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X. Basura.

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   Meena se había adaptado a la vida del Bloque Negro con naturalidad a pesar de ser una de las novatas y no haber empezado de la mejor manera. Al despertar luego de la noche del rescate se había encontrado en una cama rodeada de gatos, en el camarote de Zheng Yi Sao, donde ésta se volvió a presentar, volvió a prometerle que solo quería ayudarla. Le extendió un buen desayuno (un café negro con unas rodajas de pan con azúcar y mermelada de fresas), y procedió a explicarle la verdad del mundo, por qué había sido un rescate y no un secuestro. Con sinceridad le explicó cómo sería su vida si decidía formar parte de la tripulación, recordándole que era libre de irse si así lo prefería. Finalizó, pidiéndole por favor que no tomara una decisión precipitada, que pensara en lo que le había dicho y se daría cuenta de la opresión que vivían en tierra firme.

   —Lo sé. —Fue su respuesta, la cual sorprendió a Zheng Yi Sao, quien había presencia todo tipo de reacciones, pero jamás una como la de la joven.

   —Te pido perdón por ser tan cruda... pero ¿Cómo es que sigues viva? —pregunto Zheng Yi Sao, arqueando las cejas.

   —Lo siento, no estoy segura de entender la pregunta. —Meena había terminado su desayuno, se había incorporado en la cama cruzando las piernas para quedar frente a Sao, quien la miraba desde un sofá viejo y torcido, acompañada de un gato gordo y gris. Al cambiar de posición uno de los animales se acomodó sobre las piernas de Meena. Fuera se oían los sonidos de la tripulación pescando el almuerzo, la joven sonrió ante la familiaridad del ambiente.

   Sao suspiró pesadamente, y respondió:

   —A través de los años muchas mujeres, incluso niñas, nacieron sin la venda en los ojos y desde siempre pudieron ver la realidad del mundo. Cuando el Rey descubría la naturaleza de sus pensamientos las ejecutaba en el pueblo frente a todos, bajo la mentira de que eran parte del Bloque Negro, brujas, demonios malignos que venían a comerse a los niños y acabar con la supuesta paz que reina en Serendipia.

   —Emm... definitivamente las cosas son peores de lo que me imaginaba —respondió Meena, con un hilo de voz, abriendo los ojos y sorprendida ante las locuras que ocurrían en aquellas tierras. Luego de aclararse la voz, siguió hablando—: La respuesta es simple, no soy de Serendipia. Ni tengo los años que el sacerdote insistió, tengo dieciocho en verdad. Vengo de otras tierras, donde el mundo es muy diferente a aquí. Emprendía un viaje de comercios con mi familia cuando una tormenta nos atrapó en el mar... Una ola me hizo caer por la borda... desperté en Mare Turtur.

   —Vienes desde Aszus... —Sao no pudo evitar sonreír.

   —¿Cómo lo sabes?, creía que la gente de aquí no conocía la existencia de otras tierras.

   —Mi familia era de allí, huyeron cuando la Gran Guerra por el poder destruyó todas sus tierras... Puedo reconocer el acento donde sea. Aunque debo admitir que cuando te oí hablar por primera vez creía que era producto de mi imaginación.

   —Muchas cosas han cambiado desde entonces... te encantaría saber en lo que se ha convertido. ¿Sabes quiénes son Makra y Durga?

   Los ojos de Sao se llenaron de lágrimas y con una pequeña sonrisa, asintió. Meena procedió a contarle las diferencias de sus tierras. En Aszus, no importaba tu género, tu edad, o a quien amabas, todos gozaban de los mismos derechos y oportunidades. También tenían su propia familia real, pero el pueblo podía decidir si querían cambiar a los gobernantes mediante votaciones. Incluso habían desarrollado máquinas, como les decían Meena, que los ayudaban a realizar tareas, sacando energía del carbón y el vapor. Así habían creado transportes más eficientes que los que eran impulsados por animales o el viento.
   Sao no cabía en sí de la felicidad, y no pudo evitar pensar en sus interminables discusiones con Lilith.

   —¿Cuándo llegaste a Mare Turtur? —preguntó la mujer.

   —Hace tres años... un hombre me encontró y me llevó hacia el templo, allí dijeron que había sido una rehén del Bloque Negro desde pequeña y que me habían llenado la cabeza de historias imposibles, pronto entendí que me convenía mantener la boca cerrada si quería seguir con vida. En el templo me cuidaron hasta que, para la sorpresa de todos, Celestino Tábido-Vetusto me seleccionó para viajar a Vulpes. Dijo que era... exótica.

   Habían abandonado el camarote, ahora paseaban por la cubierta, a lo alto en el mirador se encontraban Lilith y Jacoba, quien le contaba a la joven como había conocido a su pareja.
   A Sao le gustaba la personalidad de Meena, era segura de sí misma, centrada y madura. Era fácil comunicarse con ella y sentía que podría formar una gran amistad con Lilith... lo que sea para alejarla de Jacoba, no le gustaba para nada como trataba a su pequeña.

   El viento agitaba sus cabellos con furia. Mirando el horizonte Meena dijo sin una pizca de temblor en su voz:

   —Quiero luchar, Sao... Han pasado años, me he pasado todo este tiempo esperando ver el barco de mi familia aparecer por el horizonte, sin nisiquiera saber si han sobrevivido a la tormenta. Estoy harta de esperar, y obtener la flota necesaria para irme es una opción imposible debido a cómo funcionan las cosas por aquí. Por lo cual lo único que puedo hacer, es ayudar a cambiarlas.

   Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de Sao, miró a su izquierda y le hizo una seña a Marina, quien las observaba a la distancia, expectante. Se acercó correteando.

   —Que amanezcas en paz, novata —gritó emocionada. Tenía la piel morena, el cabello negro, lacio y largo hasta las caderas, las cuales eran de gran prominencia. Su ropa estaba sucia de grasa y olía a pólvora. Le tomó la mano a Meena con emoción mientras le decía—: ¿Lista para elegir tu armamento?

• ────── ☼ ────── •

   Los días pasaron. Lilith ya se encontraba en sus misiones con Wilhelm, incluso esa noche sería la primera vez que volvían para visitarla. A partir de allí, podrían oír si habían descubierto algo y ver cómo proceder. Meena se pasó todas las tardes con Marina, quien sabía todos los chismes del barco y parecía llevarse bien con todo el mundo. Meena le había explicado que ella no era ninguna guerrera, que venía de una tierra de paz y su familia se dedicaba a cazar y comerciar con sus presas. Marina se emocionó y le extendió un arco brillante de cobre con plumas talladas por doquier, sus flechas eran de madera de quebracho con plumas de gaviotas marrones, mientras que la punta era negra, de aquella piedra filosa que recolectaban de las profundidades del mar. Marina le comentó que lo habían robado hace ya demasiados años, de la Guardia Real de Suscitavi, pero nunca encontraron quien lo usara.

   Meena se encontraba apoyada sobre la barandilla viendo el atardecer, estaba emocionada, sería la primera vez que visitaría el Corazón. Aunque se encontraba agotada luego de pasarse la tarde entera entrenando con Marina; le había enseñado el arte del combate cuerpo a cuerpo, practicaron con cuchillo y pulieron su puntería con el arco y flecha. Observó el Sol esconderse en el horizonte, una bandada de pájaros pasó sobre su cabeza y las estrellas se hicieron más visibles. Sao le había presentado a muchas de las tripulantes más antiguas, entre ellas a Jolly, una de las especializadas en lo que en el continente llamaban brujería. La anciana había ayudado a Meena a crear un altar solo para su familia, para que si aún seguían vivos encontraran el camino hacia ella. Pero si la tormenta se los había llevado, el altar les proporcionaría un buen descanso.

   Cuando el Sol acabó por esconderse, la tripulación se puso en movimiento con la Luna en cuarto menguante sobre sus cabezas. Elevaron anclas y desplegaron las velas, algunas corrían de aquí para allá ajustando sogas y soltando otras. Zheng Yi Sao junto al timón de rueda sostenía su sombrero con una mano, evitando que volara por culpa del viento, mientras con la otra ligeramente comenzaba a girar hacia la dirección de Verum; no necesitaba de mapas ni brújulas, tenía todo lo que necesitaba en su cabeza, le bastaba con mirar las estrellas y oír el mar. En poco tiempo ya estarían allí.

   Jacoba se acercó a Meena seguida de su grupo de amistades, se colocó al lado de esta, imitando su posición.

   —Parece que tenemos otra justiciera —se burló Jacoba, había oído las noticias.

   —Parece que no tenemos suficientes —respondió serenamente, girando la cabeza ligeramente para observarlas.

   A sus espaldas una muchacha llamada Ruby, de muy baja estatura, pecas doradas y cabello azul, observaba el cielo ajena a la conversación, venía desde Apis. Una muchacha pálida de cabello rubio platino y con el cuello largo, las miraba aburrida, su nombre era Cressida y era una de las doncellas rescatadas en uno de los barcos que salían desde Suscitavi; era hija de una doncella, por lo cual, desde que había aprendido a caminar trabajaba igual que su madre. Sirviendo a Macabeo, el hermano de Sauro.
   La tercera amistad, Octubre, que no se sentía del todo cómoda con las etiquetas de género, tenía los colmillos afilados y el cabello marrón con mechas moradas, le sonreía a Meena.

  Jacoba continuaba en la misma posición, observando los delfines que seguían el barco. Sonriendo suspiró, se río y respondió:

   —Las cosas están bien como están ahora, quizás si tú y la otra loca escucharan a Zheng Yi Sao, no nos mandarían a todas bajo el hacha del verdugo. —La lengua filosa de Jacoba se movía sin parar.— Suficiente de nosotras mueren ahora que todo está en paz, no cuesta imaginar que pasaría si agitan el avispero.

   —¿En paz? —Rió Meena.— Tienes una peculiar percepción de la paz. Si tan solo...

   —No quiero oír las historias aburridas de tu tierra natal. —Interrumpió Jacoba, dándose la vuelta, apoyando sus codos en la barandilla del barco.

   —No había terminado de hablar, no me interrumpas.

   Las amigas de Jacoba comenzaban a sentirse incómodas ante la situación. Jacoba cambió la actitud completamente, pasando a sonreír cálidamente en vez de burlona.

   —Mira, no quiero pelear, no he venido a eso. Solo venimos a ofrecerte amistad, antes de que te dejes llenar la cabeza por las locuras de Lilith...

   —Ella parece ser la única con ideas claras y sensatas en la cabeza. —Aburrida, Meena comenzó a alejarse.— Hazme saber si queréis hacer algo al respecto, en vez de regocijarse en la derrota. Y tomar de una vez por todas el lugar que se nos arrebató, para tener al fin la vida que merecemos... O quizás sean unas cobardes y prefieran solamente soñar con tal libertad.

   El grupo de amigas de Jacoba observó a la joven marcharse, se voltearon a mirar a su amiga. Con una expresión feroz, no podía evitar pensar en Finn y la vida que deseaba a su lado.

• ────── ☼ ────── •

   En el Corazón, Will cantaba desafinado, pero con gran pasión una canción que Lilith no conocía, mientras terminaba de cocinar los aperitivos para los tripulantes.
   El lugar estaba repleto de seres queridos, expectantes, charlando tranquilamente. Lilith, sentada en un taburete en la barra recostada sobre sus brazos, pensaba en la noche anterior y la última imagen de la Princesa asomándose por la ventana, luego de haberle revelado la verdad. Con Aela talló su nombre en la barra junto a los nombres de muchas piratas que ya habían pasado por allí.
   Odiaba no poder visitarla la noche siguiente de semejante acontecimiento, pero por nada se perdería la visita de Sao.

   La puerta de entrada comenzó a agitarse con insistencia. De un salto, Lilith corrió hacia allí, quitó la madera que atravesaba la puerta y con fuerza la abrió. No logró decir nada que Sao ya la estaba abrazando, con tal fuerza que casi caen al suelo.

   —No te das una idea lo que te he extrañado... —dijo la mujer, mientras a su lado pasaban corriendo las tripulantes, ansiosas de también disfrutar su reencuentro. Gritos de alegría se escucharon en toda la taberna.

   Sin decir nada, Lilith la abrazó con fuerza.

   —¿Cómo te ha ido? —Sao, sin dejar de abrazarla, se apartó ligeramente para mirarla a los ojos.— ¿Estás bien? ¡Cuéntamelo todo!

   Lilith quería sentirse contagiada por su entusiasmo, pero a pesar de que su misión podía considerarse exitosa gracias a la nueva información, no le generaba sentimiento de alegría alguno. También sabía que debía contarle el asunto de la Princesa cuando estuvieran solas, ya que sin duda discutirían al respecto.

   —¡Deja en paz a la niña! —gritó Wilhelm a sus espaldas, riendo—. Ven a tomarte un trago. Tienes toda la noche para hablar de la misión, ¡pero primero hay que cenar!

   Sao se acercó riendo a la barra y saludó a su más preciado amigo, sin detectar que Will solo intentaba retrasar el asunto lo más posible.
   Lilith los observó con ternura como se saludaban, se disponía a volver a trancar la puerta cuando vio que en la oscuridad de la entrada se encontraba Meena, de pie observando.

   —Oh... —Recordó el primer encuentro con la muchacha. Inconscientemente comenzó a acomodar el vendaje de su mano. La herida aún no se había curado del todo.— ¿Vienes a visitar a alguien?

   Con una sonrisa y con paso seguro, Meena ingresó en el Corazón y tranquilamente observó su particular belleza. Su voz detonaba gran madurez.

   —Si, vengo a verte a ti.


   Sentadas en el césped, debajo del sauce eléctrico, Lilith y Meena compartían historias y conocimientos, rodeadas de abejas luminosas. Mientras tomaban aguamiel y cenaban los manjares de Wilhelm, al igual que el resto de la taberna. Ambas se querían como aliadas, sentían que una a otra podían ayudarse muchísimo en sus objetivos.

   —La perspectiva de Sao ha cambiado completamente al oír cómo se encuentran ahora las tierras de sus madres, pero no ha sido nada fácil para ella aceptar que tu enfoque no es del todo errado, honestamente le preocupa tu impulsividad —decía Meena, con la espalda apoyada en el tronco del árbol, jugueteando con el aro de su nariz—. Realmente no creo que le guste la interacción que has tenido con la Princesa, admito que puede ser útil pero también puede verse como que te estás metiendo en la boca del lobo.

   —Sé que a veces parece más como que los sentimientos me controlan a mí, y no al revés. —Las mejillas de Lilith se tornaban coloradas a medida que hablaba.— Pero mis intenciones son buenas... Solo me parece un poco irónico que te haya llevado cinco minutos convencerla, cuando lo he intentado por años.

   —Eso es porque eres el mundo entero para ella, si algo te pasara estoy segura que enloquecería. —Meena se acercó un poco más a Lilith y le susurró—: Estos últimos días ha estado insufrible, caminando de un lado a otro. Dando órdenes sin sentido...

   Ambas rieron a carcajadas, lo cual provocó que Jacoba se acercara a una conversación donde no había sido invitada.

   —Veo que nuestras dos estrellitas doradas se están conociendo bien.

   Automáticamente Meena dejó de sonreír, al contrario de Lilith que con una dulce sonrisa saludó a su amiga.

   —Hola, Jacoba. ¿Qué tal todo? —dijo Lilith. Mientras Meena observaba a Sao, quien miraba atenta la interacción.

   —Perfectamente, está más ligero el aire en el barco ahora que no estás. —La sonrisa de Lilith desapareció, dolida.— No me mires así, es solo una broma, relájate. ¿Cómo te ha ido?

   Meena la observó, intrigada ante sus intenciones. Lilith ilusionada ante el interés repentino de su amiga comenzó a contarle todo con detalles, al igual que como había hecho con Meena, el problema fue cuando llegó la parte de Kaira.

   —¡Serás idiota! —gritó Jacoba, provocando un silencio sepulcral en la caverna. Todos las miraban, Lilith se sentía avergonzada y Meena defensiva se había puesto de pie.

   Lilith ni siquiera tuvo oportunidad de contarle lo que vio en el baile. Jacoba, ante la reacción de Meena retrocedió un paso; Lilith permaneció sentada en el suelo, mirándolo, jugueteando con el césped avergonzada. Sao y Will se acercaban a ellas.

   —¿Qué sucede? —preguntó la mujer.

   —¡Sucede que tu pequeño sol ha estropeado todo, poniendo a la flota entera y a todos los que venimos a Verum en peligro! —Jacoba gritaba desaforada, quería asegurarse que todos la oyeran. Entre la gente se escucharon murmullos atemorizados.

   —¿Qué tal si la dejas terminar la historia, Jacoba? —Intervino Will, ofendido. Entendía la reacción, Lilith había actuado sin pensar. Pero Will podía ver un futuro prometedor en una posible alianza con Kaira.

   —Habla, niña —dijo una voz entre la multitud. Pero Lilith no se movió.

   —¿Lilith? —Sao comenzaba a replantearse si todo el plan no había sido una mala idea.

   Lilith levantó la vista, la taberna entera la miraba. En ese momento Meena le extendió una mano, para ayudarla a pararse, con una sonrisa de aliento. Lentamente se puso de pie, sacudió su ropa.
   Comenzó a contar la noche que conoció a Kaira, todos comenzaron a murmurar atemorizados, Sao rascaba su sien preocupada y enojada ante la falta de información.
   Prosiguió con la noche del baile, la golpiza de la Princesa, las debutantes desaparecidas, el Festival de Flores. Todos la escuchaban estupefactos ante lo descubierto en el castillo real. La gente del pueblo que se encontraba allí presente respaldó su historia, pero aclarando que no tenían ni idea que pasaba en la festividad luego que se marchaban y que jamás habían imaginado los tormentos a los que era sometida la Princesa.

   —Me descuidé, fue un error mío, lo siento muchísimo, pero... Kaira vio mi tatuaje y... —Su voz se apagaba poco a poco, pero una vez más se vio interrumpida por Jacoba.

   —¡Ah! Eso es aún peor. —Con el dedo la señalaba acusadora.— ¿Cómo has podido ser tan estúpida?

   —¡Jacoba! —gritó Sao, furiosa con absolutamente todos los involucrados.

   —¡No! Le has hecho creer que puede hacer lo que ella quiera, destruyendo lo poco que hemos logrado en este tiempo. —Poco a poco Jacoba se acercaba a Lilith, esta vez señalando a Sao.— Te crees superior solo por ser su protegida, ahora has arruinado el poco futuro que teníamos. Espero que estés orgullosa, basura.

   Antes de que pudiera pensar, recibió un puñetazo en la nariz directo de la mano de Meena. Finn comenzó a hacerse paso entre la multitud apresurado. Jacoba cayó de espaldas, cubriendo su nariz sangrante. Zheng Yi Sao se acercó, la tomó del vestido y en un susurro le dijo:

   —Vete afuera, no quiero ver tu rostro por aquí hasta que no te calmes. Tu comportamiento no se va a repetir jamás, ¿me oyes?

   Jacoba asintió, se puso de pie y corriendo salió del Corazón, seguida de Finn, su amado.
   Lilith no podía contener la risa, y divertida miraba a Meena.

   —Lilith, basta —dijo Sao, provocando el silencio inmediato en la niña. Le hizo una seña a Meena para que se apartara, quería hablar con ella a solas. Luego dirigiéndose a todos, con un tono cargado de impaciencia dijo—: Vamos a calmarnos todos... Will, otra ronda de ron.

   El resto de la noche se mantuvo en silencio. Comenzaron las despedidas, pero esta vez Lilith debía despedirse de Will. Sao la obligaba a regresar al barco, estaba furiosa por todo lo sucedido, ya le había advertido que de vuelta en su barco tendrían una conversación muy seria.

   —Tranquila, ya verás que las cosas se darán, a su debido tiempo. —Le susurró Wilhelm a Lilith.

• ────── ☼ ────── •

   En su habitación, Kaira permaneció la noche entera esperando a Lilith, sentada en su cama mirando la ventana, con una botella de vino a sus pies. Apenada vio el sol salir, preguntándose si alguna vez la volvería ver.

   Rendida se acostó, miró el tejado y se durmió, mirando la isla de Verum.


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⊱ ☽   Final de la primera parte: "Lo que nos forjó"   ☾ ⊰

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