, las lágrimas no paraban de caer de sus ojos y justo antes de que el oficial por fin metiera a Tzuyu al auto, Sana la escuchó gritar.

—¡Te amo, Sana!

Y sin más la puerta del auto policial fue cerrada.

—Yo también te amo— Sana susurró al ver como Tzuyu era llevada de ahí.

Sin embargo, Tzuyu ya no pudo escucharla.

Y sin importar cuantas lágrimas derramaban ambas, volvieron ser separadas repitiendo una vez más la historia.

Sana y Tzuyu no podían estar juntas.

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