Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15. La primera palabra


Mantenían la distancia entre sus pasos, casi dos metros. Le irritaba su silencio, ¿no dijo Jonathan lo metida que era su prima? Entonces ¿Por qué no preguntaba su extraña ayuda y presencia?. Por un momento pensó que le molestaba. Aunque Hanna tenía otra excusa. Llevarlo a otro lugar y no escuchar esos rumores venenosos que sabía lo cuento le lastimaría.

Él metió sus manos en los jeans por el repentino frío que apareció.

El reloj marcaba ya las seis, un poco tarde. Los faroles de la universidad empezaban a encenderse, atrás de ellos quedaba un inminente edificio y otros pabellones. Siguieron su ruta hasta que llegaron al estacionamiento y Hanna se sentó en el capo del auto negro de Jonathan, acomodó su cabeza entre sus rodillas y cruzo sus brazos. Bloqueando su rostro para Daniel. El por otro lado se quedó parado y viendo la escena que se montaba. Escondida en su caparazón al igual que un caracol.

El camino lento hasta ella y tiró su maleta al piso.

Allí estaban. Juntos, sentados esperando a que el tiempo terminará y Jonathan llegará, pero el destino puede ser injusto que a veces te hace pasar por cosas de sobra para que las repares. Anhelando el momento de disculparse.

Sin nada más que hacer la comenzó a mirar. Sabía que eso llegaría a molestarle si la miraba mucho. Sus ojos permanecían neutros a su pose y ella esquivó cada intrusión. Solo que duró mucho, aunque fue suficiente para saber cada detalle de ella. Su cabello negro tan lacio, y su fanatismo por usar cosas blancas y pulseras rosadas. También se percató de su perfil brillante y en cómo al final de su cabello tenía nudos por lo enredado que estaba. Luego sus pestañas un poco caídas y el poco maquillaje que ocultaba sus lunares ...y entre tanto detalle como su mirada encajaba con perfección. Sus ojos rasgados y la sonrisa que desborda, notando la dulzura de sus labios...

—Deja de hacerlo —reprocha Hanna con irritación.

—Pensé que no hablabas —dijo, frunciendo el ceño y acomodándose a su lado para tener una charla decente con la curiosa de Hanna.

—Si tengo boca, pero no la uso contigo —contestó con valentía, como si eso fuera un insulto.

—¿Te das cuenta el doble sentido que pueden tener tus palabras? —le hizo ver Daniel. Miro hacia el cielo y se cruzó de brazos, dejando escapar una sonrisa. Hanna lo miró con vergüenza y abrió varias veces su boca para corregir esas palabras. Y el tan amable por ahorrarle la vergüenza le corrigió— se dice, gracias y luego podrías hablar diciendo: tengo boca, pero me hace falta amabilidad.

—Mira quien le está dando clases de condescendencia —dijo Hanna, de poco a poco comenzó acomodarse y dejar esa postura de protección. Daniel sabía a que se enfrentaba, pero él siguió atento mirando el cielo y riéndose, sabía lo sonrojada que estaba.

No contestó por su comentario, ya tenía suficiente con tenerla cerca y ahora crearle molestia. Pero era inevitable hacerle bromas y esperar la reacción de su cara... lo hizo intencional. Le dio una última miradita mostrando más que orgullo y no pensaba dejarse ante sus chistes, no se quedaría callada eso estaba claro. El castaño salto del capo y recogió su maleta, y antes de marcharse hizo una reverencia ante Hanna. Se despedía como un caballero.

Volteo su cuerpo y caminó en dirección a la puerta principal, aún tenía tiempo de coger algún metro que lo llevara hasta su casa...

Y la pregunta que le hizo Hanna detuvo sus planes.

—¿Me vas a dejar sola? —Volteo a verla de reojo. Ahora parecía vulnerable en la oscuridad. Cualquiera pensaría lo pequeña que es con ese abrigo de Jonathan. Noto la tristeza de sus palabras, como si le pidiera de favor que se quedara con ella un rato más, y era la verdad. No quería dejar escapar esa mala pasada.

—¿Tienes miedo?

Negó con su cabeza.

—Pero pensé que te quedarías un rato conmigo.

Camino un poco hacia ella, hasta enfrentarse. Sin decirle algo de más, tomó asiento a su lado.

—Disculpa que te ignore —dijo Hanna arrugando sus cejas y mirando al suelo. No era ella quien le debía disculpas, por supuesto que debía las suyas— y también por incomodarte al mirarte tanto... yo —Hanna buscaba las palabras en su cabeza, las correctas para decirle que lo espiaba y a la vez que lo admiraba en el auto.

—No es necesario, yo sé a lo que te refieres, pero no es eso lo que me molesta de ti —Dijo Daniel—o quizás sí, es difícil.

Ambos callaron.

Daniel suavizó sus hombros y dejó vencer sus reales intenciones, con eso ella dejaría de mirarlo tan seguido en la biblioteca o quizás no.

Hanna lo miró con atención. Poco a poco desmantelaban sus almas, acercándose con inocencia y cariño.

A pesar de que no le gustara admitir lo mucho que algún día le gusto y lo molesta que la dejaba su comportamiento, nunca dejaría encerrar el sentimiento de tranquilidad que nacía cuando se acercaba a Daniel. Así como la paz que él mismo había plantado cuando tocaba la guitarra. Las cuerdas que entonaba y se perdía entre la melodía, despertando en el corazón de Hanna cosas que consideraba perdidas. Nunca admitiría aquella vez que lo encontró solo, disfrutando de la música y descubriendo su alma entre una canción o en como sus pestañas brillaban por la luz o su barba que se regaba por las mejillas rojizas del frío. De manera superficial le gustaba, pero internamente le hacía dudar de sus sentimientos.

Nunca se vuelve difícil la parte que alguien nos empieza gustar, se vuelve complicado cuando debes saber amar y expresar el término de amor.

Ninguno parecía tener la intención de hablar, dejando el tiempo con el silencio. No fue hasta que un grupo de chicos comenzó a llamarla, repitiendo el nombre de ella como alabanza. Se sentía incómoda y avergonzada. Lo que ella nunca vio venir fueron los brazos de un desconocido que la tomó por detrás de su cintura, realizando un contacto tan incómodo que ni ella misma pudo reaccionar o gritar.

—Hanna ­—llamó un joven moreno, acentuando más su nombre al final. Ante el tacto ella pudo adivinar quién era (Brendt, ex compañero de colegio y al parecer cursaba sus estudios en la misma universidad).

Si Daniel hubiera sido más atento a la situación o aquellos gritos que le dedicaban a Hanna cada tarde...podrían haberle ayudado.

Fue muy tarde cuando intentó acercarse a ella. Se sentía irritado por tal atrevimiento de ese chico que aquellas fuerzas que parecían desaparecer volvieron a surgir como poder.

Le irritó lo entremetido y poco respetuoso que era ese tipo ante Hanna. Sus piel en contacto con la violencia de sus manos.

—Así que hoy, Méndez ¿piensas aceptar mi propuesta? —le decía entre risas, parecía que ya mismo besaba sus mejillas que Hanna reaccionaba con desprecio por sus palabras—Vamos yo sé que te mueres de ganas cada noche y...

Entre esa escena de bochorno Hanna se dio cuenta lo borracho que estaba su acosador, aunque no se sobrepasaron de palabras.

Daniel empuño sus manos y de un salto se acercó al tanteado e irrespetuoso—te ha dicho que la dejes, sordo —le recalco Daniel que empezó acerca a Brendt. El termino agarrándolo de su camisa con fuerza hasta que soltó a Hanna. Ella cayó al pavimento y enseguida se enderezo para impedir que Daniel apretara con mayor agarre el cuello de Brendt. Hanna colocó su mano en los brazos de Daniel y él mismo la miró con enojo. No quería dejar las cosas sin hacer justicia.

—Es lo que él busca —dijo Hanna. Daniel enderezó su cuerpo, empujando a Brendt hasta el piso.

El grupo que le seguía se levantó al ver la escena. Brendt se sintió intimidado al notar como Daniel se paraba firme con una expresión que te dejaba sin palabras, llenándote de miedo y en querer huir. Las venas de sus brazos palpitaban y sus mejillas se enrojecían por el coraje. Ante Daniel, Brendt no podía ser nada.

Los ojos cafés de Daniel seguían en él, su rostro no era nada menos que odio. Como si fuera una persona amenazante con su aura que no necesitaba hablar para decirte lo que podía hacer si seguían molestando.

—ya la solté ¿satisfecho? —dijo Brendt con desgana, apretando su mandíbula y desafiando a Daniel con la misma expresión de odio, si tiempo atrás se hubieran encontrado no demoraría en chocar contra el.

Al cabo de unos segundos noto lo que hizo, no solo ahuyento al borracho, también intimidó a Hanna que no parecía más que una coneja indefensa. Un animalito que agachaba su cabeza para protegerse, pero que regresaba su mirada dulce para ver una pizca de compasión o cariño...

Daniel intentó relajarse, estaba a punto de explotar...

—Daniel —lo llamó Hanna al notar como se marchaba, caminando con apresura detrás de él. Deteniéndolo con sus manos y obligándolo a detenerse. Cuando las tuvo entre las suyas solo pudo espabilarse con un manotazo. Hanna nunca recibió desprecio de esa forma y le dolía. Dolía más el rechazo de su ayuda que la fuerza usada para que lo soltara.

Se marchó.

Dejando a Hanna sola en el estacionamiento con un sensación cruda en su garganta y alterada con millones de cosas que quería gritarle. Tantas que no sabía a quién decírselas. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro