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MINI CAP: Campamento Escolar (PARTE 2)

Eran las siete de la mañana con treinta y ocho minutos. Los árboles se sacudían con el viento frío y el color gris de las nubes hacía suponer que lo peor estaba por venir. Dellaysa, junto a sus tres compañeras, formaba un mini círculo que rodeaba los cinco bolsos que entre todas habían juntado.

-¡Para qué trajiste tantas cosas! –le reclamó Dana a Eloisa, quien como buena amiga, había acarreado unas cuantas prendas de más para sus amigas, en caso de que lo necesitaran.

-Después me lo van a agradecer.

Dell, distraída, buscaba a Diego con la mirada. Pero su contornada figura no aparecía. Diego era traceur. Desde los catorce años practicaba aquel deporte que implicaba saltos de dos metros, caídas libres y fracturas que le habían costado hasta dos meses de licencia. No sabía por qué razón, pero de un minuto a otro su compañero de curso pasó de ser "el loco que hacía parkour" al "chico más interesante del colegio". No era que le gustara. ¡Dios, claro que no! Su corazón aún seguía latiendo por Julian, por sus manos, sus ojos verdes y su boca con sabor a chicle de menta. Era otra cosa lo que, desde anoche, había vuelto a Diego alguien especial. Resulta que, si lo que Dana le había dicho era cierto, Diego se volvía automáticamente en el primer chico que puso sus ojos sobre ella. ¡El primer chico que gustaba de Dellaysa! Y cuando lo pensaba, una sensación de gratitud mezclada con la más pura dicha le invadía el cuerpo.

Mientras sus amigas hablaban sobre las actividades que podían realizarse en el campamento, y las que estaban prohibidas, Dellaysa interrumpió la conversación con una pregunta que desde la noche anterior no la dejaba respirar tranquila.

-Dana, ¿es verdad que le gusto a Diego?

-¡Ay, Delly, quedaste flechada! –exclamó Eloisa.

-¿Por qué lo dudas? Obvio que le gustas –dijo Bianca.

-Lo que pasa es que Dellaysa quiere asegurarse de que lo pasará bien durante estos cuatro días –replicó Dana, achinando los ojos y sonriendo.

-¡Sí, es eso! Parece que alguien perderá su virginidad de beso –volvió a decir Eloisa.

-¡Tonta! –exclamó Dellaysa, con las mejillas frías, pero coloradas.

-¿Y ya lo vieron?

-¿A quién?

-A Diego.

-Creo que no está. No lo veo –dijo Eloisa, mirando hacia el tumulto de jóvenes que se formaba en la entrada del colegio, esperando los buses que los llevarían camino a la costa.

-Esperen, le escribiré para saber dónde viene. Así dejamos tranquila a Dell –volvió a decir Dana, entre risas.

-¡Ya paren! –exclamaba Dellaysa, más roja que antes y llena de risa.

-Diego, Dellaysa quiere saber si vas a ir o no al campamento. Es tarde, se supone que deberías haber llegado. No sabes cómo está de nerviosa porque no has aparecido –fingió leer en voz alta, Dana, mientras escribía un mensaje en su celular.

-¡Cómo pudiste! ¡Pásame eso!

Entre fuertes carcajadas, le mostró el verdadero mensaje:

"Oye tarzán, a qué hora llegas??"

-¿Tarzán? –preguntó Dellaysa.

-Así le decimos. Ya sabes, por andar saltando como mono... Ahora que lo pienso, tú tienes una fijación por los dibujos animados. Antes, era Pinocho y ahora Tarzán. ¡Ay, Dellaysa! ¡Tú y tus amores bidimensionales!

-Pues aquí estoy, Dunkin –dijo la voz de un chico, sorprendiendo a Dana por la espalda. Dellaysa quedó paralizada, mientras Diego saludaba de beso en la mejilla a cada una de las chicas. A la última en acercarse fue a ella, que todavía no podía salir de su estado de shock. Bianca la quedó mirando fijo y dobló la cabeza hacia un costado, queriendo decirle que se acercara a saludarlo. Pero Dellaysa era incapaz de moverse. ¡Estaba petrificada! Él, extrañado, se acercó al robusto cuerpo de su compañera y posó suavemente el borde de sus labios en la mejilla de ella. El corazón de Dell se aceleró más de la cuenta y supo que los cachetes y la nariz se le pintaron de rojo al sentir la típica fiebre de vergüenza que le quemaba el rostro. El muchacho, luego de saludarla, se echó para atrás y formó con los ojos un círculo perfecto, mientras se pasaba la lengua por los labios. ¿Qué habrá querido decir con eso? ¿Acaso que la actuación de Dellaysa era patética? ¿Acaso que no le gustaba para nada, esa chica gorda y atontonada que se ilusionaba con cualquier chisme de sus amigas? ¿O acaso se estaba saboreando los labios luego de besarle la mejilla?

Por suerte, los buses comenzaron a llegar. Diego se alejó del grupo para formar parte en otro, junto a sus amigos, y Dellaysa fue acechada por sus compañeras en una borrasca de preguntas.

-¿Por qué te pusiste así?

-¿Te gusta Diego?

-Si en el campamento se te acerca, ¿qué vas a hacer?

-¿En serio te gusta Diego?

-¿Estás bien?

-¡Dellaysa, reacciona!

Pero Dellaysa no podía dejar de sentirse absolutamente confundida. Desde los nueve años no había tenido ojos para nadie más que para Julian. Sabía que en el fondo suyo era él quien todavía poseía su corazón, era él a quien, a pesar de todo, todavía quería tener al lado. Pero lo que hace unas horas estaba sintiendo por Diego, ¿qué podía ser? ¿Cómo podía llamarle? ¿Por qué había reaccionado así al verlo?

No entendió bien cómo, pero el asunto es que despertó de su introspectiva cuando ya estaba ubicada en un asiento del bus, con el cinturón abrochado y al lado de Bianca. Atrás iban Elo y Dana, riéndose de buena gana al mirar por la ventana a una pareja de perros tratando de despegarse.

-Dell, ¿te gusta Diego? –le preguntó despacio, Bianca.

-¡No! No me gusta. No sé por qué me puse así. Debo haberme visto muy ridícula...-dijo y se tapó la cara con las manos.

-Tiene que gustarte para que hayas reaccionado así. No hay otra explicación. ¿Eso quiere decir que ya olvidaste a Julian?

-Bianqui, cómo me preguntas eso. Acabo de enterarme de que le gusto a Diego. Ni siquiera sé si es verdad...

-Sí es verdad, amiga.

-Bueno, pero... nunca he hablado con él. Casi ni lo conozco. ¿Cómo podría gustarme?

-Te gustaba Julian antes de hablar con él, Dellaysa.

Bianca tenía razón. Quizás el corazón de Dell era más rápido que ella misma. Quizás no necesitaba palabras para flecharse. Quizás el amor funcionaba así, como un rayo repentino que invade el cielo a mitad de la noche. Pero, ¿Diego? ¿Podría ser que, literalmente, de la noche a la mañana ya hubiera olvidado a Julian y en cambio le gustara el chico de los saltos y los moretones por todo el cuerpo?

-No sé qué decir. Ni yo me entiendo...

-Tranquila. Tienes dieciocho años, ¿por qué deberías entenderte? Deja que pasen estos cuatro días y ya veremos qué pasa con Diego. 

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¡Otra vez Dell y Cat con ustedes, mis AMADAS HOJITAS 🍁🍂🍁🍂🍁! ¿Qué les pareció este mini cap? ¿Qué creen que está sintiendo Dell por Diego?

Las echaba taaaanto de menos. Extrañaba, en serio, taaaanto escribir para ustedes . Por favor, no le digan a nadie lo que les voy a confesar, pero...  son mi grupo de lectoras favorito *lo dice súper bajito para que nadie más se entere*

¡Hey! Les cuento que hace unos días tuve la ocurrencia de volver a usar mi instagram. La verdad es que lo abrí hace tiempo, pero lo tenía súper botado. Quiero poder conocerlas por otro medio a ustedes, que compartamos comentarios, fotos, risas y un montón de otras cosas. ¿Qué dicen? ¿Alguien quiere lo mismo? Pues le dejo mi insta y así nos seguimos:

@catcatalinapaz

Chicas, les prometo subir estos mini caps más seguido. Ahora tengo tiempo, así que ya no hay excusas. 

Gracias por seguir aquí. Gracias por siempre estar presentes. 

Un beso y un abrazo apretado para cada una.

💜🐱💜

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