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Una solución para todos

Capítulo I

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La guerra había terminado hace medio año y por fin todos los sobrevivientes habían conseguido regresar a sus países de origen, y en particular en Konoha, comenzó la reconstrucción de la aldea. Los ánimos estaban más tranquilos ante la idea de haber terminado con los conflictos entre países y aldeas por haberse unido contra un enemigo en común. Konoha había recibido mucha ayuda de las otras aldeas, por lo que era cuestión de tiempo para que una nueva era de paz los abrazara.

Mientras la mayoría de los ninjas trabajaban en las partes dañadas de la aldea, Shikamaru Nara salía corriendo de su casa y saltaba al primer techo que encontró para no llegar tarde a su cita con Temari. Aprovecharía al máximo aquella reunión para ver a la mujer que tanto amaba y conversar sobre un tema que su madre le pidió tomar en cuenta: con la muerte de su padre, pronto el consejo de su clan lo nombraría líder y con ello, se esperaría que tuviera a una esposa a su lado, con la que tendría al futuro heredero del liderazgo del clan.

Aún le dolía la muerte de su padre, nunca olvidaría el llanto nocturno de su madre las primeras semanas en que regresó a la aldea con la terrible noticia. Su madre se había mostrado fuerte en el funeral, agradeció con solemnidad cada pésame recibido y no perdió el control en ningún momento. Pero cuando todo terminó y se quedaron solos, Yoshino Nara se derrumbó y se aferró con fuerza al abrigo de su hijo.

Yo sabía que esto podría pasar algún día... él era un ninja... pero me prometió siempre volver, y siempre cumplió sus promesas... hasta hoy...

Shikamaru la abrazó con fuerza, también con lágrimas corriendo por sus mejillas le juró protegerla y ser un orgullo para su padre. Y así, madre e hijo, trataron de sonreírle al otro y se prometieron en silencio apoyarse y nunca olvidar al maravilloso hombre que había sido Shikaku Nara.

¿Sabes lo que implica ser líder de nuestro clan, Shikamaru? — Le preguntó su madre esa mañana, meses después.

— Sí, liderar y tomar decisiones como lo hacía padre.

— Y a pesar de tu nuevo trabajo en la torre del Hokage, no debes faltar a tus deberes.

— Sí, sí... es problemático, pero lo entiendo.

— Bien, tampoco olvides que el consejo quiere casarte, sé listo y adelántate a sus planes. — Esos meses la mujer se había vuelto un poco más ecuánime, pero Shikamaru sabía que se debía a que aún la embargaba la tristeza de perder a Shikaku y que por ello no tenía la misma fuerza que antes.

— Hoy hablaré con ella, le propondré matrimonio en el monte de los Hokages.

Yoshino alzó una ceja.

— En ese caso, los esperaré en la noche con una cena deliciosa, no lo olvides Shikamaru...

— Hai, hai...

Y en esos momentos estaba por llegar a la torre del Hokage, donde la comitiva de Suna iba saliendo.

— ¡Hey! — Saludó el chico alzando la mano.

Temari sonrió y despidió a sus hombres con un movimiento de cabeza, de manera que quedó sola con el Nara.

— Tan puntual como siempre.

— ¿Qué tal estuvo su viaje?

— Agotador como siempre. — Pasó una mano por su frente pero sonrió. — Pero el clima de Konoha es muy refrescante, así que no me puedo quejar mucho.

El chico sonrió.

— ¿Quieres ir a comer algo?

— Creí que nunca lo preguntarías. — Y tomó el brazo del chico. — Hay algo de lo que me gustaría hablar.

Shikamaru la miró con diversión.

— Yo también, pero las damas primero. — Temari rio con ganas.

— Si no fueras tan flojo, serías el caballero perfecto...

El chico movió una mano restando importancia.

— Hay muchas cosas muy problemáticas, pero vale la pena hacerlas si es por ti.

Temari se sonrojó y dejó escapar una risa ligera. A ambos les gustaba por fin poder ser honestos con sus sentimientos, disfrutaban mucho de la compañía del otro y siempre tomaban las misiones diplomáticas a Suna o a Konoha.

Pronto llegaron a un pequeño restaurante que solo tenía mesas al aire libre, pues el interior aún se encontraba en construcción pero los dueños por lo menos disponían de una cocina para poder reiniciar su negocio.

— Queremos té y dos ordenes de dango. — Ordenó la rubia y la mesera hizo una reverencia para retirarse.

— Para llevar, por favor — Indicó el chico con alegría, pero Temari frunció el ceño.

— ¿Tienes prisa?

— No, más bien pensaba que por la hora, podríamos ir a comer a otro lado con menos gente.

La chica de Suna sonrió.

— De acuerdo.

Shikamaru sonrió contento mientras sentía la pequeña caja de madera que tenía en el bolsillo, y donde guardaba una hermosa argolla de oro, era sencilla, pero le había costado mucho dinero y esfuerzo encontrarla en un mundo convulsionado por la guerra.

En cuanto les entregaron su orden, caminaron tomados del brazo y con calma conversando sobre cómo habían estado, Temari no preguntó nada, solo se dejó llevar por su amado novio. Pronto llegaron al pie del monumento de los Hokages y Temari sonrió.

— ¿Comer viendo las nubes? Eso es muy Nara de tu parte.

El chico se encogió de hombros.

— Si no puedo ser una nube, por lo menos me gusta estar cerca de ellas.

Temari sonrió.

— Eres un caso perdido, Shikamaru.

— Pero aún así te gusto.

— Es cierto, supongo que algo debe andar mal en mí... — Dijo muy sonrojada mientras escuchaba la franca sonrisa del chico.

Después de un rato, Shikamaru señaló un par de bancas de madera que con anterioridad había pedido al capitán Yamato que pusiera en ese lugar.

— No había visto esto antes... — Temari señaló la vista. — Konoha es muy hermosa, tiene mucho verde en todos lados.

Shikamaru sonrió mientras colocaba el recipiente de madera y los dangos sobre la tela en que habían envuelto los bentos.

— Suna tampoco está mal, los tonos amarillos por lo que pasa hasta ser de noche son maravillosos, además Kankuro me dijo que hay algunas noches de diciembre en que se logran ver auroras boreales.

— Es cierto, debes ir a verlos, es un hermoso espectáculo...

Entonces el chico acercó su rostro al de ella y depositó un casto beso sobre sus labios.

— Los veremos juntos un día, te lo prometo...

Temari sonrió mientras le devolvía un beso más enérgico.

— Es una promesa... — Suspiró ella mientras lo abrazaba y así comenzaron a contemplar el cielo en silencio y sintiendo una paz completa.

Un rato después, retomaron su charla y comieron con tranquilidad hasta que Temari carraspeó para empezar a hablar algo que necesitaba comunicarle a su pareja.

— ¿Shikamaru? — Temari tomó un poco del té que aún quedaba de lo que habían comprado.

— Dime... — El chico estaba viendo el cielo, que ahora era de un tono naranja. Estiró su mano hacía el horizonte donde veía el sol ocultarse y calculó que tenía poco más de 10 minutos antes de que el ocaso se marchara y diera paso a la noche.

— Gaara habló conmigo antes de venir, me dijo que el Raikage solicitó un intercambio especial con Suna. — Shikamaru asintió mientras estiraba sus brazos a la chica, quien con una sonrisa recargó su espalda en el pecho de él y se dejó envolver entre sus brazos mientras observaban el atardecer. — Al parecer tienen problemas con algunos grupos rebeldes y han solicitado apoyo a la Alianza Shinobi para tratar ese asunto. A cambio de la ayuda de Suna, nos darán provisiones que realmente necesitamos.

— Hokage-sama no me ha hablado de ello. — Señaló Shikamaru.

— Konoha fue la aldea que más resultó dañada, por ello los Kages consideraron que era mejor no solicitar ayuda al Hokage, necesitan todas las manos para seguir levantándose.

— Supongo que es lógico. — Él suspiró. — Supongo que como embajadora de la Alianza Shinobi tendrás que ratificar a un grupo de tu aldea, ¿No?

Temari asintió.

— Gaara me pidió que liderara al equipo que irá a Kumogakure... — Se quedaron en silencio.

— ¿Por cuánto tiempo será?

Temari sintió que el cuerpo del chico se tensaba.

— Probablemente un año, quizás un año y medio, depende de qué tan complicada sea la situación.

El silencio volvió a rodearlos, Temari sabía lo que eso significaba... Shikamaru estaba pensando y repensando la situación... la pregunta era... ¿Por qué?

— Temari... — Shikamaru la contempló mientras veía los últimos rayos de sol caer y empezar a sentir los primeros rastros de viento frío en la piel.

— Es una gran oportunidad para mi y no será por mucho tiempo... — Ella se separó del chico para poderlo ver cara a cara. Se sorprendió de verlo tan constrariado. — ¿Qué ocurre?

— ¿Cuándo te irás?

— Mañana regresaré a Suna y después de organizar al equipo iremos a reunirnos con el equipo de la Mizukage para llegar juntos a Kumo. — El rostro del chico había palidecido. — Shikamaru... me estás asustando, ¿Qué pasa?

Tragó pesado y sacó la caja de madera que tenía en su bolsillo.

— Yo... — Abrió la caja para mostrar la hermosa argolla.

— Shikamaru... — Susurró Temari mientras se llevaba las manos al pecho.

— Yo iba a pedirte que te casaras conmigo... — La noche ya los envolvía y las luces del alumbrado público se encendieron.

— Claro que sí... — Exclamó ella con alegría mientras lo abrazaba y tomaba la joya entre sus manos. — Podemos casarnos cuando regrese... O podrías venir conmigo...

Shikamaru no sonrió, era un genio pero jamás hubiera pensado que algo así pasaría.

— Temari, mi clan espera que yo me case pronto...

La rubia sintió la felicidad abandonarla de golpe.

— ¿Qué tan pronto?

— Lo suficiente como para evitar que ellos planeen un matrimonio arreglado. — Pasó una mano por su cabeza, aquello era demasiado problemático.

— Yo... — Ella dudó.

— ¿Y si le dices a Gaara que asigne a otra persona?

Ella negó.

— Suna perdió suficientes ninjas como para que haya alguien de rango alto para dirigirlos... — Pero una idea llegó a su mente. — ¿Y si nos casamos ahora?

Shikamaru abrió los ojos sorprendido.

— Temari, no podemos casarnos y que te vayas al otro día, hay normas y tradiciones que se deben seguir en mi clan...

— Entonces ven conmigo... vamos a Kumo y cuando regresemos nos casamos... — La desesperación comenzó a escucharse en su voz.

— He sido nombrado asistente de Hokage-sama y debo prepararme para ayudar a Naruto cuando tome el puesto, es algo que sabes que decidí hace tiempo... Además tampoco puedo abandonar a mi madre, aún sufre demasiado por la muerte de papá.

La chica frunció el ceño.

— ¿Qué clases de normas tiene tu clan? Es estúpido que nos hagan tener esta discusión... — Se puso de pie y con el movimiento brusco, se derramó el té que quedaba.

— No esperaba que algo así sucediera... — Shikamaru seguía sentado, pero ahora escondió su cabeza entre sus brazos con frustración.

— Así como tu no puedes abandonar a los tuyos, yo tampoco, Shikamaru... Gaara solo nos tiene a Kankuro y a mi... — Se sentó con el chico, no solo la felicidad la había abandonado, también las fuerzas... — Aún si Kankuro fuera a Suna, tendría que estar en la aldea ayudando a entrenar a la nueva milicia.

Shikamaru la miró con tristeza.

— ¿Entonces? ¿Qué sucederá con nosotros? — Su voz salió un poco rasposa, dolía cada palabra.

— No lo sé... — Los ojos de la fuerte ninja se humedecieron. — ¿De verdad tienes que casarte?

— No lo sé... — Negó con la cabeza. — Las cosas están organizadas de determinada manera para mantener el orden y asegurar el bienestar de todos en la aldea y dentro del clan...

— ¿No puedes negarte...? ¿No puedes... esperarme un poco? — Preguntó ella, pero él negó. — ¡¿Por qué?! ¡¿No decías que me amabas?! — Ella gritó y se puso de pie. — ¡¿Por qué tienes que ser tan cobarde?! ¡¿Por qué?!

— No soy perfecto, ¿De acuerdo? — Fue su turno de explotar. — Y sí, te amo, te amo más que a nada en el mundo, eres la mujer más maravillosa y perfecta y tengo suerte de que me hayas querido de igual forma... Pero no puedo abandonar al rey por el que debo luchar, debo cuidar de Konoha para que Mirai y todos los niños tengan un lugar donde crecer en paz... ni puedo dejar sola a mi madre, me necesita ahora más que nunca...

— No te pido que abandones a tu madre ni tus objetivos de proteger tu aldea... — Temari se acercó a él con tristeza. — Solo te pido que esperes a que yo pueda cuidar de mi aldea, entonces vendré a vivir a Konoha si eso me pides. — Ella sujetó las manos del chico y lo miró con súplica. — ¿Es posible, Shikamaru?

Shikamaru pensó en su padre y no supo qué haría él en esa situación, estaba solo.

— No lo sé, Temari... — Aquella respuesta enfureció a la mujer.

— Eres un... — Pero se detuvo al sentir las lágrimas correr por su rostro. — Supongo que si no puedes luchar por nosotros, entonces no vale la pena seguir... — La rubia se quitó el anillo del dedo anular y lo puso en la banca, a un lado del chico. — Me alegro de que sucediera ahora, antes de que involucráramos a más gente y más sentimientos...

Temari era orgullosa, no volvería a rogarle a Shikamaru Nara ni a nadie más en su vida. Shikamaru la observó llorar y quiso acercarse pero sabía que él era el origen de su dolor, no tenía derecho a limpiar siquiera sus lágrimas.

— Temari... hablaré con Hokage-sama, haré lo que sea necesario... — Rogó el chico pero Temari se dio la vuelta.

— Sigues siendo el mismo bebé llorón de siempre... — Y se marchó sin mirar atrás.

Una vez estuvo solo, notó que en su rostro también había lágrimas, ni siquiera sintió cuando comenzaron a salir.

— Temari... — Suspiró con dolor mientras sujetaba el anillo dorado y lo arrojaba al bosque.

Ya no lo necesitaba.

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— ¿Shikamaru? — La voz de su madre se escuchó en el recibidor de su casa. — ¿Qué horas son estás de llegar? Te dije que los esperaba... — Pero se quedó muda al ver el lamentable estado de su hijo, iba con el cabello suelto y con los ojos rojos. — ¿Qué sucedió?

— Temari tiene sus propias obligaciones que seguir... — Yoshino no necesitaba saber más, así que se apresuró a abrazar a su hijo y estrecharlo en su pecho como él había hecho en el funeral de Shikaku.

— A veces las cosas pasan por algo, hijo... sé que duele, pero un día pasará...

Y Shikamaru se aferró a su madre.

— Yo la amo...

— Lo sé... Lo sé, hijo...

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Al día siguiente, Shikamaru no pudo dormir, por lo que se levantó antes del amanecer y corrió a la entrada de la aldea, donde Kotetsu le informó que la comitiva de Suna había salido a la media noche de regreso a su aldea. Con el corazón roto, marchó de regreso a su casa, para prepararse para un día agotador en la torre del Hokage.

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El clan Hyuga había tenido numerosas bajas en la guerra, quedó tan reducido que Hiashi Hyuga se vio obligado a terminar con el sello del pájaro enjaulado. A partir de ese momento, todos los niños que nacieran en el clan, serían considerados iguales y tendrían las mismas posibilidades de desarrollo, claro, siempre protegiendo a sus líderes.

Hinata y Hanabi habían estado muy contentas por los cambios sucedidos en su clan, pero la muerte de Neji era algo que no se podía superar en solo seis meses. Pero los múltiples problemas que pasaba el clan para reconstruir su distrito estaba requiriendo de toda su atención y no podían darse el lujo de seguir con lamentaciones.

— ¿Por qué reconstruiremos el clan con las mismas dimensiones de antes si ahora apenas somos cuarenta en el clan? — Preguntó Hanabi al mirar los pergaminos de la vieja estructura que estaba revisando su padre.

— El clan volverá a crecer, ya hay seis mujeres esperando hijos y además debemos mantener el estatus de nuestro clan. El clan Hyuga se levantará más fuerte y más alto. — El abuelo Hyuga apareció en el estudio donde estaban Hiashi y sus dos hijas, quienes hicieron una reverencia a su abuelo. — No es la primer guerra a la que sobrevivimos, ni será la última.

Hiashi asintió a lo dicho por su padre y continuó revisando los pergaminos amarillentos.

— No hay suficiente madera ni piedras para los cimientos que necesitamos. — Hiashi señaló una parte. — Podemos costear su compra pero el hokage indicó que la reconstrucción de las casas y negocios civiles sean la prioridad. Además ya cortamos suficientes árboles de nuestro territorio, si continuamos, deforestaremos la zona y eso sería perjudicial.

El anciano suspiró cansado. Ahora las decisiones las debían tomar ellos cuatro, los otros ancianos del clan Hyuga murieron al inicio de la invasión de Pain en las afueras de Konoha y al parecer no alcanzaron a ser resucitados. Ahora dos niñas debían ayudarles a pensar en las posibilidades.

— Podemos comprarla a otros países. — Sugirió Hinata quien miraba lo que su padre señalaba. — Y las piedras se pueden conseguir dinamitando alguno de los montes que colindan entre nuestro clan y el distrito Uchiha.

— Supongo que Hokage-sama podría ver viable esa opción. — Aceptó Hiashi.

— Pero no podemos dejar a nuestras mujeres y niñas dormir en la intemperie, ya estamos hacinados en la mansión. — Señaló el abuelo. — No podemos esperar a exportar madera de otros países.

Los cuatro se quedaron pensativos, cuando un golpe en la puerta del estudio llamó su atención.

— Hokage-sama manda llamar a Hinata-sama. — Dijo el casi niño que ahora era el encargado de atender a la visitas en el clan.

— Gracias Hiro. — Hiashi asintió. — Ve, y si puedes expón el problema al Hokage para poder encontrar una solución.

La chica de cabellos azules asintió. Se dio prisa en ir a su habitación por su abrigo lavanda y salió de prisa, saltando de techo en techo hasta llegar a la torre del Hokage.

Entró por la puerta principal y pronto se encontró en las escaleras con Sakura y Naruto, que iban bajando.

— Buen día... — Saludó Hinata con una breve reverencia, a lo que Sakura respondió con una sonrisa.

— Hola Hinata, hace tiempo que no te veía. — Comentó Sakura mientras acomodaba un mechón de su rosa cabello.

— Sí, hemos tenido mucho trabajo en el clan...

— Me imagino, en el hospital es igual, hay muchísimas mujeres embarazadas. — Comentó la chica. — Shizune-san dice que es normal que después de una guerra suceda esto, si tienes tiempo nos vendría bien una mano.

Hinata sonrió.

— Lo haré. — Entonces miró al chico de rubios cabellos que se había quedado en silencio al verla. — Hokage-sama me mandó a llamar, con permiso...

Pero entonces la voz del chico la llamó.

— Hinata.

— ¿Sí? — Ella sintió la duda en su voz, pero se alegró de no tartamudear.

— ¿Crees que podríamos hablar? — Preguntó el chico con la mirada baja.

— Si... — Respondió mientras sentía su corazón vibrar... no había vuelto a hablar con Naruto desde el funeral de Nej hace casi medio año...

— Te espero en el techo de la torre cuando termines. — Indicó el chico con una sonrisa que le devolvió la confianza a ella.

— De acuerdo. — Y continuó con su camino al despacho del Hokage.

Al llegar, tocó la puerta y esperó, pronto un ojeroso Shikamaru le abrió.

— Buen día, Shikamaru-san... — Murmuró ella.

— Buen día Hinata... — Y bostezó.

— No seas maleducado, Shikamaru, hazla pasar. — La voz del Hokage se dejó escuchar.

Shikamaru se hizo a un lado y la chica pasó hasta llegar al escritorio del líder de su aldea.

— Buen día Hokage-sama.

— ¡Yo! Buen día Hinata-chan, gracias por venir, toma asiento.

Ella se sentó en la silla que estaba a su lado mientras Kakashi empezaba a buscar unos pergaminos.

— Tengo listos los papeles que tu padre me pidió firmar... — Y le entregó unas hojas. — Veo que declinaste el liderazgo a favor de tu hermana.

— Así es. — Respondió e hizo una reverencia.

— Me pregunto el por qué, ya no hay sello para ningún miembro de tu clan por lo que creí que asumirías el liderazgo.

La chica se sonrojó ligeramente.

— Ser líder era el sueño de mi hermana, espero que en tiempos de paz sea la fuerza que necesita nuestro clan para prosperar... — Sonrió ligeramente.— Por mi parte, yo deseo continuar con mi carrera ninja.

Kakashi se sentó frente a la chica y asintió.

— Bien, te anotaré para los próximos exámenes jounnin, ahora es noviembre, quizá en primavera estemos en mejores condiciones para realizarlos.

— Se lo agradezco, Hokage-sama. — Entonces recordó la solicitud de su padre. — Hokage-sama, tenemos un problema en el clan.

— Te escucho. — Entonces el Hokage le hizo una seña a Shikamaru para que le acercara un par de libros del estante que estaba cerca de la puerta.

— Con la madera y los materiales que tenemos, solo es posible hacer seis viviendas nuevas y necesitamos cuando menos veinte más. — Apretó sus manos. — Además de que la mansión requerirá mucha más madera y manos que trabajen en ella, la mayoría de la gente que queda de mi clan son mujeres civiles y niños.

Kakashi suspiró cansado.

— Me temo que ya le dije a tu padre que no puedo vender más madera al clan Hyuga, ¿No pueden esperar un poco mientras conseguimos un poco más de otros países? Yamato está al borde del colapso por producir tanta madera.

— Las personas ya están durmiendo en la parte que queda de pie de la mansión, pero... — Detuvo sus palabras cuando el Hokage alzó una mano.

— Déjame pensarlo y ver qué puedo hacer.

— Hai, se lo agradezco, Rokudaime-sama.

— ¿Anotaste todo, Shikamaru?

Pero cuando Hinata volteó a ver al chico, lo vio dormir sobre unos papeles que estaban en el único sofá de la oficina.

— Vaya flojo... — Murmuró Kakashi... — Cuando tenga una propuesta, te mandaré llamar, ¿De acuerdo?

— Gracias... — Y con una última reverencia, salió el lugar para encontrarse con Naruto en el techo de la torre.

Su corazón palpitaba dolorosamente con cada paso que daba, realmente agradecía ser capaz de hablar sin tartamudear, quería que Naruto viera a la mujer fuerte en la que se estaba convirtiendo.

Al llegar vio al chico recargado en el barandal contemplando la aldea.

— ¿Naruto-kun?

El chico volteó y sonrió.

— No tardaste nada.

Hinata sonrió.

— Fue un asunto breve... — Y señaló las hojas que llevaba consigo.

El rubio asintió.

— Creo que te debo una respuesta Hinata-chan... — El rostro de ella se sonrojó. — Pero la verdad es que no sé qué decir, agradezco de todo corazón tus sentimientos pero me temo que no te conozco...

Ella ladeó un poco la cabeza.

— ¿Cómo? — Preguntó un poco confundida.

— Sé que eres Hinata-chan y que eres muy buena y que cocinas muy rico... — Naruto se puso nervioso y caminó hasta llegar a ella, se notaba que le estaba costando un poco de trabajo hablar. — Soy un idiota, por estar siempre persiguiendo a Sasuke me perdí de muchas cosas en la aldea... Siempre haz sido muy buena conmigo, te enfrentaste a Pain solo para darme una oportunidad de luchar de nuevo... además de que por mi culpa... Neji... me temo que ahora cada vez que te veo, recuerdo a Neji y me siento muy culpable por no haber sido lo suficientemente fuerte para evitar que muriera.

Hinata bajó la mirada, de pronto sintió su corazón estrujarse con fuerza.

— No fue culpa de Naruto-kun, fue mía, él murió porque yo decidí proteger a Naruto-kun, yo soy la que debió ser más fuerte. — Por eso quería ser jounin y hacerse aún más fuerte.

— Para nada, Hinata-chan ya es perfecta... pero no puedo corresponder tus sentimientos... lo siento... — Lo último lo dijo en un susurro.

Hinata sonrió con tristeza.

— No hay problema, fue mi decisión todo lo que hice y jamás esperé obligar a Naruto a hacer algo que no lo hiciera feliz... agradezco que me dieras una respuesta. — Y dio un paso hacía atrás.

— Además... — Pero ella lo interrumpió.

— No es necesario añadir algo, está bien...

Él negó.

— Tienes que saberlo.

Pero ella se dio la vuelta dispuesta a irse.

— Sakura-chan y yo estamos saliendo... — Alcanzó a escuchar Hinata cuando llegó a las escaleras que te dirigían al piso inferior.

— Oh... felicidades...

— ¿Hinata-chan?

— Debo ir a casa, hay mucho trabajo que hacer... — Respondió sin mirarlo, no quería que el chico que por tantos años había amado, la viera llorar.

Sin energía, Hinata caminó despacio hasta el distrito de su clan, en esos momentos sintió que todos sus avances habían sido en vano, realmente había albergado la esperanza de que el chico de rubios cabellos le diera la oportunidad, tan solo una oportunidad de demostrarle cuanto lo amaba. Pero eso no iba a ser posible, jamás.

Al llegar a su clan, vio a un par de mujeres embarazadas recolectar leña en la parte trasera de la mansión, así que ella se dio prisa en llegar hasta ellas.

— Hinata-sama — Hicieron una reverencia las mujeres, pero la peliazul le quitó la madera que llevaba una de ellas.

— No se esfuercen por favor, póngalos sobre los otros. — Le dijo a la otra mujer.

— Es muy pesado... — Susurró la otra mujer.

— No importa, ustedes y sus hijos son lo más importante para el clan en estos momentos, deben cuidarse, yo llevaré esto. — Y les sonrió para animarlas.

La otra mujer muy apenada puso la madera sobre la que ya llevaba la chica y se dirigieron a la mansión.

— El invierno ya está sobre nosotros... — Murmuró una mujer. — Quizás pronto caiga la primera nevada del año...

Hinata miró hacía el cielo, era cierto, los últimos días habían estado muy despejados, era como la calma antes de la tempestad.

— Hinata-sama y Hanabi-sama se están esforzando mucho, gracias. — Y la mujer le hizo una reverencia a la peliazul, quien sonrió.

Tal vez Naruto acababa de romper sus tontas ilusiones de amor, pero no tenía tiempo que perder, debía asegurar a su clan antes de que padecieran el frío de la nieve sin un techo tibio que los protegiera a todos.

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— ¿Qué haré? — Murmuraba Kakashi mientras miraba el techo y jugueteaba con su sombrero de Hokage, ya casi oscurecía pero él aún no podía irse.

— Ya terminé de revisar los papeles del Hospital, parece que el dinero será suficiente para reconstruir el área de operaciones. — Indicó Shikamaru mientras guardaba la carpeta en el librero.

— Bien, — Asintió el Sexto Hokage. — Me pregunto si Yamato podría encargarse del distrito Hyuga... — Dijo para sí mismo pero el chico lo escuchó.

— Yamato se está encargando de el centro de la aldea, no puedes cambiarlo de zona.

Kakashi lo miró.

— El clan Hyuga necesita madera y mano de obra para levantar su distrito, no sé qué hacer... son tan pocas personas que tampoco los puedo dejar a su suerte.

Shikamaru se alzó de hombros.

— Pueden exportar madera, tengo entendido que sus arcas de dinero son grandes.

Kakashi suspiró.

— Supongo que esa es la única opción... ve a casa a dormir, tienes un semblante horrible... si Naruto te ve así creerá que eres un fantasma y se asustará...

El chico hizo una mueca pero aceptó.

— Buenas noches.

Shikamaru caminó con las manos en los bolsillos y cuando salió de la torre, sacó su paquete de cigarrillos, tomó uno y lo prendió con el encendedor de Asuma. Dio una calada y continuó con tristeza el camino hasta su hogar.

Al llegar a la puerta, tiró el cigarrillo y lo pisó, para proceder a sacar sus llaves y entrar, pero antes de que pudiera encontrar sus llaves, la puerta se abrió revelando la imagen de su madre.

— Pasa, hijo... — Su semblante era tenso.

Shikamaru frunció el ceño y entró a su hogar. Cuando pasó el recibidor, vio a dos hombres parte del consejo de su clan.

— Buenas noches, Shikamaru-sama... — Ambos hombres se pusieron de pie y reverenciaron al chico.

— Tomen asiento, por favor... — Y los cuatro se sentaron.

— Venimos en nombre del consejo para tratar de un par de asuntos que el clan requiere solucionar. — El chico asintió y el hombre continuó. — Durante la guerra se perdieron tres de las cinco bodegas para almacenar alimentos, con dos es suficiente para alimentar al clan y a los ciervos durante este invierno, pero los otros tres servían para el comercio y ahora estamos privados de esa fuente de ingresos.

— Entiendo, pensaré en una alternativa para ese problema. — Los hombres asintieron agradecidos.

— Nosotros tenemos una sugerencia si nos lo permite, para el consejo del clan Nara es un honor que nuestro futuro líder sea la mano derecha del sexto y que se esté preparando para apoyar al Séptimo Hokage cuando llegue su momento, pero...

— Pero... — Dijo el chico con aburrimiento.

— Antes que consejero, Shikamaru-sama es nuestro líder y quisiéramos que usted asumiera el puesto lo antes posible.

— ¿Quieren adelantar la ceremonia de nombramiento? — Preguntó Yoshino un poco irritada, ella realmente no quería que abrumaran a su hijo en esos momentos de tristeza por el rompimiento con su amada.

— Así es. — Respondió el otro hombre.

— ¿Qué tiene que ver la ceremonia de nombramiento con la pérdida de nuestras 3 bodegas de almacenamiento? — Preguntó el chico mientras cerraba los ojos pensativo, Yoshino pensó que su hijo era la viva imagen de Shikaku Nara.

— Un heredero solo puede asumir el puesto de líder cuando está casado.

— Y tenemos una opción en mente, una opción que puede ayudarnos a recuperar un poco de la perdida por las bodegas destruidas.

— ¿Y bien? —Shikamaru comenzó a frotarse la cien, sentía que una fuerte jaqueca venía a él.

— Un matrimonio por conveniencia con el clan Hyuga podríamos ayudarnos con la dote que recibiría usted, y a cambio de eso, podemos dar refugio a los miembros de su clan durante el invierno, hemos escuchado que van muy lento con la reconstrucción de sus viviendas.

Shikamaru continuó masajeando su cien, desgraciadamente esa no era una mala idea. Su clan tenía el pedazo de bosque más grande de la aldea, también podrían venderle madera a los Hyuga, pero también era cierto que ni con toda la ayuda terminarían de construir antes de que empezaran las nevadas.

— Creo que simplemente se podría hacer un intercambio con el clan Hyuga. — Dijo Yoshino al ver el silencio en su hijo. — Que paguen por el refugio, Shikamaru puede esperar un poco más antes de la ceremonia...

— Pero el clan necesita que Shikamaru-sama nos guíe en estos momentos, ya es mayor y debe demostrar que respeta las leyes de su clan...

Los dos hombres y su madre comenzaron a discutir, haciendo que el chico se irritara.

— Suficiente. — Exclamó Shikamaru cuando la jaqueca por fin estalló pero su mente había llegado una conclusión luego de repensar en todas sus opciones.

— ¿Qué hará, Shikamaru-sama? — Preguntó uno de los hombres.

— Iremos a pedir la mano de Hinata o de su hermana, o de quien los Hyuga quieran casar... — No olvidaba que Hinata estaba enamorada de Naruto, así que no la iba a arrastrar a esa odisea.

— No podemos aceptar a cualquiera, tiene que se Hinata-sama o Hanabi-sama. — Dijo uno de los hombres.

— De acuerdo... Mañana... — Y miró a su madre. — Mañana iremos a hablar con Hiashi Hyuga.

Los dos hombres asintieron complacidos y se marcharon de inmediato, sin embargo Yoshino miró con tristeza a su hijo una vez solos.

— No tienes que hacerlo... — Fueron las palabras de la mujer.

— Temari es muy orgullosa y yo soy muy terco, creo que nunca iba a funcionar... — Soltó su cabello esperando que eso ayudara a que la jaqueca pasa pronto. — Supongo que es momento de crecer y asumir mis responsabilidades.

Yoshino puso una mano en el hombro de su hijo.

— Todo irá bien...

Pero él sabía que no era así, la vida era demasiado problemática, solo le quedaba seguir adelante.

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A la mañana siguiente, Hinata y Hanabi iban a beber un poco de té en la cocina de la mansión cuando los apresurados pasos de Shiro llegaron hasta ellas.

— Hinata-sama, Hanabi-sama — Dijo casi sin aliento el niño. — Una comitiva del clan Nara quiere hablar con su padre.

Las hermanas se vieron entre sí y asintieron, entonces el niño corrió en busca del patriarca. Hinata ya estaba vestida para entrenar pero Hanabi aún estaba en pijama por lo que fue a su habitación a cambiarse, era su deber cómo hijas del patriarca recibir a los invitados. Para no hacerlos esperar, Hinata tomó la tetera que tenía en la estufa improvisada, y la colocó en una bandeja con varias tazas junto con algunas galletas que había horneado la noche anterior y llegó hasta el salón donde estaban los invitados.

— Buenos días. — Saludó la chica con una breve sonrisa, no había dormido nada pero los modales en su clan siempre debían ser impecables.

— Buenos días, Hinata... — Saludó Shikamaru con voz ronca. — Te presento a mi madre Yoshino Nara.

La mujer hizo una breve reverencia, Hinata le sonrió y colocó la bandeja frente a ellos, procediendo a servir tres tazas.

— Buenos días Hinata-sama, soy Shobimaru Nara, cabeza del consejo del Clan Nara.

— Es un placer conocerlo, mi padre nos acompañará en unos momentos. — Y les dio su mejor sonrisa.

Shikamaru notó que la chica tenía un par de ojeras bajo sus ojos, así como algunos raspones en las manos, supuso que había estado entrenando hasta tarde. En cambio, Hinata al sentirse observada por el chico, alzó la vista y notó que las tres personas estaban viéndola, cosa que la hizo sonrojar.

— Están muy ricas estás galletas... — Dijo Yoshino para romper el ambiente que se había vuelto un poco pesado.

— Gracias, las elaboré anoche... — Respondió la chica aún con el rostro colorado de vergüenza.

— Vaya, entonces tienes buena mano para la cocina, eso es de reconocerse. — Señaló la mujer.— Dime, ¿Cómo conseguirte que el azúcar no se quemara?

— El secreto es poner un poco de canela molida cuando se agrega el azúcar... — Hinata agradeció la intervención de la mujer, hablar de algo que conocía le ayudó a tranquilizarse ante el escrutinio del hombre que acompañaba a Shikamaru y su madre.

Pronto apareció Hiashi seguido del pequeño Shiro, quien se despidió con una reverencia y cerró la puerta del salón al salir. Hinata hizo un ademán por levantarse pero con un breve asentimiento Hiashi le indicó que se quedara.

— Buen día, es un honor contar con la presencia de los líderes del clan Nara.

Shikamaru hizo una breve reverencia y asintió.

— Primero que nada queríamos agradecerle su apoyo para transportar el cuerpo de mi difunto esposo. — Yoshino hizo una reverencia más pronunciada. — Sin la comitiva Hyuga, hubiera sido imposible que su cuerpo estuviera presente en la gran ceremonia que ofició Rokudaime-sama.

Hiashi asintió con solemnidad.

— Los clanes de Konoha deben apoyarse mutuamente, Shikaku Nara no solo fue un estratega imprescindible para Konoha, también fue un amigo y un compañero muy apreciado por mí y mi difunta esposa.

Yoshino sonrió en forma de respuesta y fue el momento en que Shobimaru Nara tomó la palabra.

— El motivo de nuestra visita es pedir ayuda al Clan Hyuga en estos momentos tan complicados que atraviesa la aldea. — El hombre hizo una reverencia. — Shikamaru-sama le explicará lo sucedido.

— El clan Nara perdió las provisiones de alimentos que vendíamos a Konoha y otras aldeas... — Pensó en qué palabras usar, debía tener cuidado con el ego de los Hyuga. — Hokage-sama mencionó que necesitan madera, por lo que nosotros podríamos proporcionar suficiente para el invierno.

Hiashi cerró los ojos y asintió.

— Agradezco la oferta, deberé consultarlo con nuestro consejo, pero puedo adelantar que estamos interesados. — Respondió Hiashi sin querer demostrar que el clan estaba casi desesperado por conseguir esos materiales.

— Hay otro asunto que queremos que considere usted y su consejo. — Añadió el chico, quien trató de hablar con claridad. — Ante la ausencia de mi padre, es mi deber proteger y cuidar de la gente de mi clan, por lo que seré nombrado líder antes de que acabe este año.

— Enhorabuena, Nara-sama. — Hiashi y Hinata lo reverenciaron.

— Para poder asumir el puesto que me corresponde, debo contraer matrimonio para asegurar el futuro de mi clan... — Shikamaru hizo una pausa, dejando que el silencio envolviera a todos los presentes. — El punto es que mi clan desea establecer un matrimonio por conveniencia con el clan Hyuga.

Hinata se sorprendió y miró a su padre, quien asentía.

— ¿Qué ofrece el clan Nara por la mano de alguna de mis hijas?

— El clan está en la disposición de proveer de mano de obra para que les ayuden a reconstruir su distrito, así como dar asilo durante el tiempo que necesiten a las familias de su clan. — Respondió Shobimaru.

— Esas son cosas y acciones que cubrirían necesidades presentes, pero el matrimonio es un compromiso de por vida por lo que no es suficiente para entregar a una de mis hijas.

— Creo que a largo plazo los beneficios son considerables. — Yoshino habló. — Imagine la capacidad que podrían tener sus nietos... el byakugan de su madre y la inteligencia de los Nara. Ambos somos clanes que reconocemos y sobre estimamos la sangre pura, pero son nuevos tiempos y nunca se estará lo suficientemente preparado para el futuro.

Hiashi asintió.

— Bien, en ese caso... — Hiashi miró de reojo a Hinata, quien quería fruncir el ceño, pero la etiqueta se su clan la obligaba a permanecer lo más inexpresiva posible. — ¿A quién desea tomar como esposa, joven Nara? ¿Hinata o Hanabi?

Shikamaru solo podía pensar en lo problemático que era aquello.

— Yo aceptaré a quien ustedes elijan. — Shikamaru trató sin mucho éxito de ocultar su pesar.

— Hanabi ha sido ratificada como futura líder del clan Hyuga, sin duda ella estará honrada de aceptar su propuesta. — Hinata abrió la boca ante las palabras de su padre... ¿Iban a casar a su hermana pequeña? Hanabi no sería feliz con esa decisión, ya estaba en una relación con Konohamaru desde apenas un par de meses, pero eran muy felices.

— Es un honor muy grande para nosotros que proponga a la futura líder de su clan. — Yoshino había pasado toda la noche pensando en aquello, su hijo le había contado que Hinata estaba enamorada de Naruto, quien era su amigo, y que no quería obligarla a casarse con él, pero la mujer también era lista y sabía que tenía más cosas en común con la peliazul que con la pequeña Hyuga, además de que Hinata ya era una mujer y estaba lista para procrear. — Sin embargo pienso que será un poco difícil para los dos asumir sus responsabilidades como líderes, no sería justo para ninguno de los dos clanes que su líder no viva con ellos. — Entonces miró con una sonrisa a la chica presente. — Sin embargo Hinata-sama tiene la misma edad que mi hijo y he quedado encantada con sus dotes culinarios, sin duda sería una gran esposa para mi hijo.

Shikamaru cerró los ojos con cansancio, también sabía que Hinata era la mejor opción pero eso significaba traicionar la confianza de ella, pues una vez que les tocó cuidar a Mirai juntos, le había contado lo sucedido en la guerra y cómo había muerto Neji, no necesitaba ser un genio para ver lo tanto que amaba al rubio. Y si el rubio decidía corresponder sus sentimientos, sería todo un lío. Sí, Shikamaru ya había pensado en mil maneras distintas en que podría salir mal su matrimonio arreglado con Hinata.

— Que así sea. — Respondió Hiashi con los ojos cerrados, Hinata también cerró los ojos pero se obligó a hacer una reverencia sintiendo un nudo en la garganta. Ella ya no tenía nada que perder, Naruto la había rechazado y Hanabi aún tendría la oportunidad de ser feliz con alguien que la correspondía igual, pero significaba que debía renunciar a su sueño de ser más fuerte y eso dolía mucho. — Bien. — Asintió Hiashi sin mostrar ningún indicio de lo que pensaba. — ¿Cuándo será la ceremonia de nombramiento de Nara-sama?

— El 27 de diciembre. — Respondió Shobimaru Nara. — ¿Consideraría prudente realizar la ceremonia matrimonial en dos semanas? Así la joven pareja tendrá tres semanas para prepararse para la ceremonia de nombramiento.

— Es muy poco tiempo. — Hiashi abrió los ojos con calma.

— Sabemos que la aldea no está en condiciones para celebrar un evento así, por lo que nos ofrecemos a llevarlo a cabo en nuestro bosque, asumiremos el costo del evento...

Pero Hiashi alzó una mano interrumpiendo a Yoshino.

— Nosotros cubriremos los costos, así como el hecho de que recibirán la dote de Hinata... — Hiashi hablaba pero Hinata dejó de escucharlo, tenía la cabeza baja, realmente era cierto aquello de que todo lo que puede ir mal, irá peor. Apretó sus puños... Casarse no estaba entre sus planes, ella quería seguir creciendo y ser jounin, quizás ANBU y seguir perfeccionando su estilo de pelea aún había muchas cosas que quería hacer... pero valía la pena si Hanabi podía verse libre de ese compromiso.

— Estoy de acuerdo con los términos. — Dijo el líder de los Hyuga y todos se pusieron de pie. — Que ésta alianza sea el inicio de una buena relación entre nuestros clanes para el beneficio de Konoha.

— Estoy segura de que lo será. — Yoshino asintió. — Nos veremos pronto, Hinata-san.

La chica apenas se despidió con un breve movimiento de cabeza y vio marchar a la comitiva del clan Nara. Una vez que estuvo sola con su padre, procedió a levantar la bandeja del piso pero al ver que él se marchaba en silencio, lo llamó.

— Padre... — Hiashi no volteó, solo se quedó quieto.

— Los Nara son un clan inteligente, nos han tendido una mano sin pretender herir nuestro orgullo pero consiguiendo lo que buscaban, sin embargo, nosotros también nos beneficiaremos, siendo Shikamaru-san asesor del sexto Hokage y del que sea el próximo en obtener ese puesto, tu matrimonio nos asegura estar cerca de la política de la aldea y el país. Sé una esposa buena y servil.

Y se marchó, dejando a la chica sola en el salón.

.

Más tarde, Hanabi se dirigió a la habitación que Hinata usaba para descansar y la encontró buscando al fondo de un baúl enorme; la habitación estaba débilmente iluminada por una lámpara de aceite y la peliazul solo se ayudaba para iluminar su búsqueda con una pequeña vela.

— Onee-san...

— ¿Sucede algo, Hanabi? — Preguntó la mayor sin dejar de buscar.

— ¿Qué buscas?

— Perdí la última liga que usaba para amarrar mi cabello, busco alguna otra.

La niña asintió y pasó a la habitación con su propia lámpara de aceite.

— Oí todo cuando papá le contó al abuelo. — Comenzó Hanabi. — Lamento lo sucedido... aún podrías negarte...

— Hanabi... — Murmuró Hinata aún de rodillas en el suelo, pero pero la menor la ignoró.

— Es en serio, yo sé que en realidad tu amas a Naruto y estoy segura que podrías conseguir que él se fijara en ti... yo me casaré con Shikamaru-san, es mi responsabilidad como líder del clan.

Hinata suspiró con tristeza e inhaló profundamente para ganar un poco de tiempo, aún de rodillas se giró para mirar a su hermana.

— Creo que lo más lógico es que sea yo quien lo haga, Shikamaru-kun ha sido mi compañero en la academia y de misiones, además ambos compartimos el cuidado de Mirai a veces, no lo veo como una pareja pero es amable y seguro será un compromiso muy tranquilo.

— ¿Y qué hay con Naruto?

Hinata colocó sus manos en su regazo y negó.

— Él rechazó mis sentimientos... y yo necesito continuar con mi vida, y si puedo ayudarte a ti y al clan a superar estos momentos tan difíciles, no lo pensaré dos veces. — Entonces dudó por un segundo. — Además creo que tampoco será fácil para Shikamaru-kun, sabía que él estaba saliendo con Temari-san, creo que por eso estaba tan incómodo con la situación.

Hanabi quiso replicar, pero Hinata le sonrió.

— No es justo.

— Lo sé, pero todo irá bien... — Realmente quería sentir la calma que estaba tratando de aparentar ante su hermana. No quería comprometerse con nadie, quería seguir entrenando cada día hasta desfallecer, quería ser capaz de proteger a su clan y a la aldea como Neji lo hizo con ella, se sentía en deuda con todos.

— Si tu lo dices... — Hanabi sabía que no estaba bien pero Hinata siempre buscaba causar los menos problemas posibles y cargar en silencio con sus problemas, pero ella estaría ahí para apoyarla siempre.

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En la casa de los Nara, Shikamaru estaba revisando unos pergaminos en el portón de su casa que daba al estanque de peces Koi que tenían en el patio trasero.

— Hokage-sama avisó que pronto se recuperaría la luz en la zona de nuestro clan. — Dijo Yoshino mientras acercaba una gran lámpara de aceite a su hijo.

— No te preocupes, mi vista es buena y la luna es muy brillosa hoy. — Respondió el chico, quien movió algunos pergaminos al ver que su madre se sentaba a su lado.

— No creí que Hiashi propusiera a la pequeña Hanabi, aún debe ser una niña.

El chico sonrió con sorna.

— No es como que Hinata y yo fuéramos muy grandes, apenas tenemos 19 años.

— Y ya sobrevivieron a una guerra ninja peleando al frente, deberías darle más méritos a sus logros.

— Aún así, supongo que será problemático a pesar de que es muy capaz y amable.

— ¿Qué te preocupa, hijo?

— Realmente nada... — Estiró sus brazos hacía atrás y miró la luna.

— Eres un mal mentiroso.

— Es solo que nuestros amigos harán un escándalo y es problemático.

— Lamento lo que sucedió con Temari-san, — La mujer sintió como se tensaba el chico. — Pero necesito aclararte una cosa. — El asintió sin mirarla. — Una vez estés casado no consentiré que lastimes a tu esposa, sé que no será fácil pero te aseguro que las heridas van sanando con el tiempo y hasta podrías enamorarte de Hinata-san, ella tiene un don.

— ¿Cuál? — Preguntó un poco divertido ante la advertencia de su madre de no serle infiel a Hinata.

— Cocinar. — Ella sonrió. — No subestimes el poder de la comida, a tu padre lo conquistó mi guisado especial en una de las reuniones del clan, sé mejor que nadie cuánto necesita comer un Nara para que su mente funcione al cien de su capacidad.

Shikamaru dejó escapar una risa franca.

— Seré amable con ella, lo prometo.

— Bien, porque si me entero de lo contrario necesitarás muletas por un par de días.

— Qué problemática... — Murmuró él.

— ¿Qué dijiste?

— Nada, nada...

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Hola, espero que les guste este nuevo proyecto, las actualizaciones no serán inmediatas pero espero hacerlo de manera regular. Sus opiniones y comentarios me ayudan a saber qué tal va la historia.
¡Muchas gracias por leer!

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