Capítulo 29. Si lo mereces
Es difícil aceptar el afecto de otros. Es tan difícil que nos negamos lo nuevo y bondadoso del amor, abrazando la idealización de que no somos lo suficiente para volver amar. Nuestro cerebro no es capaz de generar ese ruido constante de sentimientos, que no merecemos ser otras personas, salvo hundirnos en el infierno maldito.
Queremos ser felices a pesar de estar tristes, queremos ser diferentes a pesar de ser rudos, queremos amar a pesar de sentir odio...
Queremos ser alguien mejor.
Porque nadie te puede hacer sentir menos, ni tú.
Y lo entendió.
Entre sus abrazos cortos, sus silencios, las inadecuadas presencias fuera de lugar, sutiles miradas que venían acompañadas de curiosidad y después de una terrible vergüenza al verla. Lo entendió cuando al fin pudo estar solo en su habitación y no pudo pensar en otra cosa que volver a disfrutar de otro día.
En poder disfrutar una noche sin necesidad de hundirse en su piel.
No podía liberarse de todos sus pecados, eso nunca, pero si podía sentirse libre en ser otro Daniel.
Porque en los brazos de Hanna el cuadro de paz encajaba con su desigualdad, y aunque en su alma quería negar amarla por obvias razones, no podía negar que ella lo apoyaba indirectamente en su luto, en su soledad y culpa. No por pena, solo porque ella es así, compasiva e inocente.
No importaba si nunca aceptaban sus sentimientos, pero el llegaría a protegerla al igual que un jardín lleno de flores, la cuidaría y no solo eso, si el algún día dejara de existir... le enseñaría a ser más valiente de lo que ya intenta ser.
—Daniel —intervino Hanna, cerrando la puerta del auto y mirándolo con curiosidad mientras caminaba hacia él. Ella levanto su barbilla con un semblante de seriedad y con sus labios algo aplanados...sonrió fuerte—¿Caminamos juntos?
El tan solo resopló y volvió a montar su maleta en el hombro, nervioso, asintió con la cabeza.
—Espérenme —grito en apuros Jonathan antes de asegurarse que el auto quedara con bloqueo. Enseguida corrió atrás de ellos y se posiciono al lado de su prima, soltando un alarido de quejas sobre "cualquier cosa estresante muy a parte de sus estudios". —¿lo puedes creer?
—Solo a ti te suceden ese tipo de cosas —aseguro Daniel.
Nunca se había imaginado el hecho de pasar esta escena, él y unos cuantos amigos. Sin la idea de huir o alejarse por la fastidiosa presencia, ya que ellos no lo eran.
La felicidad es corte, pero placentera.
El egoísmo es hereditario e infinito.
Y el cuento de las personas continúo...
El cuento de que Hanna envolvía entre sus manos a Daniel, en quitar todo lo que Valeria había dejado, en apoderarse y colocarse en la cima
El cuento de que Hanna es mezquina e hipócrita.
Y eso fue solo el inicio, una semana después un grupo de chicas se acercaron a Hanna... reclamando el lugar de una muerta que ella no merecía, que por pena y egoísmo lo tomaba.
Nadie reemplazaba a Valeria.
Pero lo que ese grupo le dijo, la hizo sentir sumamente mala.
Y nadie en el mundo te puede sacar la idea de que tú eres una persona mala... porque sencillamente lo crees y recuerdas todo lo que has hecho.
Con su corazón en añicos y confundida, Hanna se alejó toda posibilidad de ser fuerte. Y la idea de poder saludar a Daniel o de correr para abrazarlo, quererlo y verlo sonreír.
Si tan solo se diera cuenta que ella no tuvo la culpa, solo Rose de crear ese rumor falso.
Un cuento que se volvió chisme en toda la universidad.
Y con eso destruyeronun sueño
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