Capítulo 44
El silencio reinaba por unos segundos tras las palabras de Lincoln, pero del otro lado de la puerta Haiku se debatía entre abrir o no. Lucy, quien había estado observando desde la sala, se acercó a Haiku y le susurró con suavidad:
—Deberías hablar con él. Al menos escucha lo que tiene que decir.
Haiku levantó la mirada hacia Lucy, quien la observaba con una expresión tranquila pero firme. Respiró hondo y se levantó lentamente, apoyándose en la puerta.
—De acuerdo... pero no quiero que pase nada más. Solo hablaré con él, y después... veremos.
Lucy asintió y se apartó, dejando a Haiku abrir la puerta. Cuando lo hizo, Lincoln estaba sentado en el suelo, con la guitarra descansando a un lado. Al verla, se levantó de inmediato, pero mantuvo cierta distancia para no incomodarla.
—Gracias por abrirme la puerta —dijo Lincoln con voz claramente alegre, aunque manteniendo la cabeza ligeramente agachada.
Haiku lo miró, aún sintiendo una mezcla de emociones: rabia, tristeza, pero también algo de curiosidad por su insistencia.
—No sé por qué estás haciendo todo esto, Lincoln. Pero no creo que una canción lo arregle.
—Lo sé, Haiku. Esto no es solo por el perdón, es porque quiero que sepas cuánto lo lamento. No era mi intención lastimarte, y me duele saber que algo que hice te afectó tanto.
Haiku cruzó los brazos, intentando mantener la compostura.
—¿De verdad crees que una disculpa cambia algo? No puedes borrar lo que pasó.
—No puedo borrar el pasado. Y no quiero que cargues con esto sola.
Haiku sintió un nudo en la garganta. Quería gritarle que se fuera, pero también parte de ella deseaba creer en sus palabras.
—¿Por qué te importa tanto?
Lincoln se tomó un momento antes de responder, mirándola directamente a los ojos.
—Porque sea lo que te haya hecho ese idiota, no quiero que pienses que soy como el, y si no puedes confiar en mi lo entenderé, solo quiero que sepas que aunque llevamos poco de conocernos, eres una persona divertida a su modo y no solo eso, también interesante y enigmática.
Haiku bajó la mirada, luchando contra las lágrimas. Era difícil confiar después de todo lo que había vivido, pero las palabras de Lincoln tenían un peso que no podía ignorar.
—No sé si puedo confiar en ti —admitió en voz baja.
—Está bien —respondió Lincoln con sinceridad—. No espero que confíes en mí de inmediato, pero estoy dispuesto a demostrarte que puedes hacerlo.
Haiku levantó la mirada, encontrándose con la de él. En ese momento, Lucy apareció detrás de ella, colocando una mano en su hombro.
—Dale una oportunidad, Haiku. No tienes que decidir ahora, pero no estás sola.
Tras unos segundos de silencio, Haiku suspiró y asintió ligeramente.
—Está bien. No prometo nada, pero... hablaré contigo.
Lincoln sonrió con alivio, asintiendo.
—Solo nececito eso.
Esa noche no hubo un cierre definitivo, pero se dio un paso importante. Haiku, aunque todavía dudosa, empezó a sentir que no todo estaba perdido. Y Lincoln, determinado, prometió a sí mismo que haría todo lo posible por enmendar el daño involuntario y demostrarle que aunque el pudiera ser muchas cosas el nunca traicionaria la confianza de alguien, mucho menos si es alguien que a él le agrada.
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