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Una familia perfecta

Disclaimer: Naruto no me pertenece, es propiedad de Masashi Kishimoto, yo escribo sin fines de lucro. 

Advertencia: Escena 18 +

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Capítulo V.

Una familia perfecta

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El embarazo se volvió un completo reto para ella, quien sintió por primera vez un temor irracional de no ser una buena madre para su hijo conforme se cumplían los nueve meses de gestación. El sobrino de Shikamaru, Kento, se había convertido en un gran apoyo para Hinata, gracias a su compañía es que Yoshino Nara había dejado de estar tras de ella todo el tiempo, lo cual le permitió respirar. En las mañanas, cuando Shikamaru ya se había marchado al trabajo, Hinata salía a hacer una larga caminata con el chico, quien solía ofrecerle su brazo y conversaban de banalidades. En las tardes, Hinata le enseñaba a cocinar al chico y cuando terminaban de comer, este se iba para salir un rato con sus amigos del clan antes de ir a dormir a su casa, se iba poco antes de que Shikamaru regresara a su hogar.

—¿Segura que está bien que me vaya antes?

—Por supuesto, ve con ellos a pescar, de cualquier forma mi hermana llegará pronto. —dijo Hinata mientras le sonreía al adolescente.

—Bueno, pero no haga nada de nada. —el chico se secaba las manos pues acababa de terminar de lavar los trastes.

—Estaré bien, Kento, ve y diviértete un poco... solo deja la puerta entreabierta para que Hanabi entre.

—Haaai.

Una vez se quedo sola en el comedor, sintió el movimiento del bebé que llevaba en su vientre y fue sobrecogida por un fuerte sentimiento de amor, pues a pesar de sus circunstancias, de todo lo que había renunciado y de las incertidumbres de su futuro, la certeza de amar a ese pequeño le daba calma en esos momentos. Mientras acariciaba su vientre, sentía cómo la firma de chakra de su hermana se acercaba a su hogar, desde hace una semana la visitaba todos los días a la misma hora.

—¿Onee-san?

La suave voz de Hanabi la hizo levantar la cabeza y le sonrió a su hermana menor.

—¿Cómo estás, Hanabi-chan?

—Bien, ¿Tú cómo te sientes hoy?

—Muy bien, este pequeño está muy activo.

Hanabi hizo una mueca.

—Hubiera preferido que fuera chica, tendré que encargarme de que no sea un vago y flojo como su padre.

Hinata sonrió, los últimos meses habían sido muy pacíficos al lado de Shikamaru. Después del beso que compartieron la noche de la fiesta en la que anunciaron su espera, no volvieron a mencionar ese momento y eso había ayudado a que una relación de camaradería se estableciera entre los dos. Además de que cuando terminaron las vacaciones de Shikamaru, este se encargaba de salir lo más pronto posible de la torre para llegar a casa y cenar con Hinata. Estuvo ayudando al Nara con varias planeaciones respecto a la economía del clan, pero este último mes le había pedido que descansara y que se centrara totalmente en el bebé, así que pasaba estos días con las visitas nada sospechosas de Ino, Chouji y su propio equipo, además de Hanabi.

—Será un chico muy inteligente.

—¿Y ya tienen un nombre? —preguntó la menor.

—Sí, se llamará Shikadai.

—Eso suena muy Nara... —Hanabi se quejó pero pronto se recompuso. —Papá manda decir que no tienes que asistir a las reuniones de clan en lo que te recuperas.

—Está bien, yo creo que en un par de meses podré retomar todo como antes.

—Deberías ver el clan, es un caos de bebés llorando por todos lados, hasta Ko se la pasa lavando ropa de bebés.

Hinata tenía varias semana que no iba a su clan, a pesar de que Shizune le había dicho que llevaba un embarazo muy sano, ambos clanes le dijeron que no debería salir del distrito Nara hasta que el bebé hubiera nacido.

—Supongo que debe haber mucho movimiento, ¿no?

—Sí, se nota que todos están felices de que estos bebés ya no lleven la marca del pájaro enjaulado, seguro Neji estaría feliz de verlo. —Hanabi sonrió y estiró la manos para acariciar el vientre de su hermana. —Si el siguiente bebé es niño sería genial que se llamara como Onii-san. —aquel comentario congeló a la chica, al parecer su hermana no lo notó porque su atención estaba en el movimiento del bebé.—El abuelo dice que si este bebé no hereda el byakugan probablemente el siguiente si lo tenga, parece que todos están a la expectativa.

Hinata se mordió un labio.

—Yo esperaba que un hijo fuera suficiente.

Ahora sí la otra Hyuuga notó la incomodidad de Hinata.

—Yo pienso que es suficiente, no les hagas caso.

—Hanabi. —llamó a su hermana, quien quitó su mano del vientre y se sentó recta al escuchar el llamado de su hermana. — ¿Qué más han dicho padre y el abuelo sobre mi?

La castaña desvió su mirada.

—No creo que sea un buen momento, shikamaru-kun dijo que nada de emociones fuertes para ti...

—Sabes que no saber me estresa más.

Hanabi sonrió pero Hinata sintió que no era un gesto totalmente honesto.

—Papá quiere entrenar a Shikadai, se la pasa diciendo a todos que seguramente será un genio.

—Hanabi...

—Y el abuelo dice que al paso que vamos en un año el clan estará justo como antes de la guerra... bueno, falta casi la mitad del clan pero todos son muy optimistas.

—Hanabi...

La castaña se paró de golpe y empezó a dar vueltas por la cocina.

—No es nada importante Hinata, solo creo que se les subió a la cabeza que estés con el futuro consejero de la aldea, ya sabes cómo es papá, no dice nada pero en la última reunión de clanes estuvo más arrogante de lo normal... —se detuvo de golpe y se arrodilló junto a su hermana para así poder tomar sus manos entre las suyas. —Y... me siento terrible contigo, onee-san...

La voz de la Hyuuga menor se quebró, alertando a Hinata.

—¿Qué pasó?

—Konohamaru fue a hablar con papá para que nos permitiera salir de manera oficial... y papá aceptó y me siento mal porque todo es gracias a que tu asumiste este compromiso con los Nara... siento que mi felicidad es a costa de la tuya y eso no me deja en paz.

Hinata recordó la charla que tuvo con Hanabi más tarde después de que los Nara fueran a pedir la mano de una de las hijas de Hiashi Hyuuga.

—Te dije que no lo pensaría dos veces si con este matrimonio lograba solucionar los problemas del clan... además, me alegra que una de las dos pueda estar con la persona que ama... además Shikamaru ha sido muy considerado, es muy gentil, así que no lo estoy pasando mal, todos en el clan Nara han sido buenos conmigo.

La niña negó.

—Pero no es justo... tu querías seguir con tu carrera ninja...

Hinata suspiró.

—El futuro no está escrito en piedra, Shikamaru me ha dado muchas esperanzas de que pueda retomar mi carrera en el futuro. —sonrió tratando de hacer llegar sus sentimientos a su hermana menor. —Todo estará bien.

La otra chica suspiró y se levantó con pesar.

—Aún así... mientras no dejes de pensar en ti, está bien.

Y así continuaron conversando el resto de la tarde hasta que llegó Shikamaru y la Hyuuga se despidió para ir a descansar a su casa.

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Lo que a Shikamaru le gustaba más de su matrimonio con Hinata es que pudieron crear rutinas simples y predecibles. Apreciaba los esfuerzos que hacía la chica por cumplir con sus obligaciones y le sorprendía la capacidad de análisis que tenía para ayudarle a resolver los problemas de su clan. Siempre supo que Hinata era una mujer muy lista, pero vivir con ella le había enseñado que era pragmática y sensata, lo cual había encajado por completo con la forma de ser del Nara.

Le gustaba vivir una vida no tan problemática.

—¿Todo bien? —preguntó el Nara al ver el rostro serio de la mujer.

—Sí, ¿Qué tal tu día? —le preguntó con una sonrisa en el rostro.

—Agotador, Hokage-sama derramó ramen por culpa de Naruto en unos documentos que enviaríamos a Kirigakure y tuve que ayudarlos a rehacerlos.

La risa melódica de la chica le gustaba.

—¿Te sirvo de cenar?

—No, yo lo hago. —dijo el Nara y se sirvió un plato.

—Lo hizo Kento, le quedó muy bueno el yakimeshi.

—Parece que tiene buena mano con la cocina. —respondió él después de probar el primer bocado. —Eres una gran maestra, Hinata.

La chica se sonrojó ligeramente y regresó la mirada a lo que estaba leyendo, pues mientras Shikamaru cenaba, Hinata ojeaba la revista que tenía en sus manos. Ino solía dejar esos artículos para que ella pudiera leerlas, generalmente no le interesaban pero con los cambios de humor que experimentaba, le parecían una buena distracción.

—Shikamaru... —la chica bajó la revista y lo miró con un poco de aprehensión. —¿A ti te gustaría tener otro hijo?

El moreno dejó los palillos y miró a la chica que estaba sentada a su lado.

—Siendo honesto no lo sé, los Nara no solemos tener familias muy grandes porque es muy problemático... ¿Por qué lo preguntas?

—Sé que está abierta la posibilidad de divorciarnos en el futuro... pero a veces creo que es más importante el bienestar de nuestros clanes que lo que uno como individuo necesita...

Shikamaru se recargó en su silla y miró el techo blanco del comedor, entendía lo que decía Hinata.

—Supongo que la manera de hacer más fácil todo esto sería enamorándonos... —dijo como si fuera un cálculo de los que estaba acostumbrado a hacer. —Pero si eso ocurriera y decidiéramos permanecer juntos, probablemente no podrías retomar tu carrera ninja... yo mismo he dejado de cumplir misiones para atender el papeleo y los problemas que hay en la torre.

—¿Es egoísta que quiera algo más que solo ser una matriarca?

—Ser ninja en Konoha significa defender la voluntad de fuego... de proteger el futuro de nuestros niños y de todos los habitantes de la aldea... pelear en el frente no lo es todo, también los políticos y dirigentes de clanes podemos marcar una diferencia, pero solo tu puedes saber de qué manera quieres ayudar... —carraspeó un poco incómodo. —Además, estoy seguro de que Neji aceptaría la decisión que tomes, el quería que fueras feliz...

Hinata bajó la mirada y acarició su abultado vientre.

—Supongo que aún tengo tiempo para aclarar mis ideas, este pequeño necesitará de muchos cuidados cuando nazca.

Su esposo sonrió y estiró una mano para acariciar el vientre de la mujer.

—Vas a ser una magnífica mamá, y yo me esforzaré por ser un buen padre para nuestro hijo. —se puso de pie y se acercó para depositar un casto beso en la frente de la chica. —Todo irá bien, Hinata, confía en mi.

Ver el sonrojo en el rostro de la chica y sentir que su chakra se había calmado, hicieron que el Nara respirara más tranquilo. Esos meses de embarazo le habían servido para repensar en su vida y sus metas para el futuro, y se había dado cuenta de que quería que Hinata permaneciera a su lado como la madre de su hijo. Si ella tenía la idea de marcharse y regresar a la vida de kunoichi, la apoyaría a cumplirlo porque se lo debía ya que ella había resultado ser una gran ayuda en todos los aspectos, pero si podía convencerla de permanecer al lado de su hijo y trabajar desde las posibilidades que daban ser líder de un clan, no escatimaría en esfuerzos.

Pero no solo eso, después de la muerte de su padre Shikaku se dio cuenta de que si no fuera por su madre no hubiera podido levantarse y seguir adelante... así que muy profundo en su corazón deseaba que su hijo también tuviera a su madre por si él tenía que hacer un problemático sacrificio, al final de cuentas era parte de los hombres de confianza del Hokage y siempre sería un objetivo. No quería que Shikadai se quedara solo, así que Shikamaru llegó a la conclusión de que si lograba ganarse el afecto de Hinata, eso sería lo mejor para ambos y para el pequeño que estaba pronto a nacer.

—Confío en ti, Shikamaru... —murmuró ella.

—¿Vamos a dormir?—preguntó él y la chica asintió con una pequeña sonrisa.

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Aquella noche Hinata casi no pudo dormir, no conseguía acostumbrarse al constante dolor de espalda ni a todos los malestares.

—Iré a preparar el desayuno. —dijo ella mientras sentía al Nara levantarse en la madrugada.

—Yo lo hago, pero primero me daré una ducha, hizo mucho calor esta noche... bajaré en unos minutos.—pero justo cuando se dirigía al baño, un quejido lo hizo voltear y vio a Hinata doblándose del dolor en la cama.

—Duele... —exclamó la chica con alarma mientras cerraba los ojos.

—¿Son contracciones? —preguntó el chico, quien se apresuró a sujetarla y ayudarla a sentarse.

—Eso creo... —ella se esforzó para respirar profundamente. —Está pasando el dolor...

—Se supone que faltaban un par de semanas más, ¿no?—preguntó asustado, a pesar de que ya había estado con Kurenai-sensei cuando empezó la labor de parto, se sentía muy asustado y como un primerizo.

—Creo que ya quiere nacer... —y una mueca de dolor volvió a adornar el rostro de la peliazul.

—Vamos al hospital ya mismo. —la cargó en forma de princesa y salió de la casa sin detenerse, saltando de techo en techo en dirección al hospital.

Una vez llegaron, una enfermera se acercó a ellos.

—¿Qué sucede?

—Parece que empezaron las contracciones... —dijo Shikamaru porque la chica no podía hablar del dolor.

—Shizune-san no está, llamaré a la doctora de turno. —dijo la enfermera mientras un camillero llegaba para ayudar a acostar a la mujer en una suave camilla.

—¿Quién es la doctora del turno nocturno? —preguntó un poco desesperado, apenas estaba amaneciendo y sabía que seguía el médico del turno nocturno, estaba a punto de ir por Tsunade-sama con tal de que Hinata y su hijo tuvieran la mejor atención pero se detuvo al escuchar el nombre de su colega.

—Sakura-san estuvo como encargada esta noche, ya la estoy llamando. —dijo la mujer mientras se colocaba un auricular en el oído, así que Shikamaru corrió tras el camillero.

Pronto una hermosa mujer de cabellos rosas apareció en la habitación que le asignaron a Hinata.

—¿Cada cuando son las contracciones? —preguntó mientras el chico sostenía la mano de la peliazul, quien pujaba sin querer.

—Parece que cada diez minutos.

—Revisaré su dilatación...

Mientras la doctora comenzaba con la revisión de Hinata, Shikamaru sostuvo su mano con fuerza, quien a pesar de ya no quejarse, se notaba el dolor en su rostro sudoroso y rojo por las sensaciones que la embargaban para traer al mundo a su primogénito. Shikamaru sintió náuseas cuando Sakura anunció que ya se había roto la bolsa de líquido amniótico y que solo faltaba esperar que la dilatación aumentara unos cuantos centímetros más aunque eso podía tomar algunas horas, sin embargo él decidió mantenerse a su lado sin quejarse.

A partir de ese punto todo fue muy problemático para ambos padres primerizos. Las horas que pasaron se les hicieron eternas, entre dolor y nervios, pero cuando llegaron Shizune e Ino a asistir a Sakura en el momento en que el bebé comenzó a salir, todo se aceleró, la larga espera les parecía un mal sueño que se disipó cuando escucharon un fuerte llanto.

—Es un niño muy sano. —dijo Shizune mientras terminaba de revisar y limpiar el bebé, para después ir a colocarlo en los brazos de su madre, quien a penas pudo cargar al bebé, sintió que todo lo que había sufrido había valido la pena.

—Bienvenido, Shikadai... —murmuró la mujer de largos cabellos.

Las tres doctoras salieron de la habitación para darles un momento de privacidad a la nueva familia.

—Es hermoso... —fue lo único que pudo decir Shikamaru al ver al tierno bebé en los brazos de su madre. Sus cabellos negros tenían el mismo tono que su madre y habría que esperar a que abriera sus ojitos para que pudieran conocer su color, pero en esos instantes, a Shikamaru no le preocupaba si tenía un doujutsu o no, simplemente estaba embelesado con esa pequeña criatura.

—¿Quieres cargarlo? —preguntó la mujer mientras le sonreía al hombre.

Shikamaru asintió, animado con la experiencia que ya había adquirido al cuidar a Mirai cuando nació, tomó a su primogénito entre sus brazos y acarició su pequeña manita.

—Es maravilloso, Hinata... gracias. —murmuró él y ella sonrió cansada.

—Se parece mucho a ti, Shikamaru.

—Y tiene tu color de cabello...

Ambos shinobis se miraron y sonrieron, sintiendo una extraña calidez rodearlos. Por primera vez se sintieron realmente conectados y en sincronía, libres de las presiones de sus clanes y de los miedos e incertidumbres de cada uno, su hijo recién nacido los hizo sentir como si fueran una verdadera familia.

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Cuando Ino terminó de lavarse y de cambiarse su uniforme de quirófano, se reunió con Chouji y Kiba en la sala de espera, donde también estaban Yoshino, Kurenai con su pequeña Mirai en brazos, así como Hiashi y Hanabi Hyuuga.

—Ino, querida... —Yoshino se acercó a la rubia. —¿Cómo salió todo?

—Bien, Hinata-chan es muy fuerte, logró tener un parto natural sin complicaciones. —respondió la mujer. —Ahora solo necesitan un poco de espacio para darle la bienvenida a Shikadai.

—¿Viste sus ojos? —preguntó Hiashi tratando de ocultar su inquietud.

—No, el bebé no los abrió y necesitará un par de días antes de que lo haga.

—Supongo que deberemos esperar con paciencia para conocer la herencia de Shikadai... —respondió Yoshino y Hiashi suspiró.

—Tendrán una guardia Hyuuga en las inmediaciones de la casa del líder, no quiero correr ningún riesgo. —decretó el líder pensando en los atentados que los clanes solían recibir con el objetivo de robar a alguno de sus niños pequeños.

—Nosotros también duplicaremos la vigilancia, todo estará bien. —Yoshino sonrió.

Entonces la puerta del cuarto se abrió y salió Shikamaru.

—Hinata se siente lista para recibirlos.

—Será mejor que solo pasen los abuelos, nosotros esperaremos aquí. —respondió Kurenai con una suave sonrisa, sin prisa los dos mayores ingresaron, cerrando la puerta detrás de ellos.

De pronto Akamaru ladró mientras movía la cola contento.

—Ya huele a un cachorro humano, es un alivio que todo saliera bien. —dijo Kiba y su sensei asentía.

—Es idéntico a Shikamaru... —dijo una emocionada Ino.

—Quien diría que los genes Nara eran tan predominantes. —se rio el Akimichi y tiró a la basura la bolsa de papas que se había terminado.

—Le mandaré una nota a Shino de que ya nació, pasaremos más tarde a conocerlo... —se despidió Kiba. Su hermana Hana le había explicado que no era bueno atosigar a una madre que recién dio a luz, así que irían a visitar a su amiga cuando estuviera un poco más tranquila.

—Felicidades Shika. —dijo una contenta Ino.

—No puedo esperar para conocer a mi sobrino. —Chouji le dio un abrazo a su amigo, quien sonrió radiante.

—Ahora viene la parte más complicada, pero sé que juntos lo harán llevadero. —Kurenai puso una mano en el hombro del chico y este asintió.

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Con la llegada del bebé, se establecieron nuevas rutinas en el hogar de Hinata y Shikamaru. Se turnaban una noche cada uno para cuidarlo y darle de comer, durante el día entre Yoshino y Kento los ayudaban en lo que Shikamaru iba al trabajo en la torre y Hinata atendía pendientes de ambos clanes. En la habitación del matrimonio colocaron la cuna y tenían a la mano todo para que el pequeño Shikadai estuviera lo más cómodo posible.

Ambos clanes contuvieron el aliento cuando el bebé abrió los ojos y se rebeló el color negro de sus ojos. No lavanda, no grises, el más puro color negro que hizo que Yoshino exclamara que ver a Shikadai era cómo ver de nuevo a Shikamaru bebé. Hinata no supo si su padre o su clan se habrían sentido decepcionados, pero ella estaba lo suficientemente cansada y ocupada amando a su pequeño como para tratar de averiguarlo, y la respuesta no tardaría mucho en llegar. Hanabi y Konohamaru se habían proclamado futuros padrinos de Shikadai, así que en sus días libres iban a mecer al bebé que sonreía con las payasadas de ambos adultos. Hiashi iba a verla una vez a la semana, pero no se quedaba mucho y a pesar de que solía tomar en brazos al bebé y hasta le llegaba a sonreír, no dirigía la palabra a su hija más que darle detalles de las reuniones del clan y lo que se esperaba que hiciera cuando se reincorporara. Jamás le preguntó por su salud o algo más personal.

Ese desapego de su padre, así como el estar constantemente bombardeada por personas que entraban y salían de su casa a todas horas para ver al bebé, comenzó a pasarle factura, el agotamiento mental comenzó a acumularse junto a cansancio por cuidar que su pequeño no fuera despertado por la nueva visita del día y comenzara a llorar.

También comenzó a sentirse un poco irritada por lo tranquilo que parecía Shikamaru, quien una vez le confesó que podía dormir un par de horas en la torre y que eso le había salvado la vida. Ella no podía descansar en casa, aun si Kento se marchaba a dormir en su propia casa, al parecer Yoshino había decidido tomar el cuarto que prepararon para él y se instaló sin preguntar nada, argumentando que Hinata necesitaría toda la ayuda posible con su bebé.

Al inicio pensó que sería una buena idea, ya que estaba agotada por el esfuerzo de dar a luz, pero una vez que estuvo fisicamente recuerada, comenzó a ser molesto que la mujer no la dejara hacer ni una cosa sin que la observara.

—Así no se cambia el pañal.

—La leche está muy caliente...

—¡Se va a resfríar con ese suéter!

—Amárralo para que no se mueva.

—No lo cargues de esa manera...

Y así Yoshino le decía lo que debía hacer cuando ella había cuidado de su hermana desde bebé, había cuidado de Mirai al nacer y cuando Kurenai sensei no estaba en condiciones de ver por su pequeña, se sentía muy frustrada por no poder cuidar a su propio hijo.

Cuando Shikadai tenía como 6 meses de edad, Hinata no pudo más y una noche donde la mujer tuvo que salir atender una emergencia del clan, aprovechó para hablar con su marido sobre el comportamiento de Yoshino. Estaban en la cama mientras el pequeño dormía plácidamente en su cuna a un lado de ellos.

—Supongo que tienes un punto. —dijo con pereza el chico. —Hablaré con ella.

Hinata lo miró con sorpresa, creyó que sería más difícil.

—¿En serio?

—Sí, Shikadai ya duerme de corrido toda la noche, además, necesitamos privacidad cómo la familia que somos, ¿no?

Aquellas palabras la hicieron ronrojar.

—Sí, me gustaría tener un poco más de privacidad para cuidar de Shikadai. —sonrió tímidamente.

—Me alegra que tomes tan en serio su crianza, gracias, Hinata. —y depositó un casto beso en su mejila.

Las mejillas de la mujer se pintaron de rojo, quien atinó a sonreír. En ese mismo instante, Shikadai comenzó a retorcerse y balbucear, de manera que Shikamaru se puso de pie de prisa y lo tomó en brazos.

—¿Quién no quiere dormir? —le preguntó con dulzura mientras lo mecía entre sus brazos y pronto se sentaba en la cama junto a Hinata. —¿Quién tiene el cabello más bonito del mundo?

Hinata sonrió, era cierto que el color del cabello de Shikadai era negro pero con toques azulados como el de ella, además de que también tenía una piel pálida como la suya.

—Realmente es una copia tuya, Shikamaru. —dijo embelezada mientras veía a su esposo mecer con amor al niño.

—No sería posible, sin ti, Hinata... —y la miró, la miró con tal intensidad que Hinata volvió a sentir cómo sus mejillas se coloreban y la calidez envolvía su corazón.

—Esta es nuestra familia. —murmuró ella pero Shikamaru la escuchó y solo ensanchó más su sonrisa.

—Sí, definitivamente es lo mejor que me ha pasado. —Shikadai cerró sus ojitos adormecido. —Te quiero, Hinata, gracias por nuestro hijo.

Mientras él decía aquello, Hinata jamás esperó que él volteara a verla con una pequeña sonrisa, pero era diferente a todas las que le daba cuando estaban en eventos públicos o rodeados de sus amigos y familiares. La sonrisa que él le dio fue tan cálida, sincera y de alguna manera dirigida solo a ella. Ese gesto tan insignificante la hizo perder el aliento y se dio cuenta de que no le sería difícil enamorarse de él... si es que no ya lo estaba.

Fue así cómo Hinata empezó a notar algunas cosas nuevas en la privacidad de su hogar aprovechando que Shikamaru habló con su madre y con sus amigos, para que pudieran darles más tiempo a solas. Todos estuvieron de acuerdo y por fortuna Yoshino no se molestó, diciendo que ella tenía otros bebés que cuidar en el orfanato. Así que ahora que Hinata y Shikamaru pasaban sus tardes-noches solos, se preguntó cómo es que no había visto aquella luz que iluminaba a Shikamaru cada vez que le sonreía.

Sus gestos, a pesar de ser lentos y perezosos, eran precisos, no malgastaba energía en nada innecesario y eso le gustó. Descubrió que le gustaba verlo peinar sus largos cabellos y se encontró disfrutando de tocarlos cuando estaban en cama. Comenzó a esmerarse más en la comida que le mandaba al trabajo y las cenas que sabía llegaría a degustar. Encontró fascinante cuando le leía cuentos a Shikadai, con sus voz tersa y segura. Sonreía como boba cuando veía jugar a sus dos hombres en el jardín con kunais de plástico y gateando en el pasto.

Pronto Hinata cayó en la cuenta de que se había enamorado de Shikamaru y por primera vez sintió que había entregado sus sentimientos a la persona correcta, porque Shikamaru siempre hacía caso a sus palabras, la tomaba en cuenta y cuando llegaba a haber un roce entre ellos, siempre la tocaba con tal delicadeza, que la hizo empezar a desear volver a tener intimidad con él.

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Por otro lado, para Shikamaru la paternidad se volvió algo increíble. Siempre pensó que tener un bebé que lloraba y pedía de comer cada tres horas era problemático, cuando ayudó a cuidar a una Mirai recién nacida estaba acompañado de sus amigos y del equipo de Hinata, así que el trabajo estaba muy bien repartido entre todos. Sin embargo, cuando empezó a cuidar de Shikadai se dio cuenta de que era un bebé muy tranquilo (muy probable la fijación Nara por dormir tuviera algo que ver) y también era muy risueño (suponía que eso lo sacó de Hinata). Así que pasaba largos ratos contemplando al bebé en las noches, soprendido cómo es que algo tan pequeño hubiera nacido de ellos dos.

Su trabajo en la torre era muy importante, pero pronto se encontró comprando algún juguete para su pequeño y colocándolo en la oficina. Le gustaba pensar que cuando fuera un poco mayor podría llevarlo a su oficina y le haría compañía mientras él trabajaba, y en las tardes regresarían juntos de la mano a casa para poder descansar. Hasta una mañana en que lo bañó le pareció ver su sombra moverse de manera extraña, lo cual era normal entre los niños de su clan, eso significaba que su afinidad con el Kage Mane estaba ahí y él sería el encargado de sacar todo el potencial de Shikadai.

También le gustaba cuando Hinata y él pasaban el domingo en un pequeño picnic improvisado en el jardín de su casa, le gustaba ver a Hinata sostener de sus manos a Shikadai y le limpiaba la boca de la leche que le escurría. Sin duda era una compañera muy amable y la mejor persona para ser madre para su hijo, su paciencia y su entrega era algo que lo conmovía. Por eso no podía decirle que no a nada, ni siquiera cuando muy mortificada le dijo que su madre estaba siendo muy invasiva, pero conocía a Hinata, y sabía lo noble y entregada que era, así que debía agobiarla mucho aquella situación como para que se animara a hablarlo. Por lo que con el mayor tacto que tuvo, le pidió a su madre que les diera un poco de privacidad.

—¿Hice algo que incomodara a Hinata-chan? —había preguntado su madre.

—No, para nada... es solo que... —llevó una mano a su nuca, nunca había sido muy bueno para evitar conflictos. —Estamos pensando en ya pasar a Shikadai a su propia habitación... es solo que nosotros queremos privacidad para... ya sabes.

No se atrevió a decir las palabras, pero su madre entendió lo que quiso decir.

—Vaya, no imaginé que quisieran empezar a trabajar en un hermanito... —la sonrisa de su madre lo avergonzó, pero parecia satisfecha.

Y así, sin peleas ni discuciones, su madre se llevó sus cosas y le dio un respiro a Hinata, quien para su sorpresa, comenzó a brillar aún más. Se veía muy feliz y radiante cuidando de su hijo, y se felicitó por haber tomado la decisión correcta. Para alguien tan flojo como Shikamaru, tener a una esposa gentil y suave como Hinata era como sacarse la loteria, y más porque ella no peleaba por cosas pequeñas o ridículas, ella siempre tenía soluciones más que problemas. No dudaba que haber elegido casarse con Hinata había traído beneficios no solo al clan, sino también a su amada paz.

Sin embargo, una noche, cuando Shikadai ya tenía 8 meses y ya estaba completamente instalado en su propia habitación frente a la de ellos, ocurrió algo que perturbó la paz que tanto le gustaba.

Estaba acostando a Shikadai en su pequeña cuna, cuando una silenciosa Hinata llegó tras suyo.

—Se ve tan tranquilo cuando duerme.—comentó ella mientras la luz que se filtraba por la ventana le daba un toque angelical al bebé.

—Sí, es perfecto.—dijo al tiempo que sentía que Hinata lo sostenía del brazo. Aquellos toques y acercamientos ya no eran raros entre ellos, sin embargo en ese momento sintió que aquel toque era demasiado personal.

—Shikamaru...

—Dime.

—C-creo que me he enamorado de ti.

Shikamaru tragó con dificultad, siendo honesto no había esperado eso de parte de su esposa... pensó que estaban bien con la relación de camaradería que tenían como padres del mismo hijo. ¿Él que sentía? No la amaba, pero tampoco le era indiferente, sin duda era hermosa y su cuerpo era una tentación pero después de lo sucedido con Temari, no se sentía listo para poder amar de nuevo, no aún.

Giró para mirar a la mujer que sostenía su brazo y la vio tan pequeña y esperanzada que deseó encontrar las palabras adecuadas que responder, no quería arruinar la buena relación que les había costado tanto trabajo construir.

—Hinata... —murmuró mientras las mejillas sonrojadas de ella lo pasmaban, ella esperaba una respuesta. —Yo... yo también... —bueno, era su esposa, ¿no? Si cuando menos así lograba que se quedara en casa junto a Shikadai y de paso la hacía feliz, valdría toda la pena del mundo darle lo que quería... ¿no?

Antes de que ella pudiera decir algo más, decidió besarla. Se inclinó para tomar sus labios y cuando ella soltó su brazo, él aprovechó para sujetarla de la cintura y atraerla hacía él, produndizando el contacto. Si bien, no era bueno mintiendo porque siempre era problemático, bien podía actuar y de paso salir ganando los dos, ¿no?

—Vamos a nuestro cuarto. —le susurró al oído, a lo que ella se estremeció y asintió sin decir nada más.

Sin añadir nada más, caminaron tomados de la mano hacía su cuarto y ni bien entraron, cerraron la puerta y Shikamaru sintió como Hinata lo sujetaba de la playera para volver a besarlo. Sin tiempo que perder comenzó a deshacer los nudos de la bata de ella y solo se separó lo suficiente para quitarse su propia playera y pantalones. Mientras se besaban con desesperación, caminaron a trompicones hasta la cama, dónde ella cayó acostada y él pudo colocarse sobre ella y terminar de quitar su ropa interior.

Había olvidado lo bien que sabía la piel de ella, así que comenzó a lamer sus pechos, que a pesar de que empezaba a dejar de producir leche, seguían siendo más grandes de lo habitual. Los gemidos que escaparon de sus labios solo lo hicieron perder la poca cordura que le quedaba y se deshizo de su propia ropa interior. Una vez completamente desnudos, fue turno de ella para sentarse a horcadas de él, y sintió como tus pequeñas manos lo exploraban por completo, mientras regaba besos a lo largo de su pecho.

Sintió que su miembro ya estaba listo, pero lo que no esperó fue que ella lo tomara entre sus manos y lo metiera su boca. La calidez de su boca le dio un escalofrío que lo recorrió de pies a cabeza, se dio cuenta de que sus movimientos eran torpes, pero se veía tan seductora hincada a su lado y con el cabello largo desparramado por todas partes, que la dejó y solo disfrutó de su suave lengua explorar su miembro.

—Hinata... me voy a venir... —gimió y ella lo sacó de su boca, pero no lo suficientemente rápido, por lo que la salpicó en la cara un poco.

Shikamaru pensó que ella se enojaría o algo por el estilo, pero se quedó sin aliento al verla sonreír sonrojada y limpiándose aquel líquido con una orilla de sus sábanas.

—¿Estuvo bien? —preguntó con su dulce voz y aquello solo hizo que su miembro volviera a estar listo.

—Fue perfecto... —le dijo mientras la tomaba en brazos y la acostaba. —¿Estás lista?

—Sí...

No podía esperar más, por lo que entró lentamente y sintió que su alma lo abandonaba de nuevo. Conforme iba aumentando el ritmo de las embestidas, ella comenzó a gemir más y más alto, por lo que atrapó su boca e introdujo su lengua obsenamente mientras estrujaba sus senos, suaves y calientes que se movían al vaivén que él marcaba. De pronto sintió que el cuerpo de Hinata comenzaba a contraerse, lo que significaba que estaba llegando al climax. Se detuvo cuando la vio arquearse y esperó unos segundos a que recuperara el aliento, pero en cuanto la vista de ella volvió a enfocarse, colocó las piernas de ella sobre sus hombros y volvió a introducirse casi con furia mientras ocultaba su cara entre sus enormes senos que no dejaban de agitarse.

—Así... más duro... más...—le gimió ella mientras él aumentaba el ritmo de las embestidas y segundos después, se salía para derramarse fuera de ella, su familia ya era perfecta como estaba, ojalá no llegara un segundo Nara por un tiempo para así seguir disfrutando de aquellas sesiones de sexo.

Shikamaru se dejó caer a su lado en la cama y ella se acurrucó contra él, aquello era tan distinto de la primera vez que lo hicieron... extrañamente se sentía mejor y más sincero. Sin dudarlo la atrajo más hacía él y le depositó un casto beso en la frente, mientras ella escondía su cara en el cuello de él. Así estuvieron unos minutos en lo que su respiración se tranquilizaba, hasta que ella se quedó profundamente dormida.

Si alguien le preguntaba a él, era mil veces mejor el sexo por placer que el sexo para concebir, y si su esposa estaba de acuerdo, él sería el más feliz si cada noche fuera así.

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Al día siguiente.

—Hinata-san se ve muy feliz. —Kento comentó mientras cortaba verduras y Hinata sazonaba el arroz, Shikadai estaba fuera con su abuela quien quiso llevarlo a dar una vuelta.

—No es por nada en particular —sus mejillas se colorearon.

Un silencio cómodo los rodeó.

—¿Hinata-san?

—Dime, Kento.

—He decidido que regresaré a la academia.

Hinata apagó el fuego del arroz y giró para ver al niño de frente.

—¿Es en serio?

—Sí... quiero decir, aún estoy seguro de que no quiero ser un ninja, —su ceño se frunció. —Pero creo que a mis padres les hubiera gustado que terminara la Academia cuando menos.—su semblante se suavizó.

—Es una gran idea, Kento, tu sabes que cuentas con nuestro apoyo. —le sonrió.

—Gracias... —él le sonrió de regreso. —De echo tomé la decisión gracias a usted, Hinata-san.

—¿Gracias a mi?

—Sí, usted siempre se ha esforzado por hacer las cosas bien por más difíciles que sean... estoy seguro de que cuando retome su carrera ninja, será la mejor.

Hinata se quedó perpleja por las palabras del chico. Desde hace algunos meses esa idea se había ido apagando en el fondo de su mente. Suspiró internamente.

—Gracias Kento... —sonrió. —¿Y qué pensarías si decido mejor quedarme en casa con Shikadai?

El chico se alzó de hombros como cualquier adolescente desinteresado.

—Pues también está bien, ¿no? Quiero decir, si es lo que realmente Hinata-san quiere. —y continuó con su tarea de cortar verduras.

Hinata sostuvo su sonrisa mientras retomaba sus actividades en la cocina y sacando un nuevo tema de conversación con el chico.

En sos momentos se convenció que no estaba tomando una mala elección... es decir, su hijo la necesitaba y ella sabía lo difícil que era no tener una figura materna... además, Shikamaru le había dicho que también se había enamorado de ella... ahora tenía la familia perfecta que siempre soñó... quizá Hanabi tenía razón y Neji habría entendido que ella quisiera estar con su propia familia... Eso era lo que ella quería, ¿no?.

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N/A: Si te gustó el capítulo te invito a comentar, lamento las demoras, pero les aseguro que a pesar del tiempo que tarde siempre acabo mis historias. Como disculpa por el tiempo tardado, añadí una escena lemon ;)

Por cierto, ya terminé de diseñar este fic, serán aproximadamente unos 12 capítulos, así que estamos llegando a la mitad y empieza el drama :D

Nos leemos pronto.

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