Aunque no tenía muchos recuerdos de su niñez antes de huir de la manada en donde había nacido, jamás podría olvidar el lugar donde pasó sus primeros años de vida. La casa de su infancia estaba dentro del bosque, en una comunidad extremadamente pequeña y tradicional.

Era una construcción completamente endeble, formada casi al cien por ciento de madera. Solo la componían tres habitaciones y una de ellas era exclusivamente para su padre. Tenían una chimenea donde podían cocinar y calentarse, también tenían algunos muebles indispensables y una pequeña huerta que les ayudaba a proveerse de alimento.

Y a pesar de que podía recordar esos detalles, si le preguntaran por la ubicación de esa casa, él no podría responder. Solo sabía que por donde sus pies pisaran, siempre había hojas desperdigadas por el suelo y por donde sus ojos miraran, siempre había tantos los árboles que jamás pudo contarlos.

Los días allí eran... tan difíciles que por eso había preferido borrarlos. Sin embargo, aún había cosas que en su subconsciente seguían almacenadas. Por ejemplo, podía recordar perfectamente cómo su madre cultivaba en la huerta mientras él le seguía por detrás. Cuando el sol estaba en su punto más álgido solían regresar a la casa, entonces ella se iba por un tiempo y lo dejaba jugando hasta que regresaba con lo que lograba conseguir con los demás habitantes de la manada. Ella intercambiaba sus vegetales y hortalizas a cambio de algo de carne que pudiera cocinar.

A Yoongi no le molestaba comer vegetales, pero sabía que si su padre alfa llegaba y no había carne se pondría furioso.

Su padre alfa...

Ni siquiera podía recordar su rostro con exactitud, solo recordaba que era muy alto y que pocas veces estaba en casa, algo común en esa manada en donde se acostumbraba que cada alfa tuviera al menos dos omegas. Él no era la excepción.

Los omegas estaban destinados a tener hijos y seguir siempre a sus alfas. Los omegas no podían ser algo sino estaban emparejados con algún alfa, aunque esto no significaba precisamente que estuvieran enlazados, para ello a menudo se acostumbraban los pactos entre los padres de omegas y alfas bien posicionados.

Así fue con la madre de Yoongi y por un tiempo ella se resignó a seguir el curso "normal" de las cosas. Hasta que simplemente su naturaleza sumisa no pudo ganar ante sus instintos de supervivencia.

Si no salían de allí alguno de los dos, o los dos, terminarían muertos.

Su padre era demasiado violento y acostumbraba disfrutar del dolor de los demás.

Así que, Yoongi nunca en su sano juicio regresaría a aquél lugar. No obstante, de una forma inexplicable, estaba allí enfrente de la casa de sus recuerdos, la cual debía reconocer estaba intacta, igual al día que huyeron de allí.

Su cuerpo fue acercándose a la construcción con curiosidad, no sabía si estaba abandonada o si alguien la habitaba ahora. Tratando de averiguar si había alguien dentro, se asomó por las ventanas, pero era inútil, no podría vislumbrar nada con tanta suciedad. Sin embargo, la puerta de entrada estaba abierta. Sopesó la idea de irse de allí, pero la curiosidad fue más fuerte.

Entró caminando con cautela, percatándose de que misteriosamente una de las habitaciones parecía estar levemente iluminada, como si solo una vela hiciera el favor de ofrecer algo de luz...

Lo más prudente hubiera sido salir de allí. Esa ya no era su casa y no tenía el derecho de molestar a quien sea que estuviera allí... aunque pudiera tratarse de su padre.

Lo único que le impidió salir, fueron los lamentos bajitos pero perceptibles que parecían provenir de dicha habitación. Parecía el llanto de un niño... tal vez estaba solo, o tal vez estaba perdido y necesitaba ayuda. Era mejor regresar y averiguarlo, pensó el alfa, quien en esta ocasión siguió el rastro de luz con toda la intención de saber qué estaba pasando allí.

Al poner un pie dentro, pudo observar a un niño a los pies de la cama que parecía ser el único mueble de aquel espacio. Nadie parecía haber notado su intrusión, de hecho, el niño continuaba llorando y Yoongi no sabía por qué.

Se acercó un poco más notando que en la cama, estaba una mujer recostada. Ella lucía muy cansada y algo mal herida... ella...

Ella era su madre.

¿Estoy soñando? Se preguntó.

Sin que el alfa pudiera descubrir si en verdad se trataba de un sueño, la mujer que parecía dormida habló:

—Yoongi ayuda a mamá... ve y toma la bolsa que dejé escondida abajo de nuestra cama —las indicaciones de la mujer eran susurradas hacia el niño. Hacía él, era él de niño.

—Tengo miedo mamá.

El niño trataba de contener su llanto y seguir las indicaciones de la mujer, pero aún estaba muy nervioso... Yoongi siempre se asustaba cuando veía a su madre así de lastimada.

—Tranquilo, mi pequeño alfa. Hazme caso por favor.

Entonces comprendió que lo que estaba presenciando no era un sueño como tal... era más bien un recuerdo perturbador.

Esa había sido la noche en que su madre escapó junto con él.

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Jin había intentado comunicarse con Yoongi a petición de cierto omega a su cargo. Jimin le había mencionado que sentía un mal presentimiento y solo quería saber cómo estaba su jefe. Sería mentira si Jin dijera que había tomado seriamente las palabras de Jimin, en realidad no creía que fuera necesario molestar al alfa solo para calmar al omega. Sin embargo, pensó que no perdía nada haciéndole una llamada rápida a su amigo.

Pero tras tanta insistencia no había logrado nada y, aunque él no creía que fuera algo realmente grave, Jimin no pensaba lo mismo. Fue así que decidió visitar a su amigo. Lo que no esperaba es que Jimin insistiera en acompañarle también.

Como no pudo hacer otra cosa, tuvo que ir acompañado del omega.

El departamento de Yoongi no estaba en una zona carísima pero sí gozaba de una muy buena seguridad. El edifico no era muy alto, solo eran tres niveles con pocos departamentos porque los inquilinos disfrutaban de la comodidad que les ofrecía tener pocos vecinos.

Mientras subían las escaleras, Jimin podía sentir como la esencia de Yoongi se intensificaba. Y, a tan solo algunos pasos antes de llegar a la entrada principal, Jimin comenzó a sentir como el ambiente se cargaba en feromonas del alfa en celo.

—Está en celo —susurró el omega.

—¿Qué dijiste?

—El señor Min está en celo.

—¡¿En serio?! —exclamó Jin preocupado. ¿Por qué no pensó en eso antes? ¡Pues claro!, por eso no le había contestado. ¡Qué tonto! Y ahora estaba con un omega enfrente de su departamento, eso había sido muy descuidado de su parte —. Bueno en ese caso creo que ya sabemos porque no ha contestado los mensajes. Deberíamos irnos y dejar que se recupere —Jin habló rápidamente, muy nervioso. Sus intenciones era sacar a Jimin lo más pronto posible.

—Pero... siento que no es un celo normal —murmuró Jimin, sin hacer el menor caso a las palabras de su acompañante.

—Jimin, no creo que tu siendo omega debas permanecer aquí. Seguramente Yoongi lo tiene todo controlado. Tranquilo, el lunes podrás verlo como si nada en el trabajo. Ahora vámonos.

El lobo de Jimin estaba inquieto. Entre más pasos lo alejaban del hogar de Yoongi, peor se sentía.

Jin caminaba enfrente suyo. Estaban a punto de salir del edificio cuando sus instintos no le permitieron poner un pie afuera. No pudo controlarse más.

En menos de lo que él pudiera pensar, estaba corriendo desesperado de regreso al departamento del alfa. Jin claramente lo comenzó a perseguir escaleras arriba, pero terminó tropezando al dar la vuelta. Eso le dio un poco de ventaja al contrario.

—No lo hagas Jimin. Jimin son solo tus instintos, por favor hazme caso. ¡Jimin!

El omega pensaba tocar el timbre, pero antes de que pudiera hacerlo, la puerta del departamento se abrió y Jimin entró inmediatamente.

Nada más entrar, el alfa lo tomó en brazos, aprisionándolo fuertemente.

—Por fin has llegado —. Susurró el alfa, afianzando el abrazo que tenía con el omega.

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(1/2) Este es el primero de los dos capítulo de esta actualización.