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Capítulo 24.


Ambos miraban el techo en la cama de Geno que insistía con hacer que su pareja tomara una siesta, pues pese ya no hiciera turnos extras el día anterior había tenido trabajo en el campo y no quería que se cansara más para la siguiente jornada, no obstante, el castaño se negaba a dormir, deseaba disfrutar el tiempo que tenía con el de bufanda y durmiendo solo le arrebataría las pocas horas diarias donde se podían ver. Geno terminó entonces a tirones a que se acostara, pero quedó sobre las sábanas, atrapando al menor entre sus brazos, haciéndole varias cosquillas como un tierno juego para los dos, quedando viendo la nada mientras Blard le abrazaba desde atrás

— Es injusto. —Dijo, y Blard se acomodó con un brazo para alcanzar a besar su mejilla.

— Lo siento, pero no harás que me duerma.

El albino negó con la cabeza riendo bajo, era casi imposible poder enojarse con su pareja, quizás fuera su galante sonrisa o su tono de voz, pero al emplearlas podía cautivarlo por completo, parecía tener un hechizo por Blard.

— Tómate una siesta. Las otras veces no te costó aceptarlas.

— Debido a que hoy no me quiero separar de ti.

— Estás cariñoso. —Sonrió.

— Inevitable. Tu rostro, tu cuerpo, tú eres el culpable que no pueda estar lejos.

Geno se ruborizó, negó con la cabeza.

— No... Además no has visto mi cuerpo como para decir eso.

— Eso es algo cierto, e injusto, has visto todos mis tatuajes.

— La verdad es que no.

— ¿No?

El albino entretanto hablaban se había sentado, Blard imitó el gesto algo sorprendido debido a este tema, creía ciegamente que el de bufanda sí había podido ver y examinar cada detalle de sus tatuajes, y tuvo que disimular una tos para evitar ser visto con la sonrisa que había esbozado al tener un perverso plan, uno que solo era un método de diversión. Tomó las mejillas del menor y le depositó un pequeño beso antes de levantarse, dándole la espalda a Geno.

— Tengo una idea. —Dijo entonces, produciendo intriga en el menor, que se sentó en la orilla creyendo que irían a hacer algo abajo o salir, ya rendido con conseguir que tomara una siesta— ¿No quieres verlos...?

El rubor que se había disipado de pronto volvió con más intensidad, tragando con dificultad al escuchar ello, ver el torso desnudo del mayor no era algo de todos los días, le producía vergüenza y no pudo evitar ponerse tenso y más nervioso, encogiéndose de hombros.

— No creo que...

— No es necesariamente recíproco, Geno, solo será por entretención, pues le agregaré algo más a la muestra de mis tatuajes.

El de bufanda no quiso oír lo que ya sabía lo que diría, pero no estaba seguro, quizás era una broma de parte opuesta o solo estaba exagerando, de su boca no salía palabra.

— Vas a...

— Bailarte.

Geno no se había dado cuenta que estaba usando el celular al estar de espaldas, y colocó una melodía que hacía un ambiente distinto a las bromas, Blard comenzó a mover su cadera del mismo modo del ritmo de la canción de fondo, haciendo del rostro del albino un dilema rojizo, cubriendo la mitad de su cara con su bufanda, con su corazón latiendo con rapidez de la impresión. Estaba viendo como su pareja le dedicaba un baile, uno suave, lento y sensual, teniendo que tomarse el pecho para no decaer. El castaño se dio vuelta con una sonrisa pícara, y guiñando un ojo tiró del escote de su suéter, mostrando parte de su esternón, no lo hacía tan mal, al principio fue algo torpe en coordinarse pero a cada reiteración de acción no había error, se le acercó, para tomar las manos de su pareja y llevárselos a su propia ropa, y allí le depositó otro beso sobre sus labios, susurrando al morder su labial inferior coqueto.

— Si quieres que pare, lo haré.

— Eres un pervertido. —Pudo decir, sin poder reaccionar al tener el cuerpo ajeno tan cerca, pero al tener ropa solo lo ponía más ansioso, su cabeza se debatía si aceptar su propuesta o negarle tal acto íntimo, pero... ¿Cuántos meses llevaban juntos y apenas unos cuantos besos franceses se habían dado? Sabía que él mismo había exagerado con su timidez, quizás su pareja no aguantaría mucho la prohibición de lo que haría una pareja normal que era darse cariño de otra forma, algo más carnal, y se merecía después de un año y meses de ser una pareja formal—... Solo sigue.

Blard le sonrió tiernamente y se volvió a separar de él para seguir en un baile más suelto, tomando el borde de su suéter y dándole la espalda para sacar de esta prenda, mostrando de este modo sus múltiples tatuajes, exactamente el más grande que recorría toda su columna, un fénix. Geno estaba sintiendo calor, su cabeza hervía y los pensamientos que varias veces había tenido volvían de golpe, impuros por ver ese cuerpo que pertenecía a su pareja, esbelto y bien constituido, dejando escapar respiraciones más profundas para no evidenciar que los estímulos le estaban afectando de otra forma.

Moviendo su cadera en círculos lentos se giró otra vez, su torso dejaba plasmado sus músculos, no eran tan notorios como quien va al gimnasio todos los días, pero su abdomen estaba marcado. El albino jadeó de sorpresa apretando los labios, la visión que tenía frente si no le estaba haciendo bien para su cordura, era muy difícil no pensar de otra forma, y tenerlo tan al alcance de su mano... 

Solo tenía vergüenza de decirlo, y más nervios trabados en su garganta cuando otra vez se acercó, inclinándose tomando de sus hombros para recostarlo, ahora el castaño quedando con sus manos a los lados del menor, quien tenía una mirada similar a Blard, pero más sutil.

— B-Blard...

— Perdóname... Pero no creo aguantar un día más escondiendo mi deseo más grande. —Susurró ronco, grave provocando escalofríos en Geno. Por la luz solo le veía con las sombras, y ahora su torso estaba más cerca, y la tentación ya lo había desvariado— Ver tu cuerpo...

Geno cerró sus ojos un momento, sus manos temblorosas fueron al torso ajeno, un poco frías pasaron deslizando su espalda, como si tratara de entender que estaba en la realidad, no en una fantasía. Alzó su cabeza para lograr besar a Blard, siendo correspondido al instante, un movimiento de mandíbulas, tan pasional que Geno ya no podía pensar por el calor que le invadió.

— Aún te... falta quitarte ropa.

Blard rió, provocador pero contento de continuar, se apartó para, un tanto ruborizado, comenzar a bajarse el pantalón, solo con su ropa interior que ya denotaban su excitación. Geno tragó saliva, sin poder negar mentalmente que su mente no era la única afectada de su deseo, su cuerpo también tenía más temperatura, instantáneamente separó un poco las piernas para darle espacio y dejarse hacer.

El mayor le quitó poco a poco su ropa además de su ropa interior; el albino se cubrió el rostro con sus brazos, le avergonzaba mostrar su cuerpo tan delgado por los traumas alimenticios que tuvo desde el incidente de su ojo, el choque fue tal que no lo había podido soportar emocionalmente, como cicatrices por los golpes al caer de tal cerro. Blard vio aquel cuerpo que le pertenecía, y sonriéndose besó sus brazos y bajó a su cuello mientras sus manos acariciaban toda la extensión de su torso, delicado como si fuera una flor.

Se le escaparon suspiros, después jadeos, ya ni se había dado cuenta que el castaño le había tomado bien de ambas piernas para acercarlo a él, pero sí como los escalofríos le recorrieron con más fuerza cuando rozó su intimidad con la ajena, haciendo roces torturantes y estimulantes en él, en ambos. Tales acciones hacía de la respiración del menor más agitada, abrazando su torso y tensando sus dedos cada vez que tenía corrientes por su anatomía, dando campo libre a Blard para besarle.

Un beso de lenguas que resultó ser suave, conociendo el sabor del otro, descubriendo con más lujuria su nueva adicción, conociendo la dominancia del mayor en medio del ósculo, y la desesperación latente en ambos. Blard pasó sus manos bajo la única ropa que le quedaba, dando toques tan íntimos que sacaron a Geno bajos gemidos.

— Nnm, Blard...

— Te voy a preparar... ¿Vale?

El mencionado asintió, por inercia separando más sus piernas una vez le quitaron su bóxer, Blard se acomodó entremedio de ellas, acariciando su muslo lentamente hasta su intimidad, se lamió dos dedos, y para distraer a su pareja del posible primer dolor, fue a devorar su cuello, lamiéndolo, besando y mordiendo; Geno jadeó, pero un gemido de incomodidad llegó primero cuando un dedo estuvo dentro de él, después el otro en lentos vaivenes. Su pecho subía y bajaba, cerrando sus orbes con fuerza hasta que la sensación se volvía placentera, pero no lo sentía suficiente, su cuerpo gritaba por más; no creyó que diría lo siguiente.

— Blard... Lléname de una vez.

Blard obedeciendo, se quitó su ropa interior, y sin esperar mucho terminó por introducirse dentro de su amado, el dolor fue tal que Geno se mordió el labio para no quejarse tan fuerte, teniendo pequeños espasmos sintiendo sus ojos escocer además de haber rasguñado con fuerza la espalda ajena. El castaño se detuvo a mitad de camino gruñendo de placer, y ahí acarició el rostro de su pareja para besarle varias veces hasta ser correspondido, un beso dulce que animaba al menor, recuperando el control para dar inicio un vaivén propio.

Descubrió que era de garganta suelta, a cada movimiento dentro de sí se le escapaba un gemido, tensando su interior, como seguía siendo virgen no podían estar tan profundos en un principio, pero cada vez se hacía paso el miembro ajeno, apretando sus hombros de tal forma que Blard gimió roncamente, era una zona tan sensible que le hacía perder mucho control y Geno lo descubrió en ese instante que las embestidas se dieron paso, siendo abrazado para que los movimientos hicieran un efecto resorte en la cama.

El placer fue lo único que les gobernaba, gemía, pero su cordura se perdió por completo por tales estocadas, los ruidos que soltaba sabía que le hacían tener el rostro hirviendo pero sabía que a Blard les encantaba del mismo modo de los jadeos de él que se le soltaban, le cautivaban. Alzó las piernas producto del placer y deseando más movía su propia cadera, el gozo lo estaba sumergiendo, llegando pronto al borde, era mucho placer para la primera vez y no podía aguantar más.

— ¡Ah~!

Geno ni avisar pudo antes de venirse, y apretó su interior logrando sacar otro gemido del castaño y que irregular le embistiera antes de también llegar al clímax, el acto pasional había llegado a su fin, y Blard dio suaves vaivenes más antes de separarse, besando dulcemente los labios de su pareja antes de limpiar los restos; no se molestó de colocarse ropa, solo la ropa interior para tomar en brazo al menor que todavía jadeaba buscando regular su respiración y taparlo junto a él, lo abrazó con posesión, dejando ir el calor que los motivó a avanzar a tal escalón, y el castaño besó su mejilla antes de suspirar grato.

— ¿No te duele?

— No lo hiciste tan fuerte... no creo que duela. —Avergonzado de hablar sobre eso, se dio vuelta para estar frente a frente a su pareja, le sonrió, no se arrepentía— Perdóname por llegar a este punto después de más de un año.

Blard rió suave, acariciando su cabello hasta su brazo.

— Tranquilo, podría esperar mucho más aunque con el baile quizás me pasé y te obligué.

— No... No, me diste un empujón para saber cuánto quería esto.

Blard dejó caer suavemente los párpados esbozando de tales sonrisas que significaban solo una cosa, un minucioso talento de haber predestinado eso, y su risa hacía más notorio ese ademán.

— Entonces, cielo, quizás acepte tomar la siesta que tanto me insististe... Pero contigo. ¿Te parece? —Murmuró después— Me arde un poco la espalda.

— Acepto. —Se acurrucó sintiendo frío, a cambio el otro, estaba por completo desnudo, el más alto lo arrulló en sus brazos— Y lo siento por tu espalda.

No hablaron mucho más que frases melosas, los dos quedaron dormidos por el cansancio de tales sensaciones nuevas, felices de saber que habían dado al otro una parte de sí y ahora eran mucho más íntimos. Se amaban; mucho.

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