Capítulo 19: Había una vez una feliz pareja
Y lo recordó otra vez.
Valeria besó por última vez su frente. Esos labios que él ansiaba como chocolate exquisito, único y hecho de cariño. Porque todas esas veces que ella besaba su frente le expresaba lo cuánto amaba y valoraba. Así como esa oportunidad de estar juntos por siempre. Antes de eso Valeria tomó el rostro de Daniel, encogiéndose por el frío de sus dedos, haciéndole soltar una sonrisa que empañaba su máscara de oxígeno. Hasta que susurro.
—Te amo.
Y ese brillo que presenció la primera vez que se confesaron parecía desvanecerse de forma despiadada. Formando un nudo doloroso en la garganta de Daniel. Los ojos de Valeria viajaron por toda la sala y con sus manos arrancó la mascarilla de oxígeno. En ese tiempo de admiración solo escucho el pitido sin fin del equipo que estaba conectado a ella.
Su pecho se agitaba con rapidez, perdiendo el color de sus labios. De pronto ese tono rosa que sus manos parecían recuperar dejaron de existir y lo último que viajó por su mente fue el anillo de boda que Daniel sostenía.
Nunca sabemos cuándo dejamos de existir, solo si vemos viajar todo de manera veloz. Pero Daniel sintió la lentitud de su muerte, entre gritos y sonidos de máquinas. Existe una palabra que se asemeja al dolor, o quizás existen varias, solo que ninguna se compara al día caótico y desenfrenado.
Solo escuchaba el zumbido de sus odios y esto le impedía concretarse a su alrededor. Los doctores comenzaron a empujarlo para intentar salvarle una parte de sus pulmones y que el oxígeno siguiera fluyendo. Como si fueran hormigas empezaron a invadir la sala y apilarse alrededor de ella.
—inyecten cien de...—pedía un doctor y en un vago momento hizo contacto con los ojos de Daniel. Lo miro sin esperanzas al acto. El tiempo corria tan lento que incluso las efusivas miradas de todos tardaban en desaparecer. Vio una vez más convulsionar el cuerpo de Valeria. Noto sus brazos llenos de moretones por tantas inyecciones....
Tampoco recuerda cuando su corazón dejó de latir...de sentir.
—diez de la mañana, hora puntual. —dijo una enfermera antes de levantar la sábana y arropar por completo el cuerpo de Valeria. Una de las auxiliares desconecto los equipos con prisa, más que nadie no quería verse allí, encerrada entre personas enfermas o muertas. Se veía angustiada por escapar.
Las demás enfermeras juntaban sus manos en forma de rezos y poco a poco fueron desapareciendo, dejaron a Daniel un rato...a solas.
Ya no había nada que hacer.
Ya estaba muerta. Y sería un recuerdo llevaría por siempre en su mente... En la manera de como la vio morir en sus manos. Las mismas que un día la sostenían.
En esa pequeña habitación desordenada y fría.
No, así no es la forma que ella merecía morir. Entonces fue que después de ese momento de soledad reaccionó y al fin pudo gritar.
Entre esas personas con trajes, olores a desinfectante y con pocos recursos, fue que la perdió para siempre.
En su memoria una agonía se tatuó.
Y lo recordaba una y otra vez, igual a un bucle.
Lo peor que un ser humano puede ver en la vida, es mirar como otro muere ante él.
Y Daniel ya no podía soportarlo, se sentía vacío y por dentro se encontraba desesperado.
Volvió a mirar la camilla de Valeria y ella seguía allí, claro que estaba su cuerpo, pero ya no los latidos de su corazón. En un acto de frustración abrazó su cuerpo gélido y pálido, entre ese cuerpo vacío dejó derramar sus lágrimas sin importarle lo enferma que estaba.
Daniel no podía controlar sus gritos y llantos en esa habitación. Eran una melancólica canción de sus gritos. Sus voces llegaban hasta los otros pasillos, y quienes pasaron solo podía lamentar la pérdida del castaño.
No podía respirar, le costó tiempo reaccionar al verla en ese estado.
En un acto inconsciente se arrancó la mascarilla, desvaneciéndose entre el aroma del hospital y el poco de ella.
Esa camilla que la arrancaba de sus brazos débiles y ese silencio que no hacía más que clavarle agujas en su corazón. Entre millones de dolamas, Daniel perdía toda esperanza.
Y entendió, que ni el amor que se tenían traspasaba males.
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