▌01
UNA TORMENTA ESTABA CAYENDO.
Literalmente hablando.
En las afueras de aquella casa en la ciudad de Daegu no paraba de llover, pero no nos referíamos a unas simples gotas, en realidad, a todo un aguacero sin frenos. Parecía que el cielo y las nubes estaban a punto de desplomarse, y todo al ambiente agradable que se apreció hace tan sólo unas horas, ahora era opacado por la oscuridad perteneciente a la llegada de la noche y el fenómeno del clima.
Pero, lo cierto era que ni siquiera esa tormenta tenía comparativa con el debate mental de Min.
Abrazó su cuerpo entre la toalla que traía sobre sus hombros y jugó con sus manos en la espera de su amigo, el cual había ido a la cocina para buscar una taza de café. Y mientras escuchaba el estruendo de los truenos y la lluvia impactar contra las ventanas de la sala, no se detuvo a pensar en todo aquello que abrumaba su mente.
Lo mismo que había hecho en bucle desde las últimas horas.
El rubio suspiró agotado y pasó la diestra por su cabello, instantáneamente a su lado aparecía el joven castaño con una taza blanca extendida hacia Min.
──Toma.
──Muchas gracias, NamJoon ──expresó en un suave tenor, acercando el borde de la vasija hasta sus labios y dando el primer sorbo a la bebida caliente.
──No es nada ──aseguró, tomando
asiento en el sofá individual al costado de YoonGi y dejando su bebida en la pequeña mesa frente a ambos. Así, se inclinó hacia adelante y colocó sus manos unidas encima de sus rodillas──. Ahora sí, ¿me contarás qué sucedió?
──La misma mierda de siempre, pero esta vez mi padre sólo me echó de la casa ──confesó, no sabía como alzar la mirada para encontrarse con la de su amigo──. El ahorro que logré almacenar para pagar el abogado... Simplemente lo gastó en esa mierda que bebe. Y no pude evitar enojarme, NamJoon. Le reproché, como todas las demás veces, y lo único que hizo fue sacarme de ahí a patadas ──hizo memoria a los hechos, dando una breve pausa──. Lo peor es que SooHyun vio todo, ella vio como él se comportó.
──Ese maldito hijo de puta... ──habló entre dientes, evidenciando su enojo al respecto con la situación que pasaba su amigo──. Lo lamento mucho, YoonGi.
──No. No te disculpes.
El rubio bebió de un sólo sorbo el contenido de la taza y procedió a dejarla encima de la mesa de cristal, imitando la posición de Kim al unir las manos sobre sus rodillas.
──¿Tienes algún plan para esto?
──Sinceramente, no tengo nada ──declaró los hechos, simultáneamente expulsaba aire por su nariz──. Sólo sé que no te molestaré por mucho tiempo. Creo tener algo de dinero en el banco con las últimas canciones vendidas, puedo alquilar un apartamento para quedarme ahí...
──Oye, YoonGi, sabes que puedes quedarte aquí todo el tiempo que sea necesario ──el castaño aclaró, inclinando su torso hacia adelante para encontrar la mirada perdida y apagada del rubio.
Para Kim NamJoon era difícil ver a su amigo en ese estado de ánimo, agotado por todo lo que rodeaba su vida y sin motivación alguna para seguir adelante, porque bien sabía él que eso era lo que sentía.
Min YoonGi era un libro abierto ante sus ojos.
──Ya lo sé, Nam. Pero no voy a quedarme aquí para siempre. Bastante has aguantado de mí en los últimos meses. Además... ──una vez más, suspiró cansado──. Si quiero sacar a mi hermana de ese lugar, lo primero que necesito es tener las cartas a mi favor.
Un silencio abrumó la sala de la casa después de ese comentario, y dicho solamente era opacado por la lluvia torrencial en el exterior, la cual parecía que nunca tendría algún fin. YoonGi bajó la cabeza hacia sus manos y cerró los ojos por un momento, deseando que nada de eso fuera real y que por un momento, aunque sea sólo unos segundos, pudiera sentirse bien con la única persona a la que amaba: su hermana.
──¿SooHyun no se atreve a confesar ante la policía?
Y casi instantáneamente, el joven rubio negó.
──Tiene miedo de papá. La amenaza y manipula demasiado ──dijo, volviendo a negar con su cabeza──. Y aún continúa bajo su tutoría al ser menor de edad, por eso ha sido tan difícil realizar el trámite desde que cumplí la mayoría de edad.
"Yo sólo quiero sacarla de ese infierno, no quiero que sufra lo mismo que yo..." Concluyó, en un bajo susurro sin el aliento suficiente, y aquel tono puso en evidencia el dolor de Min.
──Hermano, no es tu culpa, ¿de acuerdo? ──la mano izquierda de Nam se posicionó en el hombro de su amigo, atrayendo aquella mirada y, por ende, toda su atención──. No te llenes la cabeza de ideas negativas. Vas a poder sacarla de ahí y yo mismo te ayudaré con el tema, no te preocupes. Tú hermana estará bien.
El rubio, al escucharlo con tanta seguridad, sólo pudo sonreír suavemente.
──Gracias por todo, Nam.
También esperaba que su pequeña estuviera a salvo.
· · • • • ✤ • • • · ·
Hacía mucho tiempo desde que YoonGi no tenía una siesta tan placentera como aquella.
Probablemente fue a causa del cansancio físico y mental que cargaba en sus hombros durante los últimos meses, el hecho de que llegaba prolongadas jornadas sin descansar cómo era debido, y todo su estrés con el tema en su hogar. Pero si algo tenía en claro el chico Min, era que había dormido desde la noche del día anterior hasta el mediodía de la nueva jornada, y lo había disfrutado como nunca antes.
No obstante, hubiera deseado poder seguir con aquel descanso, ya que al abrir los ojos y caer en cuenta de su realidad, ya sabía que volvería al mismo agobio.
NamJoon le había permitido quedarse en su casa todo el tiempo que quisiese, y aunque YoonGi no tuviera un lugar fijo a dónde ir y disfrutara de la compañía de su amigo, no podía estar ahí de por vida y mucho menos interrumpir la agenda ajetreada que tenía el castaño. Pues conocía muy bien a Nam como para decir que era alguien meticuloso, hasta el punto de ser estricto con su jornada laboral y estudios.
Y de alguna manera, a partir de ahí se marcaba la diferencia entre ambos.
Kim NamJoon estudiaba literatura en una universidad en DaeGu y ya publicaba algunos de sus trabajos en una plataforma virtual. Podría decirse que era un autor conocido por muchos usuarios debido a sus historias de misterio y, otras, de romance y drama.
YoonGi era uno de sus fieles lectores.
Pero a diferencia del castaño, Min no había tenido la oportunidad de ingresar a un estudio superior, y numerosas eran las razones tras ello.
No había nacido en lechos de seda y bandeja de oro, muy al contrario, la familia del rubio siempre fue de baja economía y recursos para mantenerse, y desde el fallecimiento de su madre cuando todavía era un pequeño niño, quedando bajo el cuidado de aquel hombre que se hacía llamar padre, la situación en el hogar de YoonGi cada vez se deterioraba más.
En ocasiones no podía concentrarse en su bachillerato por culpa de los trabajos a medio tiempo que conseguía, o cuando debía hacerse cargo de los actos de su padre, o incluso cuando estaba bajo la responsabilidad de cuidar a su hermanita menor y ayudarla a convertirse en una mejor persona. Porque si algo quería evitar Min, era ser el ejemplo a seguir de su hermana. Consideraba que alguien tan lamentable como él no tenía tan siquiera el derecho de serlo.
Y de alguna manera u otra, YoonGi vivía para su hermana.
Pero una noche donde no había podido continuar con sus trabajos, la escuela era una gran responsabilidad ──aunque YoonGi no fuese un estudiante ejemplar── y las cosas en casa no estaban bien, encontró en el clóset de la habitación de su mamá un equipo para crear música, y al probarlo aún en su estado más desfavorable por el paso de los años, el muchacho empezó a sentir cierta atracción hacia la composición de nuevas melodías.
Desde ese entonces Min YoonGi se ganaba algo de dinero al componer canciones y venderlas hacia las empresas musicales, bajo la esperanza de algún día ser reclutado para obtener un poco más de billetes y satisfacer las necesidades de su única familiar.
Pero claramente en la vida del chico nada podía estar bien. Y ahora, en una condición como la suya, sin tener lugar a donde ir y con su hermana bajo el cargo de su padre abusivo, sólo podía ver oscuridad aunque corriera sin parar por el largo túnel.
Se preguntaba si, ¿estaría bien la pequeña SooHyun? A esa hora debería estar saliendo de clases. YoonGi no había podido comunicarse con ella desde el día anterior y si bien la conocía, estaba claro que le gritaría por no llamarla.
Y ahora que lo pensaba, necesitaba ropa y algunas de sus pertenencias si ahora estaría totalmente fuera de casa. Así que, tomando aquello como invitación, el rubio sacó el celular de su bolsillo y marcó aquel contacto perteneciente a su hermanita, y aunque la espera fue desesperante, hasta el punto en que consideró rendirse, finalmente la llamada fue atendida.
Y en cuanto escuchó su dulce voz, su melodía favorita, no pudo evitar sonreír.
──¿YoonGi?
──¿Quién más, si no?
──¡Jodido idiota! ──vociferó, evidentemente molesta, probablemente saltando de la rabia, y para Min eso fue sumamente divertido──. ¿Sabes lo preocupada que estaba por tí? ¿Por qué no me llamaste?
──Perdóname, pastelito. Apenas he sostenido el celular desde ayer ──dijo, manteniendo un tono sereno.
──No vuelvas a hacer eso, ¿sí? ¡No vuelvas a desaparecer así!
──Ya, ya, tranquila. Estoy bien.
──¿De verdad estás bien? ¿En dónde te quedaste anoche? ──quiso saber, y por la manera en que su tono de voz fue aniñado, YoonGi supo que tenía un puchero en los labios, tal cual una niña pequeña.
──Estaré en casa de NamJoon por unos días, hasta conseguir un lugar a donde ir.
──¿El chico guapo que escribe? Agh, desearía ser tú.
Ante ese comentario, el chico Min arrugó el ceño.
──¡Ya! Deja de vacilar a mis amigos, pequeña malcriada.
──Es que es muy guapo, oppa.
YoonGi bufó con evidente cansancio y simplemente negó, divertido, con su cabeza. Instantáneamente escuchó la risita pícara de su hermana, la cual dejó en claro que no era el único que de divertía.
──SooHyun, ¿qué hay de tí? ¿Estás bien, nena? ──preguntó él, interesado y hasta cierto punto, nervioso por la respuesta que podría obtener.
──Estoy bien, milagrosamente ──rió, nerviosa──. Ayer papá sólo estuvo gritando y en ocasiones se dirigió a mí, pero no hizo nada. Y esta mañana se comportó tan neutral como siempre.
──¿Dijo algo sobre mí?
──Ni una palabra.
El muchacho asintió aunque su hermana no pudiera verlo, y entonces, entre titubeos, se preparó para pedir algo que no le generaba alta confianza.
──Necesito tu ayuda, SooHyun.
──Claro, ¿qué es? ──se mostró curiosa.
──Es que... No tengo ropa aquí, y quería saber si podrías buscar algo en mi habitación sin que papá se de cuenta...
Del otro lado de la línea, tal y como YoonGi se lo esperaba, se presentó un silencio que no llegó a cruzar los límites de la incomodidad, pero tampoco fue fácil de sobrellevar. Y entonces empezó a sentirse el triple de inseguro aún si la respuesta estaba próxima.
──Creo que sí puedo hacerlo, yo...
──No, no. Mejor olvidalo ──interrumpió repentinamente──. Es muy riesgoso, si papá te atrapa entonces será una desgracia.
──Oye, tranquilo. No me hará nada. Ni siquiera debe estar en casa ──aclaró, restándole importancia──. Voy de camino a casa ahora, veré que puedo hacer. ¿Necesitas el equipo de música también?
──Si, pero no...
──Te lo llevaré también. ¿Nos vemos en la cafetería a la que siempre íbamos? ──preguntó, en un tenor alegre, y se debía al entusiasmo de poder ver a su hermano.
YoonGi también estaba feliz de verla.
──Está bien, ahí nos veremos.
──De acuerdo. ¡Te amo mucho, oppa!
Y después de escuchar su preciosa risa, él respondió:
──Yo también te amo, pequeña.
Entonces la llamada terminó.
Al igual que ayer cuando habló con NamJoon, se quedó observando la pantalla de su celular, pero no sólo por las dudas que buscaban carcomerlo, sino también por la bonita imagen de su fondo en donde su hermana y él eran protagonistas. YoonGi abrazaba a SooHyun mientras ella, cariñosamente, plantaba un beso en su mejilla.
El chico confiaba en su hermana, sabía muy bien que era una chica ágil, sin embargo, no podía evitar sentir miedo al haberle encomendado esa tarea, pues también conocía las actitudes de su padre. Un hombre cruel, audaz, tan despreciable como inteligente, y si no tenía la suerte de que se encontrase borracho, sería el fin de la joven Min.
Decidió no pensar negativo. Por el contrario, mantendría en su mente la idea de que SooHyun podría hacerlo sin problema y, entusiasmado por verla, optó por buscar un sobretodo que su amigo le había prestado, mismo que colocó encima de su ropa, dispuesto a salir de casa.
Antes de ello le dejó una nota a Kim en la puerta del refrigerador, indicándole que regresaría pronto, para que así no se preocupase al llegar y encontrar la casa vacía.
De esa manera Min YoonGi salió al exterior, sintiendo las ráfagas de aire frío impactar contra su cuerpo, aún si el gran abrigo representaba una protección cálida, y entonces se preguntó si su hermanita estaría abrigada.
Esperaba que sí o le daría un buen sermón.
Pero mientras caminaba por las calles de Daegu, el rubio volvió a darse cuenta de que caminaba al sentido contrario de todos los demás transeúntes, y otra vez, se realizó de que cada uno parecía igual de preocupado que él y algunos, bajo expresiones neutras.
¿Qué estaría pasando por la cabeza de todas esas personas?
¿Qué clase de problemas tenían?
Se preguntaba YoonGi a lo largo del camino, y pensó en que tal vez no habrían tenido un buen día, o en su defecto, que llevaban sobre sus hombros los mismos problemas de él; y si se trataban de otras cuestiones, no sabría decirlas.
Porque en este mundo todo estaba destinado a caer en algún momento.
Y las personas no éramos una excepción, cayendo al suelo tal y como las hojas de un nostálgico otoño.
· · • • • ✤ • • • · ·
──¡Min YoonGi!
Aquel grito provocó una exaltación en el aludido, el cual giró automáticamente sólo para encarar a la jovencita que, a una velocidad extrema, corría en su dirección. Y como el burlón que era, comenzó a reír al verla trastabillar con una piedra en el suelo y por el balanceo de su cuerpo debido a la gran mochila que traía en su espalda.
En cuanto la tuvo cerca, no se reprimió al decir:
──¿Por qué eres tan enana, eh?
──Ya cállate y déjame abrazarte.
Volvió a reír cuando comprobó la expresión de su carita: ojos entrecerrados, ceño fruncido, labios abultados y sus mejillas rojas. Pellizcó la nariz pequeña de la jovencita, ocasionándole una pequeña carcajada, y sin más que esperar la abrazó con toda la fuerza que podría tener, para mantenerla en sus brazos y evitar que se fuera lejos.
Mismo objetivo que persiguió SooHyun al abrazarlo de igual manera.
Apreció la calidez eminente en los brazos de su hermano y como si de un gatito se tratase, intentó fundirse en su cuerpo como una clara muestra del cariño que le tenía. Y YoonGi, acostumbrado a ese acto de la pelinegra, sonrió ampliamente, enseñando toda su dentadura.
──Te extrañé mucho, pequeña.
──Sólo ha sido un día ──exclamó ella en una voz débil, eso debido a que tenía la cara completamente pegada al cuerpo de su hermano y las palabras sólo vibraban contra su pecho.
──No importa si es un mes, un año, o tan sólo un par de horas. Estar sin tí es un castigo, Soo.
Y luego de esa respuesta por parte del mayor de los Min, la fémina alejó el rostro de su musculatura y observó esos ojos pequeños, brillantes, llenos de una galaxia interminable, y al mismo tiempo, la sonrisa espléndida que se formaba en sus finos labios.
Para todo el que los viera estaba muy claro que eran hermanos. No sólo por las demostraciones de afecto que se brindaban constantemente, sino también por el enorme parecido entre los dos. Desde los ojos gatunos, hasta la forma de su nariz y la escultura de sus belfos, Min YoonGi y Min SooHyun eran completamente idénticos, y para las pocas personas que se encontraban en aquella cafetería observándolos fue un hecho.
──Yo también te extrañé, hermanito ──susurró, alzándose de puntitas para alcanzar la mejilla del muchacho.
Ante el toque de sus labios en su piel, él sonrió más, y estuvo dispuesto a hacer algo de no ser por que SooHyun, como la chica hiperactiva que era, se removió en sus brazos hasta quedar libre y así poder sacarse la mochila de sus hombros, misma que al parecer le pesaba por la expresión de dolor que colocó en su rostro.
──¿Pudiste hacerlo? ──inquirió curioso, YoonGi.
Ella asintió con su cabecita simultáneamente le entregaba el bolso a su hermano.
──Sí, te dije que podría ──recordó──. Papá no estaba en casa, probablemente llegue tarde esta noche.
──Muchas gracias, pequeña ──dijo bajo una sonrisa, pero dicha se desvaneció cuando finalmente atrapó la mochila y comprobó que, efectivamente, pesaba──. Oye, ¿qué tanto pusiste aquí?
──Sólo tu ropa. Aquí está lo que pude traer de tu equipo ──le mostró otro bolso negro, riendo suavemente por la expresión desorientada del mayor──. ¡Ah! Y también un pequeño presente mío, está en la mochila.
El rubio observó ambos bolsos en sus brazos y suspiró suavemente, procediendo entonces a deslumbrar los ojos profundos de la menor.
──De verdad, muchas gracias por esto. No sé que haría sin tí.
──No es nada, oppa. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea ──aseguró, sonriéndole tiernamente a él──. ¿Vamos a la barra a pedir algo?
Sin objeción alguna YoonGi aceptó, y con eso fue suficiente para que los dos dieran camino hacia el lugar mencionado. Él no pudo evitar reír en el transcurso, pues le resultaba divertido como ella daba saltitos emocionados, tal y como una niña.
Una vez que ambos estuvieron ahí, la pelinegra se dirigió a su hermano.
──¿Deseas algo?
Min lo pensó por un momento, pero su respuesta fue tan predecible que ni siquiera SooHyun se sorprendió.
──Un capuchino.
──Tú y tú obsesión con la cafeína ──bromeó, sacándole una risotada──. Yo quiero una soda.
El trabajador del otro lado de la barra apuntó las órdenes en una hoja y les regaló una amable sonrisa antes de alejarse. Mientras tanto, YoonGi decidió preguntarle a su hermana acerca de su día.
──¿Cómo te fue en la escuela hoy?
Y automáticamente eso salió de sus labios, ella colocó una expresión de agobio.
──Ugh, estoy al morirme con eso ──lloriqueó, pataleando un poco──. Hoy dictaron un trabajo de historia que representa el cuarenta por ciento de la calificación final, y nos dieron poco tiempo para ello.
──Eres la chica más inteligente de esa escuela, Soo ──manifestó YoonGi, en una pequeña sonrisa──. Le sabes perfectamente bien a esos contenidos.
Y no mentía.
SooHyun se encontraba en segundo año de preparatoria, y para los diecisiete años que tenía de vida, ella era toda una cajita de conocimientos. No importa de qué tema hablara, tenía más del aprendizaje base para hablar al respecto y, más importante, lograr todo aquello que se propusiera. Eso para YoonGi era todo un orgullo, pues admiraba como su hermanita, aún cuando era niña, se esforzaba tanto en aprender y así usarlo a su propio beneficio.
Muy a diferencia del mayor, que no pudo tomar buenos estudios por toda la situación, la pequeña SooHyun tenía la posibilidad de ser muy grande dentro de unos años.
Y si se trataba de dos asignaturas como Historia y Filosofía, ella lo tenía todo.
──Sé eso, YoonGi. Pero... ──la joven tomó una pausa para suspirar──. Me siento con una presión encima.
Justo como SooHyun tenía su inteligencia, también sentía la necesidad de hacerlo todo a la perfección. No era un defecto, pero en ocasiones, sí aquello que la frenaba para trabajar.
──Estás llegando a los exámenes finales, ahora la presión es mucho peor porque, si no me equivoco, este año representa el mayor porcentaje del promedio final, ¿cierto?
Soo asintió.
──Así que es entendible que sea de esa manera, más porque la competencia es alta. Pero, pequeña ──el muchacho acarició su cabeza, intentando sacarle una sonrisa más grande de la que se había formado en sus labios──, eres muy inteligente y capaz de hacer todo eso. Lo harás increíble.
Ella bajó la cabeza, un poquito avergonzada por esos halagos, y sonrió ampliamente.
──Gracias, oppa.
──No es nada, mi vida. Y escúchame lo que te diré, no le hagas el más mínimo caso a lo que pueda distraerte de esto ──pidió──. Concéntrate en estudiar para que tengas buenos resultados.
──Eso haré...
El rubio le regaló una pequeña sonrisa, evidenciando ánimos para ella, sin embargo, dicha automáticamente descendió cuando pensó, inevitablemente, en todo lo que estaba sucediendo. Dejó que un suspiro escapara de sus labios al mismo tiempo en que giraba hacia el frente, evitando que ella pudiese notar su cambio repentino, pero claramente había sido tarde, porque los ojos atentos de Soo capturaron aquello.
Y fue por ese mismo motivo que decidió hablar.
──YoonGi, no te preocupes por mí ──inició serena, llamado la atención del susodicho──. Sé cómo sobrellevar las cosas, o al menos lo intentaré. Y en caso de que suceda algo con papá, aplicaré todo lo que me enseñaste.
──No voy a regresar a casa.
──Yo lo sé. Y me parece que es la mejor decisión que puedes tomar ──declaró──. Que tú y papá estén en casa no es lo mejor que puede suceder.
──Pero tú...
──Hermano, no te preocupes por mí, por favor ──la mano pequeña de SooHyun se arrastró sobre la barra hasta alcanzar la de YoonGi, y en cuanto la sostuvo, sintió la calidez atraparla──. Voy a estar bien en ese lugar.
──Prometo sacarte de ahí, ¿de acuerdo? ──susurró, evidenciando un tono de completa seguridad en su voz──. No vivirás ese infierno por mucho tiempo. Y ante cualquier cosa, llámame, ven conmigo, que yo siempre estaré ahí para tí: dispuesto a salvarte, cueste lo que cueste.
El corazón de SooHyun se estrujó cuando escuchó a su hermano hablar de esa manera, y en un débil tono, como si estuviera a punto de llorar, dijo:
──Lo haré, hermano. Sólo confía en mí.
YoonGi sintió sus ojos picar, como una clara indicación de que podría echarse a llorar en cualquier momento, y ver los ojos de la menor brillar intensamente, llenos de lágrimas acumuladas, sinceramente no ayudaba. Por eso, antes de que ella pudiera verlo mostrarse débil, se removió en su lugar hasta poder abrazarla por los hombros y hacer que su cabeza cayera en su hombro.
Después de ese momento melancólico entre ambos hermanos, sus respectivas bebidas fueron llevadas a la mesa, y entonces una nueva conversación surgió. Los dos Min hablaron acera de música, tema que le interesaba, principalmente, al mayor, pero que a SooHyun le encantaba por sólo saber que significa algo sumamente importante para su familiar.
A partir de ahí todos los temas de conversación comenzaron a unirse, formando un hilo sin fin y logrando que, durante esa hora completa, Min YoonGi y SooHyun olvidaran por completo sus problemas y sólo fueran felices.
Pasado ese tiempo, llegó el momento de despedirse. El rubio y la pelinegra avanzaron por las calles de DaeGu, jugando y bromeando tal cual dos niños pequeños, sin preocupaciones o debates que pudiesen atormentar sus cabezas. Y en esos últimos minutos, el hermano mayor se deleitó con la dulce imagen de la jovencita caminando por las líneas de la acera, bajo las reglas de que no podía tocar lo demás en el suelo.
Ambos estuvieron juntos hasta que llegó el momento de tomar dos caminos opuestos, sin la posibilidad de tan siquiera cruzarse. YoonGi abrazó a su hermana como si fuera la última vez que tendría la posibilidad de hacerlo y una vez más le agradeció por todo lo que había hecho. De igual manera, le pidió que se cuidara y, como último, volvió a repetirle que la amaba.
Una declaración que quería que jamás olvidara.
Y ahora, después de unos minutos, el joven Min iba de camino a la casa de su amigo, en completo silencio mientras pensaba. Últimamente sólo hacía eso: pensar, pensar y pensar. Dar vueltas alrededor de una sola idea, sin llegar a un resultado o, en su defecto, tenerlo. Este instante, luego de que su hermana tomara rumbo a casa, no era la excepción.
A pesar de confiar en todo lo que había dicho, para YoonGi era inevitable no sentir miedo cuando el tema incluía a su padre abusivo. Ese hombre era impredecible, cruel, sin escrúpulos que le impidiese hacer lo que quisiera, y aunque no lo pareciera, era lo suficientemente inteligente para darse cuenta hasta de lo más pequeño.
Bajo una mirada realista, no negativa, SooHyun estaba en peligro.
Y tenía miedo.
Sentía miedo de no poder cumplir con su promesa de cuidarla y que finalmente ese hombre le pusiera un dedo encima.
Si eso sucedía, YoonGi jamás se lo perdonaría.
Pero antes de poder pensar en ello y agobiarse con una idea como esa, él joven se exaltó por reconocer el lugar en donde se encontraba como el parque que el día anterior había atravesado. Aún se encontraba en el exterior, caminando por la acera a un lado del lugar, sin embargo, como si de alguna clase de fuerza se tratase, el joven se detuvo en su posición y observó hacia el precioso parque, deseando adentrarse en él. Justo como ayer, el ambiente tenía aquel toque otoñal, con las hojas cayendo de los árboles y pequeñas brisas frescas que no tardaban en colarse entre sus hebras rubias. Y a la par en que apreciaba esa imagen tan única, a su mente llegó el recuerdo de la joven castaña que había encontrado, y no supo cual de las dos visualizaciones fue más hermosa.
Entonces, como si de un imán se tratase, YoonGi no pudo evitar caminar a través del parque, bajo el deseo escondido de verla una vez más.
Caminar por ese lugar le trajo muchos recuerdos, pues de pequeño, tal como en la actualidad, el rubio amaba el otoño. Le resultaba curioso ver las hojas marchitas caer y, al mismo tiempo, pensó en esa época cuando su mamá aún estaba presente.
Una sonrisa inevitable apareció en sus labios ante ello, no obstante, dicha fue automáticamente retirada cuando frente a él, a tan sólo unos metros y a una distancia menor a diferencia de ayer, aparecía la castaña desconocida.
El joven se exaltó al verla, no sólo por el temor de que pudiera reconocerlo, sino también por una realización que lo hizo dudar. La jovencita estaba sentada en un banco cercano, con la mirada vista sobre el libro encima sus muslos y ocasionando que, por la posición, su pelo corto cubriera parte de su bonito rostro. Sus dedos acariciaban suavemente las páginas de ese libro, pasándolas cada vez que concluía la lectura placentera, y por más tonto que se escuchase, Min YoonGi quería ser ese libro.
Abierto ante ella, permitiéndole conocer su vida.
Sin embargo, lo más curioso en su posición, era el hecho de que la jovencita usaba un uniforme escolar, el mismo que su hermana: blazer negro, falda por encima de sus rodillas, de la misma tonalidad, camisa blanca y una corbata azul oscura. Supo entonces que estudiaba en la misma escuela.
¿Cuántos años tendría?
YoonGi realmente quería saber. Estaba curioso acerca de esa muchachita, sin embargo, sabía que no podía acercarse. No quería asustarla o ser alguna amenaza, pero más importante, tenía algo de inseguridad por ello.
¿Por qué se acercaría?
Él negó con la cabeza, tratando de olvidar esa clase de ideas. Y entonces, sin más, continuó con su camino a través del parque.
No miró atrás.
Y no pudo notar el llamado que le propició la jovencita desconocida al finalmente observarlo, pidiéndole con la mirada que diera media vuelta y que, por favor, le dijera su nombre, le hablara.
Que finalmente la ayudara.
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