Capítulo 13: en punta de mi paciencia
Usar el término hermosa era muy pequeño para Hanna. La mirada que impartía. Gentil e inocente. Sabías cuando sus ojos acosadores captaban su atención a cosas peculiares, como el color del cielo antes de llover. Su cabello ondulado en las puntas y el color de su piel que te fascinaba ya que podía ser tan suave como el chocolate. Ser hermosa en los términos propios del mundo no alcanzaban a Hanna, según Haon. No podías decir que era fea o simple, pero su gentileza que le adornaba su rostro la volvía una niña. Hanna no poseía actitud de ser valiente, pero si demostraba autoridad con sus decisiones.
Faltaban dos horas para que su clase terminara y entre tanto aburrimiento jugueteaba con su pluma azul, la mordisqueaba y desbarataba. Realmente quería instalar su atención en la clase, pero eso de repetir las mismas oraciones no iba con ella. Hanna se apasionaba en el área de investigación, le fascinaba llevar la mayoría de sus estudios en el laboratorio. Pero debido a la crisis que su país mantenía, el laboratorio seguiría temporalmente cerrado y su horario se redujo a más horas teóricas que prácticas y eso la ahogaba. Mientras sacaba e introducía el tubo del lapicero, Daniel y Jonathan corrían tarde a su próxima clase. Fue que en ese conteo de aburrimiento se preguntó por él.
En un parpadeo de pensamientos no se dio cuenta de... su desastre.
Las manos traviesas de Hanna habían destapado por completo la mina del lápiz haciendo que su tinta se regara por su cara y blusa. El líquido espeso manchaba sus labios y sintió el sabor metálico de este. Hanna parecía una niña disfrazada de pintura o acuarelas. Se volvería difícil lavar su desastre como una niña embarrada de pintura. Tras el breve discurso de su maestro sobre la distracción y dedicación en su clase, el mismo le concedió permiso para que limpiara su cara llena de tinta.
En los baños de mujeres, usualmente esas horas están vacíos y agradeció que nadie notara el percance de su lapicero. Se miró al espejo por última vez antes de salir del baño. Le tomó media clase limpiar su ropa y al intentarlo lo embarro más. Ahora su blusa transparente de tono blanco se mezclaba con tinta azul... que creativo. Pensó.
Reviso su celular esperando una respuesta de Jonathan y este parecía decirle:
"Tu ayuda ya llegará"
Suspiro aliviada. Venció sus hombros por el cansancio y al salir del sanitario busco a su primo. Impaciente regresó al baño y recogió su maleta, quizás el muy soso estaría en la planta baja sabiendo que ella estudiaba en el último piso. Usar su maleta en la parte delantera como protección de su mancha fue una buena idea.
Ya por los escalones regresó su llamada a Jonathan, sin obtener respuesta.
— ¿Hanna?—la interrogante por su nombre la dejó atónita.
Frente a ella un muchacho de cabellera castaña parecía ofrecerle su mano para que baje el último peldaño. Mantuvo su boca cerrada y sin impulsos obedeció. Tremenda vergüenza se estaba tragando y por culpa de su primo— Jonathan dijo que me necesitabas —sentir su mano la puso nerviosa, pero tan callada tenía su mente que no fijó sus ojos a lo que Daniel le entregaba en sus manos temblorosas. —Te espero aquí abajo mientras te cambias.
Se volteó sobre sus propios talones sorprendida y corrió para ocultarse de su pesadilla.
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