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Es la hora del baño



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Sé que esto tendría que haberlo contado antes, ya que para Mushu, acicalarse tanto como bañarse, era algo muy importante que además hacía con mucha frecuencia. Pero no fue hasta tiempo después de verle bañarse las primeras ocasiones, que descubrimos lo particular y distinto que era, en comparación a muchos que vimos por Internet u otros que están por conocerse, que pensé que era digno dedicarle todo un capítulo.

Sus primeros intentos por bañarse, fueron a mediados de Abril, cada vez hacía más calor durante el día. Mushu como ya he mencionado, dedicaba mucho tiempo a limpiar sus plumas. Le veías tocarse su glándula y restregar con frecuencia su cabeza por ésta, para a continuación picotear con sumo cuidado y destreza, alguna de sus plumas. Ponía especial énfasis y cuidado en las de sus alas, sujetándolas una por una, las estiraba separándolas entre sí, las "cepillaba" con su pico y lengua. Sé que decir cepillar puede resultar confuso, porque no las peina, pero de algún modo, sí separaba las "hebras" que conforman sus plumas, si encontraba algo que desenredar o re-colocar, limpiar o vete a saber qué, persistía. Desde luego si algo le parecía que no estaba bien en alguna pluma concreta, insistía una y otra vez, hasta dejarla impecable a su ver. Quizás, yo no apreciaba que era lo que esas plumas, que tanto acicala o removía sus hebras con tanta pasión, podían tener en especial para insistir tanto, pero algo debían tener y lo hacía todos los días, en ocasiones durante horas.

Una mañana en la que Clara limpiaba su habitación, colocó los recipientes donde le ponemos agua y semillas sobre la mesa de la cocina; para después retirar la hoja de periódico que colocamos en la base de ésta, donde podías encontrar restos de cáscaras de su alimento. Yo me dispuse a echar comida en su comedero después de haber sacado los restos de las semillas que deja a medio comer dentro. Parecería laborioso, pero lo cierto es que bastaba con soplar dentro para que todo lo menos pesado, es decir semillas vacías y restos, salgan sin esfuerzo, quedando tan sólo las semillas que aún contienen algo dentro. Mushu se acercó a su bebedero, parecía dispuesto a beber, pero lo que hizo fue salpicarse, con mucha torpeza, para mojarse toda su cabeza.

-¡Míralo que guapo esta! -Clara se reía al verlo así. Mushu no es muy grande, cuando se asusta y pega las plumas a su cuerpo, lo parece todavía menos, pero mojado daba pena de verdad.

-Espera, espera -Mushu intentó huir, cuando vio que me disponía a cogerle. No llegó lejos, conseguí cogerle y aprovechar la humedad de sus plumas para hacerle una cresta-. Ahora sí que esta guapo.

-Mushu -"chúplib" soltó meloso al oír su nombre-, mírame. -Clara le hizo una foto-. Tenemos que ponerle algo para que se pueda bañar mejor.

Mushu lo había mojado todo alrededor del recipiente. Éste no es muy grande y al intentar mojarse salpicaba mucho. Y encima su intención de bañarse se quedaba a medias, sólo conseguía mojarse la cabeza y parte de su cuello. La mesa estaba mucho más mojada que él. Busqué un trapo con el que limpiar su estropicio.

-¿Qué se te ocurre? -Le pregunté mientras secaba la mesa.

-No sé, algo que sea más grande y no muy profundo -me dijo terminando de colocar la nueva hoja de periódico en la base y poner los recipientes- para que pueda meterse y bañarse entero, ¿no?

-Pues no se me ocurre ninguno -encajé la parte superior de la habitación, re-colocando el comedero y el bebedero a mi gusto, dando por zanjada la tarea.

-¡Ya sé! -Clara fue hasta el frigorífico y sacó el envase donde guardan las rodajas que compras al "corte"-. ¿Qué te parece?

-Un poco pequeño -el envase era rectangular, transparente y algo estrecho- casi no se puede llenar de agua.

-Tampoco hace falta que sea muy profundo. Cuando nos comamos lo que queda, le recortaré la tapa. Verás como sí le gusta -Clara lo guardo en su sitio satisfecha con la idea.

Días después tenía su "piscina" preparada, en efecto no era muy profundo, apenas tendría medio centímetro de altura, al llenarlo con agua. Lo colocamos sobre la mesa de la cocina para que el pequeño ave tuviese la oportunidad de familiarizarse con el envase, algo imprescindible si queríamos que lo usara. Mushu se acercó como buen curioso y tras pasar la prueba de consistencia a sus mordeduras, disfrutando del sonido que hacía el plástico al pellizcarlo; se fue hasta el respaldo de una silla para comenzar su sesión de acicalado.

-Mushu ven -Clara se sentó en la silla que había frente él y le acercó el envase-. Mira es para ti.

-A lo mejor no ve que tiene agua -sugerí al ver que no le hacía caso.

-Lo crees tonto, dejará de saber que tiene agua -resopló molesta. Mushu seguía sin acercarse y continuaba acicalándose sin dejar de mirar lo que hacía Clara, que ahora había metido la mano en el envase-. Mira Mushu, agua. Es para que te bañes.

-Como no lo metas dentro, no se va a enterar de lo que le dices -tras echarme una mirada fulminadora, decidí callarme.

Me gustaría contar la gracia de que Mushu disfrutaba de hacer lo contrario de lo que sugiero, pero en realidad siempre hubo una fuerte unión entre Clara y él. No hizo falta forzarle, al ver a Clara meter su mano, sintió curiosidad por acercarse otra vez, y en esta ocasión, se colocó en el borde de su piscina después de pellizcarlo un par de veces. En estos momentos invito a ejercitar la imaginación, ya que para entender lo absurdo de lo que voy a narrar hay que usarla y encontraréis sentido a porqué he dicho que Mushu es todo un personaje.

Estaba subido al borde de la "piscina", andando por el borde de esta, con mucha torpeza ya que en vez de andar de lado por el borde, cruzaba sus patas al sujetarse de una forma difícil de entender, queriendo desplazarse sin bajar de este para llegar a un lado. ¿Por qué? Ni idea. Se sujetó al borde con su pico, para meter con mucho cuidado y repetidas veces, una de sus patas al agua, tanteando la profundidad o la temperatura, aunque apostaría que lo hacía por rarito. Una vez que estuvo seguro de que no cubría y posó firme sus patitas dentro, se soltó no muy convencido, parecía estar inseguro. Clara retiró su mano para dejarle espacio, y éste, cobarde por verse sólo en tan difícil situación, volvió a salir al borde de esta. No se cual de los dos nos quedamos más confusos por su comportamiento, pero antes de que Clara volviese a meter la mano, Mushu se decidió a volver a entrar, eso sí, de la misma aparatosa forma. Una vez dentro me fije que estaba levantando su cola para evitar mojarla. Su postura era tan rígida y forzada para evitar eso, que hacía gracia verlo. Comenzó a tocar suave el agua con su pico, siempre con el culo bien alto, y a dar vueltas salpicándose con el agua. Salpicó todo a su alrededor y él apenas se mojo mucho más que cuando lo hacía en su bebedero. Satisfecho y sin bajar la cola se subió rápido al borde y tras espolsarse, salpicando todavía más todo su alredor; se subió al respaldo de la silla dando por terminado su baño del día.

-¿En serio? -no me podía creer el circo que había montado para acabar mojándose igual. Clara se reía por la tonta situación.

-Voy a recoger esto -Clara vació la piscina-. ¿Has visto como levantaba la cola?

-Se ve que no se quiere mojar el culo.

Sus baños en la piscina siempre fueron así, rara era la vez que se mojaba del todo, y siempre levantaba su cola. No era el único sitio donde se bañaba, pero sí el único donde resultaba cómico por su absurda manía de entrar poco a poco, sin soltar el borde como si se fuese a resbalarse o algo, y siempre vigilante de subir su cola. Internet esta lleno de vídeos de estas aves bañándose, les encanta el agua, lo hacen con frecuencia y son muy aparatosos, les gusta mojarse enteros y sin miedo. Revoltosos, juguetones y salpicandolo todo, incluso unos a otros cuando son muchos. En alguna ocasión Mushu se bañó delante de Roseicollis y en cuando ella se metía, él salia huyendo como si temiese que le pudiese mojar al salpicarlo.

Lo más gracioso de sus baños en la piscina, como bien digo era esa manía que tenía de estirarse para levantar su cola. Lo encontrábamos extraño y más todavía cuando en ocasiones, tras darse el baño o lavarse la cara, porque poco más se mojaba; subía hasta el borde y se quedaba con el culo apuntando hacia el agua y sin subir la cola, con lo que se la mojaba. Si le daba por expolsarse para quitarse el exceso de agua, se la mojaba aún más. ¿Entonces por qué tanto esmero en levantarla mientras se bañaba? Sólo puedo decir que era una de sus muchas manías.

Cuando fregábamos los platos, le gustaba acompañarnos. Si ese día no se había bañado, se descolgaba por el brazo y se acercaba a las manos con intención de tocar el agua que salía del grifo directa. Era un incordio porque aunque le dejases, tenía que ser a su ritmo y terminabas desesperado, por lo que en ocasiones le colocábamos en el lado donde se dejan secar los platos con un hilillo de agua. Lejos de ponerse debajo del grifo, lo que hacía, aquí también levantaba la cola por cierto; era con lo poco que se iba acumulando, salpicarse. Como es normal, poco conseguía mojarse, pero él se quedaba satisfecho y en cuando terminaba volvía a subirse a nuestro hombro. Mojado no sólo parecía un moscardón torpe, además el ruido que provocaba al volar al estar algo mojadas sus alas, también te lo hacía pensar.

Con el tiempo, un par de años después como mucho, de aquellos primeros baños en su piscina; Mushu dejó de querer usarla, para pedir bañarse sólo en el lado de escurrir los platos del fregador. Fuese el momento que fuese del día, si le apetecía iba hasta el fregador y daba golpes en él para llamar nuestra atención y que abriésemos el grifo. Siempre tenía que ser un hilillo, si salía demasiada agua, no se acercaba.

Tampoco parecía importar que tiempo hacía. Le daba igual que estación del año fuese. Intentábamos que los días de frío no lo hiciese, pero al final siempre se salía con la suya. Si no le dejábamos bañarse en el fregador o ese día no le habíamos puesto su piscina, le daba igual, él se bañaba en su bebedero, poniéndolo todo perdido. Le podías ver tembloroso durante un buen rato, pero lo cierto es que no más de lo normal, ya que cada vez que se bañaba siempre se le veía así. Daba igual si era un día caluroso de verano y lo pusieses al sol, siempre le entraba el tembleque. Sufríamos los días fríos como es normal, porque pensábamos que podía resfriarse. De hecho Mushu llegó a resfriarse en una ocasión y fue horrible como ya contaré.

Desde luego los baños que más disfrutaba eran los que se daba en el huerto. Justo después de bañarse se iba donde Clara, y ella le subía donde el árbol. Se quedaba al solecillo hasta que le daba la gana.

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