De niños, Daniel y Hanna recuerdan que sus profesores les decían a ellos y a todos los que empezaban a estudiar y a planear sus vidas: «ustedes son los jóvenes del futuro»

Daniel y Hanna cambiarían al mundo y esas palabras eran demasiado grandes, tan pequeñas, pero que te llenaban de poder.

« ¿Qué era perder a un ser querido?»

Eso se pregunta Daniel. ¿Acaso la señorita que estaba hablando sobre el escenario lo sabía? Por un momento, pretendió elevar su mano y aunque tuvo un impulso por no dejarla en ridículo, la levantó igualmente. Pero un chico de cabello y traje negro le detuvo, bajando su mano y en susurros le pidió que guardara silencio. Daniel obedeció sin quejarse y no preguntó nada.

—Ella es mi prima —le explicó el chico de cabello negro con pequeños rizos—. Y no quiero ver que nadie la ridiculice y menos tú, Daniel, que siempre hablas de más y nunca respetas las exposiciones —Daniel lo miró por un momento y se preguntó si acaso lo conocía... lo pensó un poco. Claro que sí, ese chico era Jonathan Méndez, un conocido de Valeria. En ocasiones lo vio correr hacia su novia para pedirle favores. Nunca entendió cómo Valeria lo aguantaba... Jonathan parecía muy escandaloso.

Daniel tenía una idea vaga de quién podía ser Hanna, pero no lo suficiente para llamarla amiga, ni siquiera conocida. Sólo se vieron un par de veces y aunque Valeria estuviera aquí, seguirían así, porque él nunca se incluyó más allá. La vida de Valeria era suya y no de sus ajenos.

Así que se acomodó en su asiento y escuchó lo siguiente:

« ¿Qué extrañamos de nuestro pasado y hacia dónde vemos nuestro futuro?», ese fue el título que Hanna escogió para comenzar la exposición.