Daniel Haon 1.3
Hanna se despertó en la madrugada y no fue un despertar cualquiera. En realidad no lograba dormir ya varias noches. Resignada, tomó su celular y vio la hora. Tres de la madrugada. Lo raro de estar despierta a una hora imprudente es que puedes escuchar mínimos sonidos y entre ellos el remolino de las llaves. Alguien caminaba y al parecer jugaba con unas llaves a la mano.
Curiosa, se asomó por la ventana de su habitación, encontrando a un familiar. Jonathan. Ni siquiera se percató de quien lo observaba hasta después de unos segundos. Cuando Jonathan notó su mirada asustada y el semblante de insomnio, él mismo hizo un ademán para que bajara.
Hanna nunca se imaginó que las ciudades nocturnas representaban la mejor belleza. Entre la inquietud y abandono, ella solo admiraba las luces amarillas de unas calles vacías y casas cerradas...con personas llenas de miedo ante un virus que cumplía toda expectativa del fin.
Su primo se estaciono y al notar el barrio anticuado, no entendía qué hacían allí entre la madrugada hasta que hablo. —Puedes esperar o seguirme, pero promete que no le diras a la tia Fer que estuvimos aqui —ella analizo su voz y luego sus ojos, negros, casi perfectos con su semblante serio. Lo decía con preocupación. Asintió segura y antes de abandonar el auto se colocó la mascarilla negra.
Uno de los eventos que Hanna nunca contará en su vida es encontrar a una persona con sus últimos suspiros para seguir con vida. No tendría el valor de decirle a tu tía Fer que fue lo que los dos encontraron entre las calles y la lluvia de noviembre.
El cuerpo débil de Hanna no se sentía preparada para ayudar en momentos así, incluso se arrepentia de salir del auto. Retrocedió y chocó con el pecho de Jonathan.
—Es Daniel. Un amigo me llamó. Lo que contaron de él no fue muy agradable.
—¿Te refieres a Haon?
No podía ser él. No el chico que una vez admiro con brillo y entusiasmo durante sus clases de inglés y esa sencillez al reír o emanar amabilidad, el chico que veía reír y mostraba sus dientes, sobresaliendo su sutileza. A veces no estamos preparados para las noticias.
Entre esas noches perdidas en el licor. Hanna descubrió el lado poco devoto de Haon. Su esencia angustiante. Demoró en reaccionar cuando lo encontró tirado en media vereda con su cabello castaño y empapando, sus mejillas rojizas. Bajo su mirada, percatandose que sus puños estaban cubiertos de moretones. Apenas lo llego a reconocer.
Hanna caminó hasta su cuerpo y se arrodilló a su lado. Sus manos tocaron la frente del joven, removiendo los rizos. Estaba dormido, aún respiraba. En sus mejillas vio marcas que corrían hasta su boca, eran lágrimas secas.
—Daniel...
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